El Proyecto Islero fue un intento por parte de España durante la dictadura de Francisco Franco y las primeras etapas de la transición democrática de hacerse con un arsenal nuclear desarrollando su propia bomba atómica. Fue cancelado por presiones estadounidenses en 1981.
En 1955 España firmó con Estados Unidos un acuerdo de cooperación nuclear dentro del programa Átomos para la Paz. En diciembre de 1958 el dictador Francisco Franco inauguró el Centro de Energía Nuclear Juan Vigón en la Ciudad Universitaria de Madrid. Debido a la complicación de las relaciones con Marruecos después de su independencia en 1956 el Alto Estado Mayor planteó desarrollar medios que disuadieran a los marroquíes de reclamar Ceuta, Melilla, el Sahara español u otros territorios españoles. Por eso en 1963 comenzó a fraguarse la idea de una bomba atómica española y se encargó un informe secreto sobre las posibilidades reales de construirla sin alertar a la comunidad internacional. El incidente de Palomares sirvió también para obtener información al respecto.
El nombre del proyecto hacía referencia al toro que mató al torero Manolete. Su dirección fue encargada en 1963 al ingeniero y general de división del ejército del aire Guillermo Velarde, quien poseía ya un bagaje científico considerable. El trabajo se dividió en dos fases: el proyecto de la bomba atómica en sí, y la construcción de un reactor nuclear, la fábrica de los elementos combustibles del reactor y la planta de extracción del plutonio de los elementos combustibles sacados de este reactor. Se optó por una bomba de plutonio-239 porque era más barata de producir. Se redescubrió en 1966 el proceso Teller-Ulam —base de las verdaderas bombas termonucleares— gestado en 1952 por Stanisław Ulam y Edward Teller en los Estados Unidos (también desarrollado, en 1954, por Andréi Sájarov en la Unión Soviética y, en 1966, por Robert Dautray en Francia y por Peng Huanwu en China). Pero Franco mantuvo una reunión con Velarde en 1966 en la que ordenó posponer indefinidamente el desarrollo físico, aunque no teórico, del proyecto: creía que antes o después sería imposible mantenerlo en secreto y deseaba impedir más sanciones económicas. Permitió sin embargo que las investigaciones siguiesen adelante, pero desligadas de las Fuerzas Armadas, y se comprometió a no firmar un acuerdo internacional que se estaba negociando en ese momento para prohibir la fabricación de armas nucleares. El 1 de julio de 1968 casi cincuenta países firmaron el Tratado de No Proliferación Nuclear, pero no España. En la Junta de Energía Nuclear —JEN, hoy Centro de Investigaciones Energéticas, Medioambientales y Tecnológicas— se instaló el primer reactor español con capacidad para producir plutonio para las bombas, y los primeros gramos de este material se obtuvieron el año siguiente.
En 1971, a instancia de Manuel Díez-Alegría, jefe del Alto Estado Mayor, Velarde retomó el Proyecto Islero. El plutonio se produciría discretamente en la central nuclear de Vandellós —de tecnología francesa, pues el general Charles de Gaulle apoyaba la idea de una España atómica—, y se barajaba el desierto del Sahara para realizar las pruebas. En 1977 se conocía el alcance proyectado para el Centro de Investigación Nuclear de Soria: 140 kilos de plutonio al año, suficiente para fabricar 23 bombas anuales. Pero las presiones estadounidenses arreciaban; en 1981 el Gobierno español de la UCD aceptó cancelar el proyecto y someter los materiales a la inspección del Organismo Internacional de Energía Atómica. En 1987 el Gobierno del PSOE firmó el Tratado de No Proliferación Nuclear, lo que clausuró simbólicamente el proyecto.
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