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Xochipilli



Xochipilli (en náhuatl: xochipilli‘el príncipe de las flores o noble florido’xochitl, flor; pilli, príncipe o niño’)? también Xochipilli-Macuilxóchitl ('príncipe de las flores, 5 flor') en la cultura mexica es el dios del amor, los juegos, la belleza, las flores, el maíz, el placer y de la ebriedad sagrada; su nombre significa Príncipe de las flores o Noble florido, aunque también puede ser interpretada como flor preciosa o flor noble.[1]​ Xōchipilli también ha sido interpretado como el patrón de los homosexuales, un papel que posiblemente se deba a que fue absorbido por la civilización tolteca.

Su culto se relaciona con el de otros dioses del maíz,[2]​ de la fertilidad y de la cosecha, como el dios de la lluvia, Tláloc, y el del maíz, Cinteotl. Está asociado con Macuilxochitl (Cinco flores), dios de los juegos y las apuestas.[2]​ Su hermana melliza era Xochiquétzal. En su festividad religiosa asociada, que significa fiesta de las flores en náhuatl, se hacían ofrendas de comida, y los pueblos cercanos a Teotihuacan llevaban cautivos como tributo para los sacrificios. Era el dios del juego de Patolli.[3]​ Él, entre otros dioses, fue representado usando un talismán conocido como un oyohualli , que era un colgante en forma de lágrima hecho a mano de madreperla.[4]

Se le relaciona con la deidad Macuilxóchitl «5 Flor», patrono de los juegos, los bailes y los deportes, que es representado como un hombre que sale de una Tortuga (el Zodiaco), pero tal vez sólo sea su nombre calendárico.

El culto a Xochipilli probablemente surgió entre el periodo preclásico al clásico en Teotihuacán, donde el culto a la deidad conocida como el "Dios Gordo" era común.

En la mitología Azteca, Xochipillí tenía dos hermanos: Ixtliton, dios de la salud, la medicina y la danza; y Macuilxóchitl, el dios de los juegos. Esta triada representa la salud, el placer y la felicidad. Por otra parte, Xochipilli también cuenta con su contraparte femenina llamada Xochiquetzal.

La ofrenda más común para este dios fue el maíz y el pulque. Xochimilco fue el principal punto de adoración de la deidad. Las estatuas dedicadas al dios están frecuentemente adornadas con flores y mariposas, siendo la representación más famosa la realizada al final del periodo posclásico, entre el año 1450 y 1500.[5]

En el Museo Nacional de Antropología de México se puede apreciar una escultura de Xochipilli, hecha en piedra volcánica (andesita) y procedente de la zona de Tlalmanalco, en el Estado de México. Originalmente, la pieza formaba parte de la colección personal del historiador Alfredo Chavero quien la donó, posteriormente, al museo.[6]​ La escultura data del posclásico tardío (1250-1521). En esta representación, el dios está vestido con un pectoral, máscara y una especie de argollas metálicas en las muñecas.[7]​ Se representa sentado sobre un brasero con plantas psicotrópicas como el tabaco, los hongos o la datura, que eran consideradas como sagradas ya que su uso permitía la comunicación con la divinidad.[8]

La escultura fue encontrada en las faldas del volcán Popocatépetl y cuando fue examinada por Gordon Wasson, el etnobotánico determinó que tanto el cuerpo de la deidad como el pedestal sobre el que reposa se encontraban grabados con diversos fármacos claramente identificables entre la flor de tabaco, la de ololiuhqui, el botón de siniquiche y estilizados hongos del grupo Psilocybe aztecorum, especie de hongos psilocibios que crece en las faldas del mencionado volcán.[9]​ No es difícil darse cuenta de que la expresión facial de la deidad representada en esta escultura corresponde a un claro estado de éxtasis, mismo que está relacionado con el consumo de enteógenos.



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