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Luis de Tolosa



San Luis de Tolosa (también llamado Luis de Nápoles, Luis de Brignoles o Luis de Anjou) (Castell de Nocera de Pagani,[1]febrero de 1274 - Castell de Brignoles, 19 de agosto de 1298)[2][3][4][5][6][7]​ también conocido como San Luis de Anjou, San Luis de Nápoles o San Luis Obispo (para diferenciarlo del rey santo del mismo nombre), es un santo católico italiano, hijo del rey Carlos II de Nápoles y Sicilia y de la reina María de Hungría, hija del rey Esteban V de Hungría.

Fue obispo de Toulouse desde el 29 de diciembre de 1296 hasta su muerte.

Cuando el rey Alfonso III liberó a su padre, Luis fue enviado como huésped a Barcelona (1287) junto con dos hermanos más (Roberto, el futuro Roberto I de Nápoles, y Ramón Berenguer). Durante su periodo en Cataluña tuvo como maestro al padre Jacques Deuze, que más tarde fue el Papa Juan XXII. Desde muy niño ya era muy devoto y religioso y aprovechaba sus salidas para visitar a los enfermos de Barcelona, y personalmente lavaba a los leprosos. Se puso enfermo e ingresó en la orden de los franciscanos, y finalmente sanó.

Por último fue liberado por Jaime II con tal de que su hermana Blanca de Nápoles se casara con él. Luis fue propuesto en las conversaciones de Anagni (junio de 1295) para casarse con Violante, hermana de Jaime II, pero el joven se negó e insistió en su deseo de ordenarse sacerdote. La muerte de Carlos Martel de Anjou-Sicilia en agosto de 1295 representó un serio inconveniente, pues él era el hijo mayor y heredero del reino napolitano, e igualmente reclamante del trono húngaro. El siguiente heredero de los tronos pasó a ser entonces Luis, sin embargo, este pronto volvió a Italia, donde renunció al trono de Nápoles en favor de su hermano menor Roberto (enero de 1296) y profesó los votos en el convento de Ara Coeli de los franciscanos en Roma, mientras su madre la reina María de Hungría comenzó a movilizar sus influencias para hacer que el hijo de Carlos Martel, Carlos Roberto, fuese reconocido como heredero reclamante del trono húngaro. Recibió las órdenes sagradas en Nápoles el 20 de mayo de 1296 y, al volver a Roma, el Papa lo nombró obispo de Toulouse.[8]

Como obispo reformó el clero y llevó una vida de predicación y ejemplo; recibía 25 pobres o enfermos cada día en su casa. Un día inició un viaje a Roma para la canonización de su pariente el rey San Luis IX de Francia, y cuando pasaba por Brignoles en la Provenza, cerca de donde había nacido, enfermó, y habiendo recibido los sacramentos, murió en pocos días (1298).

De él se contaron muchos milagros (un capellán dijo haberle visto ascender al cielo, y se dijo también que le salió una rosa en la boca cuando estaba de cuerpo presente), sobre todo curaciones milagrosas. En 1317 el Papa lo canonizó. El 11 de noviembre de 1317 los padres del convento de Marsella exhumaron el cuerpo, enterrado en la iglesia de los franciscanos de Marsella, y lo depositaron en un reliquiario en presencia de su hermano el rey Roberto I de Nápoles. En 1443, cuando Alfonso V ocupó Marsella, solo se llevó el reliquiario, que fue depositado en Valencia, donde fue objeto de veneración, hasta que en 1862 fue entregado a la catedral de Toulouse.

Uno de los primeros monarcas que honró al culto de San Luis de Tolosa fue su propio sobrino el rey Carlos I Roberto de Hungría, quien heredó el trono húngaro en 1301. En la ciudad húngara de Lippa fundó un monasterio de franciscanos y una iglesia en honor de san Luis, y su hijo mayor (quien posteriormente también fue rey) recibió el nombre del santo: Luis I de Hungría.

Su festividad se celebra el 19 de agosto.




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