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Realismo filosófico



En metafísica, el realismo es aquella postura filosófica que manifiesta que los objetos tienen una existencia independiente del sujeto que lo observa. En tal sentido, es opuesto al antirrealismo, escepticismo, algunas formas de idealismo (como el idealismo subjetivo, idealismo trascendental, solipsismo) y en cierta medida, al constructivismo. En su forma extrema, conocida como realismo ingenuo, se piensa que las cosas percibidas por los sentidos son en rigor lo que parecen ser. En versiones más complejas, a veces denominadas como realismo metódico,[1]​ se da una explicación de la relación entre el objeto y el observador que tiene en cuenta la posibilidad de que tengan lugar ilusiones, alucinaciones y otros errores de la percepción.

En la filosofía medieval, el realismo exagerado hacía referencia a una posición dentro del problema de los universales que consideraba las formas platónicas, o conceptos universales, como reales. Por el contrario, el realismo moderado hace referencia a la posición de Aristóteles, Santo Tomás de Aquino y sus continuadores modernos y contemporáneos, entre otros. Estas posiciones fueron defendidas frente el nominalismo, el cual negaba la existencia de los universales.

La razón por la que el término realismo se aplica a corrientes filosóficas muy diferentes entre sí, es por la naturaleza del objeto. Puede ser material, pero también un objeto espiritual. El realismo se puede aplicar a muchos objetos y fenómenos filosóficos, como una entidad matemática, una idea, una teoría científica, otras mentes, el pasado, el futuro, categorías morales, el mundo físico y el pensamiento. Análogamente, las posturas no realistas defienden que el objeto solo existe en nuestra mente, o bien que ni siquiera tiene sentido hablar de que dicho objeto exista. Como posturas no realistas en algún sentido dado encontramos algunos idealismos, el instrumentalismo, el nominalismo (surgido como una de las corrientes de la Escolástica), etc.

El realismo y el materialismo filosófico son posturas filosóficas que no deben confundirse, pues postulan cosas diferentes. El materialismo aboga por la única existencia de los objetos materiales, mientras que el realismo postula que los objetos son independientes al observador. Así pues, pueden existir modalidades de realismo que admiten la existencia de objetos ideales o abstractos (neotomismo, idealismo objetivo, platonismo matemático) con independencia al observador, cosa contraria a lo que postula el materialismo.[2]

En la filosofía griega antigua, las doctrinas realistas sobre universales fueron propuestas por Platón y Aristóteles.[3]

En la Edad media, con respecto a la teoría de las Ideas de Platón, se denominó realismo platónico. El realismo medieval afirmaba que los conceptos universales tienen una existencia real y objetiva independiente de los objetos materiales.[4]​ Algo similar se puede decir del realismo aristotélico y del tomismo, a los que se denominó realismo moderado.[5]​ Ambas posiciones consideran las formas platónicas, o conceptos universales, como reales.

El término es en contraposición al nominalismo y el conceptualismo. El nominalismo afirma que los universales no existen en absoluto, son flatus vocis, palabras que utilizamos para describir grupos de objetos. El conceptualismo, que mantenía que los universales podrían existir con independencia de los objetos de un tipo particular, pero solo como una idea de la mente, no como una entidad metafísica que existe en sí misma.

A partir del Renacimiento y, principalmente, de la edad moderna el realismo entró en crisis en la filosofía ante el empuje de los idealismos. El realismo metafísico defendía que el ser (las cosas) tiene existencia independiente de la conciencia. El realismo gnoseológico (que se ocupa del modo de conocer las cosas) afirmaba que, en contraposición al idealismo transcendental de Kant, nos es posible conocer las cosas sin que nuestra conciencia imponga sus categorías. Kant se halla en una posición intermedia que combina el realismo empírico (los fenómenos son empíricamente reales) con el idealismo trascendental (la forma de los fenómenos se debe a la mente).[6]

En la edad contemporánea el realismo ha recuperado prestigio entre los filósofos. El principal responsable quizá sea el neorrealismo que nació a finales del siglo XIX en los países anglosajones. Un defensor del realismo inglés fue G. E. Moore, B. Russell, S. Alexander, Lloyd Morgan, C.D. Broad y A. N. Whitehead.[7]

En el realismo fenomenológico, la filosofía ha de estudiar ante todo las esencias objetivamente necesarias (notwendige Wesenheiten) y las conexiones aprióricas que se dan entre ellas. Según esto, su objeto propio y genuino ha de ser el descubrimiento, descripción y sistematización de hechos objetivamente necesarios radicados en esencias de idéntica índole, presentes en aquellos campos y ámbitos tradicionalmente investigados por la filosofía (la lógica, la metafísica, la ontología, la gnoseología, la ética, la estética, la teodicea, etcétera).

El realismo metafísico es una postura ontológica y/o epistemológica según la cual las cosas existen independientemente de que haya una conciencia que las perciba. Los objetos que contiene el mundo, junto con sus propiedades y las relaciones que mantienen, fijan la naturaleza del mundo y estos objetos existen independientemente de nuestra capacidad de descubrir que sí existen.[8]​ Estos pueden referirse a objetos materiales como inmateriales.

Hablando en términos generales se puede decir que “universal” se opone a “particular” como lo abstracto a lo concreto. Por eso los universales se conciben como entidades abstractas, en oposición a los particulares, entidades concretas y singulares. En metafísica, el problema de los universales se refiere a la cuestión de determinar qué clase de seres, de entidades, son los universales, qué realidad tienen, cuál es su forma peculiar de existencia.[9]

El realismo platónico sostiene que las ideas existen por sí mismas en otra dimensión de la realidad. Un nombre común, como cama, se refiere a la naturaleza ideal del objeto, sugerida por su definición, y esta naturaleza ideal tiene una existencia metafísica independiente de los objetos particulares de esta clase. Así, la circularidad existe aparte de los círculos particulares, la justicia, independientemente de los individuos o Estados justos particulares, y la idea de cama, independientemente de las camas particulares.

El realismo exagerado es la respuesta al problema de los universales de raigambre platónico que sostiene que el universal existe en una realidad extra-mental como una forma subsistente separado de los seres materiales sensibles. Por tanto hay conceptos universales en la mente y cosas universales en la naturaleza. En el Medioevo, esta posición se atribuye a Anselmo de Canterbury y Guillermo de Champeaux.[4][10]

Como los universales fueron considerados por Platón como formas ideales, esta postura también se la conoce como idealismo platónico o idealismo objetivo. Esto no debe confundirse con el idealismo tal como lo presentan filósofos como George Berkeley y no hay que perder de vista que se trata de una denominación aplicada en siglos posteriores a Platón y que se trata de una simplificación de sus ideas. Algunos representantes del idealismo objetivo son Leibniz, Hegel, Bernard Bolzano, Dilthey.

Por otra parte, el realismo agustiniano situaba las ideas platónicas en Dios, identificadas con Él, y que cumplían la función de servirle como modelo al crear las cosas; de ahí el nombre de ideas ejemplares. Estas ideas eran los arquetipos en la mente de Dios.[9]

Aristóteles criticó la idea platónica de las ideas afirmando que el verdadero ser, la auténtica existencia, se encuentra no en lo universal, sino en lo individual.[9]​ Este es el origen y la base del realismo moderado, que sostiene que los universales son realidades en la mente y aunque carecen de existencia independiente, tienen su fundamento en las cosas existentes.[5][11]​ Los defensores más conocidos son Alberto Magno y Tomás de Aquino.[12][6]

El neotomismo defiende un realismo no naturalista. Existe la cosa en sí independientemente de nosotros, pero esta existencia no se reduce a los objetos materiales, también existen los objetos inmateriales.

El marco dialéctico para la discusión se presenta como una tríada inconsistente, las cuales las tres siguientes proposiciones no pueden ser verdaderas al mismo tiempo:[13]

Todas las posiciones realistas aceptan la primera afirmación, pero la segunda y la tercera son discutidas. Entre estas se encuentran:

El realismo directo o ingenuo es una corriente de la filosofía de la percepción y de la filosofía de la mente que asegura que los sentidos nos proporcionan una conciencia directa del mundo exterior. El realismo directo es la posición intuitiva del "sentido común" en la que la realidad se percibe per se. En contraste, el realismo indirecto o representativo sostienen que esa conciencia directa solo nos es dada por representaciones internas subjetivas del mundo externo.

Para el realismo absoluto no hay diferencia, ni puede haber, entre el objeto de conocimiento y la cosa en sí. El realismo materialista del materialismo dialéctico es una postura filosófica, desarrollada por Karl Marx y Friedrich Engels, que retoma el pensamiento dialéctico de Hegel, pero "dándolo vuelta". Según estos autores, existe una realidad material independiente de los sujetos, pero que solo es comprendida por la actividad de los hombres. Es decir, que la realidad solo es realidad porque es mediada por la práctica de los hombres concretos. La idea de que el hombre construye la realidad, no obstruye que el hombre pueda conocer la realidad tal cual es, sino todo lo contrario, solo así puede conocer tanto la realidad humana creada como la naturaleza.

En la tesis de Marx, toda sensación o percepción es una interacción entre sujeto y objeto; el objeto puro, aparte de la actividad del percipiente, es una mera materia prima, que se transforma mediante el proceso que la lleva a ser conocida. «La verdad, es decir, la realidad y el poder del pensamiento tienen que demostrarse en la práctica. La discusión en cuanto a la realidad o no realidad de un pensamiento aislado de la práctica es una cuestión puramente escolástica... Los filósofos solamente han interpretado el mundo de diversos modos, pero la tarea real es transformalo».[14]

En la actualidad, la controversia del realismo - antirrealismo se desarrolla fundamentalmente en filosofía de la ciencia. En esta disciplina filosófica, un rasgo particular del realismo es que no se ocupa tanto de la naturaleza o la existencia del objeto como del tipo de relación que hay entre el conocimiento y el objeto.

Pero no es solo la cuestión de si la ciencia estudia o no la realidad. Hay varias concepciones del realismo, no excluyentes mutuamente, según hagan hincapié en uno u otro aspecto:

Otras variantes del realismo en filosofía de la ciencia están relacionadas con la verdad. El realismo semántico defiende que las teorías científicas son verdaderas o falsas según su correspondencia con la realidad. Según el realismo progresivo el avance de la ciencia nos permite un mejor conocimiento de la realidad.

Karl Popper y Mario Bunge son defensores estrictos del realismo de la ciencia. Los realistas en sentido fuerte defienden que las teorías y conceptos científicos nos proporcionan conocimiento sobre la realidad porque hay algún tipo de relación de correspondencia entre las teorías científicas y la naturaleza. Mario Bunge analiza los problemas de diversas epistemologías, desde el racionalismo crítico popperiano hasta el empirismo, el neopositivismo, el subjetivismo o el relativismo. Se considera un realista crítico que ve la ciencia como falible (el conocimiento del mundo es provisional e incierto), pero aun así afirma que la realidad existe y es objetiva. Para Karl Popper, el realismo se circunscribe de la aceptación de regularidades en la naturaleza, es decir, del hecho de que se pueda contar con que es posible conocer las leyes que rigen los fenómenos pero no se compromete con la existencia de objetos. Su realismo es un realismo metodológico pero no explícitamente ontológico.[15]

Larry Laudan y Ronald N. Giere presentan una postura intermedia entre el realismo y el subjetivismo estrictos. Giere afirma que referencia a la realidad debe valorarse caso por caso porque el grado de realismo varía entre las ciencias o, al menos, en algunas de ellas resulta más sencillo encontrar su correspondencia con la realidad. Así, la astronomía y la biología poseen un grado de realidad muy elevado, mientras que la mecánica cuántica utiliza construcciones teóricas muy abstractas.

Al realismo científico se opone al instrumentalismo (los enunciados observacionales sí describen el mundo, pero no los teóricos) y, en cierta medida, el pragmatismo.[6]

El realismo crítico de Rom Harré y Roy Bhaskar destaca que el empirismo y el realismo conducen a dos tipos diferentes de investigación científica. La línea empirista busca nuevas concordancias con la teoría, mientras que la línea realista intenta conocer mejor las causas y los efectos. Esto implica que el realismo es más coherente con los conocimientos científicos actuales. El realismo crítico sostienen un realismo indirecto basado en que los datos sensoriales no pertenecen tal cual aparecen al mundo físico, distinguiendo entre cosa externa, dato sensorial (sense-datum) y el acto de la percepción.[6]

Arthur Fine promueve la actitud ontológica natural como postura entre el realismo científico y los antirrealismos. A diferencia del realismo y del antirrealismo, la actitud ontológica natural no interpreta la verdad. Considera a ésta un concepto básico y como tal su uso y su lógica están ya categorizados, al menos parcialmente. No es necesario dar cuenta de él, ni tampoco sería posible.

Como movimientos no realistas en la ciencia encontramos el instrumentalismo, el pragmatismo, la corriente idealista de la fenomenología, el fenomenismo y el idealismo epistemológico.

Son aquellas filosofías realistas donde se postula la existencia de distintas variedades de campos de objetos divididos en ámbitos irreductibles, es decir, donde hay distintas realidades de objetos materiales tanto como de objetos abstractos (pluralismos) o de ambos tipos coexistiendo (realismo neutral y dualismos).[16]

En filosofía de las matemáticas, el platonismo matemático o realismo matemático es una corriente de pensamiento que afirma que los objetos matemáticos (números, figuras geométricas, funciones, etc.) no son simples invenciones humanas, sino objetos abstractos que existen por sí mismos, independientemente de la mente humana,[17][18]​ es decir, que los objetos y teoremas matemáticos existen en forma aislada del mundo material e independientemente del espacio y del tiempo. Con este punto de vista, las leyes de la naturaleza y los axiomas de la matemática tienen una posición similar y su efectividad encuentra una explicación: su fundamento lo constituye el verdadero mundo de los objetos matemáticos. El platonismo matemático es una forma de realismo filosófico, aplicado a los objetos matemáticos.

El platonismo matemático implica que tanto los objetos matemáticos como las leyes matemáticas no se inventan, sino que se descubren. Con esto se explica al carácter objetivo e interpersonal de las matemáticas. Este realismo ontológico es incompatible con todas las variedades de la filosofía materialista. Algunos de sus representantes fueron Gödel,[19][20]Wigner y Erdös. Entre los filósofos que han adoptado la posición se cuentan Quine, Dummett[21]​ y Mark Steiner.[22]​ El realismo[23][24][25]​ es quizás la posición más difundida entre los matemáticos.[26]

Alrededor de los 1900 tuvo mucha influencia en esa posición el argumento de Frege,[27]​ que se puede resumir así: «Términos singulares que se refieren a números naturales aparecen en enunciados verdaderos simples. Solo es posible para los enunciados simples con términos singulares como componentes ser verdaderos si los objetos a los que se refieren los términos singulares existen. Por lo tanto: los números naturales existen. Pero, si los números naturales existen, son objetos abstractos que son independientes de todas las actividades racionales. Por lo tanto: los números naturales son objetos abstractos que existen independientes de todas las actividades racionales, es decir, el objeto aritmético del platonismo es verdad.» Wigner en su trabajo La irrazonable eficacia de la Matemática en las Ciencias Naturales expresó que: «Es un milagro, como ha señalado Schroedinger, que a pesar de la perturbadora complejidad del mundo, puedan descubrirse en los fenómenos ciertas regularidades.»[28]

En el presente los partidarios del platonismo matemático generalmente citan el siguiente argumento a favor de sus posiciones, argumento que busca mostrar que las teorías epistémicas son (deben ser) consistentes con la aproximación realista: El argumento de indispensabilidad de Quine y Putnam básicamente sugiere que debemos estar «ontológicamente comprometida con todas aquellas entidades que sean indispensables para nuestras mejores teorías científicas», es decir, debemos afirmar como válidas e independientes todos aquellos elementos básicos del análisis que necesitamos en nuestros razonamientos, alternativamente, somos intelectualmente deshonestos. «Los objetos y/o estructuras matemáticos son indispensables para nuestras mejores teorías científicas. Por lo tanto, debemos reconocer la existencia de esos objetos o estructuras.»

El existencialismo analiza la existencia del ser humano en el mundo, por lo que el realismo forma parte de su misma base.

El realismo moral o realismo ético[37]​ es la posición metaética en que las oraciones éticas expresan proposiciones que se refieren a características objetivas del mundo (es decir, características independientes de la opinión subjetiva), algunas de las cuales pueden ser verdaderas en la medida en que informan esas características con precisión. Esto hace del realismo moral una forma no nihilista de cognitivismo ético (que acepta que las oraciones éticas expresan proposiciones y, por lo tanto, pueden evaluarse como verdaderas o falsas) con una orientación ontológica, en oposición a todas las formas de antirrealismo moral y el escepticismo moral, incluido el subjetivismo ético (que niega que las proposiciones morales se refieran a hechos objetivos), la teoría del error (que niega que las proposiciones morales sean ciertas); y el no-cognitivismo (que niega que las oraciones morales expresen proposiciones en absoluto). Dentro del realismo moral, las dos subdivisiones principales son el naturalismo ético y el no naturalismo ético.

Muchos filósofos afirman que el realismo moral se remonta al menos a Platón y a Aristóteles como doctrina filosófica,[38]​ y que es una forma de doctrina moral totalmente defendible.[39]​ Una encuesta de 2009 con 3,226 encuestados encontró que el 56% de los filósofos acepta o se inclina hacia el realismo moral (28%: antirrealismo; 16%: otros).[40][41]

El Realpolitik («política de la realidad» en alemán) es la política o diplomacia basada en intereses prácticos y acciones concretas, sin atender a la teoría o la filosofíacomo elementos "formadores de políticas". Aboga por el avance en los intereses de un país de acuerdo con las circunstancias actuales de su entorno, en lugar de seguir principios filosóficos, teóricos o morales. A este respecto, comparte su enfoque filosófico con el realismo y el pragmatismo.

El objetivismo randiano es un sistema filosófico desarrollado por la escritora y filósofa ruso-estadounidense de origen judío Ayn Rand que afirma que a la realidad (naturaleza de las cosas) solo se le domina obedeciéndola, que el propósito moral de la vida es la búsqueda de la propia felicidad o el «interés propio racional»; que el único sistema social acorde con este fin es el capitalismo puro (llamado también capitalismo laissez-faire)

El realismo liberal (Antonio Muñoz Ballesta) analiza las sociedades del siglo XXI basadas en los principios realistas de lo político y en la ciencia social y económica de la Escuela Austriaca de Economía.



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