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Antonio Cillóniz



¿Qué día cumple años Antonio Cillóniz?

Antonio Cillóniz cumple los años el 1 de abril.


¿Qué día nació Antonio Cillóniz?

Antonio Cillóniz nació el día 1 de abril de 1944.


¿Cuántos años tiene Antonio Cillóniz?

La edad actual es 80 años. Antonio Cillóniz cumplió 80 años el 1 de abril de este año.


¿De qué signo es Antonio Cillóniz?

Antonio Cillóniz es del signo de Aries.


¿Dónde nació Antonio Cillóniz?

Antonio Cillóniz nació en Lima.


Antonio Cillóniz de la Guerra (Lima,1 de abril de 1944) es un reconocido poeta del Perú.

Hijo de Carlos Cillóniz Oberti y de Ana Josefa de la Guerra Roose, nació en el seno de una familia que fue consecuencia de la casual confluencia de diferentes movimientos migratorios realizados en distintas épocas. Así, por su rama materna su tatarabuelo, el general Antonio de la Guerra Espinosa de los Monteros, nació en Maracaibo (Venezuela), pero llegó al Perú con el Batallón Numancia del ejército realista combatiendo finalmente en la Batalla de Junín y en la Batalla de Ayacucho por la independencia del Perú con el Batallón Voltígeros de la Guardia y cuya esposa, Josefa Gorostidi Seminario, era prima de Miguel Grau Seminario;[1]​ su bisabuelo, el marino de guerra Antonio de la Guerra Gorostidi, durante la Guerra del Pacífico con Chile comandó la cañonera Pilcomayo en el combate naval de Chipana y el monitor Atahualpa en la defensa de El Callao en la Expedición de la escuadra chilena al Callao y fue ayudante de campo de la Presidencia de la República y cuya hermana, Matilde de la Guerra Gorostidi, casó con José Antonio Miró Quesada;[2]​ su abuelo, Antonio de la Guerra Hurtado de Mendoza fue administrador de la Hacienda Laredo de Trujillo y posteriormente propietario de los fundos de Tomabal y San Ildefonso en el valle de Virú.[3]​ Su otro bisabuelo materno, Karl Roose, fue un emigrante alemán nacido en la Baja Sajonia, cerca de Hamburgo. Por su rama paterna, su bisabuelo José Manuel Cillóniz Léniz fue un vasco de Mendexa que emigró al Perú en busca de fortuna, la que consiguió a través de la fábrica de cigarrillos de Lima, posteriormente expropiada por la ley del Estanco del Tabaco; su abuelo Carlos Cillóniz Eguren con el dinero que obtuviera en 1913 –por la indemnización de la expropiación a su padre– adquirió la hacienda San José y San Regis en Chincha. Su abuela, Julia Oberti Espinosa era hija de un emigrante genovés, que había llegado a Lima en la segunda mitad del siglo XIX.

Realizó sus estudios de primaria y secundaria en el Colegio de la Inmaculada de la Compañía de Jesús, donde el sacerdote jesuita Jesús Valverde Pacheco –hermano del poeta español José María Valverde–, fue su profesor de literatura en 1958, despertando en el joven Cillóniz su interés por la poesía y desde entonces empezó (al margen del programa de sus materias escolares) a ampliar las lecturas literarias, fundamentalmente las pertenecientes al género lírico y principalmente de obras de autores peruanos, hispanoamericanos y españoles; como consecuencia de todo ello, paralelamente inició también la escritura de sus primeros poemas.

Al terminar sus estudios de bachillerato, viajó a España por primera vez en 1961 para estudiar Filología Románica en la Universidad Complutense de Madrid;[4]​ en 1965, con su primera publicación en la revista literaria Poesía Española, sus primeros recitales y las corresponsalías en las revistas Cuadernos Trimestrales de Poesía y Cuadernos Semestrales de Cuento, ambas del Perú, comienza su actividad poética pública. Habiendo publicado los poemarios Verso vulgar en 1968 y Después de caminar cierto tiempo hacia el Este en 1971, por el que obtuviera el premio “El Poeta Joven del Perú” conjuntamente con Álbum de familia de José Watanabe y habiendo sido incluido en la Antología de Poesía Española 1964-1965 (Aguilar, 1966) y en la antología Poesía Hispánica 1968 (Aguilar, 1969), regresó al Perú en 1973 durante el gobierno del general Juan Velasco Alvarado para trabajar en el Instituto Nacional de Cultura del Perú; pero el futuro golpe del general Francisco Morales Bermúdez se dejó sentir previamente en el ámbito de la política cultural y ello le condujo a dimitir de su cargo como director de la Editorial del INC; ante el vacío laboral que se produjo entonces, retornó a Madrid, donde realizó los estudios de Historia Moderna y Contemporánea en la Universidad Autónoma de Madrid y trabajó en la docencia como catedrático de lengua y literatura españolas hasta su jubilación.

Pertenece a la Generación del 68 –tal como argumentó el propio Cillóniz en su intervención en el Segundo Congreso de Peruanistas en Sevilla, en junio de 2004– que viene a sustituir a la tradicional división de la poesía de los años 60 en Generación del 60 y Generación del 70 en la literatura peruana.[5]​ Según esta nueva denominación, la ruptura con la Generación del 50 se produce con la publicación de los poemarios Consejero del lobo de Rodolfo Hinostroza en 1964, Las constelaciones de Luis Hernández en 1965, Verso vulgar de Antonio Cillóniz en 1967 y Canto ceremonial contra un oso hormiguero de Antonio Cisneros en 1968. Cillóniz, alejado durante años de la tierra natal y nada proclive a los grupos y a las experiencias colectivas, permaneció de alguna manera ajeno a las preocupaciones del medio intelectual peruano y de su generación literaria,[6]​ una generación caracterizada por sus experimentos con el coloquialismo, su ruptura con la tradición poética peruana anterior a ellos y su radicalismo ideológico. También fue una generación gregaria, en la cual, en su segunda fase, primaron más los grupos que las individualidades. Así podemos señalar como los grupos literarios más significativos de esta segunda fase los vinculados a las revistas Estación Reunida y Gleba Literaria o al movimiento Hora Zero; este último fue el grupo más activo y beligerante, pródigo en manifiestos, recitales y publicación de revistas mimeografiadas. Pero paralelamente hubo una minoría de poetas independientes, como fue el caso de Antonio Cillóniz, José Watanabe y Abelardo Sánchez León.

La crítica ha destacado en diversas ocasiones la imposibilidad de clasificar la poesía de Cillóniz dentro de los grupos o generaciones de la poesía peruana. Así, José Miguel Oviedo en el prólogo a su antología Estos 13 señala el carácter marginal de Cillóniz;[7]​ posteriormente Ricardo Falla lo califica como poeta insular;[8]​ finalmente Víctor Fuentes afirma que su poesía no encaja dentro de los esquemas generacionales del Perú ni en los de España.[9]

El primer poemario de Cillóniz, Verso vulgar (Trujillo 1967 y Madrid 1968), presenta una novedad dentro del panorama poético peruano, contemporáneo y anterior a él, y es sobre todo la clara intención de asumir en algunos de sus textos un cierto carácter antiliterario en esta poesía, aunque no al modo de Nicanor Parra, sino más bien en el sentido de incorporar a la poesía, además de los rasgos de un buscado coloquialismo, la anécdota experiencial, los temas insólitos, así como un antirretoricismo e incluso en ocasiones un marcado prosaísmo. Todos esos rasgos harán de Verso vulgar un precedente de lo que será la llamada Generación del 70, con el grupo Hora Zero a la cabeza de ella. Al mismo tiempo de producirse las resonancias de Verso vulgar en Hora Zero y otros grupos como Gleba, la poesía de Cillóniz evoluciona hacia la asunción de un tono indigenista y, por tanto, hasta cierto punto de su sintaxis, en Después de caminar cierto hacia el Este (Lima, 1971), premio “El Poeta Joven del Perú, 1970”, que compartió con Álbum de familia de José Watanabe. Con Fardo funerario, incluido en Los dominios (Lima, 1975), Cillóniz incorpora a su poética procedimientos vanguardistas, que no utiliza de modo arbitrario, sino sometidos siempre a los contenidos de los poemas como una necesidad expresiva. Sin embargo, hay dos características comunes a toda la producción poética de Cillóniz y que diversos críticos han reseñado en bastantes ocasiones: la primera es el carácter atípico de la obra de Antonio Cillóniz dentro del panorama lírico hispanoamericano (esto es, lo que la crítica ha calificado en él como marginalidad o insularidad, tal vez debida a su exilio[10]​) y la segunda el profundo sentido ético (esto es, de compromiso social) en toda su poesía.[11]​ Los tres poemarios citados (Verso vulgar, Después de caminar cierto tiempo hacia el Este y Fardo funerario) –salvo unos pocos poemas de este último libro– fueron escritos durante su primer exilio español.

Todos los poemas de Una noche en el caballo de Troya (Madrid, 1987), Premio Extraordinario de Poesía Iberoamericana en 1985,[12]​ fueron escritos durante su nuevo exilio en España tras haber trabajado en el Instituto Nacional de Cultura del Perú durante los últimos años del gobierno del general Juan Velasco Alvarado, previos al golpe de Estado del general Francisco Morales Bermúdez. Será en esta obra donde se integren las características que asomaban en los tres poemarios anteriores y donde aparezcan por vez primera sus experiencias políticas durante el proceso revolucionario peruano.

En todos los estadios de la posterior poesía de Cillóniz, cuya obra en la actualidad comprende 39 poemarios, es significativa la correlación dialéctica entre la visión del mundo que ofrece y la concepción artística que emplea (y esto es lo que muchos otros críticos han calificado como coherencia o persistencia ética en su poesía). Paralelamente a dicha correlación dialéctica se produce también una síntesis de la tradición literaria europea y la aborigen e incluso un sincretismo entre ciertas formas métricas clásicas, una asimilación de la versificación latina al extender el concepto de rima de las literaturas románicas más allá de la simple repetición fonética al final del verso y las conquistas formales de las vanguardias, aunque en aquella perspectiva que él mismo denominara como “vanguardia transcendentalista” en su artículo “Aproximación a las fuentes de la poesía de César Vallejo[13]​ Cillóniz, edición tras edición, ha ido modificando su obra publicada con anterioridad, no sólo en la textualidad de los poemas –mediante supresiones, añadidos o sustituciones totales o parciales– sino también en la estructura de los poemarios, ya que partiendo de numerosos pequeños poemas ha construido secuencias poemáticas, sustituyendo a su vez los títulos de los pequeños poemas autónomos por una simple correlación numérica.[14]

En esta obra, publicada por Hipocampo Editores, se haya reunida a la fecha la totalidad de la obra poética de Antonio Cillóniz de la Guerra en cuatro tomos, Mañanas de primavera, Mediodías del verano, Tardes de otoño y Noches del invierno, con la siguiente estructura:

Mañanas de primavera

Mediodías del verano

Tardes de otoño

Máscara de dolor y gozo

Noches del invierno



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