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San Pedro Sacatepéquez (San Marcos)




San Pedro Sacatepéquez (San Pedro: por su santo patrono Pedro Apóstol; Sacatepéquez: de; náhuatl, significa en el cerro de hierba) es un municipio del departamento de San Marcos, en la República de Guatemala. La municipalidad es de segunda categoría y cuenta con una ciudad que es la cabecera municipal de San Pedro Sacatepéquez. Sus aldeas son: Cantel, Corral Grande, Chamac, Champollap, Chim, El Cedro, El Tablero, La Grandeza, Mavil, Piedra Grande, Provincia Chiquita, Sacuchum, San Andrés Chapil, San José Cabén, San Pedro Petz, Santa Teresa, La Cuchilla y Soché; además cuenta con sesenta y siete caseríos en el área rural. Además del español se habla el idioma indígena mam.

La economía del municipio se basa en actividades agrícolas, pecuarias, industriales — principalmente la fabricación de instrumentos musicales, joyería, productos de cuero y panadería— y artesanales.[3]​ Entre estas últimas destaca la producción de suéteres de lana, tejidos típicos de algodón, cestería, cohetillos, teja y ladrillo de barro y artículos en cuero.[3]

Entre sus atractivos naturales están las cascadas de Los Tres Chorros, Las Cataratas de Los Chocoyos, y El Agua Tibia. Por el municipio pasan los ríos Agua Tibia, Hondo, Escondido, Santo Domingo y Tres Chorros y el riachuelo La Ciénaga. Al municipio se llega por la Ruta Nacional N.º 1.[4]

Muchos de los nombres de los municipios y poblados de Guatemala constan de dos partes: el nombre del santo católico que se venera el día en que fueron fundados y una descripción con raíz náhuatl; esto se debe a que las tropas que invadieron la región en la década de 1520 al mando de Pedro de Alvarado estaban compuestas por soldados españoles y por indígenas tlaxcaltecas y cholultecas.[5]​ Así pues, el topónimo «Sacatepéquez» se deriva de los vocablos en náhuatl «sacat» (español: «hierba»), «tepē-» (español: «cerro, montaña») y «-k»(español: «en») y quiere decir «en el cerro cubierto de hierba».[6]

El municipio de San Pedro Sacatepéquez se encuentra en la Sierra Madre al este del departamento de San Marcos.[7]​ El área montañosa contiene bosques muy húmedos, bajo subtropical, en el que predominan suelos francos y franco arcillosos con perfiles arables hasta 0,80 m con madera y drenaje interno, suelos profundos color negro a gris, pendientes entre 12-32 %, 32 a 45 %, una precipitación pluvial con un promedio de 2730 mm anuales, biotemperatura de 12,5 a 18,60 ℃ y relieve accidentado en su mayor parte; pero también tiene una franja de terreno a pocos metros por encima del nivel del mar en donde se encuentran las aldeas Provincia Chiquita, Corral Grande, Chim y El Tablero, que colindan con la zona costera de los departamentos de San Marcos y del departamento de Quetzaltenango.[8]

La cabecera municipal de San Pedro Sacatepéquez tiene clima templado (Köppen: Cwb).

San Pedro Sacatepéquez está a 249 kilómetros de la ciudad capital y a 48 kilómetros de la cabecera departamental de Quetzaltenango, a solo un kilómetro de la cabecera departamental de San Marcos.

Los municipios se encuentran regulados en diversas leyes de la República, que establecen su forma de organización, lo relativo a la conformación de sus órganos administrativos y los tributos destinados para los mismos. Aunque se trata de entidades autónomas, se encuentran sujetos a la legislación nacional y las principales leyes que los rigen desde 1985 son:

El gobierno de los municipios está a cargo de un Concejo Municipal[12]​ mientras que el código municipal —ley ordinaria que contiene disposiciones que se aplican a todos los municipios— establece que «el concejo municipal es el órgano colegiado superior de deliberación y de decisión de los asuntos municipales […] y tiene su sede en la circunscripción de la cabecera municipal»; el artículo 33 del mencionado código establece que «[le] corresponde con exclusividad al concejo municipal el ejercicio del gobierno del municipio».[13]

El concejo municipal se integra con el alcalde, los síndicos y concejales, electos directamente por sufragio universal y secreto para un período de cuatro años, pudiendo ser reelectos.[12][13]

Existen también las Alcaldías Auxiliares, los Comités Comunitarios de Desarrollo (COCODE), el Comité Municipal del Desarrollo (COMUDE), las asociaciones culturales y las comisiones de trabajo. Los alcaldes auxiliares son elegidos por las comunidades de acuerdo a sus principios y tradiciones, y se reúnen con el alcalde municipal el primer domingo de cada mes, mientras que los Comités Comunitarios de Desarrollo y el Comité Municipal de Desarrollo organizan y facilitan la participación de las comunidades priorizando necesidades y problemas.

La primera noticia documentada que se tiene de San Pedro Sacatepéquez data del 1 de mayo de 1543, cuando en Barcelona, España se emitió una Real Cédula en la que el emperador Carlos V agradecía los servicios prestados —conforme a la relación hecha— por los caciques de los pueblos de Sacatepéquez en lo referente a Lacandón y la Verapaz durante las Capitulaciones de Tezulutlán, concediéndoles privilegios especiales.[14][15]


Después de la conquista española en la década de 1520, en 1565 se creó la provincia mercedaria de la «Presentación de Guatemala». Originalmente los mercedarios habían obtenido del obispo Francisco Marroquín varios curatos en el valle de Sacatepéquez y Chilmatenango pero los cambiaron con los dominicos por el área de la Sierra de los Cuchumatanes.[16]​ Durante la primera parte del siglo xvii tenían a su cargo la evangelización de algunos pueblos alrededor de la ciudad de Santiago de los Caballeros de Guatemala que con el paso del tiempo pasaron a formar parte de la ciudad; de esta forma, la capital, Santiago, funcionaba como la cabecera de su encomienda y vicaría regional; además también estaba el convento principal que asistía al comendador, cura y coadjutor de la orden.[16]

La corona española dio prioridad a la catequización de los indígenas; las congregaciones fundadas por los misioneros reales en el Nuevo Mundo fueron llamadas «doctrinas de indios» o simplemente «doctrinas».[17]​ Originalmente, los frailes tenían únicamente una misión temporal: enseñarle la fe católica a los indígenas para luego dar paso a parroquias seculares como las establecidas en España. Con este fin, los frailes debían enseñar los evangelios y el idioma español a los nativos.[17]​ Cuando los indígenas estuvieran catequizados y hablaran español, podrían empezar a vivir en parroquias y a contribuir con el diezmo, como hacían los peninsulares.[18]

Pero este plan nunca se llevó a cabo, principalmente porque la corona perdió el control de las órdenes regulares tan pronto como los miembros de éstas se embarcaron para América; además, los indígenas nunca llegaron a entender el catolicismo correctamente porque este era de por sí un concepto sumamente complejo.[19]​ Por otra parte, protegidos por sus privilegios apostólicos para ayudar a la conversión de los indígenas, los misionares solamente atendieron a la autoridad de sus priores y provinciales y no a la de las autoridades españolas ni a las de los obispos. Los provinciales de las órdenes, a su vez, únicamente rendían cuentas a los superiores de su orden y no a la corona; una vez habían establecido una doctrina protegían sus intereses en ella, incluso en contra de los intereses del rey, y de esta forma las doctrinas pasaron a ser pueblos de indios que quedaron establecidos para todo el resto de la colonia.[18]

Las «doctrinas» fueron fundadas a discreción de los frailes ya que tenían libertad completa para establecer comunidades para catequizar a los indígenas con la esperanza de que estas pasaran con el tiempo a la jurisdicción de una parroquia secular a la que se le pagaría el diezmo. En realidad, lo que ocurrió fue que las «doctrinas» crecieron sin control y nunca pasaron a depender de las parroquias. Las «doctrinas» se formaron alrededor de una cabecera en donde tenían su monasterio permanente los frailes y de dicha cabecera salían a catequizar o visitar las aldeas y caseríos que pertenecían a la doctrina, que se conocían como anexos, visitas o pueblos de visita.[18]​ Así pues, las doctrinas tenían tres características principales:

La administración colectiva por parte del grupo de frailes eran la característica más importante de las doctrinas ya que garantizaba la continuidad del sistema de la comunidad en caso de que falleciese uno de los dirigentes.[20]

Según la relación del obispo Juan de las Cabezas en 1613[21]​ y las actas de visita pastoral del arzobispo Pedro Cortés y Larraz en 1770,[22]​ los mercedarios llegaron a tener a su cargo nueve doctrinas y sus muchos anexos que eran los siguientes: Santa Ana de Malacatán, Concepción de Huehuetenango, San Pedro de Solomá, Nuestra Señora de la Purificación de Jacaltenango, Nuestra Señora de la Candelaria de Chiantla, San Andrés de Cuilco, Santiago de Tejutla, San Pedro de Sacatepéquez en San Marcos, y San Juan de Ostuncalco.[23]

En 1754, debido a las reformas borbónicas impulsadas por la corona española, los mercedarios y el resto del clero regular tuvieron que transferir sus doctrinas y curatos al clero secular, por lo que la orden perdió su doctrina en San Pedro Sacatepéquez.[24]

El 13 de octubre de 1876, de acuerdo al decreto 165 del gobierno liberal del general Justo Rufino Barrios, consideró conveniente poner en práctica medidas que tendían a mejorar la condición de la clase indígena y que varios aborígenes principales de San Pedro Sacatepéquez ya le habían manifestado su deseo de que se previera que en aquella región se usara el traje como el acostumbrado por los ladinos, el presidente Barrios decretó que, a efectos legales, se declararan ladinos a los indígenas de ambos sexos de la localidad, quienes usaron desde principios de 1877 el traje que corresponde a la esa clase.[25][a]

En enero de 1897 se iniciaron las revueltas en contra del gobierno del presidente José María Reina Barrios; el 28 de enero de ese mismo año el territorio guatemalteco fue invadido por un grupo de revolucionarios[27]​ pero fueron derrotados el 2 de febrero y sus líderes —Tadeo Trabanino, Braulio Martínez, Juan Vargas y Anselmo Fajardo— apresados, juzgados y fusilados el mismo día.[27]​ Por esos mismos días empezaron a aparecer artículos de opinión en los que se tildaba al régimen de Barrios como tiránico y que ponían en duda la capacidad del gobierno para sacar adelante la Exposición Centroamericana y las elecciones presidenciales al mismo tiempo.[27][28]

El 5 de marzo de 1897, Próspero Morales renunció a su cargo como Secretario del despacho de Instrucción Pública para participar como candidato presidencial;[29]​ a finales de ese mes se publicaron fuertes editoriales contra el gobierno en el periódico opositor La República indicando que no se había concluido la línea del Ferrocarril del Norte y que el costo para el país sería enorme. La República acusó al gobierno de despilfarrar el erario pues aparte del Ferrocarril del Norte —que por sí solo hubiera traído grandes beneficios económicos a Guatemala— se habían construido bulevares, parques, plazas, edificios suntuosos, aparte de gastar tres millones de pesos guatemaltecos en la Exposición Centroamericana.[30]

En mayo era mayor el rechazo a la medida de reelección del presidente la cual se calificó de atentado contra la Constitución[31]​ y por eso el 31 de mayo de 1897 Reina Barrios disolvió la Asamblea Legislativa.[32]​ Reina Barrios convocó entonces una nueva Asamblea Constituyente en agosto de 1897, la cual prorrogó su mandato por otros cuatro años de acuerdo al decreto emitido en agosto de 1897.

En septiembre de 1897 los quetzaltecos se manifestaron en contra de la decisión del presidente José María Reina Barrios de extender su mandato. Un grupo de revolucionarios, entre los que se encontraba el exministro Próspero Morales, originario de San Marcos, tomó las armas con el fin de apoderarse de varias instituciones y evitar que el gobernante siguiera en el poder. El 7 de septiembre, día en que estalló la revolución, los alzados avanzaron contra San Marcos en donde tomaron el cuartel militar, la cárcel, las oficinas de rentas y las de telégrafos de esa ciudad.[26]​ El 15 de septiembre las fuerzas revolucionarias proclamaron su victoria sobre las fuerzas militares de Reina Barrios y las autoridades quetzaltecas no reconocieron al gobierno del presidente; posteriormente los revolucionarios tomaron Ocós, Colomba y Coatepeque, pero el 4 de octubre el ejército contraatacó y retomó el control dando fin a la revolución.[26]​ El 23 de octubre de 1897, después de los eventos bélicos, San Pedro Sacatepéquez pasó a ser la cabecera del departamento de San Marcos.[26]

El 25 de octubre de 1902, el pueblo de San Pedro Sacatepéquez fue destruido por la erupción del volcán Santa María, el cual había estado inactivo unos 500 años y posiblemente varios miles de años, pero su despertar fue claramente indicado por un enjambre sísmico en la región que comenzó en enero de 1902 y un fuerte terremoto destruyó la ciudad de Quetzaltenango el 18 de abril de 1902. La erupción comenzó el 24 de octubre, y las explosiones más grandes ocurrieron durante los siguientes dos días, expulsando aproximadamente 5,5 km³ de magma, siendo una de las mayores del siglo xx.[33]​ Por la poca actividad previa en el Santa María, los habitantes locales no reconocieron la sismicidad precedente como un signo de aviso de una erupción. Al menos cinco mil personas murieron como resultado de la propia erupción, y un brote posterior de malaria mató muchos más.[34]

La erupción del volcán lanzó una columna de humo y material que alcanzó 28 kilómetros de altura y formó una nube obscura que cubrió la luz del sol durante varios días. La erupción duró treinta y seis horas y formó un gran cráter en el flanco suroccidental de la montaña, lo que formó el «volcán Santiaguito».

En la Ciudad de Guatemala el presidente Manuel Estrada Cabrera y su gabinete estaban ocupados en la organización de los festejos de Minerva. Su respuesta ante la catástrofe fue tratar de disminuir su impacto y, en el peor del caso, tratar de silenciarla evitando que los medios de prensa divulgaran las dimensiones de la catástrofe en la región occidental del país.[35]

La respuesta oficial del gobierno central ante las autoridades quezaltecas fue de declarar la no disponibilidad de fondos públicos, ya que recientemente se habían empleado en la ayuda para esa misma ciudad, para los damnificados por los terremotos del mes de abril, por lo cual era imposible atender a la petición.[36]​ En tales circunstancias, el alcalde de la ciudad, en sesión extraordinaria informó a todos los miembros del consejo que a raíz de la erupción los pastos y siembras de la zona de occidente de la República se arruinaron, por lo que entonces era de esperarse escasez de granos básicos, afectando tal situación especialmente a las personas de escasos recursos. Por tal razón, la corporación municipal decidió que se invirtieran doscientos pesos en la compra de alimentos para ser repartidos entre los más necesitados. Asimismo, el ganado de las haciendas estaba pereciendo por lo que se empezaron a comunicar las pérdidas, no solo por la desaparición de los rebaños sino también por la falta de ganado para abastecimiento de las carnicerías de la ciudad. Ante la escasez de alimentos en la región, el consejo municipal tomó la decisión de solicitar al gobierno central la autorización para importar libre de gravamen —la cual fue aprobada— dos mil quintales de harina hasta llegar hasta los diez mil durante los meses siguientes.

La población fue afectada en distintas formas: para los indígenas fue verdaderamente catastrófica, no solamente porque perdieron parientes y amigos, sus casas y cosechas, sino además porque fueron obligados a trabajar en las labores de reconstrucción. Por su parte, los terratenientes vieron la oportunidad de resarcirse de los daños obteniendo otras tierras y así lo solicitaron al presidente Estrada Cabrera, quien les dio terrenos en San Miguel Uspantán en el Quiché y en Panam en Suchitepéquez y Sololá, las que hasta entonces habían sido tierras comunitarias de los indígenas de la región.[34]

El 3 de diciembre de 1926 se elevó la cabecera al rango de ciudad. Unos años más tarde, el 16 de diciembre de 1935, se anexionó a la población de San Marcos, formando un solo municipio al que se le llamó La Unión San Marcos pues se consideró que era importante efectuar este acuerdo por ser de utilidad y necesidad pública.[37]​ No obstante, La Unión San Marcos fue suprimida el 20 de julio de 1945, y se volvieron a establecer los municipios de San Pedro Sacatepéquez y de San Marcos, pasando este último a ser nuevamente la cabecera del departamento.[37]

A inicios de la tercera década del siglo xx las ciudades de San Pedro Sacatepéquez y de San Marcos se abastecían del fluido eléctrico utilizando una planta de energía electro-hidráulica ubicada sobre el río Nahuatla cuya capacidad era de 84 kW. La estructura organizativa de la Empresa Eléctrica local (EE) estaba integrada por un Comité Administrativo, un gerente, tesorero, maquinistas y peones. A mediados de la década de 1930 surgió la iniciativa por parte del gerente alemán, Walter Fox, de establecer una segunda planta de energía eléctrica; sin embargo, Fox se retiró de la empresa dejando inconclusa su instalación.[38]​ El comité de administración nombró un nuevo gerente, el también alemán Erwin Bhir, que residía en la ciudad de Quetzaltenango y que se comprometió a finalizar la instalación de la segunda planta que tenía capacidad de 125 kW. La planta se puso en funcionamiento a principios de la década de 1940 y prestaba servicios únicamente en jornada nocturna, pero su capacidad no era suficiente para cubrir la demanda de San Pedro y San Marcos.[38]

Según acuerdo gubernativo del 21 de agosto de 1940 se acordó celebrar la feria titular de este municipio durante la última semana del mes de junio, siendo el día principal el 29, fecha en que la Iglesia católica conmemora a los apóstoles san Pedro y san Pablo.[37]​ A esta fiesta se le conoce como «Flor de Retana», y como tradición en este municipio los pobladores, ya sean ladinos o mestizos, se disfrazan con el traje típico de San Pedro como un tributo y reverencia a las generaciones pasadas originarias del municipio.[39]

Con el objetivo de ampliar la cobertura del servicio eléctrico se reformó la red de distribución; de esta forma el Estado de Guatemala, por medio de la Ley General de Electricidad, —Decreto 93-96 del Congreso de la República promulgada el 15 de noviembre de 1996— optimizó el crecimiento del subsector eléctrico y creó los marcos legales para formar empresas de generación, transmisión y distribución eléctrica. Como parte de esta reorganización, la Empresa Eléctrica Municipal de San Pedro (EEM), es la propietaria de las instalaciones destinadas a distribuir comercialmente energía eléctrica en su jurisdicción.[38]

El huracán Stan, azotó Guatemala como huracán de categoría I durante los primeros días de octubre de 2005 y causó daños y pérdidas al país por unos mil millones de dólares según un estudio de la Comisión Económica para América Latina y el Caribe (CEPAL). De acuerdo al informe, el huracán afectó directamente a catorce de los veintidós departamentos de Guatemala; además, provocó seiscientos setenta muertos, ochocientos cincuenta desaparecidos y tres millones y medio de damnificados.[40]

Las lluvias continuas pusieron al descubierto el desastre medioambiental de Guatemala: las deforestadas montañas no soportaron los bolsones agua y humedad que en esos días se formaron provocando derrumbes y deslaves. La mayoría de los ríos que brotan en las depredadas montañas de la bocacosta, con sus cuencas casi sin vegetación y la pérdida de profundidad en sus causes, provocó que se desbordaran e inundasen amplias regiones cultivadas y decenas de comunidades rurales y cabeceras municipales en la franja costera del país. En la altiplanicie central y occidental, se derrumbaron capas y pliegues de cerros y volcanes que destruyeron cientos de viviendas y la tragedia de pérdida de vidas humanas. De la parte alta de la cuenca del lago de Atitlán, los deslaves fueron continuos, arrastrando lodo, piedras, rocas y arena. El lago, que normalmente recibe las aguas negras de doce cabeceras municipales, quedó inundado con un gran volumen de desechos que flotaron durante varios días.[41]

Los deslaves e inundaciones también provocaron el colapso de las comunicaciones terrestres, aéreas y de telefonía durante un período que osciló de tres a cuatro días en más de la mitad del país. Según las cifras del gobierno, se destruyeron quince puentes, un tercio de la red asfaltada y la mitad de caminos de terracería. UNICEF informó que mil doscientos niños y niñas quedaron huérfanos.[42]​ El municipio de San Pedro Sacatepéquez fue uno de los que sufrieron las mayores pérdidas humanas.[42]



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