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Agricultura en España



Plantilla:Actualizado

La agricultura fue hasta la década de 1960 el soporte principal de la economía española, pero actualmente emplea solo alrededor del 6% de la población activa, por lo que España, ya no es un país agrario.[1]

Los principales cultivos son el olivo, cebada, trigo, remolacha azucarera (o betabel), maíz, patatas (o papas), centeno, avena, arroz, tomates y cebolla. El país tiene también extensos viñedos y huertos de cítricos y olivos. Las condiciones climáticas y topográficas hacen que la agricultura de secano sea obligatoria en una gran parte de España. Las provincias del litoral mediterráneo tienen sistemas de regadío desde hace tiempo, y este cinturón costero que anteriormente era árido se ha convertido en una de las áreas más productivas de España, donde es frecuente encontrar cultivos bajo plástico. Buen ejemplo de ello lo hallamos en la Provincia de Almería, donde se encuentra la mayor extensión de invernaderos del mundo, la cual, gracias a la enorme producción de productos hortofrutícolas le ha valido a Almería el título de "Huerta de Europa".[2]

En el valle del Ebro se pueden encontrar proyectos combinados de regadío e hidroeléctricos. Grandes zonas de Extremadura están irrigadas con aguas procedentes del río Guadiana por medio de sistemas de riego que han sido instalados gracias a proyectos gubernamentales (Plan Badajoz y regadíos de Coria, entre otros). Las explotaciones de regadío de pequeño tamaño están más extendidas por las zonas de clima húmedo y por la huerta de Murcia y la huerta de Valencia. Los beneficios que ha aportado la tecnología a la agricultura son las novedosas agrícolas

En 2018, España produjo:

Además de pequeñas producciones de otros productos agrícolas. [3]

Físicos

Históricos

Últimas transformaciones:

Después de la guerra civil, se iniciaron planes de transformación y mejora de la agricultura.

Problemas y contrastes actuales:

A nivel estatal, el sector se encuentra regulado por la Ley 19/1995, de 4 de julio, de Modernización de las Explotaciones Agrarias.[4]​ En su desarrollo, se establece, con carácter anual, la renta de referencia agraria, quedando fijada para el año 2014 en la cuantía de 28.165 euros.[5]

A continuación se muestra un cuadro que refleja la participación del sector agrario en el Producto interior bruto /PIB de España a lo largo del siglo XX y el porcentaje de empleo ocupado en este sector, durante el mismo periodo. Es preciso recordar que el sector agrario comprende tanto la agricultura, la ganadería y el aprovechamiento forestal. De la información mostrada se desprende la pérdida de importancia relativa de este sector dentro de la economía:

La superficie cultivada en España alcanza un total de alrededor de 24,8 millones de hectáreas, ocupando el segundo lugar de la Unión Europea, por detrás de Francia.[7]

Producción agrícola española de los producto más importantes económicamente en el año 2005 (en Miles de t.)[8]

Distribución de la tierra por tipo de cultivo ( año 2005 ) en ( Ha )[9]

Los frutales vienen conociendo un crecimiento muy elevado con casi 1,5 millones de hectáreas en 2005.[9]​ Se suelen dividir a tenor de las estadísticas en cítricos y no cítricos. Son cultivos localizados en el litoral de mediterráneo, penetrando en el interior de los valles regados, pues son, en efecto, en muchos casos, cultivos de regadío, con la excepción del almendro y avellano. Son cultivos típicos de exportación, constituyendo algunos de ellos -los cítricos- un pilar fundamental en la balanza comercial española

Es muy importante también la producción de uva de mesa, de la que gran parte se exporta, se obtiene en el litoral de Valencia y en los parrales de Almería y Murcia. En Canarias es de gran importancia el cultivo de la platanera, donde tropieza con la dificultad de la falta de agua, de la que la planta es muy consumidora.

La abundancia de variedades viníferas nativas en la península ibérica posibilitó el comienzo temprano de la viticultura. Algunos arqueólogos creen que estas uvas fueron cultivadas por primera vez entre el año 4000 y 3000 a. C., mucho antes de que los fenicios fundaran la ciudad de Cádiz hacia el año 1100 a, C. De hecho, existen restos de una bodega datados en el siglo III a. C.. Tras los fenicios, griegos y cartagineses introdujeron más avances en el cultivo de la vid y el olivo, incluidas las enseñanzas del viticultor cartaginés Mago. Tras la conquista romana, consecuencia de las Guerras púnicas, el vino español fue comercializado en el Imperio y exportado extensamente. Las dos mayores regiones productoras de vino de aquella época fueron la Tarraconensis, en el norte, y la Baetica, en el sur. Durante este período se exportaba a la Galia más vino español que italiano, como atestiguan las ánforas encontradas en ruinas de asentamientos romanos en Normandía, el valle del Loira, Bretaña, Provenza y Burdeos.

La necesidad de abastecer al vasto Imperio y sus legiones hizo que la calidad fuera muy variada. Plinio el Viejo y Marcial constataron la alta calidad de algunos vinos de la Tarraconensis, mientras que Ovidio nota que un vino español muy popular vendido en Roma, conocido como Saguntum, sólo servía para emborrachar (Ars amatoria 3.645-6). Las invasiones bárbaras supusieron un cierto declive, pero algún tipo de industria vinícola subsistía cuando los árabes ocuparon la Península a principios del siglo VIII; por más que los árabes eran musulmanes y estaban sujetos a leyes coránicas que prohibían el uso y venta del vino alcohólico, el cultivo de la vid continuó e, incluso, mejoró cuando el gobierno no era demasiado integrista.

La Reconquista abrió de nuevo la posibilidad de exportar vino español. Bilbao surgió como un gran puerto comercial para introducir vinos españoles en los mercados de Bristol, Londres y Southampton. Alfonso X el Sabio ordenó que en Castilla no se vendiera vino en tabernas sin que se diera además algo de comer: fue el origen de las llamadas tapas castellanas. La calidad de algunos de los vinos exportados parece haber sido alta: en 1364, el tribunal de Eduardo III estableció el precio máximo del vino vendido en Inglaterra y los vinos españoles se valoraban al mismo nivel que los de Gascuña, y más altos que los de La Rochelle. El vino español poseía un contenido de alcohol más alto que la mayoría de los vinos de Francia y Alemania, lo que favorecía su mezcla con vinos más débiles, si bien hubo leyes que lo prohibían.

Los misioneros y conquistadores españoles llevaron vides europeas a América. La piratería inglesa, aunque perjudicial para los intereses de los comerciantes de vinos españoles, fue un factor importante para difundir el vino español en Inglaterra y en el mundo protestante. En el saqueo de Cádiz de 1587, Martin Frobisher, de la flota de Francis Drake, se llevó 3000 botas de jerez; este vino quedó desde entonces muy acreditado en Inglaterra, donde se lo llamaba sherry (nombre derivado del árabe Šeriš); Shakespeare lo elogia muchas veces. El surgimiento de industrias de vino en México, Perú, Chile y Argentina fue percibido como una amenaza para la exportación peninsular por Felipe III, quien en 1595 frenó mediante decreto la expansión de viñedos en el Virreinato del Perú; pero esta prohibición fue generalmente ignorada.

Los siglos XVII y XVIII popularizaron vinos españoles como el jerez, el málaga y el rioja, pero se perdió competitividad ante otros países productores que abrazaron más pronto la Revolución industrial. Por otra parte, el vino manchego se conservaba mal y no existían buenas comunicaciones con los puertos. A mediados del XIX una epidemia de la filoxera arrasó los viñedos europeos, en especial los franceses, y la vinicultura española se recuperó. Algunos vinicultores franceses cruzaron los Pirineos a La Rioja, Navarra y Cataluña trayendo consigo sus variedades de uva, maquinaria y métodos, entre los que destacaban la disposición de las cepas, el control de la fermentación o el sulfitado. Algunas de las plantaciones de Cabernet Sauvignon y Merlot existentes en la actualidad en La Rioja y Ribera del Duero proceden de este tiempo. Pero también alcanzó finalmente España la filoxera y devastó regiones como Málaga en 1878 y La Rioja en 1901. Se combatió injertando rizoma de vid americana, más resistente al parásito, a las europeas. A fines del XIX, por otra parte, nació la industria del vino espumoso en España con el desarrollo del cava en Cataluña, que durante el siglo XX rivalizó con el Champaña y adoptó el método champenois. Más adelante se estableció el sistema de la Denominación de Origen (DO), primero en Rioja en 1926.

La viticultura, la enología y la ampelografía se iban desarrollando en España. Dos decretos del ministerio de Fomento en 1888 dispusieron la creación de estaciones enotécnicas en París, Londres y Hamburgo para analizar los vinos y remitir informes de ellos. Se daban instrucciones para comparar los análisis hechos en las estaciones y en los laboratorios españoles creados por real decreto del 9 de diciembre de 1887. Las función de estas estaciones era procurar la creación de un reducido número de tipos comerciales y aconsejar a los productores las mezclas que debían hacerse y los mejores métodos da vinificación, velar por la conservación del vino en el depósito, estudiar las enfermedades que padezcan y sus nuevos remedios y prevenciones, así como controlar todo tipo de vinos adulterados en cada país.

También era su función formar un muestrario de vino de producción española con análisis de cada uno, precio, facilidades de transporte, etc. así como responder a cualquier cuestión que pudieran plantear las Cámaras de Comercio, sindicatos, sociedades vinícolas, etc. sobre el comercio del vino; Redactar una memoria anual de la producción vinícola, las necesidades del mercado, el método racional de vinificación, etc. todos ellos servicios gratuitos a los comerciantes y exportadores españoles.

Un segundo decreto de 1888 reiteraba una disposición de 1885 para crear con un impuesto fondos en cada diputación provincial para controlar y destruir la filoxera, fondos controlados por comisiones formadas por un ingeniero agrónomo, un perito agrícola y dos capataces para crear viveros de cepas de vid americana o vitis labrusca más resistentes a la filoxera y enseñar su cultivo e injerto en las variedades indígenas. Asimismo, estas comisiones ensayarían los métodos directos para extinguir la filoxera e instruir su prevención y formar capataces y expedientes de indemnización, comisiones de vigilancia y granjas-escuelas experimentales para el estudio de la ampelografía.[12]

Son plantas industriales aquellas cuyo producto no admite consumo directo o para el que su transformación resulta mucho más provechosa. Tal es el caso del girasol, la remolacha azucarera, el algodón y el tabaco. Este grupo de cultivos está aumentando mucho actualmente, sobre todo el cultivo del girasol. El girasol se adapta bien a los secanos españoles, entra en la rotación con los cereales y debido al aumento del uso de los fertilizantes, ha hecho disminuir de manera notable la extensión de los barbechos. Se cultiva fundamentalmente en Andalucía, Castilla-La Mancha y Castilla y León.

La remolacha azucarera es el segundo cultivo industrial en importancia. Se cultiva sobre todo en el valle del Duero, donde rota con los cereales en los regadíos y en Andalucía. El algodón se cultiva los regadíos de Murcia y Alicante y en los regadíos y secanos de la Bética. El tabaco se cultiva en la vega de Granada, que es donde mayor rendimiento produce y en Cáceres, sobre todo en la vega del Tiétar, en todo caso en regadío, donde se agrupa el 98 % de la producción.

También se consideran cultivos industriales los dedicados a condimentos, entre los que se encuentran los pimientos, para el pimentón y el azafrán. El primero en los regadíos murcianos y en los de la Vera de Cáceres. El azafrán se da en los secanos manchegos y en la provincia de Teruel.

Son los cultivos de plantas que se dedican de forma directa o exclusiva a alimento del ganado. Según se ha ido incrementando la cabaña ganadera, ha aumentado su área de cultivo hasta las 852.630 hectáreas del año 2005. La que más se emplea con tal finalidad forrajera es la alfalfa, de la que se obtuvieron 10 millones de toneladas en verde durante el año 2005. Los alfalfares de Castilla y León, Aragón y Cataluña son los que más contribuyen en esa producción total. La planta permanece en la parcela cuatro o más años seguidos, y en cada año se le dan varios cortes; en el regadío cuatro o cinco cada temporada. Forrajes como la alfalfa, son muy usados en la industria de los piensos compuestos para alimentación animal dado su elevado contenido en proteína bruta. http://www.fundacionfedna.org/ingredientes_para_piensos/alfalfa-granulada-165-pb

La superficie forestal asciende a 26.273.235 hectáreas, equivalentes al 51,93% del territorio español.[13]

A los pinos de generación espontánea se ha sumado la acción del hombre, y el pinar ocupa ya más extensión que la que reúnen encinares, robledales y alcornocales. Y los eucaliptos, de introducción humana por completo, ocupan casi tanto como las hayas y más que el conjunto de sabinas y enebros. En la España húmeda domina el pino pinaster o resinero, pero explotado por su madera. Este mismo, acompañado del pino silvestre, más maderero, son los que ocupan las montañas de la España seca.

Entre las frondosas es el carvallo el árbol más característico de la España húmeda, al que en Galicia se suma el castaño y en el norte las hayas. Al bajar en latitud, y por tanto en precipitaciones, rebollos y quejigos sustituyen al carvallo, y con ellos la encina. En el nordeste peninsular y en Extremadura se les une el alcornoque. Los enebros se asientan sobre los suelos ácidos y áridos y en los mismos suelos áridos pero de constitución básica, se asienta la sabina. Este es el cuadro arbóreo fundamental de nuestros montes. El alcornocal se explota por el corcho, que se exporta sin elaborar en casi su mitad. Las áreas de mayor extensión son la Costa Brava en Gerona, Extremadura y Andalucía. El rendimiento forestal en general es pobre sabiendo que la producción media en madera es de 1,15 m³/ha, muy inferior a la del resto de países comunitarios.

Distribución del riego localizado (%) por Comunidades Autónomas

La práctica de la agricultura ecológica comenzó en España a finales de los años 80; en 2010 la superficie destinada al cultivo de productos ecológicos alcanzó las 1.674.119 de hectáreas, una cifra un 4,45% superior al ejercicio anterior y que coloca a España, por tercer año consecutivo, en el primer lugar de la Unión Europea por área cultivada con agricultura ecológica.[14]​ Los cultivos, prados y pastizales ecológicos ocupan más de un 4,5% de la Superficie Agraria Útil española. Se estima que cerca del 80% de la producción española de productos ecológicos se exporta mayoritariamente a Europa, en especial a Alemania, Holanda, Francia y Reino Unido, a donde llegan sobre todo productos frescos.

El diario británico The Guardian aseguraba en 2011 que decenas de miles de trabajadores extranjeros, principalmente provinientes de África, eran explotados en el sector agrícola español con condiciones de esclavitud moderna. Estas condiciones incluían vivir en cabañas de cartón y plástico sin saneamiento ni acceso a agua potable, sueldos de menos de la mitad que el salario mínimo, amenazas de denunciarles a la policía si expresaban quejas y segregación mediante acoso policial cuando los trabajadores salían de sus zonas de albergue y visitaban áreas turísticas. En algunos casos, a pesar de estar trabajando, estos trabajadores dependían de la Cruz Roja para poder alimentarse.[15]

En 2018, la revista alemana CORRECT!V, publicó un reportaje de investigación en el que aseguraba que trabajadoras extranjeras, mayoritariamente marroquíes, en una granja de fresas de Palos de la Frontera, en Huelva, son sometidas a abusos, maltratos y violaciones por parte de sus superiores.[16]​ A raíz de este reportaje la Fiscalía abrió una investigación, actualmente en curso.[17]​ El junio el Sindicato Andaluz de Trabajadores (SAT) denunció que en una finca de fresas de Almonte, también en Huelva, unas 400 trabajadoras marroquíes eran retenidas contra su voluntad por los patrones tras haber denunciado sus condiciones laborales. El SAT denuncia que la empresa intentó organizar una expulsión forzosa con una semana de antelación a la expiración del contrato para evitar que se tomase declaración a las trabajadoras, aunque la Guardia Civil impidió la expulsión.[18]



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