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Alma humana



El término alma o ánima (del latín anima) se refiere a una entidad inmaterial que, según las afirmaciones y creencias de diferentes tradiciones y perspectivas filosóficas y religiosas, poseen los seres vivos. La descripción de sus propiedades y características varía según cada una de esas tradiciones y perspectivas.[1]

Etimológicamente, la palabra del latín anima se usaba para designar el principio por el cual los seres animados son semovientes, esto es, estaban dotados de movimiento propio y por tanto poseían vida. En ese sentido originario, tanto las plantas como los animales en general, el Sol, la Luna, los planetas conocidos, el viento, el fuego, el agua estarían dotados de alma (animismo) en proporciones distintas, por lo que algunos serían mortales (perderían su vida poco a poco) y otros no. Los avances en la fisiología, neurociencias y neurología permitieron reconocer que los seres animados obedecen al mismo tipo de principios físicos que los objetos inanimados, al mismo tiempo que pueden desarrollar actividades diferentes de estos, como la nutrición, el crecimiento y la reproducción.

El término alma se puede aplicar, según las más antiguas interpretaciones, a los seres vivos en general (plantas y animales) como su principio constitutivo. Según algunas interpretaciones, como la de Aristóteles, el alma incorporaría el principio vital o esencia interna de cada uno de esos seres vivos, gracias a la cual estos tienen una determinada identidad, no explicable a partir de la realidad material de sus partes.[cita requerida]

El término también se usa en una acepción más particular si se refiere a los seres humanos; en este segundo caso, según muchas tradiciones religiosas y filosóficas, el alma sería el componente espiritual de los seres humanos.[cita requerida]

En el transcurso de la historia, el concepto del alma pasa por diversos intentos de explicación: desde el dualismo del idealismo filosófico y de la gnosis a la interpretación existencialista de un todo con dos aspectos específicos que son: lo material y lo inmaterial.

Para la religión cristiana, el hombre consta de tres partes que son: cuerpo (lo físico), alma (lo relacionado con lo emocional) y espíritu (lo relacionado con lo espiritual). De acuerdo con la tradición cristiana, el alma es uno de los aspectos del ser humano que lo unifica como individuo y lo "lanza" a actividades que van más allá de lo material. Gracias al alma, el ser humano tiene instintos, sentimientos, emociones, pensamientos y decisiones libres, y puede volver sobre sí mismo (autoconciencia).

Aunque no es muy frecuente, el término "alma" también puede utilizarse referido a cualquier ser humano como un todo, obviando el significado religioso o filosófico, como en las expresiones «no hay ni un alma» o «ciudad de 40.000 almas».

Platón consideraba el alma como la dimensión más importante del ser humano. A veces habla de ella como si estuviese encarcelada en un cuerpo, si bien tal idea la toma prestada del orfismo.

Según el Timeo, el alma estaba compuesta de lo idéntico y lo diverso, sustancia que el demiurgo usó para crear el alma cósmica y los demás astros; además, los dioses inferiores crearon dos almas mortales: la pasional, que reside en el tórax, y la apetitiva, que reside en el abdomen. Por encima de las dos estaría el alma racional, que encontraría su lugar en la cabeza. Algo parecido se narra en el Fedro, donde se expone el mito de los caballos alados: el auriga es el alma racional, el caballo blanco representa la parte pasional y el negro la parte de los apetitos (siempre rebelde). La tarea del auriga es mantener el caballo negro al mismo galope que el blanco. En el Fedón, el alma es vista como una sustancia que busca desligarse de los límites y conflictos que surgen desde su unión con el cuerpo, y que podrá vivir de modo pleno tras el momento de la muerte; este diálogo ofrece diversos argumentos que buscan probar la inmortalidad de esta.

Aristóteles definió la Psyche como "forma específica de un cuerpo natural que en potencia tiene vida". (De Anima, 412 a20.) También la entiende como "la esencia de tal tipo de cuerpo" (412b10). La forma o esencia es lo que hace que un ente sea lo que es. Por esto entendemos que el alma es lo que define a un cuerpo natural. Por ejemplo, si el oído fuera un animal, su alma sería el escuchar y su materia el propio órgano del oído. Un oído que no tuviera la función de oír sería un oído solo de palabra. En este caso, el alma configura la materia en un cuerpo natural organizado.

Así se forma una unidad sustancial (compuesta de materia y forma). Alma y cuerpo no son separables en el viviente.

El alma es definida también por el estagirita como "la entelequia primero de un cuerpo natural que en potencia tiene vida" (412a26). Con ello indica que el alma es entelequia o acto primero del cuerpo vivo y alma y cuerpo están unidas simultáneamente. Pero al ser el alma el acto, puede decirse que esta tiene prioridad sobre el cuerpo. Es primera no en tiempo, pero sí en importancia. Es la primera acción de donde surgen las facultades y potencias del viviente.

Aristóteles señala, finalmente, que podrían darse operaciones del alma que no dependieran de cuerpo alguno.

La visión dualista que se desprende del platonismo distorsiona la realidad y las consecuencias llegan a un desprecio de las realidades físicas, del cuerpo humano y de la sexualidad entre otras cosas. Se imagina el alma como algo independiente, parte de lo divino y de lo bueno, como una hoja blanca metida en un pobre sobre material del cual urge liberarse. Sin embargo, el monismo aristotélico permite entender al ser humano como una unidad conformada de cuerpo y alma dando el justo valor al cuerpo al no entenderlo como la prisión del alma (como hacía Platón), sino como parte esencial de lo que es el hombre.

Con Tomás de Aquino, la reflexión antropológica (explicación de qué es el ser humano) toma un giro más realista. Basándose en Aristóteles más que en Platón, Tomás de Aquino habla de principios, ya no de realidades opuestas. Para Aristóteles, todos los seres del mundo físico tienen materia (que es pura indeterminación) y una forma sustancial (que es el principio determinativo). Estas dos realidades son inseparables, de modo que no tienen existencia independiente. Diríamos que se trata de dos "aspectos" de la misma realidad. Tomás de Aquino describe al ser humano como material por una parte (su cuerpo) y no material por otra (su alma espiritual). El ser humano está inmerso en lo material y obedece a sus leyes básicas de espacio y tiempo. A la vez, muestra que no es material del todo pudiendo ir más allá del espacio y del tiempo con su razón: planificar el futuro o disponer los arreglos sobre un espacio existente en su vida diaria.[cita requerida]

Ejemplo: puedo elaborar una agenda para mañana y conceptuar cómo va a ser el comedor de la casa sin necesidad de estar presente en aquel comedor.

Alma y cuerpo llegan a ser co-principios en la explicación de cómo es el ser humano. El ser humano es plenamente corporal pero tiene algo propio que le permite ir más allá de lo corporal: su alma espiritual. Sin embargo, es el alma la que tiene el ser en primer lugar, mientras el cuerpo existe en cuanto unido al alma.[2]

El pensamiento occidental recayó en el dualismo entre cuerpo y alma:

De acuerdo con la tradición religiosa judeocristiana, el alma (heb. נפש, néfesch; gr. ψυχή, psykhḗ) es la principal cualidad identificatoria del movimiento en la materia viviente, haciendo de ella un no-moviente (inerte) a un se-moviente, independiente del desplazamiento ajeno. Según los registros bíblicos, en el Génesis dice:

21 Dios creó los grandes monstruos marinos, las diversas clases de seres vivientes que llenan las aguas deslizándose en ellas y todas las especies de animales con alas. Y Dios vio que esto era bueno. 22 Entonces los bendijo, diciendo: «Sean fecundos y multiplíquense; llenen las aguas de los mares y que las aves se multipliquen sobre la tierra». 23 Así hubo una tarde y una mañana: este fue el quinto día. 24 Dios dijo: «Que la tierra produzca toda clase de seres vivientes: ganado, reptiles y animales salvajes de toda especie». Y así sucedió. 25 Dios hizo las diversas clases de animales del campo, las diversas clases de ganado y todos los reptiles de la tierra, cualquiera sea su especie. Y Dios vio que esto era bueno. 26 Dios dijo: «Hagamos al hombre a nuestra imagen, según nuestra semejanza; y que le estén sometidos los peces del mar y las aves del cielo, el ganado, las fieras de la tierra y todos los animales que se arrastran por el suelo». 27 Y Dios creó al hombre a su imagen; lo creó a imagen de Dios, los creó varón y mujer.

El término aparece también en la visión antropológica de numerosos grupos culturales y religiosos. En la era moderna, el término "alma" se usa, con más frecuencia, en contextos religiosos.

La teología cristiana, principalmente la teología protestante alemana, se inspira en el Idealismo (corriente basada en las ideas) y llega a concebir el alma como únicamente "subjetividad". Este mismo Idealismo influye a través de Descartes el pensamiento de algunas corrientes católicas. En efecto, Descartes, al afirmar "pienso, luego existo", encierra la reflexión filosófica en el mundo de las ideas. Es considerado el padre del idealismo.

Los filósofos citados en el párrafo anterior son, en su mayoría, filósofos "idealistas".

El realismo filosófico dio nacimiento tanto al empirismo y al marxismo como a la filosofía existencialista (existencialismo) y existencialismo cristiano (Gabriel Marcel, personalismo de Mounier).[cita requerida]

En la Biblia, el vocablo "alma" se da como traducción de la palabra hebrea (ne'•phesch [נפׁש]) y la palabra griega (psy•khe'). Por el uso que se da al vocablo en la Biblia, queda claro que el alma es la persona o el animal mismo que se hace referencia con el término, o la vida de que disfruta la persona o el animal.

Las definiciones dogmáticas del Magisterio de la Iglesia Católica tratan principalmente de las relaciones entre alma y cuerpo. Las principales:

El Concilio Vaticano II supera el esquema alma-cuerpo y habla de persona. "El hombre es uno en cuerpo y alma y transciende en su interioridad la totalidad de las cosas..."[22]

El papa Juan Pablo II en locución dominical, publicada en L'Osservatore Romano (14/01/1990), dijo que "los animales poseen un soplo vital recibido de Dios", citando los Salmos 103 y 104, siéndoles reconocida, por tanto, el 'alma sensitiva' (griego 'pneuma', soplo, aire), sin olvidar que el vocablo 'animal' proviene del latín 'anima' (alma). "Los animales poseen un alma y los seres humanos deben amar y sentirse solidarios con nuestros hermanos menores".[23]

Los primitivos cristianos representaron en sus monumentos el alma humana libre de las trabas de la carne y dirigiéndose a la patria celestial por medio de las siguientes figuras simbólicas:

En otras culturas como la asiática, la africana, y la americana, encontramos un concepto Alma analógicamente similar al concepto desarrollado por las religiones del grupo judeocristiano (incluyendo el Islam) y la filosofía europea.

El alma, desde el punto de vista védico o veda, es El Ser (Atman), que por naturaleza es eterno (sin nacimiento ni muerte o sin principio ni fin) de substancia diferente de la del cuerpo físico y que posee conciencia propia. Desde este punto de vista, la ciencia material o la que estudia los fenómenos físicos o materiales, es limitada porque no puede estudiar fenómenos espirituales ya que su naturaleza es diferente de la física.

El ser humano, según los antiguos egipcios, tiene siete grados en su personalidad:

Una de las tres marcas de la existencia, Anātman es la "Insustancialidad de las cosas". En ninguna parte de las escrituras se habla de una esencia intrínseca del ser o algo interior con lo cual conectarse. Es normal confundir la "Realidad Última" de la mente que es la "Naturaleza Búdica" indestructible como un diamante (Vajra Sattva); no obstante, a un nivel filosófico esa naturaleza indestructible es la vacuidad de las cosas y es completamente distinta del concepto de Atman, alma, Ser, etc. Aquellos conceptos son considerados surgidos desde el ego y confusión de la mente.

El budismo enseña que todas las cosas son cambiantes en un constante estado de flujo. Todo es pasajero y no existe algo perenne. Eso vale para todo el cosmos y por ende a la humanidad ella misma. No existe un "Yo" permanente. Anātman expresa en esencia la idea budista de aquel continuo cambio.

El error de creer en un "Yo" permanente es la fuente de los conflictos humanos y de los deseos mundanos. El apego a los defectos de la existencia cíclica, samsara, provoca el renacimiento.

Cuando se habla de renacimiento, en el budismo es el ego y manifestación de la mente confundida, de la corriente de conciencia. También se utiliza el concepto de reencarnación aunque no es tan correcto como el anterior; sin embargo, no existe hasta el momento una traducción exacta para el concepto.

El budismo considera que hay tres niveles en la conciencia de la persona: la conciencia muy sutil, la cual no se desintegra en la encarnación-muerte, la conciencia sutil, que desaparece con la muerte y es una conciencia-dormida o bien no-conciencia, y la conciencia crasa.

Las religiones que hablan sobre el alma como la hindú, que surgió de los vedas, que son textos sagrados para las hindúes, donde se habla de la vida que hay una transmigración del alma, a eso se le llama la rueda de samsara. La muerte es cuando el alma pasa de un cuerpo a otro según sus acciones o de cómo lleva su vida; a ese proceso del alma se le dio cambios y se conoció como Darma, que es el resultado de buena vida u obrar bien y el karma es todo aquello que tiene que vivir necesariamente para aprender de la vida para que en otra vida pueda llegar ser mejor persona.

Buda, que hasta cierto punto ha sido considerado uno de los representantes de la cultura hindú, dice que para salvar el alma hay que alcanzar el estado del nirvana, que es el estado más alto de armonía.

La meditación ayuda a purificar el alma y la alimentación es muy importante para alcanzar el nirvana, ya que la vida es sagrada. También se alcanza el nirvana teniendo una vida de santidad, por ejemplo, no cometer actos impuros que puedan afectar el alma y aprender a controlar los vicios y las malas influencias.

La mariposa era entre los antiguos el emblema o la imagen del alma. Los artistas de la antigüedad representaban a Platón con alas de mariposa en la cabeza, porque fue el primer filósofo griego que trató de la inmortalidad del alma. Un fragmento antiguo del gabinete de Stosch representa la meditación de un filósofo con una mariposa puesta sobre un cráneo delante del cual está reflexionando el filósofo.

La purificación del alma por el fuego se ve expresada en una pequeña urna sepulcral de la ciudad Mattei, por medio del Amor que tiene en su mano una mariposa a la cual acerca una antorcha encendida. Una mariposa volando sobre la boca de una máscara cómica parece indicar que el que la lleva está vivo o animado. Se ve algunas veces a Cupido cogiendo por las alas a una mariposa que va desmenuzando, símbolo de los tormentos que el amor hace padecer a los corazones que domina.[24]

Vea en particular la bibliografía del artículo.

F. W. Zeylmans v. Emmichoven- El alma humana . Madrid, 1996.



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