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Simón Bolívar en el Cuzco



Los días 10, 11 y 12 de febrero de 1825, el Congreso peruano dispuso honores y preseas extraordinarios para el Libertador Simón Bolívar, dándole las gracias por las victorias de Junín y Ayacucho. Luego, el 18 de febrero, el mismo Congreso de la República del Perú no aceptó la renuncia del Libertador a la presidencia de la República y prorrogó su mandato por un año. El 11 de abril, en el cénit de su gloria, Bolívar inició un recorrido por las provincias peruanas del sur, que concluía en el Alto Perú.

Fue un recorrido triunfal, apoteósico, tanto en las ciudades como en los pueblos. Estuvo en Ica (20 de abril), en Nasca (26 de abril), Yauca (28 de abril), Acarí (29 de abril), Caravelí (5 de mayo), Chinchin (7 de mayo) y Arequipa (12 de mayo). Estando Bolívar en esta última localidad, alertados los cuzqueños sobre la posible fecha de llegada del Libertador a su ciudad, por iniciativa del prefecto Agustín Gamarra se organizaron con la requerida anticipación suntuosas ceremonias y agasajos de recibimiento.

El 10 de junio, Bolívar partió de Arequipa y llegó a Lampa (16 de junio), Pucará (17 de junio) y Sicuani (21 de junio). Al arribar el Libertador y su comitiva el 21 de junio a La Raya, límite entre los departamentos de Puno y Cusco, encontró a las autoridades cusqueñas, con el prefecto Agustín Gamarra al frente de ellas, listas para acompañarlo las 35 leguas que distaban hasta la ciudad imperial. Todo el trayecto estuvo adornado con arcos de flores, puntos de apeo y refresco bien provistos, y gente del pueblo colmando ambos lados de la vía ofreciendo su saludo.

El 24 de junio estuvo, entre festejos y aplausos, en el pueblo de Oropesa, y

Según el investigador cajamarquino Horacio Villanueva Urteaga (1981), el recorrido de Bolívar al ingresar a la ciudad fue: Limacpampa grande, Abrazos, Limacpampa chica, San Agustín, calle ancha de Santa Catalina, Plaza Mayor y Cuesta del Almirante, yendo paso a paso entre cimientos de piedra de los incas y edificaciones coloniales sobrepuestas. De ahí entró en la Catedral donde, después de un regio Te Deum, el obispo del Cuzco, fray Calixto de Orihuela, puso en el pecho del héroe una cruz de oro y piedras preciosas, joya descrita por Clorinda Matto de Turner en sus "Tradiciones cuzqueñas y leyendas" (1886), aunque atribuyendo el gesto a un ignoto canónigo de apellido Florido.

Luego, en la Casa Municipal, Bolívar recibió en sus sienes una corona cívica de oro, diamantes y perlas, de manos de doña Francisca Zubiaga, esposa del prefecto Agustín Gamarra. Asimismo un caballo con jaez de oro y las llaves de oro de la ciudad. Tras el banquete oficial hubo una fiesta de recepción en la Casa Municipal que concluyó avanzada la noche con castillos de fuegos artificiales, mientras toda la ciudad celebraba en calles y plazas. Finalmente Bolívar se dirigió a su alojamiento en la sede del Colegio San Francisco de Borja. Según anota el general O‘Leary, edecán del Libertador, en sus "Memorias":

Al día siguiente, Bolívar escribió a Santander comentando su deslumbramiento:

Cuenta el historiador venezolano Fabio Puyo Vasco (1988) que

Por esta razón, instalado en el Cusco, y a instancias de su maestro, Simón Rodríguez, que lo acompañaba, emitió varios decretos leyes importantes. El 4 de julio dispuso la supresión del servicio personal obligatorio, la mita, que agobiaba a la población indígena y ordenó la entrega de las tierras, con títulos de propiedad, a las comunidades nativas. El 5 de julio dispuso un montepío para las hijas del prócer Mateo Pumacahua y un decreto de protección de la crianza de la vicuña. El 8 de julio dio diversos decretos relacionados con rentas para la educación, además de ordenar la reapertura de la Universidad de San Antonio Abad (ocurrida el 26 de abril de 1826), crear el Colegio Nacional de Ciencias y Artes (que inició sus actividades el 28 de octubre de 1827) y el Colegio Educandas para señoritas. El 10 de julio ordenó la construcción de tres carreteras: Cusco-Arequipa, Puno-Arequipa y Puno-Alto Perú, por cuenta del Estado y bajo la dirección del coronel Clemente Althaus.

Habría fiestas, misas, inauguraciones y medallas durante todo el mes. Además de admirar los monumentos incas y coloniales en la ciudad del Cusco, Bolívar visitó Sacsayhuamán, en el valle sagrado, Yucay y la villa de Urubamba. Cerca del final de su visita, en la madrugada del 25 de julio, a la 01:00, hubo en la ciudad salvas de artillería con repique de campanas, conmemorando los 42 años de vida del Libertador.

Bolívar permaneció en el Cusco hasta el 26 de julio. En su alojamiento de San Borja, poco antes de partir, tuvo una importante reunión con el mariscal vencedor de Ayacucho, Antonio José de Sucre, concerniente al futuro del Alto Perú. Pocos días antes, contempló las ruinas incas de Ollantaytambo, encomendando por carta a Hipólito Unanue adoptar medidas para su buena conservación, ya que "la gloria de estos monumentos aún en ruinas reclaman a favor de sus autores, y no debe quedar olvidada". Y añadió: "He visto monumentos de los incas que tienen el mérito de la originalidad y un lujo asiático".

El diario "El Sol del Cusco", Nº 35, del 27 de julio de 1825, apuntó sobre la partida del Libertador:

Luego, partió hacia Tinta y nuevamente pasó por Pucará, rumbo a Puno, donde el 2 de agosto recibió el célebre elogio de José Domingo Choquehuanca, a quien obsequió su legendario capote. Choquehuanca sale a su encuentro con la arenga que lo inmortalizara:

Se cuenta en el Cusco que Simón Bolivar descansó bajo un árbol llamado "chachacomayoc", el que aún permanece en pie, aunque sin vida, en la actual Avenida de la Cultura , al comenzar la cuadra 8.



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