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Angelología



La angelología cristiana es la parte de la teología sistemática que estudia lo que el cristianismo considera que son las características, oficios y alcances de los ángeles. Según el cristianismo, los ángeles son seres espirituales creados por Dios y se establece la diferencia entre ángeles buenos y ángeles malvados o demonios, servidores de Satanás, pues decidieron seguir a Lucifer en su caída tras rebelarse.

Aunque la Biblia menciona repetidas veces la actividad de ángeles y demonios, no explica lo que son. Solo se asume su existencia y actividad.

En la Edad Media la angelología comienza a consolidarse con las obras de Pseudo Dionisio Areopagita y Gregorio el Grande.

En diversas culturas se adoraban ángeles, se comenzó a creer que son mensajeros entre Dios y los hombres desde que estos vivían en la cavernas. Luego los pueblos asirios y griegos, en paralelo a los ángeles, le añadieron alas a semidioses como Hermes o Eros, el dios del amor apasionado; los romanos inventaron a Cupido, dios del amor erótico. Platón en 347 a. C. habló de ángeles guardianes que nos protegían (Horton, 1994). En los escritos hebreos solo se da nombre a dos ángeles: Arcángel Gabriel, que, según se cree, iluminó el entendimiento de Daniel (Daniel 9:21-27), y el arcángel Miguel, considerado protector de Israel (Daniel 12:1). Fuera del canon, en el libro de Enoc se dice que los ángeles asistieron a la entrega de la ley mosaica. En el Nuevo Testamento los fariseos creían que los ángeles comunican al hombre con la voluntad de Dios (Hechos 23:9), mientras que los saduceos no creían ni en ángeles ni en espíritus (Hechos 23:8). Ireneo (130-195 d. C.) mostró jerarquías entre ángeles, Orígenes (182-250 d. C.) creía que si un ángel puede ser caído, un demonio puede convertirse. Jerónimo (347-420 d. C.) pensaba que al nacer, a cada persona se le entregaba un ángel guardián. Dionisio en 500 d. C. dijo que un ángel es imagen de Dios. Gregorio Magno (540-600 d. C.) dijo que los ángeles tenían poder sobre cuerpos celestiales, mientras que Pedro Lombardo (1100-1160 d. C.) pensaba que un ángel podía cuidar a muchas personas.

De acuerdo a la teología sistemática católica, los ángeles no son corpóreos, no tienen cuerpo como el ser humano. Se dice que son espíritus, con juicio moral y alta inteligencia[1]​“El que hace los vientos (espíritus, ángeles) sus mensajeros y a las llamas de fuego sus ministros” Salmos 104:4 dice: ¿No son todos espíritus ministradores, enviados para servicio a favor de los que serán herederos de la salvación? La Biblia dice también en Lucas 24:37-39 que Jesús dijo: "Porque un espíritu no tiene ni carne ni hueso, como veis que yo tengo". Según la postura cristiana, esto no significa que no sean criaturas individuales verdaderas, tanto finitas como espaciales. Sin embargo, acorde con esta religión, se encuentran en una relación más libre con el tiempo y el espacio que el hombre. Según se cree, muchos pueden estar presentes al mismo tiempo en un espacio limitado. Asimismo, el cristianismo sostiene que si bien ellos no son omnipresentes, cada uno está en un lugar a la vez como menciona la Biblia "Y le preguntó Jesús diciendo: ¿Cómo te llamas? Y él dijo Legión, porque muchos demonios han entrado en él (Lucas 8:30)." Los ángeles son una compañía y no una raza, creados por Dios todos a la misma vez y no hay propagación entre ellos; no mueren[1]​ por lo tanto no hay un incremento o decrecimiento en su número. El catolicismo considera y exhorta a sus devotos a que si bien se permite venerar a los ángeles,[2]​ solo se debe venerar a los arcángeles Arcángel Miguel Gabriel y Rafael.[3]

En la Biblia se menciona otros tipos específicos de seres celestiales. Sea que se tenga una postura que son tipos especiales de «ángeles» (en un sentido amplio del término), o que la postura sea que son seres celestiales distintos de los ángeles, de todas formas ambas creencias están de acuerdo que son seres espirituales creados que sirven y adoran a Dios.

Los serafines son grupo de seres celestiales, se mencionan solo en Isaías 6:2-7, en dónde se afirma que continuamente adoran al Señor y claman el uno al otro: «Santo, santo, santo es el Señor Todopoderoso; toda la tierra está llena de su gloria» (Isaías 6: 3). Se los representa con tres pares de alas: con dos cubrían sus rostros, con dos cubrían sus pies y con dos volaban. Se cubren para, según se sostiene, protegerse del intenso resplandor que emite Dios.

Los serafines son mencionados en Isaías 6:1–7:

2 Y encima de él estaban serafines: cada uno tenía seis alas; con dos cubrían sus rostros, y con dos cubrían sus pies, y con dos volaban. 3 Y el uno al otro daba voces, diciendo: Santo, santo, santo, Yavé de los ejércitos: toda la tierra está llena de su gloria. 4 Y los quiciales de las puertas se estremecieron con la voz del que clamaba, y la casa se hinchió de humo. 5 Entonces dije: Ay de mí! que soy muerto; que siendo hombre inmundo de labios, y habitando en medio de pueblo que tiene labios inmundos, han visto mis ojos al Rey, Yahvé de los ejércitos. 6 Y voló hacia mí uno de los serafines, teniendo en su mano un carbón encendido, tomado del altar con unas tenazas:

A los querubines se les dio la tarea de guardar la entrada del huerto del Edén (Génesis 3:24), y frecuentemente se dice que Dios mismo tiene su trono entre querubines, o que viaja montado en querubines (Salmo 18: 10; Ezequiel 10: 1-22). El Génesis también menciona que sobre el arca del pacto en el Antiguo Testamento había dos figuras de oro de querubines con alas extendidas sobre el arca, y según se cree allí Dios prometió ir a morar entre su pueblo: «Yo me reuniré allí contigo en medio de los dos querubines que están sobre el arca del pacto. Desde la parte superior del propiciatorio te daré todas las instrucciones que habrás de comunicarles a los israelitas» (Éxodo 25: 22; vv. 18-21)

Los querubines son mencionados en Génesis 3:24 y Ezequiel 10:17–21.

El libro del Génesis menciona que Dios expulsó a Adán y Eva y puso al oriente del huerto de Edén querubines, y una espada encendida que se revolvía por todos lados, para guardar el camino del árbol de la vida. Génesis 3:24 RVR1960

Ezequiel y Apocalipsis mencionan a otra clase de seres celestiales conocidos como «Tronos» alrededor del trono de Dios (Ez 1:5-14; Ap 4:6-8). Se los suele retratar con apariencia de león, buey, hombre y águila, según se cree son los representantes más poderosos de varias criaturas de Dios (bestias salvajes, animales domesticados, seres humanos y aves), y, conforme a la Biblia y la teología sistemática, adoran continuamente a Dios: “y día y noche repetían sin cesar: Santo, santo, santo es el Señor Dios Todopoderoso, el que era y qué es y que ha de venir” (Ap. 4:8).

Los arcángeles reciben, usualmente, una tarea de importancia para la humanidad. Por este motivo, conforme a esta religión, no hay diferencias físicas en ángeles y arcángeles, la diferencia radica en el rol asignado por Dios.[4]

La Biblia menciona tres por su nombre: Arcángel Miguel (en el libro de Daniel, Judas y en el Apocalipsis), Arcángel Rafael (en el libro de Tobías) y Gabriel Arcángel (en el libro de Daniel y en el evangelio según San Lucas).

Su obra es dar alabanzas y adoración: El principal de los ministerios que tienen los ángeles buenos es aquel de alabar y ofrecer incesante adoración a Dios, porque, conforme a la Biblia, Él es Digno (Isaías 6:3), otras funciones que la iglesia sontiene están el traer la ley de Dios a su pueblo (Hechos 7:53), Ejecutar los juicios de Dios sobre sus enemigos (Hechos 12:23). Juntar a los elegidos en la segunda venida (Mateo 24:30-31) y asistir en lo que la iglesia afirma será el día del Juicio Final (Mateo 13:49-50).

Los ángeles malvados o demonios tienen un "líder", para esta religión es Satanás. La idea de Satanás con cuernos y pezuñas no es bíblica, esta representación data de las antiguas mitologías no cristianas y al arte del medioevo en dónde era representado como un monstruo con alas de murciélago y terrible apariencia. También Dante, en La Divina Comedia, representa a Satanás como un monstruo gigante de alas y de tres caras, prisionero en el noveno círculo del infierno. Pero la Biblia identifica a Satanás como un ángel creado por Dios. Por lo tanto se puede entender como que fue creado bueno ya que Génesis 1:31 dice que Dios miró su obra era muy buena. Pero, en Génesis 3:1-5 se lee a Satanás tienta a Eva a través de una serpiente. Haciendo una reflexión del texto bíblico, se puede inferir que en algún punto entre Génesis 1:31 y 3:1-5 Satanás se pervirtió y se rebeló contra Dios. Las escrituras no indican explicitamente ni cuándo ni por qué Satanás se rebela, pero hay un pasaje en Isaías 14 en el que el profeta describe la caída del rey de Babilonia y que se suele interpretar como un paralelismo del momento y el motivo por el cual Satanás se rebela. Este pasaje dice lo siguiente:

“¡Cómo caíste del cielo, oh Lucero, hijo de la mañana! Cortado fuiste por tierra, tú que debilitabas a las naciones. Tú que decías en tu corazón: Subiré al cielo; en lo alto, junto a las estrellas de Dios, levantaré mi trono, y en el monte del testimonio me sentaré, a los lados del norte; sobre las alturas de las nubes subiré, y seré semejante al altísimo. Mas tú derribado eres hasta el Seol, a los lados del abismo”. Isaías 14:12-15 (RV 1960)

Aun cuando este pasaje está relacionado con el rey de Babilonia, Grudem (2007) plantea que la descripción que Isaías hace es tan apoteósica que es poco probable que se esté refiriendo a un ser humano mortal y ve en estos versículos una clara referencia a la caída de Satanás. Es frecuente en la forma de escribir de los profetas hebreos que estos pasen de descripciones de sucesos humanos a descripciones de sucesos celestiales que son paralelos a ellos y que los acontecimientos humanos los representan en forma limitada. Debido a esto, se está describiendo el pecado de Satanás como de orgullo y de intentar ser igual a Dios en posición y autoridad.

Existen ciertos aspectos que la teología sistemática le atribuye a Satanás, basándose en los nombres y títulos que recibe, estos son:

Satanás: es una transliteración de la palabra hebrea satán שָׂטָ֣ן (Números 22:22 WTT) que significa “el adversario”, quien, según esta teología, se opone principalmente es a Dios y sus propósitos, más que a los hombres. (Números 22:22,32; 1 Samuel 29:4; 2 Samuel 19:22).

El Diablo: este nombre se usa solo en el Nuevo Testamento y viene del griego diábolos διάβολος (Apocalipsis 20:2 BYZ) que significa calumniador (Mateo 4:1; 25:41; Apocalipsis 12:9; 20:2, entre otros).

La Serpiente: se utiliza este nombre dado que, según el Génesis, en el jardín del Edén Satanás utilizó a la serpiente para engañar a Eva (Génesis 3:1; 2 Co. 11:3; Apocalipsis 12:9).

Beelzebú: otro nombre neotestamentario para Satanás; este nombre es una variación del hebreo Baal-zebub que era una deidad filistea que se traduce como “señor de las moscas” (Mateo 10:25; 12:24,27; Lucas 11:15).

El príncipe de este mundo: este título aparece en el evangelio de Juan (Juan 12:31; 14:30; 16:11). Juan no quiere decir que todo el mundo esté gobernado por Satanás, sino que se refiere al sistema pecaminoso que domina en el mundo.

Príncipe de la potestad del aire, ὁ ἄρχων τοῦ κόσμου (Juan 12:31 BGT): esta expresión se utiliza solo en Efesios 2:2 y se refiere al estilo de vida de pecados que reinaba en ese tiempo que los efesios debían evitar. El apóstol Pablo creía que el aire estaba lleno de demonios.

El maligno, el que hace maldad. Mateo 13:19; 1 Juan 2:13

Belial: este término viene del hebreo y significa “inútil”, “indigno” o “impío”; se usa como término despectivo (Deuteronomio 13:13). En el libro de Nahum se traduce como “el malvado”, tal vez refiriéndose a algún espíritu. En el Nuevo Testamento Pablo escribe de la mutua enemistad entre Cristo y Belial, que aparentemente se refiere a Satanás.

Haciendo una interpretación bíblica se puede inferir como que Satanás es el padre de maldad. Existen dos pasajes que enseñan sobre su destino: Apocalipsis 12 y 20. En Apocalipsis 12, a pesar de haber sido expulsado del cielo, se aprecia que no ha perdido acceso a él. En un tiempo futuro se indica que Satanás perderá definitivamente acceso al cielo. En cambio, Apocalipsis 20 referencia a un tiempo en donde Satanás ya no podrá engañar a las naciones y será atado. “Pues ustedes son hijos de su padre, el diablo, y les encanta hacer las cosas malvadas que él hace. Satanás ha sido asesino desde el principio y siempre ha odiado la verdad, porque en él no hay verdad. Se afirma que cuando miente, actúa de acuerdo con su naturaleza porque según lo expresa la Biblia “es mentiroso y el padre de la mentira.” Juan 8:44. Durante el milenio, Apocalipsis 20:1-3 menciona que la actividad de Satanás y los demonios estará restringida, se puede apreciar que su actuación estará más restringida de la que vemos hoy. Se describe como privado completamente de toda capacidad para influir en la tierra. De acuerdo a la escatología católica, al final del milenio, en el juicio final, quedará definitivamente derrotado, completándose el castigo para él y sus demonios, Apocalipsis 20:10.

El cristianismo sostiene que un ángel caído es aquel que ha sido expulsado del cielo por desobedecer o rebelarse contra Dios, algunas personas creen que también se les arrancan las alas. Esta religión afirma que algunos de los más importantes son Lucifer (Biblia), Semyazza, Remiel o Azazel, (se mencionan en el Libro de Enoc) aunque la lista es mucho más extensa. Todos ellos cayeron, conforme a la teología sistemática, por desafiar a Dios y cometer pecados, según el libro de Enoc, de lujuria. La fuente principal en la cual existe un relato en torno a los ángeles caídos es el libro de Enoc, una antigua obra religiosa judía, atribuida por tradición a Enoc, bisabuelo de Noé que contiene material único sobre el origen de los demonios y de los gigantes. El libro forma parte del Canon de la iglesia ortodoxa etíope, no reconocido como canónico por las demás iglesias cristianas. Algunos estudios han estimado que las secciones más antiguas del Libro de Enoc, principalmente el “Libro de los Vigilantes”, datan de alrededor del año 300 a. C., y la última parte, el “Libro de las Parábolas”, del siglo I a. C.

Según se cree los ángeles pertenecían al grupo celestial creado específicamente por Dios para velar por el hombre, otorgándoseles también el entendimiento y la libertad. En el libro de Enoc y en la Biblia se dice que Dios los expulsó del cielo y que algunos fueron arrojados al infierno, mientras que otros quedaron libres influyendo en el mundo.

A través de algunas lecturas e interpretaciones de pasajes de Isaías 14:12-15 y Ezequiel 28:12-19, hay quienes entienden la razón y el motivo por el cual cayó Lucifer. Por otra parte, como ya se mencionó, se encontra en el libro de Enoc la razón por la que lo hizo un grupo de ellos. Según se cree los Grigori o vigilantes Grigori, son conocidos como hijos de Elohim, un grupo asociado a un tipo de sabiduría diferente, mencionados en algunos textos apócrifos judíos. Estos, según la iglesia católica, también se enamoraron de las hijas de los hombres y tras hacer un pacto con ellos también se casaron y engendraron hijos con ellas. La teología sistemática sostiene que algunos ángeles cayeron por lujuria para mezclarse con las hijas de los hombres, mientras que otros, según esta teología, cayeron por enseñar a los hombres el arte de la guerra y de la creación de las armas, por mostrar otra serie de conocimiento que creó el desequilibrio y violencia entre los hombres.

Los demonios son ángeles que pecaron contra Dios, que continuamente hacen el mal en el mundo, son ángeles malignos.

Según el cristianismo, cuando Dios creó el mundo, “miró todo lo que había hecho, y consideró que era muy bueno” (Génesis 1:31). Esto significa que, según se cree, el mundo angelical que Dios había creado no tenía ángeles malignos ni demonios en aquel momento. Pero ya en Génesis 3, se encuentra que Satanás, en la forma de una serpiente, estaba tentando a Eva para que pecara (Génesis 3:1-5). Por tanto, según lo relata la Biblia, en algún momento entre los sucesos de Génesis 1: 31 y Génesis 3: 1, tuvo que haber una rebelión en el mundo angelical que llevó a muchos ángeles a ponerse en contra de Dios y convertirse en malignos. El Nuevo Testamento habla de esto en dos lugares. Pedro menciona que “Dios no perdonó a los ángeles cuando pecaron, sino que los arrojó al abismo, metiéndolos en tenebrosas cavernas y reservándose para el juicio” (2 Pedro 2:4). Judas también dice que “los ángeles que no mantuvieron su posición de autoridad, sino que abandonaron su propia morada, los tiene perpetuamente encarcelados en oscuridad para el juicio del gran Día” Judas 6). De nuevo, se hace hincapié en el hecho de que, según la iglesia católica, están alejados de la gloria de la presencia de Dios y que su actividad está restringida (metafóricamente, “perpetuamente encarcelados”), pero el texto no da a entender para nada que su influencia ha sido eliminada del mundo ni que algunos demonios están en algún lugar de castigo apartados del mundo, mientras que otros tienen la posibilidad de influir en él. Más bien, tanto 2 Pedro como Judas mencionan que algunos ángeles se rebelaron contra Dios y se convirtieron en oponentes hostiles a su voluntad. Haciendo una interpretación del pasaje de 2 Pedro 2: 4 simplemente significa que los ángeles impíos han sido alejados de la presencia de Dios y que están bajo alguna forma de restricción de influencia hasta el final del juicio, pero puede inferirse que eso no les priva mientras tanto de seguir llevando a cabo sus actividades en el mundo. Se puede dar a entender que su pecado fue el del orgullo, el de negarse a aceptar el lugar asignado, porque ellos “no mantuvieron su posición de autoridad, sino que abandonaron su propia morada” Judas 6).



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