Rumi Ñahui (en quechua proviene de las palabras rumi = piedra, y ñahui "ñawi" = ojo) (Píllaro, 1490 –Quito, 25 de junio de 1535) fue un general inca que, tras la muerte del emperador Atalhualpa, lideró la lucha contra los conquistadores españoles.
Era hijo del Inca Huayna Cápac, quien habría tomado como concubina a Nary Ati, princesa de Píllaro, hija de Ati o Cacique Pillahuaso, y de la reina Choazanguil. Era una antigua tradición incaica el consolidar sus conquistas territoriales con matrimonios poligámicos del Inca con una o varias princesas de los pueblos derrotados. El propio Huayna-Cápac fue hijo del Inca Túpac Yupanqui con una princesa cañari, aunque se discute cuál fue su verdadera madre. Después Huayna-Cápac pudo comprobar por sí mismo los beneficios que tales matrimonios producían; aquella habría sido la razón para casarse tanto en Puruhá, cuanto en Quito, engendrando así a los hermanos Rumi Ñahui y Atahualpa.
Rumi Ñahui pertenecía a la nobleza de privilegio; él mismo gustaba recordar su estirpe incaica, y se vanagloriaba de ser hijo de Huayna-Cápac, llegando a ocupar las posiciones que mantenía como uno de los dirigentes de su padre, por sus méritos militares.
El verdadero nombre de Rumiñahui es Pillahuaso II, de origen "Quitu", más antigua que el quichua. En cambio en quichua es "Ati", que significa "Vencedor, invencible..", título que usaba el viejo Pillahuaso en tiempos de Huayna Cápac, habiéndolo transmitido a su nieto Rumi Ñahui. Fue el Rostro de piedra para los incas quiteños: introvertido, severo, fuerte, ágil y autoritario. Un temperamento así tendría una expresión de dureza como la de la piedra precisamente, y por su aspecto físico le pusieron el sobrenombre de "Rumi Ñahui", el Ojo de piedra para los cuzqueños. Para algunos se debió a un velo que nublaba su vista, el resultado de una herida en batalla o una catarata. Para otros, sin embargo, sería por sus ojos, los que infundían dureza y un implacable carácter. Fue llamado el Gran Señor y Caudillo por sus soldados.
A la muerte de su padre Huayna Capac, Rumi Ñahui le jura lealtad a su hermano, el Inca Atahualpa. Cuando encontraba en Cajamarca, preso por los españoles, estos le pidieron los tesoros de Quito para su rescate, Rumiñahui no los envió, pero logra enviar de otras regiones, intuía ya que de todas maneras iba a morir y era mejor conservar los tesoros de Quito intactos. Al tener conocimiento de su muerte, y la conducción del cadáver de Atahualpa desde Cajamarca hacia el norte, Rumiñahui se traslada a Liribamba (Riobamba) con su vasallaje, en donde con todos los honores y ceremonias de culto indígena, honró y dio sepultura a los despojos mortales de Atahualpa, desconociéndose hasta la fecha el lugar donde se enterraron, al igual que su tesoro.
Cuando el ejército de Sebastián de Belalcázar, conformado por españoles y cañaris aliados a ellos, llegaron al vital nudo de Tiocajas, se encontraron con el ejército inca dispuesto a detener su avance. Rumi Ñahui hábilmente utilizó a su favor el terreno, tomó una posición ventajosa y los rodeo, sus guerreros además ya se habían acostumbrado a luchar contra arcabuces, cañones y caballería. Los españoles varias veces se vieron a punto de ser derrotados y masacrados, sin embargo no rompían filas y aguantaban. Rumi Ñahui ya saboreaba la victoria, pero de pronto sucede algo inesperado: explota el volcán Tungurahua. Ese momento se vuelve fatídico para él, porque sus indígenas guerreros creían que era castigo divino de su dios. Rumi Ñahui, de ganador de la batalla pasa a ser derrotado, y logra escapar junto con algunos soldados. Aunque hubo luego escaramuzas entren ambos bandos, Rumi Ñahui ya no logra expulsar a los españoles y cae preso por estos.
Falleció quemado vivo por los españoles el 10 de enero de 1535, en una improvisada hoguera en lo que actualmente se conoce como la Plaza Grande de Quito. Así lo aseguró el historiador y maestro Óscar Efrén Reyes. Existe en una acta del Cabildo de Quito del 25 de junio de 1535, en la cual se indica que Rumi Ñahui fue exterminado. Aun así, algunos establecimientos educativos del Ecuador recuerdan ese día del asesinato cruel y ponderan su valentía y lealtad.
Rumi Ñahui y Atahualpa, hermanos paternos, vivieron juntos en el palacio al lado de su padre. Eran valientes, inteligentes, hábiles, dueños de una gran seguridad. Rumi Ñahui desde su infancia y juventud creó y maduró internamente un sentimiento y un resentimiento; pues, era hijo bastardo de Huayna Capac y Atahualpa era el legítimo heredero después de Ninan Cuyuchi y Huáscar. Aunque Rumi Ñahui era mayor que sus hermanos por parte de padre no tenía, por esta razón, derecho a la sucesión real pues se consideraba rey del imperio Inca al primogénito. Rumi Ñahui tuvo que asumir con valor, sentimiento y coraje había designado su padre pues tuvo que defender desde muy joven a su padre y posteriormente a Atahualpa hasta dar su vida por su familia real y por su tierra.
Más de 30 años los hermanos vivieron junto a su padre Huayna-Cápac. Cuando muere el inca Huayna-Cápac, Atahualpa y Rumi Ñahui continuaron unidos íntimamente por la sangre, por el deber y por un gran afecto, desde ahí le jura lealtad a su hermano Atahualpa junto con otros líderes militares que servían al fallecido Huayna Capac.
Los caciques norteños sabiendo que Ninan Cuyuchi legítimo heredero estaría enfermo igualmente de viruela habrían presionado al Sapa Inca para que redactara un testamento, un testamento era tradición en el Reino de los shyris. Tras la muerte de Huayna Cápac y de su hijo sucesor Ninan Cuyuchi de viruela posiblemente traída por los españoles que ya se encontraban en América. En 1527 Atahualpa es proclamado Shiry XVII y comienza su gobierno del Reino de los Shyris Según los shyris se rigieron a este testamento porque su última princesa shyri Pacha antes de tenerlo como hijo a Atahualpa pidió un único deseo que fue "que si ha de sacrificarse seria para que su hija o hijo que naciera seria heredero de su reino" es decir el reino de "quitu", deseo que el Inca Huayna Capac habría cumplido en su testamento dejando el sur para Huascar, sin tener conocimiento de esto Huascar.
El cuerpo embalsamado de Huayna-Cápac fue enviado al Cuzco, Rumi Ñahui fue enviado para que representara en el Cortejo. En el palacio cuzqueño vieron misteriosa la muerte del Inca además Huascar no confiaba si era real lo que estaba escrito en el Testamento que había redactado su padre. Al regresar, Atahualpa buscó la unidad de las tribus de todo su reino. Para el cronista español Agustín de Zárate:
"Atahualpa no se sublevó contra su hermano, sino más bien se apresuró a enviarlo al Cuzco una embajada dándole a conocer la muerte de Huayna Capac, y le ruega que le deje la Gobernación del Reino de los Quito, al mismo tiempo que le hace recuerdo de que ese territorio fue de su madre y su abuelo paterno el Siri. Huáscar le contestó que le daría una Gobernación en otro lugar pero no en Quito. Eso motivo la rebelión de Atahualpa."
Es ahí cuando se inician las dificultades y hostilidades entre ambos, Huascar envía una invitación mediante sus orejones cuzqueños a Atahualpa para que se presente ante el para que jure lealtad como nuevo rey del imperio Inca, mensaje que no tomo en cuenta Atahualpa y prefirió oponerse y comienza a preparar a su gente y toda su tropa para comenzar un ataque hacia el Sur.
Y estalla la guerra civil, Rumi Ñahui es recordado por haber participado en algunas campañas, donde fue capaz de ilustrar las técnicas de guerra a Atahualpa quien constantemente lo acompañaba. Los líderes atahualpistas , Calicuchimac, Quisquis y Ucumari también participaron en la Guerra Civil. Al comienzo de las hostilidades, estuvo presente en los enfrentamientos más importantes junto a los guerreros de Quisquis y Calicuchima, pero, cuando la zona de operaciones se trasladó hacia la capital Inca, se le encomendó proteger la retaguardia del ejército atahualpista. Fue entonces que se produjo la dramática captura del Inca Atahualpa en Cajamarca.
Se calcula que cuarenta mil soldados quiteños avanzaron y triunfaron en las sucesivas batallas contra el ejército de Huascar. Rumi Ñahui, Quisquís, Calcuchimac y Ucumari, fueron dueños de la victoria. Atahualpa al parecer fue herido, lo que motivó que fuera a descansar a Cajamarca. Aquí proclamaron a Atahualpa como Sapa Inca del Imperio. Rumi Ñahui mientras tanto, fue uno de los capturadores de Huáscar, avanzó a Cajamarca cuidadosamente días antes de la llegada de los españoles, quienes se acercaban lentamente, y pudo comprobar que venían haciendo destrozos. Este trató de convencer a su hermano de que debía recibir a los españoles con armas, de forma rápida y de sorpresa, pues ellos se querían apoderar del oro. Pero su consejo prudente no fue seguido por el Inca, quien prefirió ajustarse a los consejos de sus cortesanos, y Rumi Ñahui fue enviado de regreso a Quito junto con los 5000 soldados a su mando. Ati Hizo caso omiso y se quedó a las afueras de Cajamarca.
Este fue el momento más amargo de Rumi Ñahui: el 16 de noviembre de 1532, Hernando Pizarro concertó con Atahualpa una entrevista en Cajamarca. Rumi Ñahui intuyó la traición de los españoles y lo que había de suceder, y permaneció fuera de la ciudad de Cajamarca con un ejército compuesto de unos 5000 soldados sin el consentimiento de Atahualpa. El Inca aceptó la invitación de los españoles, y encabezó una lenta y ceremoniosa procesión de miles de hombres, mayormente bailarines, músicos y cargadores de servicio. Se estiman unos 30 000 hombres. La marcha le tomó buena parte del día, causando así la desesperación de Francisco Pizarro y sus hombres. Atahualpa tenía una errónea idea del poder militar de los españoles, y pensaba que sería fácil capturar a los recién llegados, que habían cometido un sinnúmero de crímenes durante su estancia en el imperio Inca. Sin embargo, al siguiente día, cayó el Inca en la emboscada tendida por Francisco Pizarro y quedó como rehén hasta que pagaran su rescate.
Los historiadores han preguntado a menudo por qué el ejército de Rumi Ñahui, conformado por 5000 hombres armados, no habría intervenido cuando se hizo claro que su Señor Inca había caído en una emboscada. Fueron probablemente por dos razones esta decisión: En primer lugar: la férrea disciplina, que permitió a los incas tomar iniciativas personales sin un orden adecuado. Era obvio que Rumi Ñahui había quedado fuera de la ciudad por prepotencia del Inca Atahualpa, que desconocía las verdaderas armas de guerra de los españoles. En segundo lugar, la rapidez de las acciones y la confusión que causaron estas, incluyendo la preocupación de dañar la integridad del Inca que se encontraba en medio de la matanza. Cuando quedó claro que el día fue fatal para el ejército del Inca, Rumiñahui dio órdenes de regreso a Quito al oír el ruido de la artillería española. Dándose cuenta que era un sacrificio en vano, ya que contaba con pocos soldados, salió hacia el norte con los guerreros que tenía a su mando, sin ayudar a su monarca. Con esta tropa llegó a Quito, capital del reino y, llamándose apoderado del Inca, depuso al Cacique Cozopanga, haciéndole entregar los tesoros.
Poco después Atahualpa los solicitó para pagar su rescate, pero Rumi Ñahui no envió todos los tesoros para el rescate, sino solo el oro de otras regiones, aduciendo que de cualquier forma el Inca moriría a manos de los extranjeros y que era mejor conservar el oro lejos de la ambición de los españoles.
Su intuición se confirmó: el 16 de julio de 1533 los españoles ejecutaron a su rehén.
La guerra de resistencia tuvo dos fases: la una hasta la primera entrada de Benalcázar a Quito en julio de 1534 y la fundación de Santiago de Quito en la provincia de Pichincha, en agosto de 1534. La otra hasta la muerte de Rumi Ñahui en 1535.
La primera fue una guerra de batallas; la segunda, una guerra de guerrillas. Rumi Ñahui avanzó a Tomebamba, castigó a los cañaris aliados de Belalcázar y fue retirándose hacia Quito acosado por los españoles.
Las fuerzas españolas, conformadas por indios y europeos, eran a comparación, más numerosas. Inicialmente las tropas españolas pudieron confiar en los arreglos de Sebastián de Belalcázar que, por propia iniciativa, había emprendido la conquista del Territorio del Norte, deslumbrado por la esperanza de que el oro existía en ese lugar en gran abundancia. Más tarde, estos se vieron reforzados por la llegada de los contingentes del adelantado Pedro de Alvarado, conquistador de México.
Rumi Ñahui no estaba solo. A su lado combatían los ejércitos de Zope-Zopahua, Zopozopangui, Razo-razo, Pintag II hijo de Pintag, y algunos soldados más, llegando también refuerzos del ejército de Quisquis, que se hallaba en el Cuzco. Los tres ejércitos indígenas estaban operando por separado, lo que permitió a los españoles hacer frente uno a uno, con evidentes ventajas estratégicas.
El factor que más influyó en el resultado del fracaso de la resistencia en Quito fue la presencia de los antiguos enemigos de los pueblo de Quito, los Cañaris, que se aliaron con los invasores españoles. Los Cañaris sacaron provecho de las desgracias de sus antiguos opresores, los quitus, para recuperar su libertad, sin saber que se atarían a un yugo más pesado. La presencia de los cañaris permitieron a los españoles aliviar o disminuir cualquier preocupación de carácter militar y de aprovisionamiento que tuvieran.
A pesar de esto las primeras batallas fueron muy fuertes, y los españoles pagaron caro su avance. Teocajas, Ambato, Pancallo y Latacunga fueron sitios donde hubo feroces batallas que vieron a las fuerzas de Quito luchar valientemente antes que perder. El inca Quisquis, en una ataque sorpresa, logró matar a catorce enemigos y obligó a la mayor parte del ejército español a retirarse. El anciano líder Quisquis no pudo continuar por mucho tiempo, ya que en sus numerosas proezas fue asesinado por sus propios hombres en una acalorada disputa, dado que él quería convencer a sus aliados de cambiar a un estado de guerra con guerrillas.
Episodios memorables fueron los combates en el callejón andino, la recepción posiblemente del cadáver de Atahualpa en Liribamba, la deserción de muchos indios al bando español, la muerte de los primeros cuatro caballos en combate, cuyas cabezas adornadas con flores fueron expuestas por Rumi Ñahui como prueba de la vulnerabilidad española, y la gesta heroica en la "Tercera batalla de Tiocajas" donde el ejército de Rumi Ñahui conformado por las tribus norteñas que eran pequeñas en número: pastos, cayambis, Puruháes, Otavalos, Caranquis, etc., lucharon bravamente sin piedad ante la tropas españolas de Sebastián de Belalcázar, de los cañaris y demás tribus aliadas a su bando. Los españoles por vez primera saboreaban lo amargo de la derrota, el cerco indígena se estrechaba ya al terminar el día y los españoles, ya vencidos, se arrodillaron pidiendo la protección de su apóstol Santiago. De ponto escucharon un ruido profundo que venía de las entrañas de la tierra, era la erupción del volcán Tungurahua, y para suerte de los españoles, nuestros indios botaron sus armas, creyendo que su dios estaba con ira.
"Es mejor morir en seguida por sus manos, con sus armas y debajo de sus caballos. Por lo menos nos quedará este contento de haber hecho nuestro deber como honrados y valientes." Son expresiones que el historiador español, Antonio de Herrera, pone en boca de Rumi Ñahui cuando este arengaba a los indígenas, espantados por la erupción del Tungurahua, mientras detenían el avance de Sebastián de Benalcázar sobre Quito y sus tesoros.
Antes de que Quito cayera, Rumi Ñahui la incendió, escondió los afamados tesoros de Atahualpa y pasó a cuchillo a 4.000 indígenas pillajes, zámbizas y collaguazos, que habían recibido a Benalcázar como liberador. Este entró a Quito en julio de 1534 hacia las fiesta de Pentecostés.
La segunda fase fue una gesta desesperada: refugiado entre los yumbos al lado occidental del Pichincha, levantó a los indios de los Chillos y Latacunga, cayó sobre Quito, persiguió a Benalcázar que se dirigía a Riobamba a conferenciar con Pedro de Alvarado, se atrincheró en las breñas de Pillaro, pasó a Quijos, se escondió en los solitarios Llanganates y retrasó en tres meses la segunda entrada de Benalcázar a Quito.
Fundada la ciudad española en diciembre de 1534, Benalcázar dio el asalto final a Rumi Ñahui en el pucará de Sigchos, en Cotopaxi. Rumi Ñahui, cojeando y solo, fue capturado por cuatro infantes y un jinete en las breñas del Rumi Ñahui, quienes tenían órdenes de no matarlo, sino torturarlo. Juan de Ampudia, El Torturador, le aplicó el tormento, pero no le sacó palabra sobre el tesoro de Atahualpa.
El Libro de Actas del Cabildo quiteño consigna que el 25 de junio de 1535: 'Se prendieron los principales señores de estas provincias que se tenía por cierto que sabían del oro y plata, que se decía en ellas había, que son Orominavi (Rumi Ñahui), Zopozopagua, Quingalumba, Razorazo, Sina. Por razón de los delitos que cometieron, se ha hecho justicia de ellos'.
Por su valentía, coraje, rebeldía y sobre todo honor, existen ahora múltiples calles, estadios, coliseos, escuelas, y demás monumentos públicos, que llevan su nombre en el Ecuador. Su efigie, basada en el busto creado por el artista ecuatoriano Vicente O. Rivadeneira Armendáriz (1929-2006), constaba en el billete de mil sucres, moneda que desde el 2000 fue sustituida por el dólar estadounidense.
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