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Palacio florentino



Palazzopalacio» en italiano) En Italia, esta palabra identifica a edificios de tamaño respetable construidos como residencia para una familia o una institución de renombre. La palabra deriva del topónimo correspondiente al monte Palatino en Roma (Collis Palatium o Mons Palatinus).

En esa colina, la gens Julia, una de las principales familias patricias, poseía tierras donde erigió su residencia. Cuando Octaviano sucedió a Julio César y se establecieron las instituciones del dominado los Julio-Claudios se convirtieron en la primera familia imperial; con lo que su casa y el nombre de Monte Palatino pasaron a ser sinónimos de residencia imperial. En ese entorno se levantaron la Domus Aurea y otros edificios palaciegos a lo largo de toda la época imperial.

Los palazzi (plural de palazzo) tienen muchas modalidades según su función (eclesiásticos o civiles, pudiendo ser éstos nobiliarios o municipales -Palazzo della Ragione, Palazzo della Signoria, Palazzo Pubblico, Palazzo Comunale, Palazzo del Podestà-) y la tradición arquitectónica local, con múltiples ejemplos.

Además de los palacios papales, desde la Edad Media se fueron levantando incontables palazzi en cada una de las ciudades estado italianas como resultado de la emulación entre ellas, y de la que se reproducía en el interior de cada una entre las distintas familias aristocráticas.

Hasta el siglo XIV el carácter defensivo de los edificios era predominante, dando al palacio un aspecto acastillado, en el que destacaban visualmente las torres como elemento identificativo (incluso en poblaciones relativamente pequeñas, como San Gimignano).[1]​ En la primera mitad del Quattrocento (siglo XV) se produjo en los palacios de Florencia una decisiva transformación del modelo: la incorporación del vocabulario clásico de la Antigüedad grecorromana y una concepción más horizontal y abierta de las fachadas, con un cuidado diseño de paramentos y vanos de gran originalidad; que se fue extiendendo a las demás ciudades.

Sucesivamente, a lo largo de los siglos, los mejores arquitectos fueron utilizando en la construcción de los palacios italianos los distintos estilos artísticos de la Edad Moderna, especialmente el primer Renacimiento -palacio florentino-,[2]​ el Manierismo y el Barroco -palacio romano-, extendido al siglo XVIII con el Clasicismo y el Rococó.[3]​ La tipología radicalmente distinta del palacio veneciano respondía a unas características propias y específicas, debidas al emplazamiento de la ciudad y a su posición entre Oriente y Occidente, que se expresaron arquitectónicamente en el gótico veneciano.[4][5][6]

Otros notables ejemplos de arquitectura civil fueron las villas rurales, especialmente a partir de la obra de Andrea Palladio.

La ciudad del Arno se convirtió en el centro del primer Renacimiento y el Humanismo, en torno a los literatos y artistas que constituyeron la corte de la familia Medici, en medio de las luchas internas entre las facciones rivales. La construcción de palazzi y su decoración interior con pinturas y esculturas fue el elemento clave de ambiciosos programas artísticos que, sufriendo numerosas vicisitudes, se prolongaron el tiempo en los siglos siguientes, con la elevación de los Médici a la condición ducal.

La presencia en Roma de la Santa Sede (con la Corte Papal y el Colegio cardenalicio) y de numerosas familias aristocráticas, la hicieron convertirse en un espacio privilegiado para la construcción de palazzi; que pasaron a convertirse en un elmento clave de la personalidad urbana de la ciudad, en paralelo con la construcción de la basílica de San Pedro y las transformaciones urbanísticas renacentistas y barrocas.

La introducción del modelo de palazzo florentino correspondió a los papas humanistas de finales del siglo XV, y a la presencia en Roma de Leon Battista Alberti y sus discípulos.[7]

La peculiar construcción de los edificios venecianos se caracteriza por la determinación de su ubicación sobre las aguas de la laguna, en islas unidas por puentes que salvan los canales. Alguno de estos puentes se trazó para unir entre sí dos palazzi en altura, sin pasar por la calle.

La aristocracia veneciana buscó en el continente espacios más amplios para su recreo y esparcimiento en un entorno alejado del bullicio y apreturas de la ciudad, proporcionando una clientela para la construcción de villas palaciegas como las que diseñó Andrea Palladio.

Algunos palazzi venecianos reciben la denominación local de Ca' («casa»):

Dentro del programa urbanístico diseñado por Bernardo Rossellino para el papa y humanista Enea Silvio Piccolomini (Pío II) para la ciudad de Pienza, en torno a una piazza, se levantaron una catedral y dos palacios, uno civil y otro eclesiástico.

Los Gonzaga desarrollaron en su corte de Mantua un foco cultural de gran importancia, que se plasmó arquitectónicamente en dos palazzi de gran importancia:

Ferrara fue la sede de la corte de los Este.

Las Residencias de la casa real de Saboya desarrollaron programas artísticos de gran personalidad dentro del barroco:

Los Sforza, durante su control del Ducado de Milán, plantearon un programa artístico ambicioso como parte de la justificación de su posición entre las potencias europeas que se disputaban el dominio de Italia. La victoria de las tropas imperiales en 1525 determinó que la zona pasara posteriormente a formar parte de la Monarquía Hispánica.

Bajo el nombre de Rolli di Genova (Rolli degli alloggiamenti pubblici di Genova) se agrupan los palazzi de las familias aristocráticas genovesas (Doria, Spinola, Della Rovere, Pallavicini, Grimaldi, Balbi, Centurioni, etc.) Los declarados Patrimonio de la Humanidad por la UNESCO son 42, aunque hay más de un centenar.

Federico de Montefeltro estableció una corte ducal en Urbino, que se convirtió en uno de los centros culturales del Quattrocento, y que posteriormente emparentó con los Gonzaga.

El reino de Nápoles se convirtió en el centro del poder español en Italia bajo la Casa de Austria, que en el siglo XVIII pasó a ser el de la dinastía Borbón. El programa artístico del futuro Carlos III de España mientras fue rey de Nápoles incluyó la construcción de una versión local de los grandes palacios reales propios de esa familia (Versalles o Madrid).

La presencia árabe, normanda y española en el reino de Sicilia enriqueció las influencias de la arquitectura de los palazzi de esta isla. Los de los reyes normandos, en el entorno de Palermo y característicos del arte árabe-normando, reciben el nombre de Sollazzi Regi ("solaz de los reyes").



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