Fundadora o cofundadora:
Julia Magdalena Ángela Lanteri (nombre de nacimiento: Giulia Maddalena Angela Lanteri) (Briga Marittima, Italia, 22 de marzo de 1873 - Buenos Aires, 25 de febrero de 1932) conocida como Julieta Lanteri, fue una médica, política y feminista italo-argentina.
En 1886, Lanteri ingresó al Colegio Nacional de La Plata que la habilitaba para ingresar a la Universidad. En 1891 optó por estudiar para médica, una profesión vedada a las mujeres pero pudo acceder por un permiso especial del Dr. Leopoldo Montes de Oca. Se convirtió en la quinta médica recibida en Argentina y, junto con la primera egresada en esa casa de estudios la Dra. Cecilia Grierson, fundó la Asociación Universitaria Argentina. Se perfeccionó en el Hospital Ramos Mejía. Fue la primera mujer que votó, en 1911, en la Argentina. Fue discriminada por los varones de su época, que insistentemente trataron de amedrentar su carrera política y su carrera científica. Fundó el Partido Feminista Nacional y la Asociación Universitaria Argentina.
En 1906, Lanteri asistió al Congreso Internacional del Libre Pensamiento que se hizo en Buenos Aires y contó con la presencia de otras feministas como Raquel Camaña, Elvira Rawson de Dellepiane, Petrona Eyle, Sara Justo, Cecilia Grierson y Adelia Di Carlo. El Congreso la expuso a ideas ligadas a obtener la igualdad de sexos, la igualdad política y el divorcio.
En mayo de 1910 organizó, junto a otras mujeres, el Congreso Femenino Internacional que tuvo como sede a Buenos Aires.
Se presentaron trabajos de mujeres de todo el mundo referidas a temáticas de género como derechos civiles y políticos, divorcio, educación, cultura, economía, etc. Fue el primer evento de este tipo que mostró al mundo, de manera concreta, la organización feminista y las propuestas para modificar las situaciones de inferioridad que vivían las mujeres. En 1911 la Municipalidad de Buenos Aires convocó a los vecinos para que actualizaran sus datos en los padrones, en vistas a las elecciones municipales de concejales. Llamó a que lo hicieran «los ciudadanos mayores, residentes en la ciudad, que tuvieran un comercio o industria o ejercieran una profesión liberal y pagasen impuestos». Lanteri advirtió que nada se decía sobre el sexo y prosiguió a solicitar su inscripción en la justicia. El juez resolvió a favor de ella y expresó: «Como juez tengo el deber de declarar que su derecho a la ciudadanía está consagrado por la Constitución y, en consecuencia, que la mujer goza en principio de los mismos derechos políticos que las leyes, que reglamentan su ejercicio, acuerdan a los ciudadanos varones, con las únicas restricciones que, expresamente, determinen dichas leyes, porque ningún habitante está privado de lo que ellas no prohíben». El 26 de noviembre, votó en el atrio de la Parroquia San Juan Evangelista de La Boca. El historiador y político Adolfo Saldías se desempeñaba como presidente de mesa y cuándo Lanteri votó la saludó y se congratuló «por ser el firmante del documento del primer sufragio de una mujer en el país y en Sudamérica». La Dra. Lanteri se dirigió a La Nación y a La Prensa, por entonces los medios más leídos y contó el hecho. Al día siguiente, la novedad apareció en los diarios.
Poco después, el Concejo Deliberante porteño sancionó una ordenanza donde especificaba que el empadronamiento se basaba en el registro del servicio militar, y por consiguiente excluía a las mujeres. Julieta Lanteri se presentó ante registros militares de la Capital Federal para solicitar ser enrolada y hasta acudió al Ministro de Guerra y Marina, pero su petición fue rechazada.
En 1919 se postuló para ocupar una banca en la Cámara de Diputados de la Nación y alegó ante la junta electoral: «la Constitución Nacional emplea la designación genérica de ciudadano sin excluir a las personas de mi sexo, no exigiendo nada más que condiciones de residencia, edad y honorabilidad, dentro de las cuales me encuentro, concordando con ello la ley electoral, que no cita a la mujer en ninguna de sus excepciones». La junta accedió a su reclamo y Lanteri compitió por una banca en el Congreso como diputada, convirtiéndose así en la primera mujer candidata en la Argentina. En su plataforma prometió luchar por sancionar una licencia por maternidad, prohibir la venta de alcohol, otorgar un subsidio por hijo, abolir la pena de muerte y establecer la igualdad entre hijos legítimos e hijos ilegítimos. Obtuvo 1730 votos de los 154 302. Al no ser legalizada para ingresar al parlamento organizó y encabezó en Plaza Flores el primer simulacro de votación callejera. Este meeting congregó más de dos mil personas, y llamó la atención de las feministas en el mundo. A principios de 1920, el Senador Dr. Juan B. Justo la incluyó en su lista del Partido Socialista junto a Alicia Moreau de Justo.
Lanteri siguió adelante, fundó el Partido Feminista Nacional por el que se postuló a legisladora en varias oportunidades. En 1924, año en que triunfó el Dr. Alfredo Palacios, Julieta lo siguió en cantidad de votos obtenidos. No fue poca cosa, y a partir de allí comenzó a ganarse aún más enemigos.
Los principios de su partido se incorporaron a partidos nacionales en San Juan y Mendoza. Previó golpes totalitarios en Sudamérica, disertando en la Universidad Nacional de La Plata y se entrevistó con el Dr. Marcelo T. de Alvear para comentarle alternativas antiautoritarias. Bregó por derechos y mejoras laborales femeninas e infantiles.
Vivió en Buenos Aires, La Plata, Olivos y Quilmes, lugares donde cultivó la amistad con Alfonsina Storni, Alfredo Palacios, José Ingenieros, entre muchas personalidades. La que fue su última vivienda se conserva en Berazategui, donde funciona una panadería. El Museo Histórico y Natural de esa ciudad conserva algunos pocos objetos de ella.
El 23 de febrero de 1932, la Dra. Lanteri caminaba por la Diagonal Norte, en pleno microcentro de Buenos Aires, cuando un automovilista la golpeó y huyó. Después de dos días, el 25 de febrero, murió a los 58 años en el hospital. Unas 1000 personas acompañaron su funeral.
El incidente mortal, rotulado como accidente por la policía, fue cuestionado por la cronista y escritora Adelia Di Carlo, en El Mundo. La noticia se publicó varios días con los detalles del siniestro, incluso el hecho de que el informe policial había tachado el nombre y vehículo del conductor; y que el hombre, David Klapenbach, era miembro del grupo paramilitar de extrema derecha Liga Patriótica Argentina y había cometido numerosos asesinatos. La casa de Di Carlo fue saqueada por personal de civil de la Policía de la Capital Federal tras la publicación de estos datos.
Ese asesinato, "accidente de un vehículo marcha atrás" que terminó con su lucha pero no con su memoria, ocurrió en años de abolición de derechos sociales y políticos, durante la presidencia "de facto" del general golpista José Félix Uriburu.
Dos libros biográficos, de las periodistas de investigación Araceli Bellota, y Ana María De Mena:
En 2000, el Gobierno de la Ciudad de Buenos Aires convocó a varias ONG para elegir las mujeres más destacadas de todo el siglo XX, fue una de las dieciocho elegidas.
Desde 2010, el Museo Histórico de Berazategui en el mes de la mujer, realiza la entrega de la "Distinción Dra. Julieta Lanteri" a mujeres destacadas de la comunidad de Berazategui, a modo de homenaje de quien fuera vecina de dicha ciudad entre los años 1920 y 1932, año en que muere.
En el año 2012 la escuela de enseñanza secundaria orientada n.º 570, de la ciudad de Rosario (Santa Fe) toma el nombre de Julieta Lanteri.
La Universidad Nacional Arturo Jauretche nombró a uno de sus aularios Julieta Lantieri
Un sello del Estado Argentino la conmemora.
La estación Facultad de Derecho de la línea H de subterráneo lleva su nombre.
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