La Residencia de Señoritas fue el primer centro oficial destinado a fomentar la enseñanza universitaria para mujeres en España. Dirigida desde su creación en 1915 por la pedagoga institucionista María de Maeztu, dejó de funcionar en el año 1939 tras el fin de la Guerra Civil.
La Residencia de Señoritas abrió sus puertas en octubre de 1915 con 30 alumnas matriculadas en su primer año. Se instaló en uno de los hotelitos arrendados por la Institución al International Institute for Girls in Spain y situados en la calle de Fortuny de Madrid, que había dejado vacante el traslado de la Residencia de Estudiantes al nuevo complejo en construcción en los Altos del Hipódromo. La progresiva afluencia de nuevas alumnas hizo necesaria su división en grupos y la instalación en varios edificios alquilados por la JAE en el entorno de las calles Fortuny, Rafael Calvo y Miguel Ángel, junto al Paseo de la Castellana de Madrid.
En su último periodo —entre 1933 y 1939— se concentraron todos los grupos dispersos ocupando el pabellón interior construido en un ángulo del jardín de la finca de Fortuny (que desde finales del siglo XX alberga la Fundación José Ortega y Gasset), según diseño de los arquitectos Carlos Arniches Moltó y Martín Domínguez Esteban.
En muchos aspectos siguió el modelo de la Residencia de Estudiantes para varones. Su objetivo principal era el fomento de la educación universitaria para la mujer. Entre sus instalaciones disponía de alojamiento para las estudiantes, laboratorios para realizar prácticas (pues de las escasas mujeres que accedían a la enseñanza superior muchas cursaban estudios de Farmacia) y biblioteca, donde se comenzaron a impartir las primeras clases de biblioteconomía.
Dentro de la Residencia de Señoritas existían dos perfiles muy claros de mujeres como describe la dramaturga Blanca Baltés en su obra "Beatriz Galindo en Estocolmo". Por un lado las denominadas "maridas", esposas de importantes miembros de la alta sociedad española que financiaban con sus cuotas la Residencia. Estas mujeres no comulgaban con las nuevas tendencias artísticas que el resto de mujeres querían profesar como sus homólogos masculinos de la Residencia de Estudiantes. No les gustaba la vida intelectual libre y sin prejuicios que las "Sinsombrero" desarrollaban en sus reuniones de té y sus romances con los de su Generación. No deseaban incorporarse a una nueva vida donde la mujer se expresaba artística y personalmente con plena libertad y de acuerdo con las corrientes artísticas de la época.
De su alumnado salieron pedagogas como Juana Moreno, María Comas Camps, Carmen Castilla, Margarita de Mayo Izarra, Carmen Isern... científicas como María García Escalera o Cecilia García de Cosa, figuras políticas como Victoria Kent, o especialistas en Derecho como Matilde Huici.
Prácticamente la totalidad de las mujeres que participaron e influyeron en la sociedad española del primer tercio del siglo XX tuvieron relación con la Residencia de Señoritas. Además de las señaladas anteriormente hay que destacar a Delhy Tejero y Josefina Carabias que fueron algunas de sus residentes más destacadas.
Fueron profesoras María Goyri, María Zambrano, Dolores Franco Manera, Victorina Durán y Maruja Mallo. Participaron en sus actividades Zenobia Camprubí, Gabriela Mistral, Victoria Ocampo, María Martínez Sierra, Clara Campoamor o Concha Méndez.
En los salones de la Residencia de Señoritas nacieron el Lyceum Club Femenino y la Asociación Universitaria Femenina.
La Residencia de Señoritas mantuvo una estrecha relación con el Instituto Internacional, organismo estadounidense que contribuyó a su desarrollo mediante la colaboración tanto material como humana. En este aspecto se documenta que el Comité de Boston realizó numerosas aportaciones económicas que permitían costear salarios, mejorar las instalaciones, etc. Dentro de esos programas de intercambio con estudiantes y profesoras extranjeras, la Residencia de Señoritas cubrió su alojamiento.
Una coreografía de lujo componen tanto algunas antiguas alumnas de la Residencia, como Matilde Huici o Victoria Kent (una de sus pioneras, entre las treinta que inauguraron el proyecto), hasta visitantes de excepción como la científico y premio Nobel Marie Curie. Cabe anotar también que los espacios, físicos y de pensamiento, creados y coordinados por la Residencia sirvieron de cuna a la creación de la Asociación de Mujeres Españolas Universitarias y del Lyceum Club del que María de Maeztu sería presidenta.
Debido al parón vacacional, la Residencia de Señoritas se encontraba prácticamente vacía cuando estalló la Guerra Civil en 1936. Sus instalaciones se emplearon entonces como hospital, enfermería y orfanato. Una delegación se instaló en Valencia. María de Maeztu presentó su dimisión y partió hacia el exilio.
Tras la minuciosa depuración de funcionarios y profesionales de la educación fieles a la República, la Residencia inició de nuevo su actividad el 15 de febrero de 1940 y bajo la dirección de Matilde Marquina García, miembro destacado de la Sección Femenina de Falange Española de las JONS. De modo oficial se le dio el nuevo nombre de Colegio Mayor Santa Teresa de Jesús, y sin ninguna relación con los principios institucionistas. Marquina incorporó en su equipo a Eulalia Lapresta, antigua secretaria y mano derecha de María de Maeztu y a Enriqueta Martín, como encargada de la biblioteca. También creó un nuevo cargo, el de asesor religioso, desempeñado por el sacerdote Félix García Vielba.
A mediados de los años ochenta, dicho Colegio fue trasladado a la Ciudad Universitaria de Madrid y en los locales de la calle Fortuny, última sede de la Residencia de Señoritas, se instaló la primitiva Fundación José Ortega y Gasset, actual Fundación José Ortega y Gasset-Gregorio Marañón, a la que pertenece el Instituto Universitario de Investigación Ortega y Gasset.
Gracias en su día al celo del profesor Vicente Cacho Viu, el apoyo de Soledad Ortega y la colaboración posterior de las profesoras Capel Martínez y Alicia Moreno, se ha conservado el archivo completo de la Residencia de Señoritas ("abandonado en una esquina del jardín para ser despachado como material inservible") , un centenar de cajas.
A partir del Archivo de la Residencia y su valiosa correspondencia se han podido documentar de manera minuciosa y fiel las relaciones de esta institución con otras de muy diverso perfil; desde distintas asociaciones feministas extranjeras (en especial la International Federation of University Women, que celebró un Congreso en Madrid en 1928 y cuyas participantes fueron acogidos en las instalaciones de la Residencia), hasta organismos paralelos como el «National Council for the Unmarried Mother and Child», la «British Federation», la Liga de las Naciones sobre Derechos de la Mujer, la «International Woman Suffrage Alliance» o la «Ligue Internationale des femmes pour la Paix et la Liberté», entre otras.
Asimismo, a través de la correspondencia que mantuvo María de Maeztu con sus alumnas, las familias de las alumnas o las cartas de recomendación de terceros, se ha podido recuperar buena parte del valor de su memoria epistolar, como lo suscriben —nunca mejor dicho, de su puño y letra— las cartas de María Zambrano, María Goyri, Concha Espina, Victoria Kent, Clara Campoamor, Luis Jiménez de Asúa, Gregorio Marañón, Zenobia Camprubí, Rafael Alberti o personajes de la Generación del 98 como Azorín, Pío Baroja, Unamuno o Ramón María del Valle Inclán.
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