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Antiteísmo



El antiteísmo es la oposición activa al teísmo. El término ha tenido un variado espectro de aplicaciones; en contextos seculares, típicamente se refiere a la oposición directa a la religión organizada o a la creencia en cualquier deidad, mientras que en un contexto teísta, a veces se refiere a la oposición a un dios o dioses específicos.

La doctrina antiteísta se basa en el principio de autoridad formulado por el anarquista de origen francés Pierre-Joseph Proudhon, quien sostiene que el poder político se sustenta en la creencia en un dios que origina, ocupa la cúspide y encabeza la escala jerárquica de dominación, y que este dios sería el reflejo y el justificativo de la existencia del gobierno, y viceversa. El principio de autoridad, y por tanto la predisposición a obedecer al Estado, se sustenta sobre la creencia de que siempre existe un ser superior, supremo.[1]​ Así, esta dependencia del ser humano respecto de Dios, le impediría asumir su propia humanidad y por tanto la libertad. La religión supondría la negación de la realidad del hombre y por tanto su alienación, donde desprecia la naturaleza real y valora la metafísica irreal. Esta idea sería después ampliamente desarrollada por Mijaíl Bakunin en su obra Dios y el Estado.[2]

Los anarquistas no plantean el ateísmo como algo obligatorio ni por decreto, sino como una labor de educación y concienciación voluntaria, en el marco de una filosofía naturista y una educación racionalista que no dé explicaciones sobrenaturales a los hechos de la realidad. El antiteísmo anarquista difiere del marxismo antirreligioso, ya que este último va más allá, al no únicamente negar la existencia de dioses, sino promocionar abiertamente su oposición a la religión a través del control estatal.

Existen otros antiteístas, como Friedrich Nietzsche, quien sostiene que el hombre europeo descendiente de los hiperbóreos ha de asumir la gran e inevitable consecuencia de la muerte en la sociedad occidental de Dios, del Dios judeocristiano, el vengativo y cruel Yahveh. La consecuencia de la muerte de Dios es que los valores vigentes en la sociedad occidental se vienen abajo, según el nihilismo, porque la vida carece de significado objetivo, propósito, o valor intrínseco. Según Nietzsche la superación del nihilismo se producirá cuando el Übermensch imponga los nuevos valores de la moral de señores, destruyendo los valores de la moral de esclavos. Resumiendo, destruimos los valores de los hombres para poner en su lugar los valores del Übermensch, que ocupará el lugar de Dios.

Entre los principales referentes del antiteísmo están Mijaíl Bakunin y Friedrich Nietzsche.[3]​ Aunque a Anton LaVey en ocasiones se le asocie con el satanismo simbólico, esto puede explicarse como aquella creencia que no ve la figura de un némesis divino en el tártaro, sino una idea básica de inteligencia y el raciocinio. De tal manera, también se puede considerar como antiteísta.

En palabras de Bakunin:

cambiando la frase de Voltaire



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