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Valle de las Caderechas



El valle de las Caderechas es una sub-comarca del norte de la provincia de Burgos (Castilla y León, España), integrada en la comarca de La Bureba. Se sitúa en el extremo más noroccidental de la comarca, al Este del páramo de Masa y al Sur del valle de Valdivielso.

Forma parte del partido de Briviesca y comprende los municipios de: Padrones de Bureba, Aguas Cándidas, Río-Quintanilla, Hozabejas, Rucandio, Huéspeda, Madrid de Caderechas, Herrera, Ojeda, Quintanaopio, Cantabrana, Bentretea, Terminón, Castellanos de Bureba y Salas de Bureba.

El topónimo Caderechas se ha relacionado tradicionalmente con el término latino "Cataractae" y su evolución al castellano moderno: cataratas ('Cascadas o saltos grande de agua.')[1]​. Aunque esta teoría no está demostrada y parece no tener una base firme atendiendo a documentación del siglo XI, en la que se denomina a la zona con los nombres de "Cadereggias"[2]​ y "Caderregas"[3]​, por lo que se intuye un significado original y una evolución muy diferente al planteado.

Para acceder al valle puede hacerse de tres maneras, por la localidad de Terminón (a través de la N-232, desde Oña o Cornudilla), por la localidad de Salas de Bureba (a través de la BU-V-5028, desde Poza de la Sal) y por el páramo de Masa (CL-629) a través de las localidades de Escóbados de Arriba y Escóbados de Abajo (BU-V-5024) y entrando por la localidad de Hozabejas.

El valle de las Caderechas es una sucesión de valles interconectados, formados como producto de la erosión sistemática de la plataforma tabular del páramo de Masa por parte de las corrientes fluviales que, provenientes de Los Altos y de La Bureba, buscaban una salida de evacuación para sus aguas. Ese sumidero natural lo encuentra hoy en el angosto desfiladero del río Oca, próximo a la localidad de Oña.[4]

La erosión permanente de las paredes calcáreas exteriores del páramo de Masa acabó conformando un gran meandro fluvial que es lo que hoy conocemos como el valle de las Caderechas. Este mismo efecto, replicado en la vertiente norte por el río Ebro, continua aún modelando la Sierra de Tablones (1248 metros) que separa y limita con el vecino valle de Valdivielso. Las zonas rocosas interiores de mayor dureza y antigüedad del valle permanecen alineadas a modo de testigos del proceso, siendo El Mazo (1035 metros), Castilviejo (1079 metros) y Peña Alborto (979 metros) las elevaciones más destacadas de la zona. Estas cumbres montañosas, en otro tiempo sinclinales y ahora colgadas, permiten el dominio y la contemplación del entorno a modo de excepcionales observatorios naturales.[5]

Separado por importantes barreras, el valle de las Caderechas se configura como un espacio caracterizado por un frondoso y llamativo paisaje donde el monte y el bosque se muestran aquí omnipresentes, compartiendo su protagonismo con la explotación de frutales, especialmente con cerezos y manzanos[6]​.

La repoblación de pino resinero (pinus pinaster) llevada a cabo durante el siglo XX en sus montes, con el fin de extraer la resina y aprovechar su maderera, ha marcado definitivamente la fisonomía de su paisaje. La caída de la rentabilidad en la explotación de la resina hizo desaparecer completamente la actividad extractiva en la zona, dando la oportunidad a las especies autóctonas de recuperar parte del espacio y riqueza perdidos. Compuesto en su estado natural por bosques de diversas especies autóctonas, como principalmente: encina, quejigo, roble albar, pino silvestre, carrasca, madroño, serbal, avellano, nogal, etc[7]​.

El territorio de Las Caderechas se encuentra en su mayor parte incluido dentro de la red de espacios ‘Natura 2000’ por el destacado valor del medio natural que alberga. En él se dan un gran número de aves y rapaces, como: buitre leonado, alimoche, águila real, mochuelo, etc.; así como de especies terrestres, tales como: corzo, jabalí, zorro, ardilla, etc.[8]

Enorme expectación es la que también despiertan todas las primaveras la floración de los cerezos, quienes por su elevado número y especial vistosidad suponen un gran reclamo de visitantes.[9]

Ocupado probablemente desde época prehistórica y con un poblamiento continuado de más de 1000 años (al menos desde el período altomedieval), sus localidades y parajes albergan un destacado patrimonio artístico, arquitectónico, cultural y etnográfico.[10]

Muchas son las muestras de patrimonio mueble e inmueble (prerrománico, románico, gótico, renacentista, barroco y neoclásico) repartidos en iglesias y ermitas, así como numerosos son los testimonios singulares de arquitectura e ingeniería civil (torreones medievales, casas blasonadas, puentes, restos de calzadas, canales y acueductos, etc.).[11]

No debemos de olvidar tampoco las muestras de arquitectura popular y su patrimonio pre-industrial (molinos, hornos, lagares, minas, etc.), así como de eremitorios, conjuntos urbanos singulares y necrópolis medievales que, entre otros bienes, aún se conservan.[12]

Zona rica en frutales y productos de huerta, especialmente abundantes son los manzanos y cerezos, así como especialmente reconocidos sus frutos. Su especial localización interior (protegidos de los vientos dominantes), la altitud del terreno (a más de 600 metros) y los tipos de variedades aquí cultivadas, confieren a estos productos de cualidades muy apreciadas por el consumidor.

Su calidad aparece amparada por sus respectivas Marcas de Garantía, concedidas en 2004 por el Instituto Tecnológico Agrario de la Junta de Castilla y León para la cereza y la manzana reineta; bajo las denominaciones de: 'Cereza del Valle de Las Caderechas' y 'Manzana Reineta del Valle de Las Caderechas'.[13]

La denominación 'Cereza del Valle de Las Caderechas' admite hasta diez variedades, cada una con diferentes características de sabor, olor y presencia. Las de tipo 'Fresona' y 'Negra Tardía' son las más tradicionales y extendidas, pero se cultivan también otras variedades, como: 'Burlat', 'Stark Hardy Giant', 'Summit', 'Sunburst', 'Lapins', 'Rainier', 'Van' y 'Guinda Garrafal'. La recolección comienza en el mes de junio y se prolonga hasta la primera semana de agosto, proporcionando cerezas de calidad en un momento diferente del mercado.[14]

Por su parte, la denominación 'Manzana Reineta del Valle de Las Caderechas' cuenta con dos variedades: 'Reineta Blanca' (de mayor acidez) y 'Reineta Gris' (con su herrumbre o moteado característico y genuino). La recolección se inicia a lo largo del mes de septiembre y su conservación se realiza de forma natural, sin el uso de cámaras de conservación o maduración.[15]



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