La sofiología (del griego Σοφία "Sofía (sabiduría)") (en ruso София) es un concepto filosófico relacionado con la sabiduría, como también un concepto teológico relacionado con la sabiduría de Dios.
Desde el punto de vista teológico es una rama de la teología cristiana que se ocupa de la Sabiduría de Dios. Desde un enfoque filosófico la sofiología comprende temas asociados al análisis de las relaciones entre los mundos visible e invisible, el rol de la naturaleza, como también la teleología.
La sofiología tiene raíces en la tradición helenística, el platonismo, el gnosticismo, el Cristianismo místico (Hildegarda de Bingen (1098-1179), Jakob Böhme (1575–1624), Jane Leade (1624-1704)), Cristianismo esotérico (Rosacrucismo), el Cristianismo ortodoxo, la Teología de la Sabiduría, la teología rusa de los siglos XIX y XX (Serguéi Bulgákov bajo la influencia de Vladímir Soloviov), la espiritualidad New Age, como también en el feminismo contemporáneo.
El teólogo y economista ruso Serguéi Nikoláyevich Bulgákov, fue uno de los principales arquitectos en el desarrollo de la sofiología, centrándose en problemas relacionados con la creación del mundo y enfatizando la unidad de todas las cosas.
Las elucubraciones teosóficas se concentran en ‘Sophia’, la sabiduría divina, desarrollada por algunos pensadores rusos de fines del siglo XIX y comienzos del siglo XX, que incluyen a Vladímir Soloviov, Serguéi Bulgákov y Pável Florenski. En el desarrollo de la sofiología también ejerció influencia el místico luterano de origen alemán Jakob Boehme que vivió en el siglo XVII. Los que adhieren a la sofiología perciben a Sophia como una presencia viva y creativa que conecta a Dios con la Creación.
Según Bulgákov la «sophía» es aquella realidad intermedia entre Dios y la creación. Es la presencia de lo divino en lo creado. La esencia de la Iglesia es ser el punto de unión entre la sophía divina y la sophía creada. La Iglesia es la «Sophía», es el sinergismo que une el cielo y la tierra. Su visibilidad es sacramental. Las celebraciones de los sacramentos justifican la existencia de la jerarquía. El Espíritu Santo anima a toda la Iglesia, clero y laicos: es en su sinfonía que Él hace oír su voz y da enseñanzas y directivas; no existen órganos especiales o de signos seguros. Buscarlos sería dar prueba de un "fetichismo eclesiástico".
Algunas personas consideran a Sofía una deidad, otros la consideran representando a la Novia de Cristo (Revelaciones 19), otros como una manifestación femenina de Dios representando a la sabiduría (Proverbios 8 y 9), y otros como un concepto teológico relacionado con la sabiduría de Dios.
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