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Éter (mitología)



En la mitología griega, Éter (griego antiguo: Αἰθήρ, romanización: Aithḗrpronunciación: a͜ɪtʰɛː́r (clásica), ɛːtʰˈeːr (koiné), eθˈir (bizantino)) es una de las deidades primoriales. Éter es un elemento más puro y más brillante que el aire, y a la vez la región que ocupa este elemento por encima del cielo. También es la personificación de la luminosidad y el brillo. Es el dios del cielo superior y representación de la luz nacido de la oscuridad (Érebo) y la noche (Nix).

El uso más general del vocablo αἰθήρ lo identifica con "cielo" y "aire",[1][2]​ o con un elemento más puro y brillante, por encima del aire.[3]​ Es el aire superior.[4]

El nombre Αἰθήρ contiene la raíz aidh- que en la épica arcaica forma palabras relacionadas con las acciones de "quemar" y "brillar", como el verbo αἴθω: "encender".[5]

En los poemas homéricos, el Éter es concebido como una región por encima del ἀήρ (aér, "aire")[f 1]​ que a su vez está bajo el Οὐρανός (ouranós, "firmamento")[f 2]​ pero guardan una estrecha relación conceptual.[f 3]

Es la región donde habitan los dioses,[f 4]​ y el dominio de Zeus tras el reparto del mundo.[f 5]​ Puede contener nubes, atributo de Zeus;[f 6]​ estas surgen del Éter según su voluntad.[f 7][6]

En los Himnos homéricos, El Sol está en el Éter.[f 8]​ Los vientos como el Céfiro soplan desde esta región por mandato de Zeus.[f 9]​ En el Himno homérico a los Dioscuros (v. 13), éstos son presentados como moradores del Éter, desde donde también pueden controlar los vientos.

Según Hesíodo, fue hijo de: Érebo (la oscuridad) y Nix (la noche), y es hermano y amante de Hemera (el día) siendo Éter la personificacion de la luz. Según la Teogonía de Hesíodo se distingue claramente a Éter, elemento más bien abstracto que simboliza la región superior, del Cielo propiamente dicho, Urano, de carácter más personal.[7]

Se conservan fragmentos de obras de Eurípides en los que señala que el Éter es consorte de Gea.[f 10]

Para Aristófanes, el Éter fue también el padre, por sí mismo, de las ninfas de las nubes: las néfeles.[f 11]

La tradición órfica afirmaba que el Éter era hijo de Chronos y Ananké, y hermano de Caos y Érebo,[f 12]​ hermano también de Eros o Fanes.[f 13]

El V Himno órfico está dedicado al Éter, y lo nombra como un elemento divino que domina todo.

La versión trasmitida por Higino en el prólogo de sus Fábulas lo presenta como hijo del Caos y de la Oscuridad, y junto con Hemera engendra a Gea, a Urano y a Ponto. Unido a Gea engendra a una serie de personificación de abstracciones tales como el Dolor, la Astucia, la Ira, la Pesadumbre, la Mentira, el Juramento, la Venganza, el Exceso, la Disputa, el Olvido, la Cobardía, el Miedo, la Soberbia, el Incesto, la Lucha; y a los Titanes y los Hecatonquiros. En realidad, este Éter de Higino es equiparable con el Urano de Hesíodo, sin que su cosmogonía tenga un equivalente claro del Éter hesiódico.[8]

Tanto Alcman[f 14]​ como Calímaco[f 15]​ y Cicerón[f 16]​ coinciden en considerar que Urano surge desde el Éter.




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