En la mitología griega, Eros (en griego antiguo Ἔρως) es el dios primordial responsable de la atracción sexual, el amor venerado también como un dios de la fertilidad. En algunos mitos era hijo de Nicte y Erebo pero también se decía que fue de Afrodita y Ares aunque según El banquete de Platón fue concebido por Poros (la abundancia) y Penia (la pobreza) en el cumpleaños de Afrodita. Esto explicaba los diferentes aspectos del amor.
A veces era llamado Eleuterios (Ἐλευθερεύς), ‘el libertador’ como Dioniso. Su equivalente romano era Cupido (‘deseo’), también conocido como Amor.
Su estatua podía encontrarse en las palestras, uno de los principales lugares de reunión de los hombres con sus amados, y a él hacían sacrificios los espartanos antes de la batalla. Meleagro recoge este papel en un poema conservado en la Antología Palatina: «La reina Cipria, una mujer, aviva el fuego que enloquece a los hombres por las mujeres, pero el propio Eros convence la pasión de los hombres por los hombres».
En el pensamiento griego parece haber dos aspectos en la concepción de Eros. En el primero es una deidad primordial que encarna no solo la fuerza del amor erótico sino también el impulso creativo de la siempre floreciente naturaleza, la Luz primigenia que es responsable de la creación y el orden de todas las cosas en el cosmos. En la Teogonía de Hesíodo, el más famoso de los mitos de creación griegos, Eros surgió tras el Caos primordial junto con Gea, la Tierra, y Tártaro, el Inframundo. De acuerdo con la obra de Aristófanes Las aves, Eros brotó de un huevo puesto por la Noche (Nix), quien lo había concebido con la Oscuridad (Érebo). En los misterios eleusinos era adorado como Protógono (Πρωτόγονος), el ‘primero en nacer’.
Posteriormente aparece la versión alternativa que hacía a Eros hijo de Afrodita con Ares (más comúnmente), Hermes o Hefesto, o de Poros y Penia, o a veces de Iris y Céfiro. Este Eros era un ayudante de Afrodita, que dirigía la fuerza primordial del amor y la llevaba a los mortales.
En algunas versiones tenía dos hermanos llamados Anteros, la personificación del amor correspondido, e Hímero, la del deseo sexual.
La adoración de Eros era poco común en la Grecia más antigua, pero más tarde llegaría a estar muy extendida. Fue adorado fervientemente por un culto a la fertilidad en Tespia y jugó un importante papel en los misterios eleusinos. En Atenas, compartió con Afrodita un culto muy popular y se le consagraba el cuarto día de cada mes.
Eros, muy enfadado con Apolo al haber bromeado este sobre sus habilidades como arquero, hizo que se enamorase de la ninfa Dafne, hija de Ladón, quien lo rechazó. Dafne rezó al dios río Peneo pidiendo ayuda, y fue transformada en un árbol de laurel, que se consagró a Apolo.
La historia de Eros y Psique tiene una larga tradición como cuento popular del antiguo mundo grecorromano mucho antes de que fuera escrita, por primera vez en la novela latina de Apuleyo El asno de oro, siendo una evidente e interesante combinación de roles. La propia novela tiene el estilo picaresco romano, aunque Psique y Afrodita retienen su carácter griego, siendo Eros el único cuyo papel procede de su equivalente en el panteón romano.
La historia es narrada como digresión y paralelo estructural al argumento principal de la novela de Apuleyo. Narra la lucha por el amor y la confianza entre Eros y la princesa Psique, cuyo nombre es difícil de traducir apropiadamente, pues trasciende los idiomas griego y latino, pero puede considerarse que significa ‘alma’, ‘mente’, o mejor ambas. Afrodita estaba celosa de la belleza de la mortal Psique, pues los hombres estaban abandonando sus altares para adorar en su lugar a una simple mujer, y así ordenó a su hijo Eros que la hiciera enamorarse del hombre más feo del mundo. Pero el propio Eros se enamoró de Psique, y la llevó por arte de magia a su casa. Su frágil paz fue arruinada por una visita de las celosas hermanas de Psique, quienes hicieron que ésta traicionara su confianza. Herido, este la expulsó y Psique vagó por la tierra, buscando a su amor perdido. Apuleyo atribuye en su obra una hija de Eros a Psique, Hedoné, cuyo nombre significa ‘placer’.
Eros, de Emil Wolff. 1836.
Medallón con la imagen de Eros. Museo del Louvre.
Eros. Carrete ático de figuras rojas, c. 470-450 a. C.
Eros Thanatos, copia romana del original griego. Museo Capitolino.
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