José María Gil-Robles y Quiñones cumple los años el 27 de noviembre.
José María Gil-Robles y Quiñones nació el día 27 de noviembre de 1898.
La edad actual es 125 años. José María Gil-Robles y Quiñones cumplirá 126 años el 27 de noviembre de este año.
José María Gil-Robles y Quiñones es del signo de Sagitario.
José María Gil-Robles y Quiñones nació en Salamanca.
José María Gil Robles y Quiñones (Salamanca, 27 de noviembre de 1898-Madrid, 14 de septiembre de 1980) fue un político y abogado español, diputado en las Cortes republicanas entre 1931 y 1939, y ministro de la Guerra en 1935.
José María Gil QuiñonesEnrique Gil y Robles y de Petra Quiñones Armesto. Se licenció en Derecho en la Universidad de Salamanca a los veintiún años, siguiendo la carrera jurídica y la vocación universitaria ejercidas por su padre. Militó desde su juventud en organizaciones políticas y sociales católicas, como la Asociación Católica Nacional de Propagandistas donde ingresó el 2 de febrero de 1920.
nació el 27 de noviembre de 1898, hijo deDoctorado en la Universidad Central de Madrid, obtuvo en 1922 la cátedra de Derecho Político en la Universidad de La Laguna, Tenerife. A su regreso a Madrid formó parte relevante de la redacción del diario católico El Debate, dirigido por Ángel Herrera Oria. Secretario de la Confederación Nacional Católico-Agraria y en 1922 se integró en el Partido Social Popular, liderado por Ángel Ossorio y Gallardo.
Un año más tarde, iniciada la dictadura del general Miguel Primo de Rivera, colaboró con José Calvo Sotelo, director general de la Administración Local, en la redacción del Estatuto Municipal.
Presentado en las candidaturas del Bloque Agrario, fue elegido diputado en las primeras elecciones de la Segunda República, celebradas en junio de 1931, dos meses después de la proclamación de ésta. Intervino en las Cortes Constituyentes, en las que destacó por su oposición a la política religiosa del nuevo régimen republicano desde su calidad de miembro de la comisión redactora del proyecto constitucional.
Intervino en el debate de la cuestión religiosa en la Constitución de 1931 en defensa de la línea católica “posibilista” preconizada por el cardenal Francisco Vidal y Barraquer, en el que (según el historiador Manuel Álvarez Tardío) tras recordar el rechazo de los católicos al principio de la libertad de conciencia, se mostró dispuesto a aceptar, con matices, la declaración del laicismo del Estado, siempre que se reconocieran los “derechos de la Iglesia”, incluidos los de las órdenes religiosas. Su intervención concluyó con una advertencia:
En 1931 pasó a militar en Acción Nacional, creada poco antes por Ángel Herrera Oria y rebautizada en 1932 como Acción Popular, cuando Gil-Robles era ya uno de sus principales dirigentes.
Defendió la postura del accidentalismo, según la cual lo importante no era la forma del Estado (monarquía o república), sino que este defendiera los intereses de la Iglesia. Esto chocó con otras posiciones derechistas, que se declararon opuestas a la República desde el principio.
A finales de febrero y principios de marzo de 1933 participó en la creación de la Confederación Española de Derechas Autónomas (CEDA), al integrar en ella a Acción Popular. En septiembre de 1933 asistió como observador al congreso de Nurémberg, donde estudió la propaganda nazi. En los discursos electorales de la campaña para elecciones de noviembre de 1933 afirmó que la democracia era simplemente el «medio» para llegar al estado corporativo:
Su nuevo partido obtuvo la victoria en los comicios, pero con una escasa mayoría (115 escaños de 450), lo cual le imposibilitaba para formar gobierno en solitario. Apoyó al nuevo gabinete presidido por Alejandro Lerroux desde ese mismo mes, así como a los siguientes, encabezados también por otras figuras del Partido Republicano Radical de Lerroux.
A finales de 1933, como nuevo presidente de la Junta Central del Tiro Nacional de España (una sociedad deportiva para la educación ciudadana en armas de guerra), Gil-Robles trató de transformar esta asociación apolítica en una milicia contrarrevolucionaria afín a sus postulados. El gobierno de Lerroux reaccionó decretando, el 17 de enero de 1934, la pérdida de todo carácter oficial para esta organización (incluida la supresión de subvenciones estatales).
Pese a realizar ciertas manifestaciones públicas profascistas, el historiador Javier Tusell señala sin embargo en su obra Historia de España en el siglo XX (1998): «Gil Robles hizo a menudo declaraciones imprudentes, pero cuando resumió por escrito su ideario en esta época lo hizo identificándose con la derecha conservadora y moderada francesa y no con Mussolini». . Siguiendo una línea semejante a la de Tusell, Stanley G. Payne va más allá y afirma en su libro El colapso de la República (2006) que Gil Robles incluso sentía temor por el fascismo: «La católica CEDA, aunque grande, no podía en realidad convertirse en un partido fascista pues a su jefe, Gil Robles, de hecho le daba miedo el fascismo». .
El 6 de mayo de 1935 fue nombrado ministro de la Guerra por Lerroux, cargo desde el que promocionaría a varios militares que terminarían teniendo un gran protagonismo durante la posterior Guerra Civil. Así, ordenó que el general Francisco Franco se hiciera cargo del mando del Estado Mayor Central, el general Emilio Mola volviera al servicio activo y tomara el mando de las fuerzas del Protectorado español de Marruecos, el general Joaquín Fanjul fuera nombrado subsecretario y se ascendiera a general de brigada al bilaureado coronel José Enrique Varela. Como contrapartida, desaparecieron del ministerio los hombres de Manuel Azaña, se restablecieron los Tribunales de Honor y se autorizaron los actos religiosos en los cuarteles.
Gil Robles también nombró a muchos militares de la antirrepublicana Unión Militar Española (UME) para cargos relevantes, como el capitán Luis López Varela que estuvo al frente del Servicio Interior de los Cuerpos (un servicio secreto militar creado por el general Franco para combatir la «infiltración comunista»). En un memorando secreto entregado a Mussolini por el líder de Renovación Española Antonio Goicoechea en la reunión que mantuvieron en Roma el 11 de octubre de 1935, y en cuya redacción había intervenido la UME, se reconocía que desde la llegada de Gil Robles al Ministerio de la Guerra se había facilitado «el emplazamiento de personal de la organización en mandos, puestos y destinos de importancia y hasta capitales para la acción». «En la Administración central puede decirse que esta toda ella intervenida. Por iniciativa de la Organización se han quitado mandos de verdadera importancia sustituyéndolos por personal adicto y en esta tarea se sigue laborando...». En el memorando se dejaba claro el compromiso y la disposición de la UME para acabar con la República si las izquierdas volvían al poder y sobre Gil Robles se decía que «por su tendencia populista es seguro que Gil Robles no se atreva a acaudillar un movimiento de este tipo desde el Ministerio de la Guerra, pero la U.M.E. lo hará en el momento que él abandone el Ministerio por el cambio de política indicado».
El propio general Franco reconoció años después «que en este periodo se otorgaron los mandos que un día habían de ser los peones de la cruzada de liberación y se redistribuyeron armas en forma que pudiesen responder a una emergencia».
Prosiguió en el cargo de Ministro de la Guerra en el gabinete siguiente, presidido desde septiembre de 1935 por el independiente Joaquín Chapaprieta, pero decidió a principios de diciembre romper la coalición radical-cedista, que gobernaba en España desde octubre de 1934, para reclamar al presidente de la República Niceto Alcalá Zamora que le nombrara presidente del gobierno y desde ese puesto dirigir la «revisión» de la Constitución de 1931, ya que el 9 de diciembre se cumplía el cuarto aniversario de la misma lo que permitía introducir reformas en su texto por mayoría absoluta y no por la mayoría reforzada de dos tercios requerida hasta esa fecha.
En los ocho escasos meses que dura su ministerio logra un mínimo rearme, dotando de cascos de guerra a las unidades, proyectando una fábrica de aviones en Guadalajara y potenciando la Fábrica de Armas de Toledo, incluyendo 350 operarios para fabricar 800.000 cartuchos diarios.
Después de la victoria del Frente Popular en las elecciones de febrero de 1936 se convirtió en el jefe de la oposición parlamentaria, no sin antes intentar un golpe de fuerza, junto al general Franco, para que se declarase el estado de guerra e impedir el normal traspaso de poderes a los vencedores. Manifestó públicamente su aversión hacia la democracia inorgánica y el parlamentarismo, mostrándose partidario del establecimiento de «un Gobierno fuerte, un Gobierno autoritario, de plenos poderes». Sin embargo, su figura se vio cada vez más eclipsada por los postulados más radicales de José Calvo Sotelo, asesinado en la noche del 12 al 13 de julio de ese año. En la mañana del día 15 Gil-Robles pronunció un violento discurso ante la Diputación permanente de las Cortes en el que daba por rota la convivencia civil y acto seguido abandonó España y se dirigió a Francia. Expulsado de allí por el gobierno de Léon Blum, pasó a Portugal.
Durante la inmediata Guerra Civil Española encomendó a sus seguidores apoyar al bando sublevado, a la vez que entregó los fondos de su partido al general Emilio Mola. Gil-Robles afirmó en sus memorias que no estuvo al corriente de la conspiración militar.
Finalizado en abril de 1939 el conflicto, apoyó la causa monárquica. Fue miembro del Consejo Privado del conde de Barcelona (Juan de Borbón, padre del futuro rey Juan Carlos I) e intentó llegar a un acuerdo en 1948 con el líder socialista Indalecio Prieto para lograr la instauración de una monarquía parlamentaria en lo que se llamó el Pacto de San Juan de Luz.
En 1953 regresó a España, donde apoyó a diversos opositores al régimen. Fue desterrado en 1962 por participar en junio de ese año en el IV Congreso del Movimiento Europeo en Múnich (el llamado Contubernio de Múnich), lo que le valió asimismo ser apartado del entorno del conde de Barcelona. El 4 de agosto de 1966 tuvo que declarar ante el Juzgado de Orden Público por haber coordinado y dirigido el libro Cartas del Pueblo Español. Si bien el caso quedó sobreseído, se mantuvo el secuestro de la obra.
Comenzó entonces a escribir una serie de libros de memorias, en el primero de los cuales, No fue posible la paz (1968), intentó explicar las causas que llevaron a la Guerra Civil y justificar su intervención en los acontecimientos anteriores a la misma.
Catedrático de la Universidad de Oviedo desde 1968. Fue uno de los abogados de los sindicalistas de Comisiones Obreras (CCOO) en el conocido como Proceso 1001 y de Vilá Reyes en el caso Matesa de 1969. En 1972 ejerció como abogado defensor en Pontevedra en el caso Reace. En 1976 apareció otra de sus obras autobiográficas y de carácter político, La monarquía por la que yo luché.
Estas actuaciones en el ámbito de la oposición política moderada a la Dictadura las compatibilizó con sus labores profesionales en el ámbito privado. Por una de ellas, en julio de 1973 fue condenado en ausencia en Italia a un año y seis meses de prisión por delito societario.
Tras el fallecimiento de Francisco Franco en 1975, el inicio del reinado de Juan Carlos I y la Transición española, intentó recuperar su papel político defendiendo las posiciones tradicionales de la democracia cristiana europea. Estuvo apoyado en esta tarea por uno de sus hijos, José María Gil-Robles y Gil-Delgado.
Sin embargo, el fracaso de su partido, la Federación Popular Democrática (integrado junto al de Joaquín Ruiz-Giménez, Izquierda Democrática, en la Federación de la Democracia Cristiana) en las elecciones de 1977, en las cuales no obtuvo acta de diputado, le apartó definitivamente de la vida política.
Su hijo José María Gil-Robles pasó posteriormente al Partido Popular (PP) y llegó a ser presidente del Parlamento Europeo. Otro de sus hijos, Álvaro Gil-Robles, fue defensor del Pueblo.
Estuvo casado con Carmen Gil-Delgado Armada.
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