El Gran terremoto de Kantō (関東大震災 Kantō daishinsai?, literalmente "Gran catástrofe-terremoto de Kantō") azotó la llanura de Kantō en la isla japonesa de Honshu, a las 11:58 del 1 de septiembre de 1923.
El sismo tuvo una magnitud de 7,8 en la escala sismológica de Richter. Destruyó la ciudad portuaria de Yokohama así como las prefecturas vecinas de Chiba, Kanagawa, Shizuoka y Tokio.
De acuerdo a las fuentes más confiables, al menos 105 385 personas murieron y otras 37 000 quedaron desaparecidas, posiblemente muertas. Muchas de las víctimas provienen de los 88 incendios que ocurrieron de manera separada y que se extendieron rápidamente debido a los fuertes vientos de un tifón cerca de la península de Noto. En varios lugares, fueron observadas tormentas de fuego, la más grande se cobró al menos 30 000 vidas en el Rikugun Honjo Hifukusho. El fuego duró dos días, hasta la mañana del 3 de septiembre.
Alrededor de 570.000 hogares fueron destruidos, dejando un estimado de 1,9 millones de damnificados o refugiados. El daño se estima que excedió los mil millones de dólares estadounidenses actuales.
El caos y el pánico creado por el terremoto levantó rumores de que coreanos estaban cometiendo saqueos e incendios premeditados. Cientos, quizás miles de coreanos y habitantes de Okinawa fueron asesinados por milicias civiles japonesas. El total de muertos incluidos los que murieron en los desastres se estimó en alrededor de 6000. En algunos lugares, se establecieron puntos de control para vigilar entre los viajeros si eran saqueadores o delincuentes. Socialistas como Hirasawa Keishichi y anarquistas como Osugi Sakae e Ito Noe fueron asesinados por miedo de que pudieran usar esa oportunidad para agitar a las masas.
Después del terremoto, Gotō Shinpei organizó un plan de reconstrucción de Tokio con redes modernas de carreteras, trenes y servicios públicos. Se crearon parques en todo Tokio para servir como lugares de refugio y los edificios públicos fueron construidos con estrictos estándares como los edificios privados para acomodar refugiados. Sin embargo, el estallido de la Segunda Guerra Mundial y la posterior destrucción de lugares limitó severamente los recursos.
En 1960 se designó el 1 de septiembre como el Día de la Prevención de Desastres para conmemorar el terremoto y crear conciencia de la importancia de prepararse ante los desastres, debido a que septiembre y octubre es la temporada alta de ciclones. Organizaciones públicas y privadas realizan entrenamientos de desastres. Tokio está localizada cerca de una falla bajo la península de Izu que, en promedio, causa un gran terremoto aproximadamente cada 70 años.
El Ministerio del Interior Japonés declaró la ley marcial, y ordenó a todos los jefes de policía que como prioridad facilitasen el mantenimiento del orden y la seguridad. Se hizo circular un rumor particularmente pernicioso sobre que los coreanos se estaban aprovechando de la catástrofe cometiendo incendios y robos, y que estaban en posesión de bombas. Tras el terremoto, en las zonas urbanas de Tokio y Yokohama se produjeron brutales asesinatos en masa de coreanos por parte de turbas de ciudadanos japoneses. Algunos periódicos informaron de estos rumores como hechos auténticos, que llevaron al rumor más mortal de todos: que los coreanos estaban envenenando los suministros de agua. Los numerosos incendios y el agua turbia en el suministro, efecto poco conocido de un terremoto de gran magnitud, parecían confirmar los rumores que llegaban a los supervivientes. Se crearon comités de vigilancia en las instalaciones de retenes en las ciudades, pueblos y aldeas de la región. Debido a que las personas con acento coreano pronuncian "G" o "J" en el principio de las palabras de manera distinta, se usaron los números 15 円 y 50 銭 (jū-go-en, go-jū-sen) y がぎぐげご (gagigugego) como un Shibboleth. Cualquier persona que no pronunciase correctamente se la consideraba coreana. Algunos pocos huyeron al campo, pero hubo muchos que fueron apaleados y/o asesinados. Hubo muchos ciudadanos que fueron equivocadamente identificados como coreanos, como muchos chinos, okinawenses, y japoneses que hablaban dialectos regionales, que sufrieron la misma suerte. Alrededor de 700 chinos, la mayoría de Wenzhou, fueron asesinados. Un monumento que conmemora este trágico suceso fue construido en 1993 en Wenzhou.
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