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América precolombina



Este artículo es de la serie:
Historia de América.

Se conoce como América precolombina al continente americano antes del establecimiento del dominio político y cultural de los europeos sobre las civilizaciones y tribus nativas de lo que antes se conocía como "Las Indias Orientales" (América) , ocurrido a partir del siglo XVI. Esta época comprende miles de años y sucesos tan relevantes como las primeras migraciones humanas desde Asia a través de Beringia y la revolución neolítica.

Aunque la fecha de la llegada de Colón a América es de 1492, el término precolombino usualmente engloba la historia de todas aquellas sociedades nativas antes de que se hiciera notable la influencia europea, a pesar de que esto ocurrió décadas o siglos después del primer desembarco de Colón. En español suele usarse como sinónimo de América prehispánica en el siglo XVI.

En general, existe un acuerdo de los espacios de investigación especializados en torno a que los indígenas americanos descienden de los grupos humanos que pasaron de Asia al Nuevo Mundo a través del puente de Beringia. Si bien nunca existió consenso al respecto, durante mucho tiempo la hipótesis más aceptada fue la llamada teoría del poblamiento tardío. De acuerdo con esta hipótesis, los amerindios son descendientes de los grupos siberianos que pasaron a América aproximadamente 13.500 años antes del presente (AP). Esta hipótesis se sostiene en el descubrimiento de la cultura clovis, que se asoció con la más antigua presencia humana en América, cuyo estilo de vida pudo haber estado apoyado en el aprovechamiento de la megafauna —por ejemplo, Mammuthus columbii—, aunque ésta fue insostenible cuando estos animales se extinguieron alrededor del año 9000 AP.

Otros puntos de vista y algunas investigaciones en todo el continente llevaron a un grupo de investigadores a proponer que el poblamiento de América inició varios milenios antes de la glaciación de Wisconsin. El descubrimiento de materiales arqueológicos encontrados en diversos puntos de América —dentro o al sur del área de difusión de la cultura clovis— fechados por radiocarbono en una época anterior a la glaciación han sido consideradas dudosos o al menos, controversiales por los defensores de la teoría del poblamiento tardío.[1]

Las nuevas teorías sobre un poblamiento temprano se han recombinado con las teorías existentes que afirman la existencia de múltiples corrientes migratorias de poblamiento a través de Alaska y del océano Pacífico (Paul Rivet), desde Australia, usando un puente similar al de Beringia, pero en la zona antártica e ingresando por Sudamérica.[2]

Durante la transición Pleistoceno-Holoceno (ca. 13–8.5 AP) las condiciones climáticas y ambientales fueron muy profundas, provocando cambios en los niveles del mar acompañados con breves pero trágicos episodios de expansiones glaciarias (Episodio de Enfriamiento Reverso Antártico). Este evento se ha registrado en diferentes sectores de Patagonia, Andes centrales, Amazonia y Puna de Atacama, sugiriendo un panorama paleoambiental con marcadas diferencias en la disponibilidad de espacios y recursos entre ambos hemisferios. El máximo avance de la última gran glaciación del Pleistoceno final produjo que América del Sur tuviera mayor cantidad de terrenos emergidos de la superficie marina, lo que permite una mayor variabilidad ambiental y menor incidencia de la glaciación en Sudamérica respecto de Norteamérica.

En América del Sur la glaciación de montaña, limitada al sector andino, produjo un efecto menos severo que el registrado en América del Norte donde los dos grandes mantos de hielo (Lauréntico y Cordillerano) cubrieron todo el actual territorio de Canadá. Esta gran diferencia de extensión y volumen de los glaciares produjo más territorios disponibles para la ocupación humana y fue lo que pudo favorecer un poblamiento más fluido en el sur. Esto puede implicar una alternativa frente al fuerte peso teórico y empírico que tienen los modelos de migración continentales y circumpacífico: el modelo de las adaptaciones costeras/acuáticas que plantea la fachada atlántica como una posible y factible vía de ingreso y dispersión, siendo una herramienta teórica viable para reevaluar las proposiciones sobre la colonización de América del Sur.[3]

Otra hipótesis de poblamiento temprano que de momento carece de pruebas suficientes, señala el posible arribo, por vía marítima, de gentes europeas portadoras de la cultura solutrense, que habrían aprovechado para sustentarse en el trayecto la abundancia de focas y otros mamíferos marinos en el borde del casquete glacial Ártico. Según sus proponentes, esta hipótesis explicaría la presencia del haplogrupo X en el ADN mitocondrial de algunos grupos indígenas, además del parecido con ciertas técnicas americanas para la fabricación de utensilios líticos.

Recientes investigaciones basadas en la secuenciación del genoma de un individuo que habitó en Siberia hace unos 24 000 años revelan su similitud genética con las poblaciones nativas americanas así como con euroasiáticas lo que parece indicar que diversos grupos de humanos provenientes del oeste de Asia migrarían hacia América cruzando el estrecho de Bering mezclándose con individuos del este asiático.

Este hecho puede explicar la presencia de características típicas de individuos euroasiáticos en las poblaciones nativas americanas que no se corresponden con las de pobladores del este asiático como pueden ser la morfología del cráneo o el haplotipo [4]​ mitocondrial X.

A pesar de lo álgido del debate científico sobre el poblamiento de América, existen en cambio algunas conclusiones que se pueden aventurar:

Las evidencias más antiguas de presencia humana en América pueden ser ubicadas en el cuadro que se muestra a continuación. Debe tenerse en cuenta que muchas de estas fechas están discutidas en la comunidad científica y carecen de consenso.

La Prehistoria americana comienza desde el momento en el cual los primeros pueblos procedentes de las estepas siberianas cruzaron hacia Alaska hace 40 000 años aproximadamente hasta el desarrollo de las civilizaciones americanas en el siglo III. Todo ese tiempo, que corresponde en la prehistoria universal al Paleolítico, Mesolítico, Neolítico y la Edad de los Metales, se divide en tres periodos: Paleoíndio, Arcaico y Formativo.

El período paleoíndio es la era más larga de la prehistoria americana. Parte desde el advenimiento de los primeros pueblos asiáticos al cruzar el Puente de Beringia hace entre 20 000 a 40 000 años hasta hace 10 000 años con el descubrimiento de la Agricultura en Mesoamérica. Esta teoría es materia de polémica e intenso estudio, porque, como ya se mencionó, yacimientos de más de 15 000 años de antigüedad no se han determinado con certeza ni siquiera en otros continentes. De acuerdo al avance de los estudios, no se puede decir con certeza qué bloque americano fue poblado primero, de acuerdo a las evidencias de yacimientos tan antiguos tanto en Mesoamérica como en Suramérica. La mayor certeza en cambio acerca del período paleoíndio, lo constituye la llamada Cultura Clovis. Si bien hasta mediados del siglo XX fue considerada la más antigua de las culturas americanas con dataciones de más de 13 000 años (hacia el fin de la última glaciación), las excavaciones realizadas a partir de la segunda mitad del siglo han revelado la existencia de culturas más antiguas (Pre-clovis). Pero aun así, la Cultura Clovis permanece aquella de la cual se posee más información. Característica de dicha cultura es la punta de las lanzas líticas denominada punta clovis y que para los expertos posee un grado de belleza y perfección no habitual en épocas prehistóricas. La abundancia de puntas clovis con restos de mamuts lleva a la conclusión que este era el animal de caza de dicho pueblo paleoíndio y ello les ha puesto en algunas ocasiones en sospecha de ser los causantes de la extinción de dicho animal, hipótesis no confirmada. En general, es aprobada la idea que los pueblos del paleoíndio eran cazadores, recolectores y nómadas y que en este tiempo se dieron los mayores desplazamientos humanos en el continente.


El Período Arcaico de América comenzó hace aproximadamente 10 000 años (8000 a. C.) con los inicios del Holoceno, es decir, cuando terminaron las glaciaciones y duró hasta el surgimiento de la civilización olmeca que se calcula hacia el 1500 a. C. El intenso frío comenzó a ceder. Lentamente, las temperaturas medias ascendieron y el clima se volvió algo más benigno, se modificó la orientación de los vientos y cambió el régimen de precipitaciones. En algunas zonas se fue pasando de condiciones más húmedas a una mayor sequedad; en otras, ocurrió lo contrario. Los grandes glaciares que en América del Sur sólo afectaron a las altas cumbres andinas y al extremo meridional de la Patagonia, comenzaron a derretirse, iniciando un lento retroceso. Las aguas de deshielo corrieron hacia los mares, cuyo nivel subió anegando las tierras más bajas en tanto la superficie de los océanos se extendía. [12]​ La gran protagonista de este período es la agricultura, que en América surge en tiempos similares al resto del planeta, es decir, antes del 6000 a. C. Alimentos fósiles de maíz, calabaza, patatas, animales domésticos y otros han sido encontrados en Mesoamérica y Suramérica con dataciones de hasta hace 10 000 años. Con el descubrimiento de la agricultura, los pobladores americanos comienzan el proceso de asentamiento definitivo y pasan del nomadismo milenario al sedentarismo, lo que les abre la vía al desarrollo de culturas más elaboradas que terminaran con el surgimiento de la primera más grande civilización del continente: la Caral, en Perú.[13]​ El asentamiento generado por la agricultura trajo como consecuencia el surgimiento de las primeras poblaciones y del concepto de ciudad y hacia el final de este período tiene lugar el surgimiento de la primera ciudad [14]​americana en sentido estricto: Sechín Bajo y Caral-Supe con dataciones que la sitúan en el 2627 a. C., es decir, casi a la par con las ciudades mesopotámicas, egipcias, indostánicas y chinas.[15]

El Período Formativo comienza con el desarrollo de la Cultura Olmeca en Mesoamérica, a la que se atribuyen ofrendas masivas de arena de diferentes colores y así como cabezas monumentales de piedra en San Lorenzo Tenochtitlán y Tres Zapotes, ambos sitios al Sur del Estado de Veracruz.[16]​ Siglos más tarde los Olmecas tienen un segundo apogeo, centrado en el sitio de La Venta, Tabasco, que no obstante resulta simultáneo a los más antiguos estratos de Izapa (Chiapas), y desde donde su influencia cultural irradia hacia el Altiplano central mexicano y hasta los actuales Estados de Morelos y Guerrero.

También aparecen entonces las primeras sociedades jerarquizadas con formas de gobierno relativamente complejas; en Sudamérica la cultura Chavín tiene un itinerario semejante, llegando a proyectar su influencia cultural sobre extensos territorios y edificando importantes centros urbanos en torno a santuarios dedicados al dios Jaguar.[17]​ Es el preludio del período de las grandes civilizaciones, que en Mesoamérica inicia con la construcción del centro urbano de Teotihuacán (150 d. C.-700 d. C.) (aunque en Sudamérica el sitio ya mencionado de Caral da un referente muy anterior).

Más tarde aparecen las primeras formas de escritura como la de los antiguos zapotecos y mayas, aunque ya hay posibles antecedentes olmecas. Otras culturas reseñables son las de los anasazis y sus similares (Arizona), así como los constructores de Montículos de Norteamérica. La existencia de grandes áreas de terra preta sugiere también la presencia de una extensa civilización amazónica.

En la América precolombina se desarrollaron cientos de culturas y decenas de civilizaciones originales a lo largo de todo el continente. Las consideradas altas culturas precolombinas surgieron en Mesoamérica y los Andes. De norte a sur podemos nombrar las culturas Anasazi, Misisipiana, Mexica, Tolteca, Teotihuacana, Zapoteca, Olmeca, Maya, Muisca, Taironas, Cañaris, Moche, Nazca, Chimú, Inca y Tiahuanaco entre otras. Todas ellas elaboraron complejos sistemas de organización política y social y son notables por sus tradiciones artísticas y sus religiones.

En el resto del continente el desarrollo cultural no fue menos importante, desarrollándose avanzados sistemas de gestión ambiental como en el Amazonas, en Beni e incluso en una de las primeras sociedades democráticas constitucionales como Haudenosaunee.[18]

En los asentamientos humanos no alcanzaron un nivel cultural tan elevado como en las civilizaciones antes señaladas, en parte por su menor densidad de población y, sobre todo, por sus actividades seminómadas (caza de varios animales, etc.). Podemos citar entre los grupos étnicos preponderantes de Norteamérica a los yaquis, seris, apaches, mohicanos, navajos, cheyennes, algonquinos, esquimales, siuxs, etc

Las civilizaciones americanas descubrieron e inventaron elementos culturales muy avanzados como calendarios, complejos sistemas de mejoramiento genético como el que generó el maíz y la papa, sistemas de construcción antisísmicos,[19]​ así como un dominio en el trabajo de la piedra, sistemas de gestión ambiental de amplias zonas geográficas, sistemas de riego, nuevos sistemas de escritura, nuevos sistemas políticos y sociales, una avanzada metalurgia y producción textil.

Las civilizaciones precolombinas[20]​ también descubrieron la rueda, que no resultó de utilidad productiva debido en parte a las cordilleras y selvas donde se encontraban, pero fue utilizada para la fabricación de juguetes.

Otro de los elementos comunes de las culturas precolombinas que alcanzó un alto grado de desarrollo fue la edificación de templos y monumentos religiosos, siendo claros ejemplos las zonas arqueológicas de Caral, Chavín, Moche, Pachacámac, Tiahuanaco, Cuzco, Machu Picchu y Nazca, en los Andes Centrales; y Teotihuacan, Templo Mayor (Tenochtitlán), Tajín, Palenque, Tulum, Tikal, Chichén-Itzá, Monte Albán, en Mesoamérica.

Las civilizaciones precolombinas se expresaron a través de realizaciones artísticas e intelectuales. Estas huellas de su existencia y arte son conocidas, desde la perspectiva eurocéntrica, como Arte Precolombino. Incluye expresiones artísticas como: arte rupestre, cerámica , esculturas, pintura, arquitectura, metalista, arte textil, etc. Actualmente, las piezas de arte precolombino son consideradas reliquias de gran valor arqueológico, dado que representan las cosmovisiones de los pueblos originarios y permiten conocer e imaginar sus creencias, saberes, las formas de organización, rituales (funerarios, por ejemplo),[21]​ cosmologías y las técnicas que estos pueblos desarrollaron antes de la llegada de las colonias europeas a los territorios americanos.

Inuits, Tlingit, Haudenosaunee (Confederación Iroquesa), cultura misisipiana.

Anasazi, indios pueblo, cultura mogollón, Hohokam, Chichimecas, Seris, Yaquis, Rarámuris, kumiai, Nahuatlacas (Náhuatl), Paquimés, Tepehuanes.

Civilizaciones altamente avanzadas como los Olmecas, Toltecas, Mayas, Teotihuacanos, Aztecas, Zapotecos, Tarascos, Mixtecos, entre otros.

Entre las principales civilizaciones sudamericanas de la América precolombina se encuentran Caral, Paracas, Nazca, Moche,Tiahuanaco, Chimú, Confederación Muisca, cultura mollo, Imperio Inca entre otros. En el último tercio del siglo XV, el Imperio Inka o Tawantinsuyu se constituyó en el estado indígena sudamericano más importante, extendiéndose por un territorio de unos 2 millones de kilómetros cuadrados ocupado por centenares de pueblos. Creó un nuevo orden de gobierno basado en una ideología solar, con una eficiencia económica, administrativa y militar inigualable en América precolombina.

En su cúspide expansiva estuvo dividido en cuatro cuartos o suyus: el Chinchaysuyu, por el norte de Perú y Ecuador; el Antisuyu por el levante, abarcando parte del altiplano y la región de los Moxos o los Chunchos, en las yungas peruano-bolivianas; el Cuntisuyu por el poniente costero del Pacífico de Perú. Finalmente el Kollasuyu austral, incluyendo partes de Bolivia, Chile y del norte andino de Argentina. En ese universo dominaron centenares de naciones o etnías, todos conectados por más de 40000 km de redes viales conocidas como Qhapaq Ñan.[23][24]

La economía de las culturas más complejas socialmente se basaba en el cultivo de caraotas, o porotos en algunas partes, y calabaza o auyama en Mesoamérica; mientras que en el área andina se destacaban también el maíz, los frijoles y las calabazas así como tubérculos como la papa, y a pavos en el caso de América del Norte (México). En América del Sur, y más precisamente en el área Central Andina (cultura Inca), destacaron el cuy (conocidos como conejillos de Indias por los españoles), las llamas, una variedad de camélidos de la región andina que conformaban otra especie animal domesticada para transportar carga pueden cargar unos 40 kilos en los Andes, donde las necesidades de transporte de carga eran muy grandes. La alpaca se domesticó para la obtención de su abundante lana y carne, la cual siempre fue muy apreciada. En cambio, la vicuña y el guanaco eran especies semejantes a las llamas, aunque más pequeñas, pero que no se llegaron a domesticar y eran cazadas para la obtención de carne, lana y pieles. Todas estas especies de camélidos eran más bien escasas y siguen siéndolo, lo cual es una especie de paradoja, ya que todas las especies de camélidos existentes en el mundo proceden del continente americano y atravesaron el Estrecho de Bering hace casi 40 millones de años, en sentido inverso al de la migración mucho más reciente.

La ausencia de animales de carga, la ausencia de ríos navegables de importancia así como la configuración predominantemente norte-sur del continente americano dificultaron la integración de amplias áreas del continente en estados extensos y limitó los contactos entre las diferentes culturas surgidas.

En Eurasia algunas de las principales culturas agrícolas (Mesopotamia, Antiguo Egipto y China) surgieron en las cuencas de grandes ríos, y los primeros estados importantes estuvieron ligados a la construcción cooperativa a gran escala de grandes obras hidráulicas. Esto contrasta con el desarrollo agrícola y de los primeros estados en América, que en general no estuvieron ligados a las grandes cuencas fluviales.

Por otra parte, la llegada del hombre a América supuso extinciones masivas de animales de tamaño grande y mediano debido a la caza excesiva. Eso dificultaría la domesticación de animales que pudieran ayudar a la agricultura y el transporte de largas distancias en épocas posteriores. En la región andina se domesticó la llama, pero en modo alguno pudo hacerse de ella un uso similar al que se hizo en Eurasia del burro o el caballo.

Finalmente, Eurasia es un continente cuya dimensión principal va de este a oeste, y esto permitía que los desarrollos tecnológicos en una cierta latitud generalmente se difundieran a grandes distancias sobre la misma latitud, al existir climas similares. En cambio, en América el clima varía de manera importante al extenderse de norte a sur, por lo que las adaptaciones particulares de pueblos en ciertas latitudes podían no ser útiles para los pueblos de otra latitud diferente.



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