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Idioma náhuatl



Yuto-nahua
  Yuto-nahua del Sur

El náhuatl (autoglotónimo: nāhuatlahtōlli) o mexicano[2]​ es una macrolengua yuto-nahua que se habla en México. Existe, por lo menos, desde el siglo V, si bien, cuando se diferenciaron el yuto-nahua del sur y el proto-nahua (c. siglo III), comenzó a ser posible hablar náhuatl en sentido estricto. En la actualidad, el idioma mexicano es la lengua autóctona de México con mayor número de hablantes, con cerca de tres millones, la mayoría bilingüe con el español o trilingüe con el inglés.

Con la expansión de la cultura coyotlatelca durante los siglos V y VI d.C. en Mesoamérica,[3]​ la lengua comenzó su rápida difusión por el Eje Neovolcánico y se extendió por la costa del Pacífico. Fue así que dio origen al pochuteco y a otra rama en la región geográfica de Veracruz que más tarde daría origen al náhuat de Centroamérica. Poco a poco, el náhuatl comenzó a imponerse a otras lenguas mesoamericanas hasta convertirse en lengua franca de buena parte de la zona; en una primera etapa se difundió en el área central de México gracias a los tepanecas; posteriormente, en una segunda etapa, que tuvo lugar a partir del siglo XV esta lengua se expandió en todos los territorios dominados por el Imperio mexica.

Durante los siglos que precedieron a la conquista española y tlaxcalteca del Imperio mexica, los mexicas habían incorporado a sus dominios gran parte del centro de México. La influencia imperial convirtió a la variante del náhuatl que hablaban los habitantes de México-Tenochtitlan, capital del imperio, en lengua de prestigio en la región de Mesoamérica. Después de la llegada de los españoles a México, se sistematizó la gramática del náhuatl, que hasta entonces no tenía grafía latina. Los españoles escribieron muchas crónicas, gramáticas, obras poéticas y documentos administrativos en náhuatl durante los siglos XVI y XVII.[4]​ Esta temprana práctica escrita, generalmente basada en la variante de Tenochtitlan, ha sido denominada náhuatl clásico y es una de las lenguas más documentadas y estudiadas de América. Debido a la popularidad del idioma y, en parte, a la expansión territorial a causa de los conquistadores, el rey Felipe II estableció el náhuatl como idioma oficial del Virreinato de Nueva España.[5]

Actualmente, diversas variantes del náhuatl se encuentran en comunidades dispersas, principalmente en áreas rurales del centro de México y a lo largo de la costa del Golfo. Hay diferencias considerables entre variantes y algunas no son mutuamente inteligibles. La región de la Huasteca concentra una gran parte de los hablantes de mexicano. Todas las variedades dialectales han tenido diferentes grados de influencia del español. Ninguna de las variantes contemporáneas es idéntica al náhuatl clásico, aunque las variantes centrales, habladas alrededor del Valle de México, están más estrechamente relacionadas con este que las de la periferia.

Evidencia dialectológica indica que las variantes modernas no parecen haber evolucionado de la variante hablada en Tenochtitlan, sino de variantes regionales ya existentes antes de la codificación del llamado náhuatl clásico. Siguiendo esta idea, se ha propuesto que la lengua de la capital mexicana fue una koiné resultante del contacto entre hablantes de distintas variantes.[6]​El náhuatl se habla en 15 de las 31 entidades federativas de la República Mexicana: Puebla, Hidalgo, Veracruz, San Luis Potosí, Oaxaca, Colima, Durango, Guerrero, Jalisco, Michoacán, Morelos, Nayarit, Tabasco, Tlaxcala, Estado de México y Ciudad de México

La terminología utilizada para describir las variedades del idioma se aplica de manera inconsistente. Se utilizan muchos términos con múltiples denotaciones, o una sola agrupación de dialectos tiene varios nombres. A veces, los términos más antiguos se sustituyen por otros más nuevos o con el propio nombre de los hablantes para su variedad específica. La palabra "náhuatl" es en sí misma una palabra náhuatl, probablemente del término nāhuatlahtōlli [naːwat͡ɬaʔˈtoːlli], que deriva de nāhuatl, «sonido claro o agradable» y tlahtōlli, «lengua o palabra».[7]​ Los lingüistas suelen identificar los dialectos locales del idioma añadiendo como calificativo el nombre de la región donde se habla esa variedad.

Durante la época del Imperio mexica, centrado en México-Tenochtitlan, el idioma llegó a identificarse con el grupo étnico políticamente dominante mexica y, en consecuencia, el idioma mexicano se describió a menudo como mēxihcacopa (literalmente "en la forma mexica") o mēxihcatlahtōlli ("lengua mexica"). El término "aztecano" rara vez se usa para el idioma, sin embargo, el nombre tradicional usado por los lingüistas norteamericanos para las lenguas nahuanas (la rama de las lenguas uto-aztecas que comprende el náhuatl y el pipil) es "azteca general", aunque esta denominación no incluye al idioma pochuteco.

Los propios hablantes de náhuatl a menudo se refieren al idioma como "mexicano" o alguna palabra derivada de mācēhualli, la palabra náhuatl para "plebeyo". Un ejemplo de esto último es el caso del náhuatl hablado en Tetelcingo, cuyos hablantes lo llaman mösiehuali̱. Los nahuas de Durango se refieren al idioma como "mexicanero". Los hablantes de las variantes que usan "l" y "t" en lugar del dígrafo "tl" prefieren llamarlo "náhual" y "náhuat", respectivamente.[8]​ Sin embargo, el náhuat de El Salvador también es conocido por los lingüistas como "pipil" o "nicarao", términos que los hablantes no suelen utilizar. Los hablantes de náhuat del Istmo de Tehuantepec llaman melaꞌtájto̱l ("lengua recta") a la lengua. Algunas comunidades de nahuatlatos usan el término "náhuatl" como el nombre del idioma, aunque parece ser una innovación reciente.

El náhuatl pertenece a la familia yuto-nahua (uto-azteca) el cual tiene una división prehistórica en “yuto-nahua del norte” y “yuto-nahua del sur”. De esta última rama se desarrollaron cuatro grupos, de los cuales, el grupo “nahuatlano”[9]​ también llamado “nahuano” o “aztecano” dio origen al náhuatl. La división Yuto-nahua del sur / Nahuatlano marca el surgimiento del Proto-nahua, ancestro de todas las variantes. Según algunos autores la primera división del proto-nahua dio origen al extinto pochuteco, quedando por otro lado lo que los lingüistas norteamericanos llaman General Aztec[10]​ o náhuatl nuclear según el INALI, el que a su vez se divide en dos ramas: el Náhuatl Occidental y el Náhuatl Oriental. Por último, la rama occidental se divide en Náhuatl de la Periferia Occidental y Náhuatl central. Todas las variantes dialectales de hoy se desprenden de estos grupos.

La sub-clasificación actual del náhuatl se basa en las investigaciones de Canger (1980, 1988) y Yolanda Lastra (1986). Canger inicialmente introdujo el esquema de una agrupación central y dos grupos periféricos; Lastra concordó con esta noción aunque difiere en algunos detalles. Canger y Dakin (1985) replantearon una división básica más antigua de la comunidad de hablantes del proto-nahua en sólo dos ramas, la Occidental y la Oriental para justificar y comprender las variaciones de las orientales que muestran una mayor profundidad temporal. Canger originalmente consideró la zona central como una sub-área innovadora dentro de la rama occidental, pero en 2011, sugirió que emanó como una lengua koiné urbana con características de ambas áreas, tanto occidental como oriental. Canger (1988) incluyó provisionalmente los dialectos de la Huasteca en el grupo central, mientras Lastra de Suárez (1986) los sitúa en la periferia oriental; Kaufman (2001) y la mayoría de los investigadores actuales aceptan estas conclusiones.

Desde un punto de vista tipológico, resalta su importancia como ejemplo de lengua polisintética y aglutinante, particularmente en la morfología verbal y en la formación del léxico. Tipológicamente es además una lengua de núcleo final, en la que el modificador suele preceder al núcleo modificado.[11]

Sobre la cuestión del punto geográfico de origen, los lingüistas durante el siglo XX coincidieron en que la familia de lenguas yuto-nahuas se originó en el suroeste de los actuales Estados Unidos.[12][13]​ Tanto la evidencia de la arqueología y la etnohistoria es compatible con una difusión hacia el sur a través del continente americano; este movimiento de comunidades hablantes se dio en varias oleadas desde los desiertos del norte de México hacia el centro de México. El proto-nahua, por lo tanto, surgió en la región entre Chihuahua y Durango donde, al ocupar una mayor extensión de territorio, formó rápidamente dos variantes, una que se continuó dispersando hacia el sur con cambios innovadores mientras la otra, con rasgos conservadores del yuto-nahua, se desplazó hacia el oriente.

La migración propuesta de hablantes de la lengua proto-nahua en la región mesoamericana se ha colocado en algún momento alrededor del año 500, hacia el final del período Clásico Temprano en la cronología mesoamericana.[14][15][16]​ Antes de llegar al centro de México, grupos pre-nahuas probablemente pasaron un periodo de tiempo en contacto con las lenguas cora y huichol del occidente de México (que también son uto-aztecas).[15]

El surgimiento del náhuatl y sus variantes por lo tanto tuvo lugar durante la época de apogeo de Teotihuacán. Las rutas comerciales teotihuacanas sirvieron para una rápida difusión de la nueva lengua. La identidad de la lengua hablada por los fundadores de Teotihuacán es desconocida, sin embargo, durante mucho tiempo ha sido objeto de debate; de esta manera en los siglos XIX y XX algunos investigadores creían que Teotihuacán había sido fundada por hablantes de náhuatl; más tarde hacia finales del siglo pasado la investigación lingüística y arqueológica comenzó a contradecir ese punto de vista. Ahora se cree que es más probable que la lengua teotihuacana estuviera relacionada con el totonaco o fuera de origen mixe-zoqueano.[17]​ Buena parte de la migración nahua al centro de México fue consecuencia y no causa de la caída de Teotihuacán.[18]​ Desde estas épocas tempranas se dieron préstamos entre las diferentes familias lingüísticas, incluso a nivel morfosintáctico.

En Mesoamérica, las familias de la lengua maya, otomangue y mixe-zoque habían coexistido durante milenios. La interacción de estas lenguas generó una serie de rasgos comunes en todas ellas que permiten que pueda considerarse a la zona mesoamericana, desde el punto de vista lingüístico, como una unidad, independientemente de la evolución de cada lengua en su propio grupo. Después de que los nahuas llegaron a la zona de alta cultura de Mesoamérica, su lengua también adoptó algunos de los rasgos que definen el área lingüística mesoamericana;[19][20]​ así, por ejemplo, los nahuas adoptaron el uso de sustantivos relacionales y una forma de construcción posesiva típica de las lenguas mesoamericanas.

Teotihuacán ejercía un poder centralista y marcaba las pautas de los señoríos locales, quienes al parecer tenían que ser legitimados desde la metrópolis. Tras el colapso de la gran ciudad, surgieron modelos nuevos para detentar el poder. Junto con estos modelos, se cree que fue desarrollándose la lengua náhuatl.[21]​ En particular fue difundida por la cultura Coyotlatelco,[22]​ sin embargo, la lengua no solo era hablada por sus nativos, sino que poco a poco fue siendo adoptada por grupos otomangues más antiguos, que habían dependido de Teotihuacán. Al fundarse Tula Chico en el siglo VII ya era evidente la influencia nahua, si bien no era muy intensa; trescientos años después con la re-fundación de esta ciudad (alrededor del año 900, en que comenzó a conocerse como “Tollan”, la actual Tula), sus fundadores son reconocidos por las fuentes como “nahuas-chichimecas” quienes comparten el poder con los nonohualcas.[23]​ Es en este momento que el náhuatl adquiere relevancia política. Poco después se volverá el idioma oficial de los tepanecas (que hablaban originalmente una variante del otomí),[24]​ y ya en el siglo XIV fue adoptado por los acolhuas de Tetzcoco.[25]

Aunque se cree que los mexicas siempre hablaron el náhuatl, es posible que también lo hayan adoptado.[26]​ La influencia política y lingüística de este grupo llegó a extenderse en la América media y el náhuatl se convirtió en una lengua franca entre los comerciantes y las élites de Mesoamérica, por ejemplo entre los mayas quiché.[27]Tenochtitlan creció hasta convertirse en el mayor centro urbano mesoamericano, lo cual atrajo a los hablantes de náhuatl de otras áreas en que se había extendido los siglos anteriores, con lo que nació una nueva forma urbana de náhuatl con diversas características de distintos dialectos. Esta variedad urbanizada de Tenochtitlan-Tlatelolco es lo que llegó a ser conocido como náhuatl clásico, lo cual ha sido ampliamente documentado durante la época virreinal.[28]

Con la llegada de los españoles al corazón de México en 1519 la situación del idioma náhuatl cambiaría de manera significativa; por un lado comienza un desplazamiento por la lengua española; por el otro, su uso oficializado para la comunicación con los nativos generó el establecimiento de nuevos asentamientos; a la vez se dio la creación de una amplia documentación en escritura latina, con lo cual se asienta un registro fidedigno para su preservación y comprensión, por lo que el idioma siguió siendo importante en las comunidades nahuas bajo el dominio español.

Los españoles se dieron cuenta de la importancia que tenía la lengua y prefirieron continuar con su uso que cambiarla, también encontraron que el aprendizaje de todas las lenguas indígenas de lo que ellos llamarían Nueva España era imposible en la práctica, por lo que se concentraron en el náhuatl. Inmediatamente después de la Conquista, los misioneros franciscanos fundaron escuelas —como el Colegio de Santa Cruz de Tlatelolco en 1536— para la nobleza indígena con el propósito de re-educarlos dentro de los cánones occidentales, donde aprendían teología, gramática, música, matemáticas. A la vez los misioneros emprendieron la redacción de gramáticas, llamadas en esa época “artes”, de las lenguas indígenas para su uso por parte de sacerdotes. La primera gramática náhuatl escrita en 1531 por los franciscanos se encuentra perdida, la más antigua que se preserva fue escrita por Andrés de Olmos y publicada en 1547. Hacia el año de 1645 se tiene noticia de cuatro obras más publicadas cuyos autores son, en 1571 Alonso de Molina, en 1595 Antonio del Rincón, en 1642 Diego de Galdo Guzmán y en 1645 Horacio Carochi. Este último es considerado hoy en día el más importante de los gramáticos de la época virreinal.[29]​ Carochi ha sido especialmente importante para los investigadores que trabajan en la nueva filología, debido a su enfoque científico que precede a las investigaciones lingüistas modernas, analiza más a detalle los aspectos fonológicos que sus predecesores e incluso sucesores, quienes no habían tomado en cuenta la pronunciación del cierre glotal (saltillo) que es en realidad una consonante o la longitud vocal.

En 1570 el rey Felipe II de España decretó que el náhuatl debía convertirse en la lengua oficial en la Nueva España con el fin de facilitar la comunicación entre los españoles y los nativos del virreinato.[30]​ Durante este período la Corona española permite un alto grado de autonomía en la administración local de los pueblos indígenas, y en muchos pueblos la lengua náhuatl era la oficial de hecho, tanto escrita como hablada.[31]​ Durante los siglos XVI y XVII, el náhuatl clásico se utilizó como lengua literaria, y un gran corpus de documentos de ese período sobrevivió hasta nuestros días. Las obras de este período incluyen historias, crónicas, poesía, obras de teatro, obras canónicas cristianas, descripciones etnográficas y documentos administrativos. Como ejemplos se pueden citar el Códice Florentino, un compendio de doce volúmenes de la cultura mexica compilado por el franciscano Bernardino de Sahagún; la Crónica Mexicáyotl de Fernando Alvarado Tezozómoc que relata el origen y el linaje real de Tenochtitlán; los Cantares mexicanos que son una colección de poemas en náhuatl; el diccionario compilado por Alonso de Molina náhuatl-español y español-náhuatl el cual sigue siendo básico para la lexicología moderna; y el Huei tlamahuiçoltica, una de las descripciones en náhuatl de la aparición de la Virgen de Guadalupe.

Durante un tiempo, la situación lingüística en la Nueva España se mantuvo relativamente estable pero en 1686 el rey Carlos II emitió una real cédula que prohíbe el uso de cualquier idioma distinto del español en todo el Imperio español, reiterándola en 1691 y 1693, en las que dicta la creación de la “parcela escolar” para la enseñanza del idioma imperial.[32]​ Otro decreto el 10 de mayo de 1770, ahora de Carlos III, estableció la creación de nuevos centros de enseñanza completamente en castellano para la nobleza indígena y trató de quitar el náhuatl clásico como lengua literaria,[33]​ aunque hasta la Independencia de México en 1821, los tribunales españoles aún admitían testimonios en náhuatl y documentación como prueba en los juicios, con traductores judiciales que exponían en español.[34]

La situación indígena y del habla del náhuatl al inicio del movimiento de independencia en realidad había sido sostenido pues el 66% de la población era indígena de los 6 millones de habitantes del país y la lengua mexicana seguía siendo la lengua franca.[35][36]​ Los indicadores demográficos muestran un crecimiento paralelo al de la población mestiza de México. Las comunidades nahuas ya habían asimilado el cristianismo de manera sincrética. Además, eran parte fundamental de la fuerza productiva del país; su desarrollo local se fincaba en una tradición ya consumada durante los últimos 300 años y que había generado pocos cambios en su organización social y cultural y, de hecho, muchas de esas manifestaciones todavía sobreviven hasta nuestros días.

A lo largo de la época moderna, la situación de las lenguas indígenas ha aumentado en precariedad cada vez más en México, y el número de hablantes de prácticamente todas las lenguas indígenas ha disminuido. A pesar de que el número absoluto de hablantes de náhuatl en realidad ha aumentado en el último siglo, las poblaciones indígenas se han vuelto cada vez más marginadas en la sociedad mexicana. Los grandes cambios en las comunidades indígenas se dieron a partir de las reformas agrarias emergidas del revolucionario Plan de Ayutla por medio de la “Ley Lerdo” a mediados del siglo XIX,[37]​ con lo cual se abolían las tierras comunales y a partir de entonces los indígenas se vieron forzados a pagar una serie de nuevos impuestos y que bajo la coacción de hacendados y gobierno no pudieron pagar creándose los grandes latifundios, lo que provocó que poco a poco fueran perdiendo sus tierras, su identidad, su lengua, e incluso su libertad.

Este proceso aceleró los cambios en la relación asimétrica entre las lenguas indígenas y el castellano, así el náhuatl se vio cada vez más influenciado y modificado; como primera consecuencia es observable una zona de una rápida pérdida del habla y las costumbres cercana a las grandes ciudades, como segunda consecuencia vemos zonas donde la “castellanización” es más fuerte provocando un bilingüismo activo, en una tercera zona se mantuvieron los hablantes indígenas más aislados y conservaron más puras sus tradiciones.

Durante el Segundo Imperio Mexicano, el emperador Maximiliano I procuró tener un traductor especialista en náhuatl-español porque tenía interés en que en el imperio se usara más el idioma que hablaba una gran parte de la población, por lo que se dedicó a aprender el idioma mexicano y su traductor, Faustino Chimalpopoca, se convirtió en su maestro. Fue muy importante para Maximiliano emitir sus decretos en náhuatl y en español, ya que era consciente de que era necesario acercarse a los ciudadanos en su propia lengua.[38]​ En 1865, Maximiliano I emitió dos decretos bilingües (en mexicano y español) y, el 16 de septiembre de 1866, emitió un edicto, también bilingüe, sobre el fundo legal a favor de los pueblos indígenas.[39]

Varios años después, el gobierno de Porfirio Díaz y las políticas porfirianas tendían a la eliminación de las lenguas nativas, buscando el desarrollo y el progreso del país bajo un nacionalismo mexicano, política seguida por los gobiernos post-revolucionarios. Solo hasta el gobierno cardenista surge un verdadero interés institucional por comprender y estudiar la cultura indígena, intentando revertir la tendencia de la incorporación forzada a la cultura nacional, lo que de hecho no pasó y continuó la pérdida hasta los años ochenta.

Cambios significativos se dieron por lo menos desde mediados de la década de 1980, aunque las políticas educativas en México se centraron en la castellanización de las comunidades indígenas, para enseñar puramente español y desalentar el uso de las lenguas nativas, tuvo como resultado que hoy en día un buen número de hablantes de náhuatl estén en posibilidad de escribir tanto su lengua como el español;[40]​ aun así su tasa de alfabetización en español sigue siendo muy inferior a la media nacional.[41]​ A pesar de ello, el náhuatl todavía es hablado por más de dos millones de personas, de los cuales alrededor del 10% son monolingües. La supervivencia del náhuatl en su conjunto no está en peligro inminente, pero la supervivencia de ciertos dialectos sí lo está; y algunos ya se han extinguido durante las últimas décadas del siglo XX.[42][43]

La década de 1990 vio la aparición de cambios diametrales en las políticas del gobierno mexicano hacia los derechos indígenas y lingüísticos. La evolución de los acuerdos en el ámbito de los derechos internacionales[44]​ combinada con presiones internas condujeron a reformas legislativas y la creación de organismos gubernamentales descentralizados; así, ya para el 2001 el Instituto Nacional Indigenista desapareció para darle paso a la Comisión Nacional para el Desarrollo de los Pueblos Indígenas (CDI) y el INALI creado en 2003 con responsabilidades para la promoción y protección de las lenguas indígenas, en particular la Ley general de Derechos Lingüísticos de los Pueblos indígenas[45]​ reconoce todas las lenguas indígenas del país, incluyendo el náhuatl, como "idiomas nacionales" y da a los indígenas el derecho a utilizarlos en todas las esferas de la vida pública y privada. En el artículo 11, que garantiza el acceso a la educación obligatoria, bilingüe e intercultural.[46]​ Esta ley da origen al Catálogo de las Lenguas Indígenas Nacionales en 2007.[47]

En 1895, el náhuatl era hablado por más del 5% de la población. Para el año 2000, esta proporción había caído a 1.5%. Teniendo en cuenta el proceso de marginación combinada con la tendencia de la migración a las zonas urbanas y a los Estados Unidos, algunos lingüistas están advirtiendo sobre la muerte inminente de las lenguas.[48]​ En la actualidad se habla principalmente en las zonas rurales por una clase baja de agricultores de subsistencia indígenas. De acuerdo con el INEGI, el 51% de los hablantes de náhuatl están involucrados en el sector agrícola y 6 de cada 10 no reciben sueldos o ganan menos del salario mínimo.[41]​ Sin embargo, en los últimos años, el idioma está ganando cada vez más popularidad, hecho que ha llevado al aumento de contenido en internet en el idioma y a la traducción de sitios web como Wikipedia y aplicaciones como Telegram Messenger a náhuatl. En 2020, la cámara de diputados aprobó el dictamen con proyecto de decreto que reconoce como lenguas oficiales al español, al mexicano y a las demás lenguas indígenas, las cuales tendrán la misma validez en términos de la ley.[49]

Como etiqueta lingüística el término "náhuatl" comprende un continuum de variantes lingüísticas que puede verse, o bien como un grupo de lenguas estrechamente relacionadas, o como dialectos divergentes de una misma lengua. En cualquier caso, las variantes del náhuatl pertenecerían al grupo náhuatl (también llamado nahuatlano y nahuano) de la familia yuto-nahua. El Instituto Nacional de Lenguas Indígenas, por ejemplo, reconoce 30 variantes[50]​ dentro del grupo lingüístico etiquetado como "Nahuatl". El catálogo Ethnologue, en cambio, reconoce 28 variantes identificadas con códigos ISO 639-3. Algunas veces, la etiqueta "náhuatl" se usa también incluyendo al náhuat de El Salvador, conocido académicamente como "pipil".

En México, el mexicano o náhuatl se habla principalmente en cinco estados: Guerrero, Puebla, Hidalgo, San Luis Potosí y Veracruz, donde tiene en cada estado una población arriba de 100 mil hablantes. En los estados de Morelos, Tlaxcala y Nuevo León cuenta con una población dispersa o en localidades pequeñas; en promedio se puede hablar de una población de alrededor de 20 mil hablantes. En los estados de Tabasco, Michoacán, México, Oaxaca, Nayarit y Durango, así como los habitantes de Milpa Alta la presencia es mínima y con posibilidad de perderse (excepto en Oaxaca).

Las variantes dialectales se agrupan en tres ramas principales, náhuatl central, náhuatl oriental y náhuatl de la Periferia Occidental. Sus dialectos son:

Náhuatl central es una derivación del “náhuatl occidental” que durante los siglos XIV y XV desarrolló varias innovaciones a la vez que asimiló algunas características de las demás variantes. En el mismo siglo XV ya presentaba una diferenciación y eran consideradas diferentes las hablas del centro (valle de México), de Morelos o de Tlaxcala-Puebla.

Náhuatl clásico es la denominación de la lengua registrada durante el Virreinato; ésta en realidad refleja una serie de variantes. Una gran parte de que parezca solo un idioma es debido al esfuerzo de los frailes que quisieron trasmitir, por medio de la lengua más culta, la fe cristiana. Posteriormente las autoridades virreinales, con una forma más coloquial, dieron cabida a la elaboración de documentos (testamentos, pleitos territoriales, denuncias, etc.) en lengua náhuatl. Los libros y documentos escritos en la ciudad de México contienen un estilo más elegante, el que quisieron rescatar los religiosos. Obra diversa procede de otras ciudades importantes como Colhuacán, Chalco, Cuauhtitlan, Tlaxcala, Tecamachalco. Las diferencias más marcadas entre la variante de México y otras se pueden ver al comparar el Nican mopohua con textos de Jalisco (Yáñez, 2001) o de Guatemala (Dakin, 1996).

Náhuatl de Morelos es una denominación genérica que designa a toda la población hablante de esta lengua en el estado, por lo que se presta a confusión. Para Ethnologue existen solo dos variantes, una con el código ISO 639-3 nhm que representa la mayoría de los nahuas, y con código nhg clasifica a los hablantes de Tetelcingo.

El INALI divide el estado en cuatro variantes; el más representativo y al que le correspondería el código “nhm” lo denomina mexicano de Tetela del Volcán (es el náhuatl de Hueyapan y Santa Catarina); las otras variantes son el mexicano de Temixco (náhuatl de Cuentepec); el mexicano central bajo (hablado en los municipios de Ayala y Jojutla) y por supuesto el náhuatl de Tetelcingo que denomina mexicano de Puente de Ixtla. La población total nahuahablante en el estado es de 19 241 personas.[51]

Náhuatl de Tlaxcala es una de las variantes que presenta una gran asimetría en su relación con el español, buena parte de los pueblos históricos que la hablan están siendo absorbidos por la mancha urbana de la Zona Metropolitana de Puebla-Tlaxcala, por lo que la han modificada al correr de los años su estructura y fonología; es hablado con más frecuencia en los municipios de la región occidental del Volcán la Malintzi y sur del estado, como Tetlahnocan, Contla de Juan Cuamatzi, Chiautempan, Teolocholco y San Pablo del Monte. Es denominado por el INALI mexicano del oriente central y tiene alrededor de 19 mil hablantes.[52]

El náhuatl de Tetelcingo o mösiehuali̱, aunque emparentado con el náhuatl clásico, tuvo una evolución que ha obligado a los investigadores a desarrollar un sistema de escritura muy particular.[53]​ El primer estudio de esta variante lo hizo William Cameron Townsend en 1935. Es hablado por menos de 3500 personas en el municipio de Cuautla de Morelos (Morelos).

Por algunos considerada como la más conservadora o la que retomó características arcaicas como el uso del absolutivo en -t. Se tiene tres zonas muy marcadas, por una parte tenemos el “náhuatl de La Huasteca” con gran influencia de las variantes centrales; las variantes del centro de Veracruz y sur de Puebla con rasgos del Golfo; y las denominadas variantes del “Istmo” (o Golfo) con una fuerte sustitución del –tl por –t y un gran parecido al idioma náhuat de El Salvador.

El náhuatl guerrerense o náhuatl de Guerrero durante mucho tiempo fue clasificado en la rama central, sin embargo los estudios revelan un substrato de elementos orientales y los elementos centrales al parecer son innovaciones que se dieron a partir del siglo XIII.[54]​ En el estado de Guerrero se presenta una variación dialectal que da origen a cuatro distintas variantes: dos de la “Periferia Occidental”; el “náhuatl de Tlamacazapa” y el “náhuatl de Coatepec”. El grueso de hablantes (cerca de 150 000) que son propiamente del “náhuatl de Guerrero” se ubican en la región centro-montaña del estado; la cuarta variante es el “náhuatl de Ometepec”, cerca de la Costa Chica y la cual tiene 430 hablantes. Esta última variante también es clasificada en la rama occidental.[55]

El INALI engloba tres variantes bajo el nombre de náhuatl del Istmo (también llamado náhuatl istmeño),[56]​ según los estudios del Instituto Lingüístico de Verano (SIL por sus siglas en inglés) le corresponde a la forma más extrema hacia el sur, en el municipio de Cosoleacaque, el código ISO 639-3 nhk, al de Mecayapan el código nhx y al de Pajapan aplica el código nhp.

La variante más representativa y estudiada es la de Mecayapan. Tiene alrededor de 20 000 hablantes, distribuidos también en el pueblo de Tatahuicapan.[57]​ En su proceso fonológico evolutivo está emparentada con el náhuat tabasqueño y usa las letras /b/, /d/, /g/ y /r/. Además, esta variante se caracteriza por el uso de vocales largas.[58]

La región norte de Puebla presenta una geografía bastante accidentada, lo que provoca más aislamiento entre las comunidades; esta situación generó que en un territorio reducido tengan tres variantes según Ethnologue, cuatro según el INALI. Las denominaciones son confusas pues utilizan casi las mismas palabras como “norte”, “sierra”, como veremos a continuación. El náhuatl del noreste central, (denominación del INALI) es equivalente al Nahuatl, Northern Puebla de Ethnologue con código ncj. Para la institución mexicana es la variante hablada en los municipios de Acaxochitlán (Hidalgo), en los municipios poblanos de Chiconcuauhtla, Honey, Huauchinango, Jopala, Juan Galindo, Naupan, Pahuatlán, Tlaola, Tlapapcoya, Xicotepec, Zihuateutla. Esta variante en realidad se deriva del náhuatl central. Tiene 71 040 hablantes.[59]​ Uno de los primeros estudios de la zona lo hizo Yolanda Lastra en Acaxochitlán en 1980 (véase bibliografía).

Propiamente las variantes orientales son el náhuatl de la sierra noreste de Puebla,[60]​ hablado en los municipios de Atempan, Ayotoxco, Cuautempan, Cuetzalan, Chignautla, Hueyapan, Hueytamalco, Huitzilán de Serdán, Ixtacamaxtitlán, Jonotla, Nauzontla, Tenampulco, Tetela de Ocampo, Teziutlán, Tlatlauquitepec, Tuzamapan, Xiutetelco, Xochiapulco, Xochitlán, Yaonahuac, Zacapoaxtla, Zautla, Zapotitlán, Zaragoza, Zoquiapan. Ethnologue le asigna el código azz (Nahuatl, Highland Puebla). Tiene 134 737 hablantes.[61]​ En esta variante es muy marcado el uso de /t/ en las palabras en lugar de /tl/; los nativos llaman a su lengua “mexikanotlajtol” y se autodenominan “maseualmej” como equivalente de gente indígena.

La otra variante llamada náhuatl de la sierra oeste de Puebla es hablada en Ahuacatlán, Aquixtla, Chignauapan, Tepetzintla, Zacatlán. Se le asocia el código nhi (Nahuatl, Zacatlán-Ahuacatlán-Tepetzintla). Tiene 19 482 hablantes.[62]​ La cuarta variante que reconoce el INALI la denomina náhuatl alto del norte de Puebla y es hablada únicamente en los municipios de Francisco Z. Mena y Venustiano Carranza. Tiene 1350 hablantes.[63]

El náhuatl de la Huasteca, es una de las variedades con mayor número de hablantes. Aunque se reconocen como tres regiones distintas con particularidades, la inteligibilidad es muy alta entre ellas. En el estado de Hidalgo (principalmente en los municipios de Huejutla, Jaltocán, Pisaflores y Tenango de Doria) es denominado por el INALI mexicano de la Huasteca hidalguense; en el noroeste de Veracruz es llamado náhuatl de la Huasteca veracruzana; y en el sureste de San Luis Potosí lo clasifican como náhuatl de la Huasteca potosina. Tiene alrededor de 464 mil hablantes en las tres áreas.[64]

Corresponden a esta rama las variantes de los estados de Michoacán, Colima, Jalisco, Nayarit y Durango. Aunque prácticamente está extinto en Jalisco y Colima, no ha sido declarado así por ninguna institución. Además, se incluyen las hablas de las poblaciones de Tlamacazapa (municipio de Taxco, Guerrero), la de Coatepec Costales (municipio de Teloloapan, Guerrero) y la de Temascaltepec (Estado de México). Estas variantes son reconocidas por el uso de /l/ donde las variantes centrales usan /tl/. También están variantes presentan mayores cambios fonológicos y de morfo-sintaxis, por lo que muestra una mayor diferenciación respecto a otras regiones.

El náhual de Michoacán o mexicano central de occidente es hablado en la costa de Michoacán y parte de la sierra pegada a esta; ha sufrido una gran pérdida de hablantes, pero es a la vez una de las que más se apega a sus tradiciones. Para recuperar su lengua se han implementado la educación indígena obligatoria durante los tres primeros ciclos escolares de la educación básica y se promueve la escritura literaria.[65]​ Tiene 2809 hablantes.

El náhuatl de Jalisco o mexicano del occidente[66]​ era una variante que se habló al sur del estado y compartía rasgos con el “náhuatl de Michoacán”. Fue la primera variante en tener su propia gramática, fue elaborada en 1692 por Fray Juan Guerra y se llamó "Arte de la lengua mexicana. Que fue usual entre los indios del obispado de Guadalajara y de parte de los de Durango y Michoacán". Las imposiciones por parte de los gobiernos locales durante el Porfiriato fueron causa de una rápida pérdida del habla a principios del siglo XX, los gobiernos post-revolucionarios no mostraron una mejor disposición ni siquiera para su estudio, por lo que en la década de los sesentas y setentas cuando lingüistas e investigadores quisieron estudiarlo ya estaba moribundo.[67]

Náhuatl de Durango o mexicano del noroeste[69]​ es una variedad que también se le conoce como “náhuatl mexicanero” y se habla en el estado de Durango, en las poblaciones de San Pedro de las Jícoras, San Juan de Buenaventura entre otras. Los nahuas de esta región tienen una interacción muy activa con los tepehuanes, coras y huicholes con los que comparten territorio. Su supervivencia se ha debido al aislamiento y lo poco accesible de sus comunidades; viven de una economía autosuficiente; su lengua es la usual en la vida cotidiana. Aunque en su mayoría son bilingües no aprenden el español sino hasta después de los 5 o 6 años. Cuenta con alrededor de 1300 hablantes.

El náhuat de El Salvador es una de las variantes relacionada históricamente con los habitantes de Cuzcatlán, hoy El Salvador y parte de Nicaragua. Se tiene registro que también era hablada en poblaciones de Honduras. Hoy en día, los hablantes en El Salvador están llevando a cabo un proceso de revitalización lingüística. Ethnologue reporta 500-1000 personas según un estudio del 2015.[70]

El pochuteco fue un idioma nahua que se habló en la Costa Sur de Oaxaca, particularmente en el actual municipio de Pochutla, fue estudiado en 1912 por el antropólogo norteamericano Franz Boas, quien escribió una descripción hasta 1917 en la revista International Journal of American Linguistics. En la actualidad se considera por algunos estudiosos como la primera variante que evolucionó antes del surgimiento de las ramas oriental y occidental, sin embargo, su estudio no fue completo por lo que en realidad su clasificación es dudosa.[71]

La enseñanza de las lenguas nativas al igual que el español o cualquier idioma en el mundo se da en el seno materno de un hogar, es decir, se trasmite de padres a hijos. Esto conlleva toda una serie de factores socioculturales que determinan distintos grados de asimilación y proporcionan distintos niveles de comprensión e interpretación. Esencialmente, se pueden considerar dos tipos de hablantes: quienes simplemente reproducen el habla de su entorno incluso sin necesidad de aprender a escribirlo y por otro lado, quienes lo cultivan ya sea oral o escrito para desarrollar una mayor capacidad de comunicación clara.

La lengua náhuatl durante la época prehispánica carecía de un sistema de escritura para su enseñanza, lo cual era de hecho innecesario, ya que aparte del aprendizaje en el hogar existían instituciones de educación obligatoria donde aprendían a distinguir el habla común (macehuallahtolli) del habla elegante (tecpillahtolli). En las escuelas indígenas (Telpochcalli, Calmecac o Cuicacalli) se ponía mucho énfasis en la adquisición de habilidades en oratoria, se aprendían de memoria largos discursos morales, históricos, obras de teatro y cantos. Esto hacía de la enseñanza de la lengua y en sí de la educación, un modelo de éxito.[72]

Al llegar los españoles y reconocer la utilidad del sistema lo aprovecharon, permitiendo que el náhuatl continuara en uso. Los peninsulares se vieron obligados a aprender el idioma nativo, lo que provocó a su vez que escribieran tratados para su comprensión y utilización para la catequización del indígena. En realidad, la enseñanza del náhuatl siguió dándose de manera natural, por medio del uso generalizado. La creación de centros de estudio durante el Virreinato fue para el conocimiento y desarrollo de las ciencias —entre ellas la escolástica— y no para la alfabetización de los indígenas, sólo la nobleza nahua tenía derecho a aprender a leer y escribir su lengua, el grueso del pueblo tenía que acudir ante “escribanos” para la creación de algún documento.[72]

La situación colonial se extendió hasta el siglo XX, donde al inicio de la revolución mexicana la población indígena era 90 % analfabeta.[73]​ Con la creación de la Secretaria de Educación Pública durante el mandato de Álvaro Obregón, se planteó un departamento de educación indígena, sin embargo, continúa el debate entre el uso o desuso de las lenguas vernáculas; es hasta 1940 que con el apoyo del presidente Lázaro Cárdenas se implementan programas de educación en lengua materna, cuyos experimentos pilotos funcionan pero al establecerlos a nivel nacional pierden solidez.[74]​ Gobiernos posteriores se centran en la castellanización, dejando de lado la enseñanza de las lenguas nativas, a mediados de los ochentas se cuenta ya con una tasa mayor al 70 % de indígenas alfabetizados, sin embargo, sólo el 20 % sabe escribir su propio idioma.[75]

Nuevos programas pilotos durante los ochentas y noventas por parte de la SEP fueron la base de una educación bicultural enfocada primero en la escritura y habla de la lengua materna, y a partir del cuarto ciclo escolar el aprendizaje del español. Durante el ciclo 1993-94 aparecen los primeros libros de texto gratuito en lengua náhuatl que cubrían hasta el tercer grado de educación primaria, línea que continúa hasta la actualidad (2016) ya que no se han elaborado los materiales para los grados superiores.

Junto con la educación básica la SEP por medio del Instituto Nacional para la Educación de los Adultos (INEA) ha desarrollado material para alfabetizar a personas mayores de 15 años, esto durante la primera década de este siglo, cubriendo nueve zonas escolares indígenas y un número de variantes casi iguales, las cuales son:

El INEA trabaja bajo el programa “Modelo Educación para la Vida y el Trabajo”, abreviado “MEVyT Indígena”, también conocido como MIB. Consta de siete módulos, cuatro de los cuales totalmente en náhuatl; estos materiales están disponibles en línea para todo público y de manera gratuita.[76]

La gramática más antigua conocida del idioma, titulada Arte de la lengua mexicana, fue elaborada por el franciscano fray Andrés de Olmos. Fue concluida el primero de enero de 1547 en el convento de Hueytlalpan, ubicado en el Estado mexicano de Puebla. Destaca el hecho de haber sido desarrollada antes que muchas gramáticas de lenguas europeas como la francesa, y tan sólo 55 años después de la Gramática de la lengua castellana de Antonio de Nebrija.

El náhuatl clásico y la mayoría de variedades modernas emplean las siguientes consonantes según el AFI:[77]

La distinción entre vocales cortas y largas es importante y permite diferenciar muchos pares como te- 'piedra(s)' / tē- 'gente', cuahuitl 'árbol' / cuāuhtli 'águila' o chichi 'perro' / chīchī 'mamar'. Este tipo de ortografía se encuentra en uso activo en la edición en náhuatl de Wikipedia o Huiquipedia.

El náhuatl tiene una morfología nominal reducida, la mayoría de nombres tiene dos formas diferentes según el caso (poseído/no-poseído) o sólo una forma indistinguida. El estado absolutivo en singular se marca con /-tli/ y el poseído con /-wi/ (ambos sufijos derivados del proto-utoazteca /*-ta/ y /*-wa/). En cuanto a las marcas de plural se usan sobre todo los sufijos /-meh/ (procedente del proto-utoazteca /*-mi/) y a veces /-tin/ y /-h/, y en menor grado se usa la reduplicación de la sílaba inicial coyotl 'coyote' cocoyoh 'coyotes', aunque esto en náhuatl a diferencia de lenguas uto-aztecas como el guarijío o el pima es marginal.

La morfología verbal a diferencia de la nominal usa un gran número de morfemas prefijos o clíticos que indican, sujeto, objeto, direccional, marca reflexiva. El número se indica además de prefijo de persona mediante sufijos variados, igualmente el tiempo y el modo se indica mediante sufijos. La raíz verbal cambia de forma para indicar aspecto así para el náhuatl clásico se consideran tres tipos (llamados “temas”: largo, breve, medio)[78]​ e incluye gran número de sufijos derivativos.

El orden de los constituyentes es bastante libre aunque en los dialectos modernos tiende a SVO en oposición a VSO que eran más frecuentes en las etapas más antiguas de la lengua. Además las variantes modernas tienden a incluir interjecciones, conjunciones y adverbios prestados del español.

El adjetivo suele preceder al nombre pero al igual que en la sintaxis en las variantes modernas el acomodo refleja la influencia del español, aunque en los sintagmas todavía prevalece que el modificador o complemento suele preceder al núcleo sintáctico. Eso se refleja también en el hecho de que la lengua tiene sufijos que funcionan como postposiciones (núcleos del sintagma apositivo) en lugar de usar preposiciones como en el español.

El náhuatl se distingue por usar un número reducido de lexemas para construir gran cantidad de palabras mediante aglutinación, lo cual hace que casi toda palabra admita una descomposición en raíces, en su mayoría bisilábicas. Esto da a las palabras una gran transparencia en términos semánticos. Algunos ejemplos de composición léxica se encuentran en topónimos y nombres propios:

Ciertas áreas del léxico moderno han sido muy influidas por el español, así el sistema numérico de base vigesimal ha sido abandonado en favor del sistema decimal del español, quedando solo las formas de 1 a 20 del sistema nativo básicamente. Otras áreas del léxico como la vivienda, el vestido y ciertos términos agrícolas han incorporado también términos del español considerados que describen mejor la realidad tecnológica más moderna.

Originalmente se trataba de una escritura pictográfica con rasgos silábicos o fonéticos tipo rebus. Este sistema de escritura fue adecuado para mantener registros tales como genealogías, información astronómica y listas de tributos, pero no representaba el vocabulario total de la lengua hablada de la forma en que los sistemas de escritura del "viejo mundo" o la escritura maya podían hacerlo. Ya en los tiempos virreinales los códices fueron usados para enseñar la doctrina cristiana dando origen a los catecismos testerianos que podían ser “leídos” a la usanza anterior a la conquista de México.

El epigrafista Alonso Lacadena ha argumentado que en los albores de la invasión española los escribas nahuas de Tetzcoco habían desarrollado una escritura totalmente silábica que podía representar los sonidos de la lengua hablada en forma similar a la escritura maya.[79]​ Otros epigrafistas han cuestionado esta teoría argumentando que, aunque rasgos silábicos son evidentes en códices coloniales (muy pocos códices precolombinos han sobrevivido), esta característica puede ser interpretada más como una innovación inspirada por la alfabetización en español que como una continuación de una práctica precolombina.[80]

La existencia de logogramas ha sido documentada desde la conquista. Recientemente, el aspecto fonético de su sistema de escritura ha sido descubierto,​[81]​ aunque muchos de los caracteres silábicos ya habían sido documentados desde el siglo XVI por Bartolomé de las Casas[82]​ y analizados al menos desde 1888 por Zelia Nuttall​ y Aubin en 1885.[83]​​ Los catecismos testerianos​ son documentos que fueron utilizados en la evangelización en la Nueva España, que se caracterizan por explicar los preceptos de la doctrina católica a través de imágenes basadas en convenciones indígenas previas a la Conquista de México.[84][85][86]​​​​ Deben su nombre a Jacobo de Testera, religioso que recopiló catecismos de este tipo de sus autores indígenas.​

En 2016 surgió una propuesta de un abugida o alfasilabario del náhuatl formulada por Eduardo Tager y traducida al español en este artículo: http://unifont.org/nahuatl/ Aunque no ha tenido difusión entre los maestros y nahuatlatos, la propuesta es más precisa en cuanto a la adaptación de fonemas nahuas a la escritura que como lo ha sido el alfabeto latino, y tiene una mejor economía del espacio.

Los españoles introdujeron el alfabeto latino, el cual fue utilizado para registrar una gran cantidad de poesía y prosa mexicana, algo que de cierta forma compensó la pérdida de miles de manuscritos mexicas quemados por los europeos. Importantes trabajos de léxico, como el "Vocabulario" de Fray Alonso de Molina en 1571, y descripciones gramaticales, por ejemplo, el "Arte" de Horacio Carochi en 1645, fueron producidos usando variaciones de esta ortografía. La ortografía de Carochi usó cuatro diferentes diacríticos: el macrón (ā) para las vocales largas; el acento (á) para vocales cortas; el circunflejo (â) y el grave (à) para el saltillo en diferente posición.[87]

La escritura del idioma náhuatl con caracteres latinos está ligada al desarrollo de la escritura del castellano. Por ello, casi siempre se ha visto espejeada la evolución de las reglas de un idioma sobre el otro. A la forma de escribir el mexicano usada en los textos clásicos se le llama “escritura tradicional”.[88]​ A partir de los años treinta comenzó una valorización de la lengua de manera fonológica y se buscó escribirla y reglamentarla con base en sus propias características, lo que se conoce como “escritura moderna”.[89]

Actualmente, existen dos convenciones diferentes que usan diferentes subconjuntos del alfabeto latino: la ortografía tradicional y la ortografía moderna que ha aceptado la SEP. La Secretaría de Educación Pública de México (SEP) es la institución que regula las reglas de la ortografía, y la que ha establecido un sistema de escritura práctico que se enseña en los programas de educación primaria bilingües en las comunidades indígenas. La escritura moderna tiene mucho mayor uso en las variantes modernas que en la variante clásica. El siguiente cuadro recoge convenciones usadas en la ortografía clásica y en la ortografía de las variantes modernas para transcribir los diferentes fonemas:

A continuación, se reproduce una lista de cognados de varias variantes dialectales en diferentes grupos que permiten reconocer los parentescos más cercanos y la evolución fonológica según la región:[90]

Entre los pueblos nahuas existía un gran aprecio por la poesía, llamada «In Xōchitl In Cuīcatl», que significa «La Flor y El Canto» literalmente, aunque hay quien la interpreta como «palabra florida o florecida».[91]​ La poesía era una de las actividades especialmente practicada entre la clase noble. Huexotzingo, Texcoco, Culhuacan eran las ciudades más renombradas por sus poesías. Ocasionalmente se organizaban encuentros poéticos en donde se reunían incluso aquellos dirigentes de ciudades en guerra. El más famoso ocurrió en Huexotzingo en 1490, organizado por Tecayehuatzin, señor de ese lugar.[92]​ Detalles de este encuentro y muchas otras poesías se hallan en varios manuscritos recopilados después de la Conquista. El más famoso se llama Cantares mexicanos, y data del siglo XVI. Existe también otra recopilación de poesía, hecha por el novohispano Juan Bautista Pomar, nieto de Nezahualcóyotl.

El misionero franciscano Bernardino de Sahagún menciona que los mexicas disfrutaban de representaciones dramáticas, algunas cómicas, otras eróticas, y otras sobre la vida de sus dioses; estas representaciones se transformaron en los tiempos virreinales con tonos cristianos-sincréticos dando origen a la danzas de conquista y a las representaciones de “pastorelas” hasta nuestros días.[93][94]

De los miles de manuscritos prehispánicos, solo sobrevive una docena de códices, dado que los europeos tenían la creencia que los pobladores indígenas eran adoradores del diablo y por consiguiente quemaron y destruyeron prácticamente toda su obra. Existen también relaciones y documentos en náhuatl producidos por los «pilli» y tlacuilos, que poco después de la Conquista comenzaron a aprender a usar la escritura europea, como «Los anales de Tlatelolco» y el original náhuatl del Códice Florentino. Algunos autores novohispanos como Sor Juana Inés de la Cruz escribieron algunas obras en náhuatl. Poesía náhuatl (vid Nezahualcóyotl) y Nican Mopohua (vid Antonio Valeriano).

El náhuatl clásico se caracteriza por la abundancia de recursos literarios, siendo particularmente importantes los siguientes:

Los archivos musicales conventuales y catedralicios de México también dan cuenta de música en lengua náhuatl, tal es el caso de los motetes In ilhuicac cihuapille y Dios itlaço nantzine atribuibles a Hernando Franco y extraídos del Códice Valdés. Gaspar Fernandes, Maestro de Capilla de la Catedral de Puebla en el siglo XVII, compuso una enorme cantidad de villancicos en náhuatl solo, o náhuatl y español; varios de ellos se encuentran en el “Cancionero Musical de Gaspar Fernandes”, importante documento conservado en el Archivo Musical de la Catedral de Oaxaca.

Xochipitzahuac es la canción más popular en el mundo náhuatl. El canto a la virgen de Guadalupe se remonta al periodo virreinal novohispano, se desconoce el autor, pero se cree que esta canción ha sido de dominio popular, según investigaciones dicen que Xochipitzahuac se comenzó a cantar después de las apariciones de la Virgen María. En la actualidad la canción se sigue cantando en honor a la virgen de Guadalupe, diversas agrupaciones la han cantado como un huapango o con acompañamiento de instrumentos de cuerda (guitarras, bandurrias o violines).

En la actualidad, el Coro Niño Jesús (originario de Altepexi, Puebla) canta canciones tradicionales en náhuatl como Chokani (La Llorona) en forma de coro. También hay artistas como Mariel Gimeno que cantan canciones tradicionales como, por ejemplo, Macochi Pitentzin. Hay, asimismo, grupos que cantan en mexicano como Aves de Paso, que cantó la canción tradicional Xiquiyehua, y otros grupos nuevos que componen canciones en el idioma generalmente en forma de rap, rock y metal.

Recientemente el náhuatl ha sido estudiado y trabajado por las tecnologías de la información y en concreto por el Procesamiento de lenguajes naturales. La principal idea detrás de estas aplicaciones de la inteligencia artificial al lenguaje es poder acceder a herramientas comunes para los lenguajes más usados, cómo son traductores automáticos Traducción automática, correctores ortográficos y gramaticales, Búsqueda de respuestas, Reconocimiento del habla y Síntesis de habla, entre muchos otros. Hasta el momento el náhuatl cuenta con un traductor automático, un corpus paralelo entre el idioma y el español y un segmentador morfológico.[95]

Con la evolución de las tecnologías en este siglo XXI, el idioma mexicano no se ha quedado atrás, gracias a los constantes esfuerzos para expandir la lengua en el internet. Hoy en día, varios sitios web como Wikipedia y algunas aplicaciones como Telegram Messenger se pueden usar en náhuatl.[6]

La convivencia de cinco siglos entre el náhuatl y el español en México ha tenido un impacto en ambas lenguas. La influencia del náhuatl en el español se refleja especialmente en la gran cantidad de préstamos léxicos que el español ha tomado del náhuatl. En menor medida el español mexicano presenta marginalmente algunos rasgos fonéticos en parte atribuibles al náhuatl, incluyendo la africada lateral alveolar sorda t͡ɬ (ƛ), pronunciada en el dígrafo tl. La influencia en la gramática en el español mexicano es todavía menos clara, pero se ha argumentado que podría haber influido en la frecuencia de ciertas construcciones y tendencias ya presentes en el español general.

Por otra parte, el amplio bilingüismo náhuatl-español entre los hablantes de náhuatl ha influido en el idioma, tanto a nivel léxico como a nivel gramatical también. Asimismo, el maya yucateco y varias lenguas de Filipinas han adoptado numerosos nahuatlismos, principalmente nombres de plantas en el caso del filipino.[96]

En la gramática, uno puede citar como influencia del náhuatl el uso del sufijo -le para darle un carácter enfático al imperativo. Por ejemplo: brinca > bríncale, come > cómele, pasa > pásale, etcétera. Se considera que este sufijo es un cruce del pronombre de objeto indirecto español le con las interjecciones excitativas nahuas, tales como cuele.[97]​ Sin embargo, este sufijo no es un verdadero pronombre de objeto indirecto, ya que se usa también en construcciones no verbales, tales como: hijo > híjole, ahora > órale, qué hubo > quihúbole, etcétera.

La RAE acepta una gran cantidad de nahuatlismos en español, incluyendo: acocil, aguacate, ahuehuete, ajolote, amate, atole, ayate, cacahuate, camote, canica, capulín, chalmichi, chamagoso, chapopote, chapulín, chayote, chicle, chile, chipotle, chocolate, comal, copal, coyote, cuate, ejote, elote, epazote, escuincle, guacamole, guajolote, huachinango, huipil, hule, jacal, jícama, jícara, jitomate, macana, mecate, mezcal, milpa, mitote, mole, nopal, ocelote, ocote, olote, papalote, pepenar, petaca, petate, peyote, pinole, piocha, popote, tlalcoyote, pilcate, quetzal, tamal, tecolote, tejocote, tianguis, tiza, tomate, tule, zacate, zapote, zopilote.

Además, ha donado un sinfín de topónimos como, por ejemplo, México (Mēxihco) y Guatemala (Cuauhtemallān).

Las variedades modernas de náhuatl muestran diferente grado de impacto por el español. La influencia del español se refleja especialmente en el préstamo masivo de preposiciones, conjunciones y nexos del español. Esto ha generado una reestructuración de ciertas partes de la sintaxis especialmente en el orden sintáctico y en el uso de ciertas construcciones.[98]​ También el viejo sistema de cuenta en base 20 ha sido abandonado en favor del sistema decimal del español, por lo que sólo se usan los nombres nativos de números para números inferiores a diez o veinte.

También la generalización del uso del numeral ce '1' como equivalente del español 'un(o), una' es notorio en algunas variantes de náhuatl. Y también naturalmente se da una influencia del léxico del español, especialmente para designar realidades tecnológicas nuevas o términos un tanto técnicos para el modo de vida rural de la mayoría de hablantes.

Entre los hispanismos más utilizados en náhuatl, algunos son: axno (< asno), cahuayoh (< caballo), cafetzin (< café), col, hicox (< higo), huinotl (< vino), limoni (limón), melon, mantzanatl (< manzana), perexil (< perejil), rahuano (< rábano), torazno (< durazno), penzaroa (< pensar), abrazaroa (< abrazar), floreceroa (< florecer), pintaroa (< pintar), etc.



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