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Victoria Kent



¿Qué día cumple años Victoria Kent?

Victoria Kent cumple los años el 6 de marzo.


¿Qué día nació Victoria Kent?

Victoria Kent nació el día 6 de marzo de 1891.


¿Cuántos años tiene Victoria Kent?

La edad actual es 133 años. Victoria Kent cumplió 133 años el 6 de marzo de este año.


¿De qué signo es Victoria Kent?

Victoria Kent es del signo de Piscis.


Victoria Kent Siano (Málaga, 6 de marzo de 1891-Nueva York, 26 de septiembre de 1987) fue una abogada y política republicana española. Fue la primera mujer en colegiarse en el Colegio de Abogados de Madrid, en 1925, y la segunda española, tras Ascensión Chirivella Marín (que se colegió en Valencia en 1922), durante la dictadura de Primo de Rivera,[1]​ y la primera mujer del mundo que ejerció como abogada ante un tribunal militar.

Nacida en Málaga, vivió allí hasta 1917, criada por su padre, José Kent Román (comerciante de tejidos), y su madre, María Siano González, que ejercía como ama de casa. Sus padres, de talante liberal y mentalidad más abierta de lo habitual, le permitieron estudiar Magisterio en Málaga y matricularse luego en Derecho de la Universidad Central de Madrid.

En cuanto a su fecha de nacimiento, aún a día de hoy se duda de la exactitud de la misma. La más barajada es el 6 de marzo de 1891,[2][3]​ pero no se puede asegurar puesto que la misma Kent cambió dicha fecha por la de 1897 y 1882[4]​ en documentos variados fechados desde su llegada a Madrid. Incluso se la sitúa en 1898. Entre las razones de ello se aducen «exigencias de tipo académico» o incluso «coquetería».[4]

En 1906 ingresó en la escuela de magisterio de Málaga donde ya dos profesoras feministas le influyen: Suceso Luengo y Teresa Aspiazu.[4]

En 1917 marchó a la capital para estudiar Bachillerato en el Instituto Cardenal Cisneros, donde fue bien recibida gracias al apoyo de su madre y los contactos de su padre. Se instaló en la Residencia de Señoritas de Madrid, dirigida en ese entonces por María de Maeztu, mujer cuya personalidad influyó notablemente en Victoria.[5]

En 1920 ingresa en la Facultad de Derecho de la Universidad Central, cursando la carrera como alumna no oficial y recibiendo clases de profesores como Jiménez de Asúa o Felipe Sánchez-Román. Se licenciará en junio de 1924 y se colegia en enero del siguiente año, realizando sus primeras intervenciones como abogada defensora ante los tribunales. Ya en 1931 se haría un nombre al defender ante el Tribunal Supremo de Guerra y Marina a Álvaro de Albornoz, miembro del Comité Revolucionario Republicano. Se había visto detenido y procesado -junto a muchos de los que más tarde formarían el Gobierno provisional de la República- debido al fracaso de la Sublevación de Jaca, sucedido en diciembre de 1930. Así, sería la primera mujer en intervenir ante un tribunal de guerra logrando, además, la libertad del detenido. Sería elegida en 1931 miembro de la Real Academia de Jurisprudencia y Legislación y, en 1933, de la Asociación Internacional de Leyes Penales de Ginebra.

Además de dedicarse a la abogacía, abrirá un bufete de abogados especializado en Derecho Laboral -siendo la primera mujer en España en lograr esto-, situado en la calle Marqués del Riscal nº 5. También ejercerá como asesora jurídica del Sindicato Nacional Ferroviario y de la Confederación nacional de Pósitos Marítimos, llegando a presidir en 1927 el primer Congreso de Cooperativas en España.

Al poco de su llegada a Madrid se afiliará a la Asociación Nacional de Mujeres Españolas y la Juventud Universitaria Femenina, dirigida por María Espinosa de los Monteros;[4]​ representando a dicha entidad en un congreso en Praga en 1921.

Afiliada al Partido Republicano Radical Socialista (PRRS), fue elegida en 1931 diputada de la conjunción republicano-socialista de las Cortes republicanas constituyentes por Madrid (provincia) con &&&&&&&&&&065254.&&&&&065 254 votos.[6][7]​ En las elecciones del 16 de febrero de 1936, Victoria Kent fue elegida diputada por Jaén,[7]​ en las listas de Izquierda Republicana (IR), que formaba parte del Frente Popular.

Llegaría a presidir el comité del Distrito centro de Madrid y a fundar la rama femenina de la organización: el Ateneo Femenino Radical-Socialista.

Sería además vicepresidenta desde 1926 del Lyceum Club Femenino, recientemente fundado, e impulsora junto con Clara Campoamor y Matilde Huici, mujeres que compartían sus ideales feministas, del Instituto Internacional de Uniones Intelectuales.

Durante la II República fue nombrada por el gobierno provisional presidido por Alcalá-Zamora, Directora General de Prisiones en abril de 1931.[8]​ Ocuparía este puesto durante poco más de un año, con el objetivo de lograr la rehabilitación de los presos, tras constatar la miseria y el abandono de las prisiones españolas. Desde este cargo introdujo reformas con la intención de humanizar el sistema penitenciario, siguiendo la labor ya emprendida por Concepción Arenal en el siglo XIX. Dimitió el 4 de junio de 1932 (haciéndose efectiva con su publicación en la Gaceta de Madrid el 8 de junio)[9]​ tras una campaña de prensa en su contra a raíz de las huelgas de hambre protagonizadas en Pamplona y Vitoria por detenidos políticos y la sucesión de fugas de presos por «negligencia del personal de Prisiones»,[10]​ especialmente significativa la de algunas decenas de presos de la prisión del Puerto de Santa María.[11]​ Sin embargo, logró llevar a cabo algunas reformas, como son: la mejora de la alimentación de los reclusos, la libertad de culto en las prisiones, la ampliación de los permisos por razones familiares, la creación de un cuerpo femenino de funcionarias de prisiones y retirada de grilletes y cadenas (con cuyo metal mandó modelar una estatua en honor a Concepción Arenal). Entre otras cosas, cerró 114 centros penitenciarios, mandó construir la Cárcel de Mujeres de Ventas, en Madrid -sin celdas de castigo-, y el Instituto de Estudios Penales, dirigido por Jiménez de Asúa, que había sido uno de sus profesores en la Facultad de Derecho.

Sus medidas al frente de la Dirección General de Prisiones le dieron una gran popularidad, llegando su nombre a aparecer en un conocidísimo chotis, «El Pichi», parte de una revista frívola Las leandras, del compositor Francisco Alonso,[12]​ estrenada en Madrid el año 1931 y cantada por la popular Celia Gámez.

Uno de los momentos más distinguidos y controvertidos en la vida y obra de Victoria será su oposición al sufragio femenino ante las Cortes españolas en 1931, cuando se enfrentaría a otra feminista, Clara Campoamor, en una batalla dialéctica y trascendental sobre una cuestión que repercutiría enormemente en los derechos de las mujeres. Su opinión era que la mujer española carecía en aquel momento de la suficiente preparación social y política y que, debido a la influencia de la Iglesia, su voto sería conservador y perjudicaría a la República. La opinión de su oponente era, en cambio, que pese al resultado de las urnas, toda mujer debería tener el derecho de votar, pues defendía la igualdad de todos los seres humanos. El debate fue seguido por los medios de comunicación, que espolearon burlas y comentarios como: "dos mujeres solamente en la Cámara, y ni por casualidad están de acuerdo", o "¿qué ocurrirá cuando sean 50 las que actúen?". De hecho, la prensa las apodó irónicamente La Clara y la Yema.[13]​ Tras su intervención Victoria perdería su popularidad, no saliendo elegida como diputada en las elecciones de 1933.

Finalmente, el debate lo ganaría Campoamor, logrando que en las siguientes elecciones, en 1933, votasen las mujeres por sufragio universal. La derecha se presentó unida, al contrario que la izquierda, y ganó. Posteriormente la izquierda culpó a las mujeres y, en especial, a Clara Campoamor, por esa victoria.[13]

Estas fueron algunas de las ideas que presentaría en el debate con Clara Campoamor el 1 de octubre de 1931 sobre el derecho de voto de las mujeres:

"Creo que no es el momento de otorgar el voto a la mujer española. Lo dice una mujer que, en el momento crítico de decirlo, renuncia a un ideal. Quiero significar a la Cámara que el hecho de que dos mujeres se encuentren aquí reunidas opinen de manera diferente, no significa absolutamente nada, porque dentro de los mismos partidos y de las mismas ideologías, hay opiniones diferentes (...). En este momento vamos a dar o negar el voto a más de la mitad de los individuos españoles y es preciso que las personas que sienten el fervor republicano, el fervor democrático y liberal republicano, nos levantemos aquí para decir: es necesario, aplazar el voto femenino (...). Señores diputados, no es cuestión de capacidad; es cuestión de oportunidad para la República (...). Pero hoy, señores diputados, es peligroso conceder el voto a la mujer"[14]

Con el estallido de la Guerra Civil marchó al exilio, al igual que muchos otros republicanos. Mientras se dirigía hacia la frontera acompañó a muchos de los niños de los soldados que luchaban en el frente para lograr su evacuación, tras haber realizado llamamientos para que no fueran abandonados.[15]​Se refugió en París, y fue nombrada Primera Secretaria de la embajada española en la capital para que pudiese seguir haciéndose cargo de los niños refugiados. Fue responsable además de la creación de refugios y guarderías con este fin.[16]

Hasta el final de la Guerra Civil permaneció en París, dedicando todos sus esfuerzos a ayudar a los exiliados españoles en la capital y en su salida hacia América.[15]​ Sin embargo, al verse París ocupada el 14 de junio de 1940 por la invasión nazi, Victoria se vio obligada a refugiarse en la embajada mexicana durante un año. Además, su nombre figuraba en la lista negra que la policía franquista había entregado al gobierno colaboracionista de Vichy. Fue juzgada por los tribunales de Franco y, en octubre de 1943, cuándo todavía estaba en París, el Tribunal contra la Masonería y el Comunismo la condenaba en rebeldía a 30 años de prisión, con las accesorias de inhabilitación absoluta y expulsión del territorio nacional. Afortunadamente, la Cruz Roja le proporcionó un piso en el barrio del Bosque de Bolonia (o de Boulogne), donde se alojará hasta 1944 protegida por una identidad falsa. Durante ese tiempo, siendo “Madame Duval”, escribiría Cuatro años en París, novela con marcados tintes autobiográficos reflejados en el protagonista, Plácido, álter ego de la autora.

Marchó al exilio en México en el año 1948. Allí trabajó durante dos años en la creación de la Escuela de Capacitación para el Personal de Prisiones, siendo la directora, y dando clases de Derecho Penal en la universidad. Reclamada por la ONU, en 1950 marchó a Nueva York, donde colaboró en la Sección de Defensa Social y realizó un estudio sobre el pésimo estado de las cárceles de Iberoamérica. Entre 1951 y 1957, una vez abandonado su anterior cargo por encontrarlo excesivamente burocrático, fue ministra sin cartera del Gobierno de la Segunda República Española desde el exilio, siendo la segunda mujer en ocupar este puesto desde Federica Montseny. Asimismo, fundó y dirigió la revista Ibérica, financiada por Louise Crane durante veinte años (1954-1974)[17]​ dirigida a todos los exiliados alejados de su patria, como ella. En 1977, cuarenta años después de exiliarse a Francia, Victoria volvió a España, recibida con cariño y admiración por sus seguidores. Sin embargo, volvió a Nueva York donde pasó sus últimos días, falleciendo el 26 de septiembre de 1987.[15]​ En 1986 le fue concedida la medalla de la Orden de San Raimundo de Peñafort, pero debido a su avanzada edad no pudo acudir a recogerla.[4]

En 2016 se publicó el libro Victoria Kent y Louise Crane en Nueva York. Un exilio compartido[18]​ en el que la profesora Carmen de la Guardia analiza por primera vez en profundidad la relación intelectual y sentimental entre Kent y la filántropa Louise Crane basándose en documentación privada. Según el libro, Kent y Crane (Nueva York, 1913-1997) fueron compañeras sentimentales desde principios de los cincuenta hasta su muerte y aunque no vivieron juntas durante la mayoría de los muchos años que compartieron, su relación era conocida por las gentes de su entorno. Victoria Kent no se planteó instalarse en el piso millonario de la familia de Louise Crane en la Quinta Avenida de Nueva York hasta la muerte de la madre de Crane en 1972. Desde su salón se organizaron reuniones cuya lista de invitados elaboraba el Departamento de Estado como se explica en el libro. En ese mundo, cuenta de la Guardia, Kent aunque no dominaba el inglés a la perfección, encajó bien y lo puso a favor de su causa: el combate contra el franquismo y la fundamentación de una nueva cultura política republicana en España.[17]

Intervino activamente en las deliberaciones de la Cámara que discutió el proyecto de Constitución de la República. Entre sus enmiendas destaca la del Artículo 1 “España es una República de trabajadores, liberal en el principio, democrática en el fundamento y social en la orientación. El poder civil, único que existe, procede del pueblo. Toda autoridad y jerarquía social le está subordinada.”, de la que se admitió todo excepto aceptar el poder civil como el único existente. Otra lo fue al Estado laico. El artículo 25.3 decía que nadie podía ser compelido a declarar sobre su confesión religiosa, a lo que ella añadió “ni estas creencias ejercerán influjo sobre ninguna clase de relaciones civiles”. En cuanto a los derechos de la familia aportó la equiparación de hijos legítimos e ilegítimos, la protección de la infancia y maternidad, la igualdad de retribución salarial entre hombres y mujeres y el derecho de manifestación al aire libre. Por último, los artículos 39 y 40 del Proyecto, que fueron respecto a cuestiones sociales, de deportación y destierro.[19]

Su intervención en el Proyecto, el uno de octubre de 1931, resulta dramática, pues, como contestación, Clara Campoamor intenta justificar las contradicciones de Victoria Kent. En sus palabras parece haber más comprensión que ironía.[19]

No tiene una voluminosa obra, pero pueden distinguirse diferentes géneros literarios que van en consonancia con las vicisitudes en las que la vida la sitúa.

Su obra más importante corresponde a la edición de la revista Ibérica. En 1952 se esboza un proyecto en Nueva York que da lugar a un boletín de noticias en 1953 y luego a la revista, desde 1954 y hasta 1974. Su finalidad era mantener una oposición a los regímenes dictatoriales, por lo que los colaboradores españoles lo hicieron con pseudónimos.[19]​ La fundación de la revista Ibérica debió de ser el medio más eficaz que encontró para derrocar la dictadura franquista y restaurar la República en España. La revista nació "con el fin de informar al pueblo americano sobre la situación de España bajo la dictadura franquista. (...) Veníamos comprobando diariamente que la prensa americana guardaba silencio sobre España."[21]

También es importante destacar el único libro que escribió. Se trata de Cuatro años en París, que escribió oculta bajo sobrenombre en París, ciudad en ese momento ocupada por los nazis. Se trata de un testimonio en forma de diario y narración novelada sobre los años que pasó en dicha ciudad huyendo del franquismo y la Gestapo. Fue publicado por primera vez en España en 1978.[22]

En julio de 2018 la Asociación “Herstóricas. Historia, Mujeres y Género” y el Colectivo “Autoras de Cómic” creó un proyecto de carácter cultural y educativo para visibilizar la aportación histórica de las mujeres en la sociedad y reflexionar sobre su ausencia consistente en un juego de cartas. Una de estas cartas está dedicada a Kent.[23][24]





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