Pesimismo (del latín pessimum, "lo peor"), es un estado de ánimo y una doctrina filosófica que sostiene (invirtiendo la tesis leibniziana) que vivimos en el peor de los mundos posibles, un mundo donde el dolor es perpetuo (Schopenhauer) y nuestro destino es tratar de obtener lo que nunca tendremos. El pesimismo niega el progreso de la civilización y de la naturaleza humana. Desde el punto de vista tanto psicológico, como psiquiátrico, constituye uno de los rasgos o síntomas más señalados de la enfermedad conocida como depresión.
Aunque se suele atribuir al poeta Coleridge (1772-1834) la creación del término, como postura opuesta al concepto filosófico de optimismo fortalecido por Leibniz, en realidad el término nació como sátira de este último, creado por Voltaire para atacar a Leibniz en su Candide ou l'optimisme (1759). Otra versión apunta hacia la aparición del término por primera vez en los célebres Cuadernos. Volumen III (1776) de G. C. Lichtenberg en el siguiente aforismo: "El uno con su optimismo, el otro con su pesimismo" de la página 70 de la edición de 2017 de Hermida Editores.
Dentro del contexto del pensamiento antiguo, esta idea surge en el Diálogo de un desesperado con su alma o Disputa entre un hombre y su ba de la Literatura del Antiguo Egipto (siglo XXI a. C.), cuyos ecos reaparecen en el posterior Libro de Job, y, después, en el llamado "pesimismo griego" o con la doctrina del filósofo cirenaico Hegesias. Ya Plutarco refiere, tomándola de Aristóteles, la famosa leyenda del Sileno, quien declara:
Con todo, la fundamentación más o menos sistemática del pesimismo tiene lugar con los filósofos del irracionalismo del siglo XIX, tales como Schopenhauer, Mainländer, Eduard von Hartmann, Julius August Bahnsen y Søren Kierkegaard, y algunos escritores eminentes lo asumieron, como el poeta y pensador del Romanticismo italiano Giacomo Leopardi y el poeta y narrador inglés del Naturalismo Thomas Hardy. El primero formuló su teoría más cerrada en su Diálogo entre Tristán y un amigo:
Ya en el siglo XX, el existencialismo desarrolla esta postura y se enrolan también en una corriente de pensamiento negativista principalmente Émile Cioran y Albert Caraco.
Es posible referirse también a cierto trasfondo pesimista inherente a las religiones (particularmente el budismo), aunque todas tienden, en mayor o menor medida, a garantizar algún tipo de redención. Para el cristianismo, por ejemplo, la esperanza es una de las llamadas virtudes teologales.
El pesimismo adhiere, en consonancia con el espíritu de ciertas exégesis bíblicas, a la noción de que este mundo es la morada del mal. De ahí que este concepto se relacione, bastante frecuentemente, con doctrinas tales como el escepticismo, el nihilismo, el maniqueísmo, el ascetismo e incluso el misticismo, entre otras.
Por otra parte, desde un punto de vista psicológico-moral, es una disposición anímica o un estado de ánimo en virtud de los cuales el sujeto percibe sub ratione mali (bajo la razón de mal) todos los fenómenos que le rodean. Dentro de la Psicología pura y más en concreto de la Psiquiatría, el pesimismo y la tristeza que le está aparejada son algunas de las manifestaciones o síntomas más habituales de la enfermedad de la depresión exógena o endógena o de la distimia.
En la pintura y la literatura la oposición entre optimismo y pesimismo se expresa en el tópico de Heráclito y Demócrito, filósofos que representan al pesimismo y al optimismo llorando y riendo respectivamente.
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