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LNH



El linfoma no hodgkiniano o linfoma no Hodgkin es un conjunto de enfermedades del sistema linfático que incluye todos los linfomas con excepción del linfoma de Hodgkin. Es un tipo de cáncer que afecta a los linfocitos, un tipo de glóbulo blanco de la sangre. Se denomina de este modo para distinguirlo de la enfermedad de Hodgkin, un subtipo particular de linfoma. El término incluye muchas formas diferentes de linfomas, cada uno con sus propias características en cuanto a epidemiología, etiología, clínica, inmunogenética y respuesta terapéutica.[1][2][3][4]

Los linfomas constituyen nódulos que se pueden desarrollar en cualquier órgano. La mayoría de los casos empiezan con una infiltración en un ganglio linfático (nodal), pero subtipos específicos pueden estar restringidos a la piel, cerebro, bazo, corazón, riñón u otros órganos (extranodal).

El diagnóstico del linfoma requiere una biopsia del tejido afectado. El tratamiento del linfoma de bajo grado puede ser defensivo, pero el linfoma no hodgkiniano (LNH) de alto grado se trata normalmente con quimioterapia y a menudo con radioterapia.

El síntoma más común de un LNH es un bulto indoloro de los ganglios linfáticos superficiales del cuello, axila o ingle llamado adenopatía.

Otros síntomas generales pueden incluir los siguientes:

Estos síntomas no son señales seguras de un LNH, ya que también pueden estar ocasionados por otros trastornos, como gripe u otras afecciones. Es importante acudir a la consulta médica temprana, a fin de que cualquier enfermedad pueda diagnosticarse y tratarse tan pronto como sea posible. Inicialmente, el LNH puede no causar dolor y aparecer silenciosamente, provocando síntomas progresivos, dependiendo de su localización. En muchos casos, sobre todo cuando la proliferación del tejido linfático se produce en órganos internos, suele descubrirse accidentalmente al realizar estudios con otros fines diagnósticos.

Si se sospecha un LNH, se verifica el historial médico de la persona y se efectúa un examen físico. Se realizan también análisis de sangre.

El diagnóstico puede incluir:

Históricamente se ha utilizado una variedad de denominaciones para clasificar los diferentes tipos de LNH. Frecuentemente se han agrupado en función de cómo se muestran las células cancerosas vistas al microscopio y cuán rápidamente tienden a crecer y extenderse. Los linfomas agresivos, también conocidos como linfomas intermedios o de alto grado, tienden a crecer y extenderse rápidamente y provocan síntomas graves. Los linfomas perezosos o indolentes, también llamados linfomas de bajo grado, tienden a crecer menos rápidamente y provocan menores síntomas. Una de las paradojas de los linfomas no-Hodgkin es que los linfomas indolentes normalmente no pueden curarse con quimioterapia, en tanto que un número significativo de linfomas agresivos sí pueden. La clasificación actual de los linfomas es compleja. Tipos relativamente comunes de linfoma incluyen el linfoma folicular y el linfoma difuso de grandes células B, mientras el linfoma de células de manto es menos común, pero combina características de linfomas agresivos e indolentes.

Se pueden consultar detalles de las clasificaciones de linfomas más utilizadas en la página de linfomas.

La etiología de la mayoría de los linfomas es desconocida. Algunos tipos de linfomas están asociados a virus. El linfoma de Burkitt, linfoma de célula NK/T extranodal, la enfermedad de Hodgkin clásica y la mayoría de linfomas relacionados con el sida están asociados al virus de Epstein-Barr (ver mononucleosis). El linfoma de las células T adultas/leucemia, endémico en parte del Japón y del Caribe, está causado por el virus HTLV-1. El linfoma del estómago (linfoma extranodal de zona marginal de células B) es a menudo ocasionado por la bacteria Helicobacter.

La incidencia de los linfomas no-Hodgkin se ha incrementado considerablemente en el último par de décadas. Esta enfermedad ha pasado de ser relativamente rara a ser el quinto cáncer más frecuente en los Estados Unidos. En este momento (2015), se sabe poco acerca de los motivos para este incremento o de las causas exactas de los linfomas no-Hodgkin.

Al estudiar los patrones del cáncer en la población, los investigadores han identificado ciertos factores de riesgo que están más frecuentemente presentes en las personas que padecen un LNH que en las que no lo padecen. No obstante, muchas personas con estos factores de riesgo no padecen la enfermedad, y muchos de los que la tienen no están sometidos a los factores de riesgo identificados.

Los siguientes son algunos de los factores de riesgo asociados a esta enfermedad:

Si se diagnostica un LNH se necesitará conocer el estado, o extensión, de la enfermedad. El situar el estado del cáncer es una investigación cuidadosa para descubrir si se ha extendido, y, si lo ha hecho, qué partes del cuerpo están afectados. Las decisiones para el tratamiento dependen de estos resultados.

Para determinar la situación de un LNH se toma en consideración lo siguiente:

Al determinar el estado, el doctor puede utilizar algunas de las mismas pruebas utilizadas para el diagnóstico del LNH. Otros procedimientos de determinación pueden incluir biopsias adicionales de los ganglios linfáticos, el hígado, la médula ósea, u otros tejidos. Una biopsia de médula ósea supone el recoger una muestra de médula ósea a través de una aguja insertada en la cadera u otro gran hueso.

La clasificación de estadios de Ann Arbor desarrollada para el LNH se basa en hasta qué punto el cáncer se ha expandido a través y más allá del sistema linfático, y si los síntomas B (fiebre, sudores nocturnos, pérdida de peso) están presentes.

La ausencia de síntomas constitutivos se indica añadiendo una "A" al estado; la presencia, añadiendo una "B".

El estado en los linfomas no-Hodgkin es mucho menos significativa para determinar la terapia que en el linfoma de Hodgkin.

La estrategia del tratamiento para un paciente individual con LNH se determina por:

El LNH es frecuentemente tratado por un equipo de especialistas que puede incluir un hematólogo, un médico oncólogo y un radiólogo especialista en oncología. Normalmente el tratamiento incluye quimioterapia, radioterapia, inmunoterapia o una combinación de tratamientos. En algunos casos el trasplante de médula ósea, las terapias biológicas o la cirugía pueden ser opciones. Para linfomas indolentes, se puede esperar a empezar un tratamiento hasta que la enfermedad presente síntomas. A menudo, esta situación se la denomina de "espera vigilante".

El tomar parte en ensayos clínicos (de investigación) para evaluar nuevos modos para tratar la enfermedad es una opción importante para muchas personas que la padecen.

La quimioterapia y la radioterapia son los tratamientos más habituales para LNH, a pesar de que el trasplante de médula ósea, las terapias biológicas y la cirugía se utilizan en ocasiones.

La combinación más frecuente de quimioterapia es la utilización del grupo de drogas conocido como CHOP (ciclofosfamida, adriamicina, vincristina y prednisona), con añadido de rituximab, en ciertos casos.

La radioterapia consiste en la utilización de radiaciones de alta energía para matar las células cancerosas. El trato de radiación puede realizarse solo o con quimioterapia. La radioterapia es un tratamiento local que afecta solo a las células cancerosas del área tratada. La radioterapia para el LNH se realiza con un equipo que dirige los rayos de alta intensidad a un área específica del cuerpo. No queda radioactividad en el cuerpo cuando se finaliza el tratamiento. La radio-inmunoterapia es una combinación de agentes inmunitarios (como rituximab) con isótopos radioactivos, y ofrece algunos beneficios al tratar tumores en forma localizada a nivel molecular.

En algunas ocasiones, los pacientes reciben quimioterapia o radioterapia para matar células cancerosas no detectadas que pueden estar presentes en el sistema nervioso central (SNC). El LNH puede superar la barrera hematoencefálica e infiltrarse en el SNC, incluso tempranamente, desde donde puede desencadenar diversos síntomas iniciales, tales como cefaleas, afasia o dolores en las extremidades (mialgia, etc), y causar finalmente la muerte del enfermo. Si el LNH se infiltra en el SNC entonces la quimioterapia u otras terapias que se estuviesen aplicando a nivel sistémico en general pueden no ser específicas ni tener efectividad para tratar el espacio del SNC (debido a la barrera hematoencefálica) por lo que las células cancerosas infiltradas al SNC no se ven afectadas por la terapia sistémica, y pueden continuar su propagación descontrolada. En consecuencia, la única forma de tratar el espacio del SNC contra el cáncer es aplicar local y directamente en el interior de este espacio una quimioterapia o radioterapia específica, aparte del tratamiento sistémico, que se califica "profiláctica" si se realiza con carácter preventivo, dado que la infiltración del SNC puede llegar a ser incurable si se trata demasiado tarde (por ejemplo, inyección de medicamentos anticancerosos directamente en el líquido cerebroespinal mediante punción lumbar).[5]

El trasplante de médula ósea puede también constituir una opción de tratamiento, especialmente en pacientes cuyo cáncer haya sufrido un relapso (haya vuelto a aparecer). El trasplante de médula ósea proporciona al paciente células sanas de choque (células muy inmaduras que producen células sanguíneas) para sustituir las células dañadas o destruidas por las altas dosis de quimioterapia o radioterapia. La médula ósea sana puede proceder de un donante, o también del propio paciente del que se obtuvo previamente, tratado para destruir las células cancerosas, almacenado, y devuelto al paciente después del tratamiento a altas dosis. Hasta que la médula ósea trasplantada empiece a producir suficientes células sanguíneas blancas, los pacientes deben estar protegidos cuidadosamente de las infecciones para evitarlas. Normalmente, permanecen en el hospital durante varias semanas y luego en ambientes con baja probabilidad de contagios (hogares limpios, alejados de muchedumbres, sin viajar en aviones...).

La terapia biológica (también llamada inmunoterapia) es una forma de tratamiento que utiliza el sistema inmunitario del cuerpo, directa o indirectamente, para luchar contra el cáncer o para disminuir los efectos colaterales que algunos tratamientos contra el cáncer pueden producir. Utiliza elementos generados por el cuerpo o elaborados en el laboratorio para estimular, dirigir, o restaurar las defensas naturales del organismo contra la enfermedad. La terapia biológica en algunas ocasiones se la denomina terapia modificadora de la respuesta biológica.

Algunos pacientes con LNH participan en ensayos clínicos (estudios de investigación). Dichos ensayos clínicos sirven para aprender acerca de la efectividad y efectos secundarios de nuevos tratamientos. En algunos ensayos, todos los pacientes reciben el nuevo tratamiento. En otros, los médicos comparan diferentes terapias facilitando el nuevo tratamiento a un grupo de pacientes y la terapia convencional a otro grupo; o pueden comparar una terapia convencional con otra. Las investigaciones por estos medios han llevado a avances significativos en el tratamiento del cáncer. Cada logro acerca a los investigadores a un posible control del cáncer.

Algunas técnicas bajo estudio incluyen la radioterapia, nuevas formas de administración de quimioterapia, nuevos fármacos contra el cáncer y sus combinaciones, terapias biológicas, trasplantes de médula ósea, trasplante de células de choque de sangre periféricas, y nuevas formas de combinar varios tipos de tratamiento. Algunos estudios se encaminan a encontrar formas para reducir los efectos secundarios y para mejorar la calidad de vida del paciente.

Comer bien durante un tratamiento contra el cáncer significa tomar suficientes calorías alimentarias y proteínas para ayudar a prevenir la pérdida de peso y recuperar fortaleza. Una buena alimentación ayuda a menudo a que las personas se sientan mejor y tengan mayores energías.

A algunas personas con cáncer les resulta penoso ingerir una dieta equilibrada porque pierden el apetito. Además, los efectos secundarios del tratamiento, tales como náuseas, vómitos y dolores bucales, pueden dificultar la ingesta. A menudo, los alimentos saben diferente. Además, las personas que están siendo tratadas contra el cáncer no tienen ganas de comer cuando están inquietas o cansadas.

Los médicos, enfermeros y dietistas pueden dar consejo de cómo tomar suficientes calorías y proteínas durante el tratamiento contra el cáncer; también pueden facilitar folletos que contienen recomendaciones útiles al respecto.

Es natural que cualquier persona que se enfrente con el cáncer se preocupe acerca de lo que le depara el futuro. Comprender la naturaleza del cáncer y qué esperar, puede ayudar a los pacientes y sus allegados a planificar el tratamiento, anticipar cambios en su modo de vida, y tomar decisiones financieras y sobre la calidad de vida.

Los pacientes de cáncer frecuentemente preguntan a su médico, o buscan por sí mismos, una respuesta a la pregunta "¿Cuál es mi pronóstico?". El pronóstico es una predicción de la evolución futura y del desencadenamiento de una enfermedad y una indicación de la probabilidad de recuperación. No obstante, se trata de una estimación. Cuando el médico comenta el pronóstico de un paciente, pretende proyectar qué es lo que le ocurrirá probablemente al paciente en cuestión.

Algunos pacientes utilizan las estadísticas para intentar extraer la cifra de probabilidad de curación; no obstante, las estadísticas reflejan la experiencia de un gran grupo de pacientes y no pueden ser usadas para vaticinar qué le va a suceder a un paciente en particular, ya que no hay dos pacientes iguales. El pronóstico para un paciente con esta neoplasia puede verse afectado por muchos factores, en especial el tipo y el estado del cáncer y la edad del paciente, su estado de salud general y la respuesta al tratamiento. El médico que esté más familiarizado con la situación del paciente está en la mejor posición para ayudar a interpretar las estadísticas y comentar el pronóstico de esa persona.

Cuando los médicos hablan acerca de la supervivencia al cáncer, pueden utilizar la expresión remisión con preferencia a cura. A pesar de que muchas personas con LNH están tratadas con éxito, los médicos utilizan el término remisión ya que el cáncer puede volver. Es importante comentar la posibilidad de recurrencia con el médico.

Las personas que han sufrido esta enfermedad deberán seguir revisiones periódicas una vez han finalizado el tratamiento. Los cuidados de seguimiento constituyen una parte importante de todo el plan de tratamiento, y la gente no debiera dudar en comentar esto con su proveedor de cuidados de salud. Un seguimiento regular y periódico puede asegurar que los pacientes están cuidadosamente controlados, cualquier cambio en su estado de salud comentado, y un eventual cáncer nuevo o recurrente puede ser detectado y tratado lo más pronto posible. Entre las visitas de seguimiento, las personas que han tenido un linfoma de no Hodgkin debe informar de cualquier problema de salud tan pronto como aparezca.

Hay que tomar en cuenta que las personas que han tenido este tipo de cáncer deben de tener el contacto mínimo con el alcohol etílico, por las diferentes sustancias que pueden llegar a ser nocivas para las personas con este linfoma.

Entre las personas famosas tratadas de este tipo de cáncer se encuentran:




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