x
1

Leopoldina de Austria



Marqués de Caravelas
Campos Vergueiro
Francisco de Lima y Silva

María Leopoldina de Austria (en alemán Maria Leopoldine Josepha Caroline Franziska Ferdinanda von Habsburg-Lothringen) (Viena, 22 de enero de 1797 - Río de Janeiro, 11 de diciembre de 1826),[1]​ también conocida en Brasil como Leopoldina o María Leopoldina, fue una archiduquesa de Austria, regente del Reino de Brasil, primera emperatriz consorte de Brasil y durante poco más de dos meses en 1826, reina de Portugal. Fue muy querida por los brasileños, quienes dolorosamente lloraron su prematura muerte. Su decisivo apoyo a la causa de la independencia brasileña, le valió el apodo de "La Paladina de la Independencia".

María Leopoldina pertenecía a la Casa de Habsburgo, noble familia y una de las más antiguas dinastías de Europa, que gobernó Austria desde 1282 hasta 1918. Era hija del último emperador del Sacro Imperio Romano Germánico Francisco II, (quien desde 1804 se convirtió en emperador de Austria con el título de Francisco I, porque Napoleón exigió su renuncia en el año en que fue coronado emperador de los franceses), y su segunda esposa y prima María Teresa de las Dos-Sicilias, princesa de Dos Sicilias, de la Casa de Borbón, hija del rey Fernando I y de su esposa María Carolina de Austria.

Francisco, su padre, era viudo de Isabel Luisa Guillermina de Württemberg, quien murió sin hijos en 1790. Contrajo un tercer matrimonio con María Luisa de Austria-Este, que fue como una madre para Leopoldina, quien no tuvo hijos y murió en 1816, y volvió a casar en cuartas nupcias con Carolina Augusta de Baviera, que murió sin hijos en 1873.

Fue hermana del emperador Fernando I, del archiduque Francisco Carlos de Austria y de la emperatriz de Francia María Luisa, y por lo tanto, tía de los emperadores Francisco José I de Austria y Maximiliano I de México y tía abuela de Carlos I de Austria.

Se casó con Pedro de Alcántara de Braganza y Borbón, entonces príncipe de Beira heredero del trono de Reino Unido de Portugal, Brasil y Algarve. La ceremonia de matrimonio fue celebrada por el arzobispo de Viena el 13 de mayo de 1817, por poderes, en la iglesia de San Agustín en Viena. Pedro estuvo representado por el archiduque Carlos Luis, hermano de Francisco I, gran líder militar, héroe de la Batalla de Aspern-Essling. La pareja recibió la bendición nupcial el 6 de noviembre de 1817, en la Capilla Real de Río de Janeiro. A pesar del gran amor que Leopoldina dedicó a su marido, su matrimonio no era feliz. Pedro tuvo hijos ilegítimos con varias de sus amantes, como la señora Domitila de Castro Canto y Melo, marquesa de Santos.

El 25 de abril de 1821 una flota de 11 barcos trajeron de vuelta a Portugal al rey Juan VI y la familia real acompañada de su corte. Pedro quedó en Brasil como príncipe regente del reino, con la ayuda de un Consejo de Regencia. A partir de ahí las diferencias entre los súbditos portugueses y brasileños se tornaron más evidentes, con manifestaciones públicas que a menudo terminaban en peleas callejeras. En su correspondencia Leopoldina revela su simpatía por la causa de la independencia, pero Pedro dudaba del éxito en adoptar una decisión en contra de su padre y en oposición a la metrópoli.

En Portugal ganó impulso entre los círculos políticos la posibilidad de retirar la condición de "reino" al Brasil, reduciéndolo a la antigua situación de simple colonia gobernada directamente desde Lisboa. Ante tal proyecto, las presiones de las Cortes Portuguesas para forzar el regreso del príncipe heredero a la metrópoli se intensificaron. Por otro lado, en Río de Janeiro, empezó a circular una lista con miles de firmas pidiendo la retención de Pedro en el país con un ultimátum: volver a Portugal impediría la independencia inmediata de Brasil. El príncipe Pedro, que se había criado desde su niñez en Brasil, sentía escaso apego por Portugal y advertía que una separación de ambos territorios sería inevitable, idea que compartía con el político brasilero José Bonifácio, uno de sus principales partidarios.

Finalmente en diciembre de 1821 se presentó al príncipe Pedro una solicitud formal de la Cortes Portuguesas requiriéndole que partiera hacia la metrópoli en el más breve plazo. Enfrentado a la decisión, el príncipe Pedro manifestó al público brasileño: «Como es para el bien de todos y la felicidad de la nación, estoy listo para decirle a la gente que me quedo». Esto sucedía el 9 de enero de 1822, hasta la fecha recordado como "O día do fico" (en portugués "fico" significa "me quedo").

Pedro entregó el poder a Leopoldina el 13 de agosto de 1822, nombrándola jefa del Consejo Provisional del Estado y princesa regente de Brasil, con la capacidad jurídica necesaria para gobernar el país durante su ausencia y se trasladó a apaciguar la provincia de São Paulo, agitada por el movimiento de independencia.

La princesa Leopoldina recibió la noticia de que Portugal estaba preparando una serie de sanciones económicas y militares contra Brasil. Había que tomar medidas drásticas con urgencia y Leopoldina sabía que no había tiempo para esperar el regreso del príncipe Pedro. Leopoldina, asesorada por José Bonifácio y usando sus atribuciones como jefa del gobierno interino, se reunió con el Consejo de Estado en la mañana del 2 de septiembre de 1822 para firmar el decreto de la Independencia, donde se declaraba al Brasil "territorio separado" de Portugal.

La princesa Leopoldina envió una carta al príncipe Pedro, junto con otra de José Bonifacio, dando cuenta de las decisiones tomadas por el gobierno de Lisboa: destituir a Pedro del cargo de regente y exigir su regreso inmediato a Portugal bajo amenazas. En su comunicación Leopoldina insta a Pedro a proclamar personalmente la independencia de Brasil y le advierte: «La fruta está madura, se cosecha ahora o se pudre».

El mensaje oficial de Río de Janeiro, llegó a manos del príncipe Pedro el 7 de septiembre de 1822, y motivó que en las cercanías de la ciudad de São Paulo Pedro proclamase la independencia de Brasil ese mismo día mediante el Grito de Ipiranga. En la espera del regreso del príncipe Pedro, Leopoldina, como gobernante provisional del nuevo imperio, previó que la bandera de la nueva nación tuviese un diamante amarillo –el color de la Casa de Habsburgo-Lorena– en un rectángulo verde, el color de la Casa de Braganza.

Leopoldina fue coronada emperatriz el 1 de diciembre de 1822, en la ceremonia de consagración y coronación de Pedro I.

María Leopoldina y Pedro tuvieron siete hijos, tres de los cuales murieron en la infancia:

Leopoldina murió en el Palacio de São Cristovão el 11 de diciembre de 1826 de una septicemia como consecuencia de un aborto espontáneo. La emperatriz gozaba de mayor prestigio entre el pueblo que su esposo, en tanto era conocida del público la preferencia del emperador Pedro I hacia su amante, la marquesa de Santos desde hacía varios años. Poco después de consolidarse la independencia de Brasil, la relación entre Leopoldina y Pedro se había roto, pero la prematura muerte de la emperatriz Leopoldina a los 29 años conmovió profundamente a la opinión pública.

Tres días antes de su muerte, demasiado débil para escribir, Leopoldina había dictado una carta a la marquesa de Aguiar que se enviará a su hermana, la emperatriz austriaca María Luisa de Francia:

Mi querida hermana!

Reducida a un estado deplorable de salud y llegada al último punto de mi vida en medio de los mayores sufrimientos, voy a tener la desgracia de no poder dar explicaciones a todos esos sentimientos que hace tiempo había impreso en mi alma. Mi hermana! No la veré otra vez! No puedo repetir una vez más que la amaba, la adoraba! Bueno, ya que no puedo tener esta satisfacción tan inocente, igual a muchas otras que no me están autorizadas, escuche el grito de una víctima que le pide - no la venganza - pero piedad, y la ayuda de su afecto fraternal para mis hijos inocentes, los huérfanos que se quedan por su cuenta o de las personas que fueron autoras de mis desgracias, que me redujeron al estado donde yo estoy, siendo obligada a servirme de intérprete para llegar a su alcance las últimas súplicas de mi alma afligida. La marquesa de Aguiar, como usted bien sabe, que ha mostrado verdadero celo y amor por mí, como he escrito en varias ocasiones, esta es la única amiga que tengo y es ella la que escribe en mi lugar.

Hace casi cuatro años, mi querida hermana, como le escribí, por el amor de un monstruo seductor me encuentro reducida a un estado de mayor esclavitud y totalmente olvidada por mi amado Pedro. Últimamente, me acaba de dar la prueba final de su total olvido de mí, maltratándome en presencia de la que es la causa de todas mis desgracias. Y mucho tendría que decir a usted, pero me faltan las fuerzas para recordar el horrible ataque que sin duda será la causa de mi muerte. Cadolino, que me fue recomendado por usted, y que me ha dado todas las pruebas de subordinación creciente y lealtad, es quien está al cargo de entregar esta carta, y le dirá lo que, por muchas razones, no puedo confiar en este manuscrito. Tras él está toda la información precisa acerca de este suceso, no tengo nada más que añadir, confiando totalmente en su integridad, honor y lealtad.

(...)La marquesa de Aguiar se encargará de darle todos los detalles acerca de todo lo que se refiere a mis amadas hijas. ¡Ah, mis queridas hijas! Que será de ellas después de mi muerte? Ella será responsable de su educación hasta que mi Pedro, mi querido Pedro no disponga otra cosa. Adiós mi querida hermana.

Que el Ser Supremo pueda permitir que le escriba de nuevo, porque esa será señal de mi recuperación.

El rumor de que el aborto y la posterior muerte de la emperatriz Leopoldina habrían sido causados por una golpiza del emperador (furioso debido a la negativa de Leopoldina a presentarse en una ceremonia oficial acompañada solo por la marquesa de Santos), causó gran consternación y enojo entre la población de Río de Janeiro. El palacio donde vivía la marquesa de Santos (un regalo del emperador) fue apedreado por una turba tras el sepelio de Leopoldina, y las tropas debieron intervenir para evitar el linchamiento de la amante imperial.

Sus restos descansan en la Cripta Imperial en el Monumento a la Independencia de Brasil, en São Paulo. Fueron exhumados y analizados en 2012, no hallándose ninguna señal de maltrato físico.[2]




Escribe un comentario o lo que quieras sobre Leopoldina de Austria (directo, no tienes que registrarte)


Comentarios
(de más nuevos a más antiguos)


Aún no hay comentarios, ¡deja el primero!