La República del Tucumán fue un estado semiindependiente conformado por lo que hoy son las provincias argentinas de Tucumán, Catamarca y Santiago del Estero, que hasta entonces habían formado la Gobernación Intendencia de San Miguel de Tucumán. Se estableció en medio de las luchas entre Buenos Aires y las provincias del recién formado Estado Argentino y duró menos de un año: desde septiembre de 1820 hasta agosto de 1821.
Esta República no era independiente de las demás provincias argentinas, sino que formaba con las demás una sola entidad. El nombre de República no significaba en ese entonces otra cosa que lo que hoy se entiende como "Estado", en su sentido local o nacional, indistintamente. El uso de ese término destacaba que Tucumán había dejado de ser una dependencia de un gobierno central, para formar un Estado Federal con las demás provincias. De hecho, sería la forma en que realmente se constituyó la Argentina a partir de la Constitución Argentina de 1853.
Hacia 1819 las provincias que conformaban las Provincias Unidas del Río de la Plata (luego República Argentina), se iban rebelando contra el sistema unitario que quería imponer Buenos Aires.
El remanente del desmantelado Ejército del Norte que se hallaba en San Miguel de Tucumán al mando del coronel Domingo Arévalo, formado por tres compañías de Dragones cuyos jefes eran los capitanes Felipe Heredia, Abraham González y Manuel Cainzo, se sublevaron el 11 de noviembre de 1819. El gobernador intendente Feliciano de la Mota Botello, partidario del centralismo de Buenos Aires, fue arrestado junto Arévalo y con el enfermo general Manuel Belgrano. Tres días después, un cabildo abierto en San Miguel de Tucumán nombró gobernador a Bernabé Aráoz, quien desconoció la autoridad del Directorio. No era «...la primera chispa del incendio que cundió luego por toda la República», como escribió el general José María Paz, ya que todo el Litoral desconocía la autoridad del Directorio y del Congreso, la Banda Oriental estaba casi completamente ocupada por los portugueses, y Salta seguía sola su guerra contra los realistas del Alto Perú. La chispa contribuyó al incendio, pero fue de las últimas: sólo faltaban el motín de Arequito, la Batalla de Cepeda y la sublevación de Mariano Mendizábal en San Juan para destruir completamente el Directorio. Y todas se cumplirían en menos de tres meses.
Al proclamarse Aráoz gobernador de la Provincia del Tucumán, esta provincia incluía a las ciudades subordinadas de Catamarca y Santiago del Estero. Fue elegida una Representación de la Provincia Federal del Tucumán para sancionar una constitución, compuesta por dos diputados por Catamarca y dos por Tucumán, ya que los dos santiagueños no fueron elegidos. Aráoz proclamó la República Federal del Tucumán el 22 de marzo de 1820 y logró que los representantes del Congreso Soberano que redactaba la constitución, sancionaran con fuerza de ley esa declaración los días 17 y 18 de mayo. El Congreso, que se reservó el título de Alteza, creó un Poder Ejecutivo con el título de Presidente Supremo, que asumió Aráoz el 19 de mayo de 1820 con un sueldo anual de $4.000 (un quinto del presupuesto de la República).
La Constitución para la República del Tucumán fue sancionada el 6 de septiembre de 1820 y jurada solemnemente el 20 de septiembre. Esa constitución creó una Corte Primera de Justicia y abolió el Cabildo. Fue creada una moneda nacional y una bandera, y se concedieron altos cargos militares a miembros del Ejército de la República.
El exgobernador De la Mota Botello fue teniente de gobernador de Catamarca dependiente de Aráoz desde agosto de 1820 hasta marzo de 1821.
Aráoz envió a Santiago del Estero al mayor Felipe Heredia con un destacamento de 100 dragones de línea con el pretexto de escoltar a Belgrano, quien viajaba enfermo a Buenos Aires, pero en realidad para asegurar la elección de los dos representantes al Congreso Constituyente que debía comenzar a sesionar el 20 de marzo de 1820 en San Miguel de Tucumán. Parte del destacamento, 50 dragones, permaneció en Santiago del Estero al mando del capitán Juan Francisco Echauri. Este hizo que los miembros del cabildo fueran reemplazados por nuevos regidores adictos a los tucumanos y controló la elección de los representantes Juan José Lami y Santiago de Palacio. La imposibilidad de participación de los autonomistas en la elección provocó una rebelión popular que fue apoyada por el comandante del Fuerte de Abipones (ubicado en el Departamento Quebrachos), coronel Juan Felipe Ibarra. Ibarra envió un ultimátum a Echauri y le dio dos horas para reunir al pueblo y elegir libremente nuevas autoridades bajo amenaza de entrar por la fuerza a la ciudad. Ibarra ingresó en la ciudad y venció a Echauri el 31 de marzo, obligándolo a regresar a Tucumán, siendo designado ese día por un cabildo abierto como teniente gobernador, junto con Pedro Pablo Gorostiaga para presidir el cabildo.
Ibarra ordenó elegir los dos representantes al congreso, sin intenciones de separarse de Tucumán, pero el 10 de abril Aráoz emitió un Manifiesto que causó el enojo de los santiagueños. Esto hizo que el 27 de abril de 1820 se reuniera una asamblea de las comunidades (curatos) santiagueñas que declaró la autonomía de la Provincia de Santiago del Estero. Declarando a «La jurisdicción de Santiago del Estero uno de los territorios unidos de la Confederación del río de la Plata». (Véase: s:Manifiesto autonomista de Santiago del Estero)
Ibarra fue designado gobernador de la nueva Provincia de Santiago del Estero.
Aráoz intentó aplastar la revuelta santiagueña, pero no sólo fracasó, sino que se ganó la enemistad del gobernador de Salta, Martín Miguel de Güemes. Este culpó a Aráoz por la «poca ayuda prestada por Tucumán a la Guerra de la Independencia» debido a que Aráoz no había querido apoyarlo entregándole las armas que tenía en su poder e impidió que una fuerza de auxilio cordobesa al mando de Heredia llegara a Salta. Aráoz ni siquiera respondió y Güemes comunicó al Cabildo de Salta el 1 de febrero de 1821 «que siendo la de Santiago injustamente invadida, se hallaba en el caso de sostenerla, dirigiendo sus armas contra la agresora».
Güemes invadió el territorio tucumano con una fuerza comandada por Alejandro Heredia. El coronel Apolinario Saravia ocupó Catamarca en marzo de 1821 e impuso un gobierno autónomo bajo la protección salteña, que duró un mes. Un ejército de salteños y santiagueños se dirigió sobre la capital, intimando a Aráoz su renuncia al mando. En la Batalla de Rincón de Marlopa, ocurrida el 3 de abril a las puertas de la ciudad, el coronel mayor Abraham González y el salteño Manuel Arias derrotaron sorpresivamente a Güemes. Arias se dirigió a Catamarca y expulsó al coronel Saravia a fines de abril y fue por corto tiempo teniente de gobernador, restaurando la dependencia de Tucumán.
El realista Pedro Antonio Olañeta aprovechó la ausencia de Güemes e invadió Jujuy, siendo rechazado por Juan Ignacio Gorriti, pero el 24 de mayo de 1821 el pueblo de Salta proclamó la destitución de Güemes y este regresó del frente tucumano recuperando el gobierno. Unos días después, los realistas hacían su último avance hasta Salta, causando la muerte de Güemes el 17 de junio de 1821.
Luego de la derrota, Ibarra se situó con sus fuerzas en la posta fronteriza de Vinará. Por gestiones de paz del gobernador de Buenos Aires, Martín Rodríguez, Aráoz reconoció la autonomía de Santiago del Estero mediante el Tratado de Vinará el 5 de junio de 1821, uno de los «pactos preexistentes» que menciona la Constitución Nacional. El tratado fue firmado por el presbítero Pedro León Díaz Gallo (por Santiago del Estero), Pedro Miguel Aráoz (por Tucumán) y por José Andrés Pacheco de Melo (mediador enviado por el Gobierno de Córdoba). Pero si Aráoz esperaba que eso le diera estabilidad a su gobierno, el resultado fue relativo: tenía muchos opositores en la ciudad capital y también entre los muchos oficiales que lo habían llevado al poder.
El 25 de agosto de 1821 un cabildo abierto separó a Catamarca de Tucumán y Aráoz no llegó a reaccionar, pues el 28 de agosto una revolución dirigida por Abraham González, al frente de las tropas que derrotaron a Güemes, lo derrocó y debió escapar y refugiarse en el campo. Aráoz solicitó ayuda al nuevo gobierno de Salta, que envió a Arias con un contingente, pero en Trancas Arias recibió una nota de González instándolo a no seguir adelante y se detuvo.
El 29 de agosto González asumió el gobierno y aceptó la segregación de Santiago del Estero y de Catamarca. Con esto, la Provincia de Tucumán adquiría aproximadamente sus límites actuales. También desaparecía la República, pues fue readoptado el nombre de Provincia y el cargo de Gobernador Intendente.
González abolió la moneda tucumana. Comenzaban lo que serían diez años de guerras civiles casi continuas en la provincia y pasarían por el sillón de gobernador casi veinte personas.El gobierno de González duró varios meses, y tras ellos, Aráoz regresó al gobierno por dos semanas, pero fue expulsado nuevamente. Consiguió el poder efímeramente por dos veces más, pero nunca volvió a pretender reeditar la República del Tucumán.
El 10 de enero de 1822 fue derrocado González y asumió como gobernador provisorio José Víctor Posse, quien el 25 de enero creó la Sala de Representantes, la cual fue instalada el 30 de abril de ese año. Posse fue reemplazado el 9 de febrero de 1822 por el teniente coronel Diego Aráoz, pero este fue derrocado un mes más tarde por su primo Bernabé Aráoz, que regresó al gobierno.
Cuando Aráoz fue derrocado por Javier López, a fines de 1823, buscó refugio en Salta; allí fue arrestado por el gobernador Juan Antonio Álvarez de Arenales y entregado a López, quien lo hizo fusilar en Trancas, en la frontera entre ambas provincias, el 24 de marzo de 1824.
Ese triunfo incitó a López a reasumir el cargo de Presidente Supremo de la República de Tucumán, reeditando la Constitución de la misma, luego de la renuncia del gobernador Nicolás Laguna el 19 de febrero de 1824. Pero su gobierno duró hasta el 25 de noviembre de 1825, en que fue derrotado por el unitario Gregorio Aráoz de Lamadrid enviado allí desde Buenos Aires a reclutar un contingente para la Guerra del Brasil. Este sí fue el definitivo final de esta breve República.
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