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Arquitectura efímera



¿Dónde nació Arquitectura efímera?

Arquitectura efímera nació en madera.


Se conoce como arquitectura efímera aquel arte o técnica de proyectar y construir edificios que son pasajeros, que duran poco. Lo efímero ha sido una constante en la historia de la arquitectura, si bien hay que distinguir entre las construcciones concebidas para un uso temporal y las que, pese a ser realizadas pensando en su durabilidad, presentan una breve caducidad debido a diversos factores, especialmente la poca calidad de los materiales (madera, adobe, yeso, cartón, textiles), en culturas que no habrían desarrollado suficientemente sistemas sólidos de construcción.

La arquitectura efímera se utilizaba habitualmente para celebraciones y fiestas de todo tipo, como escenografía o decorado para un acto concreto, que se desmontaba después de efectuado este. Existe desde el arte antiguo (está en el origen de formas como el arco de triunfo, cuyo modelo efímero se fijó en construcciones permanentes durante el Imperio romano); y fue muy usual en las cortes europeas durante el Renacimiento y sobre todo en el Barroco.

Pese a su carácter circunstancial, la efímera ha sido una arquitectura recurrente y relevante. Desde las escenografías barrocas hasta las instalaciones contemporáneas, en lo efímero cada época ha dado forma a su idea de celebración, y la ha materializado con la técnica disponible en ese momento. Hoy lo efímero sigue cumpliendo con estas funciones lúdicas y experimentales, pero también aspira a canalizar las nuevas ideas sobre el espacio público y la participación social, a medio camino entre la ciudad y la naturaleza.

En el contexto social, existen diversos modos de incluir la arquitectura efímera: para eventos concretos (arquitectura efímera tradicional), como modo de vida (arquitectura nómada), como requisito de una sociedad que venera el cambio (arquitectura obsolescente); como necesidad (arquitectura de emergencia).

Aquella arquitectura que es efímera por su eventualidad.

Existen pocos documentos de realizaciones pensadas con una duración efímera, más bien al contrario, tanto la arquitectura egipcia como la griega y romana destacan por su monumentalidad y el afán duradero de sus construcciones, especialmente las religiosas. Las construcciones efímeras se dieron especialmente en ceremonias públicas y celebración de victorias militares, o en fastos relacionados con reyes y emperadores. Así, existe un valioso testimonio de un pabellón levantado por Ptolomeo II de Egipto para celebrar un banquete, relatado por Ateneo:

El esplendor de la arquitectura efímera se produjo en la Edad Moderna, en el Renacimiento y —especialmente— el Barroco, épocas de consolidación de la monarquía absoluta, cuando los monarcas europeos buscaban elevar su figura sobre la de sus súbditos, recurriendo a todo tipo de actos propagandísticos y enaltecedores de su poder, en ceremonias políticas y religiosas o celebraciones de carácter lúdico, que ponían de manifiesto la magnificencia de su gobierno. Uno de los recursos más frecuentes fueron los arcos de triunfo, erigidos para cualquier acto como celebraciones militares, bodas reales o visitas del monarca a diversas ciudades: existen varios testimonios al respecto, como el arco triunfal en la Porte Saint-Denis para la entrada de Enrique II en París en 1549, el arco en el Pont Nôtre-Dame para la entrada de Carlos IX en París en 1571, el arco de triunfo de Maximiliano I diseñado por Durero en 1513, el arco triunfal para la entrada de Carlos V en Brujas en 1515, el arco para la entrada del príncipe Felipe (futuro Felipe II de España) en Gante en 1549, etc.[2]

Durante el Barroco, el carácter ornamental, artificioso y recargado del arte de este tiempo traslucía un sentido vital transitorio, relacionado con el memento mori, el valor efímero de las riquezas frente a la inevitabilidad de la muerte, en paralelo al género pictórico de las vanitas. Este sentimiento llevó a valorar de forma vitalista la fugacidad del instante, a disfrutar de los leves momentos de esparcimiento que otorga la vida, o de las celebraciones y actos solemnes. Así, los nacimientos, bodas, defunciones, actos religiosos, o las coronaciones reales y demás actos lúdicos o ceremoniales, se revestían de una pompa y una artificiosidad de carácter escenográfico, donde se elaboraban grandes montajes que aglutinaban arquitectura y decorados para proporcionar una magnificencia elocuente a cualquier celebración, que se convertía en un espectáculo de carácter casi catártico, donde cobraba especial relevancia el elemento ilusorio, la atenuación de la frontera entre realidad y fantasía.[3]

El arte barroco buscaba la creación de una realidad alternativa a través de la ficción y la ilusión, recurriendo al escorzo y la perspectiva ilusionista, tendencia que tuvo su máxima expresión en la fiesta, la celebración lúdica, donde edificios como iglesias o palacios, o bien un barrio o una ciudad entera, se convertían en teatros de la vida, en escenarios donde se mezclaba la realidad y la ilusión, donde los sentidos se subvertían al engaño y el artificio. Especial protagonismo tuvo la Iglesia contrarreformista, que buscaba con la pompa y el boato mostrar su superioridad sobre las iglesias protestantes, a través de actos como misas solemnes, canonizaciones, jubileos, procesiones o investiduras papales. Pero igual de fastuosas eran las celebraciones de la monarquía y la aristocracia, con eventos como coronaciones, bodas y nacimientos reales, funerales, visitas de embajadores, cualquier acontecimiento que permitiese al monarca desplegar su poder para admirar al pueblo. Las fiestas barrocas suponían una conjugación de todas las artes, desde la arquitectura y las artes plásticas hasta la poesía, la música, la danza, el teatro, la pirotecnia, arreglos florales, juegos de agua, etc. Arquitectos como Bernini o Pietro da Cortona, o Alonso Cano y Sebastián Herrera Barnuevo en España, aportaron su talento a tales eventos, diseñando estructuras, coreografías, iluminaciones y demás elementos, que a menudo les servían como campo de pruebas para futuras realizaciones más serias: así, el baldaquino para la canonización de Santa Isabel de Portugal sirvió a Bernini para su futuro diseño del baldaquino de San Pedro, y el quarantore (teatro sacro de los jesuitas) de Carlo Rainaldi fue una maqueta de la iglesia de Santa Maria in Campitelli.[4]

En la Edad Contemporánea es de destacar el fenómeno de las exposiciones universales, ferias de muestras realizadas en ciudades de todo el mundo que mostraban los adelantos científicos, tecnológicos y culturales a la población, y que se convertían en auténticos espectáculos de masas y en grandes escaparates publicitarios para empresas o países que promocionaban sus productos. Estas exposiciones se realizaban en recintos donde cada país o empresa edificaba un pabellón para promocionarse, que eran edificios o estructuras concebidos de forma efímera para durar tan solo el tiempo que durase la exposición. Sin embargo, muchas de estas construcciones fueron conservadas debido a su éxito o a la originalidad de su diseño, convirtiéndose en un banco de pruebas y de promoción de la obra de numerosos arquitectos. En estas exposiciones se realizaron los primeros experimentos sobre nuevas tipologías y materiales característicos de la arquitectura contemporánea, como la construcción con hormigón, hierro y vidrio, o el importante desarrollo del interiorismo propiciado especialmente por el modernismo. La primera exposición universal tuvo lugar en Londres en 1851, siendo famosa por el Crystal Palace diseñado por Joseph Paxton, un gran palacio de cristal con estructura de hierro, que pese a conservarse fue destruido por un incendio en 1937. A partir de entonces y hasta ahora se han sucedido numerosas exposiciones, muchas de las cuales han revelado grandes realizaciones arquitectónicas, como la de París de 1889, cuando se construyó la Torre Eiffel; la de Barcelona de 1929, que dejó el Pabellón de Alemania de Ludwig Mies van der Rohe; la de Bruselas de 1958, que deparó el Atomium, de André Waterkeyn; la de Seattle de 1962, famosa por el Space Needle; la de Montreal de 1967, con el Pabellón de Estados Unidos en forma de cúpula geodésica, obra de Buckminster Fuller; la de Sevilla de 1992, que legó un parque temático (Isla Mágica) y diversos edificios de oficinas y desarrollo tecnológico (Cartuja 93); o la de Lisboa de 1998, que dejó el Oceanário.[5]

Por último, cabría mencionar el auge desde mediados del siglo XX de la arquitectura en hielo, especialmente en los países nórdicos —como es lógico dado las especiales circunstancias climáticas que requieren este tipo de construcciones—, donde han empezado a proliferar diversas tipologías de edificaciones en hielo como hoteles, museos, palacios y demás estructuras concebidas por lo general para uso público y con carácter lúdico o cultural. Estas construcciones se basan en estructuras tradicionales como el iglú, la vivienda típica de los esquimales, pero han evolucionado incorporando todos los adelantos teóricos y técnicos de la arquitectura moderna. Entre otras edificaciones realizadas en hielo conviene destacar el Hotel de hielo de Jukkasjärvi, en Suecia, construido en 1990 de forma provisional y mantenido gracias al éxito de la iniciativa, siendo redecorado cada año con la participación de diversos arquitectos, artistas y estudiantes de varias disciplinas.

Excepto en el caso de la arquitectura con hielo, la cual acoge funciones habitualmente reservadas para la arquitectura tradicional y necesita ir conservándose para sobrevivir, los métodos constructivos empleados para este tipo de arquitectura efímera, así como los materiales, no difieren mucho de aquellos usados en la arquitectura tradicional. Esto y el hecho de que las sociedades en la que se desarrollaba era propicia a venerar la monumentalidad, y el éxitode algunas de las construcciones de las exposiciones universales, hicieron que muchos de estos edificios finalmente fueran conservados. En la actualidad, aquella arquitectura que mejor se puede comparar con este tipo de construcciones para eventos, son las exposiciones (en museos, la calle, etc) y las escenografías cinematográficas o teatrales.Cabe mencionar la relación de la arquitectura efímera con la cartografía ciudadana, y su relación con el poder de decisión del usuario, que se convierte en arquitecto de su parte del espacio en algunas ocasiones. Puede suceder que partes concretas de un edificio sean movibles, para configurar un espacio de manera momentánea en el que cada uno puede adaptar las condiciones a las más adecuadas para sí mismo.

Arquitectura doméstica portátil, aquella que es efímera por su traslacionalidad. La arquitectura, en su origen, nace siendo efímera, y hoy en día ciertas tribus continúan con este estilo de vida. Existen proyectos teóricos que trasladan este concepto a la ciudad, como la New Babylon, desarrollado a partir de 1948 por Constant Nieuwenhuys. Una utopía a escala planetaria, en la que se aboga por el retorno a los orígenes nómadas gracias al perfeccionamiento de la máquina, la cual libra al ser humano de sus tareas (fabricación de alimentos, etc).De esta manera aparece una nueva evolución del ser humano, el homo ludens, que librado de sus ocupaciones puede dedicarse al arte y a la felicidad. Para este logro el mundo debe concebirse desde la libertad de elecciones y por lo tanto de movimientos.[6]

L'Architecture Mobile (1958) de Yona Friedman y la Plug-in-City (1964) de Archigram son también ejemplos del planteamiento de megaestructuras que acojen este tipo de ciudades utópicas. Se cierra el ciclo. Si el ser humano se hace sedentario porque descubre los beneficios del cultivo, pasados milenios las máquinas le libran de tal quehacer, por lo que puede volver a meter su casa en la mochila y recorrer el mundo.

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Arquitectura que es efímera por su temporalidad. Tipos arquitectónicos que hasta ahora siempre habían sido concebidos para permanecer, como la casa, se piensan ahora para poder ser desmembrados y sus piezas reutilizadas. Es la herencia de la sociedad industrial que nos permite una arquitectura de viviendas prefabricadas.Tal y como expone Sigfried Giedion en el I Congreso del CIAM,[7]

A diferencia de la arquitectura nómada, la estructura del mundo mantiene su sedentarismo, pero los elementos que encontramos dentro de ella cada día se proyectan para cambiar a mayor velocidad: móvil de última generación, ropa de moda, comida rápida… son términos asentados en el inconsciente colectivo que nos inducen a realzar el valor del cambio y de la velocidad. Es positivo, dentro de este modo de concebir los tiempos de uso, que un valor en alza sea también la ecología, puesto que la reutilización de estas piezas obsoletas es el antídoto contra los vertederos. Existe una banalización imperante en muchos aspectos sociales con el dominio de lo efímero, de lo desechable. No somos solo tolerantes sino entusiastas con los empleos-basura, las empresas-basura, las tiendas-basura, los muebles-basura, las casas-basura, las familias-basura, los programas-basura y los libros-basura. Esta estrategia pasa por la eliminación de las cualidades de las cosas. En palabras de José Luis Pardo:

¿Cómo implica tal dinámica a la arquitectura?¿Será la falta de caracterización (una arquitectura sin atributos) el camino para no dejar huella, tanto en su vida útil como cuando se derribe, se pierda, se desmonte? ¿Se acabó el sosiego de la materia jubilada? ¿Se acabaron las ruinas?[8]

Arquitectura que es efímera por su economía de recursos.Basada en las construcciones inmediatas, la premisa fundamental es la respuesta rápida exigida para su realización. Que vaya a perder su uso, a ser desmembrado o a cambiar de lugar, carece de interés. Lo importante es solucionar una necesidad concreta en un momento determinado, de la manera más sencilla. Puede estar relacionada con momentos de catástrofes naturales, como es el caso de la Paper House de Shigeru Ban (1995) para dotar de una casa temporal a varios damnificados del terremoto de Kobe; o con sectores sociales con pocos recursos a los que se les quiere dotar de mayor calidad de vida. Este último caso está más relacionado con la autoconstrucción como liberación de los vínculos del capitalismo, la construcción de una mayor solidaridad entre los hombres, una condición de vida en armonía con la naturaleza, y el sentimiento de ser artífices de un nuevo inicio. El Rural Studio de Alabama y la Ciudad abierta de Ritoque (Valparaíso) son ejemplos de este campo de experimentación arquitectónica.

La vida, actualmente, es imprevisible. “Cada cual cambia de lugar cuando lo desea. La vida es un viaje sin fin a través de un mundo que se transforma con tanta rapidez que cada vez parece diferente”.[9]​ La arquitectura efímera se entiende para dar respuesta a un acto concreto y puede ser desmontada después de haber dado respuesta a este. Siempre se puede volver al origen, a diferencia de las construcciones permanentes, en las que el lugar queda condicionado.[10]

El mundo cambia constantemente y cada vez a mayor velocidad. Este tipo de arquitectura se adapta rápido a las necesidades del lugar. Puede ser re-modelada constantemente, al igual que las necesidades.[10]​ La permeabilidad de esta arquitectura permite que pueda llegar a ser montada y desmontada por los propios usuarios. Actualmente cualquier país o ciudad es susceptible de encontrarse con diferentes situaciones de emergencia: situaciones derivadas de fenómenos meteorológicos extremos, de pandemias o momentos en los que intervienen factores de turbación de tipo político, militar o civil. En este sentido la arquitectura efímera tiene una importante labor por resolver para conseguir alojamientos y refugios provisionales para los damnificados de cualquier índole, mostrando su carácter más solidario.[11]

Se trata de crear una arquitectura con soluciones innovadoras en términos de miniaturización, autoconstrucción y nuevos materiales.[12]​ Se ha visto reflejada sobre todo en soluciones de emergencia ya sea por guerras o catástrofes naturales.[10]​ Condiciones como ligereza, economía, rapidez y sencillez de montaje y desmontaje, almacenamiento, sostenibilidad, mínimo, colectivo, transportable, reutilizable, prefabricación..., requieren utilizar el aspecto más innovador de la investigación arquitectónica.[11]

Concepto generalizado en los años 60 con las cadenas de comida rápida. En esta sociedad de consumo han aparecido, en todos los medios empresas "Low cost" de servicios, de comunicaciones, industriales, tecnológicas, automovilística e incluso aéreas. En la arquitectura efímera es uno de los conceptos prioritarios que permite y motiva rápidas operaciones para experimentar, investigar y proponer modelos y métodos constructivos que resultan más avanzados y visionarios que los que la arquitectura tradicional nos permite.[11]

Este tipo de arquitectura se adapta de manera económica a las necesidades del lugar. Tiene en cuenta lo existente, ya sea por materiales cercanos, o por tener en cuenta el entorno. La arquitectura no permanente no debe ser exenta de su entorno. El diseño estructural debe ser el más adecuado para optimizar recursos.[13]

Hay muchos problemas económicos y sociales que hacen cambiar la manera de hacer las cosas. Hoy en día, muchos creen que la arquitectura debe optimizar recursos y ser de bajo coste. Se puede conseguir mediante el uso de materiales reciclados y reciclables, con construcciones reversibles. Una vez el edificio no haga falta los materiales se pueden devolver a la empresa o reutilizar para otra construcción, evitando escombros.

Autoconstrucciones reversibles donde los usuarios puedan decidir qué divisiones y conexiones quieren realizar según el uso que necesiten. Movimiento contracultural trasladable a cualquier ámbito de la vida cotidiana. Aunque también se asocia a movimientos anticapitalistas, al rechazar la idea de comprar siempre a otros cosas que uno puede crear o fabricar. A partir de los años 1950, la capacidad que tiene cada persona de construir su propia casa se pone a disposición de la sociedad, apoyada por la aparición de nuevos materiales como los plásticos, que se caracterizan por su ligereza y su facilidad de transporte, además de permitir simplificar las uniones de distintas partes. Cada persona es dueña de su propio ambiente, de su propio hábitat. Aparece la posibilidad de que el individuo se convierta en un nómada contemporáneo. Además, el propio usuario es el que decide si aquello funciona y debe permanecer o si ha finalizado su cometido.[11]

Durante más de 30 años, el arquitecto vienés F. J. Kiessler, investiga, especula y experimenta en una arquitectura indeterminada, transformable, autoconstrida, autoportante, versátil, infinita, mutable y ergonómica. El proyecto Endless House, donde el autor explora sobre las posibilidades arquitectónicas de espacios en desarrollo infinito, capaces de adaptarse a las condiciones variables del entorno, nunca constantes, siempre en evolución, de configuración biomórfica. La arquitectura "Infinita como el ser humano, sin principio ni fin".[11]

Un tipo de vivienda de madera, mínima, autoconstruida y desmontable para el periodo vacacional en Cataluña. El conjunto de la casa debe ser ante todo manejable: volumen, peso, superficie y coste reducido. La casa puede ser ampliable y se suministra con el mobiliario indispensable. Se pretende que se viva en armonía con el paisaje y la naturaleza sin dañar el entorno natural.[11]

Junto con Jean Prouvé, diseñaron y produjeron 400 pabellones desmontables como alojamientos provisionales para los siniestrados tras la liberación de Francia durante la Segunda Guerra Mundial conocidos como Maisons a Portiques. Ningún elemento debía sobrepasar los 100 kilos ni medir más de 4 metros para responder a la idea de montaje rápido y sencillo, sin ayudas técnicas, que pudieran ser transportadas de una vez en un camión. Las juntas y conexiones tenían que estar libres de tensión, incluso en el caso de una deformación técnica; las fachadas debían estar integradas por elementos intercambiables.[11]

PPropone arquitecturas nuevas e inéditas, correspondientes a otra manera de vivir, aparejadas con los materiales nuevos que comenzaban a invadir el mercado de la construcción. Sus propuestas tratan de la arquitectura de camuflaje, evolutiva, solar, efímera, de vacaciones, de rrecuperación... En su Village en cartón propone un pueblo de vacaciones en células de cartón sin puertas ni ventanas. Todo el espacio es público y no ofrece "confort". Los techos, serán generados por los usuarios con el objetivo de que los veraneantes estén activos, se rrelacionen y se comuniquen con los demás. Las casas serían quemadas al final de las vacaciones.[11]

Una megaestructura que no poseía construcciones, tan solo una armazón de gran tamaño en la cual podían encajarse cápsulas de viviendas o de servicios en forma de celda o componentes estandarizados. Cada elemento tenía una durabilidad; la estructura tubular base 40 años, en las cápsulas varía según su programa, desde los 6 meses de tiempo para un local comercial, hasta los 5-8 años para los dormitorios y salones. En lo alto un globo inflable se activa con el mal tiempo.[11]

Es un hábitat-cápsula que puede ser insertada en el interior de una estructura urbana denominada plug-in, o puede ser transportada y posarse sobre cualquier paisaje natural. Una arquitectura híbrida, hermética, pequeña, confortable y tecnológica, constituida por el espacio en sí y por las máquinas conectadas a ella; "La casa es un aparato a transportar consigo mismo, la ciudad es una máquina a la cual te conectas".[cita requerida] Aunque comparable a una cápsula la Living Pood no posee autonomía por ello en 1969 propone el Logplug - Rockplug. Simulaciones reales de troncos y rocas que sirven para ocultar puntos de servicio para los contenedores de vida semi-autónomos. Pasan desapercibidos, perfectamente adaptados al paisaje y aportan a cualquier ambiente un alto grado de apoyo tecnológico sin menoscabo de la belleza natural.[11]

Refugio rural que se monta sobre un brazo hidráulico articulado estándar. La unidad es para dos personas, se puede mover en el aire, la tierra y el agua según el fin, la actividad o la hora. Es una respuesta cinética a la vida, permitiendo que los habitantes controlen el aspecto o la orientación de la cápsula según el humor, la actividad y hora, quedando atrás el punto de vista fijo de las viviendas estáticas.[11]

Es un proyecto de mediados de los años ochenta, un concepto de casa desperdigada por toda la ciudad, donde la vida pasa mientras utiliza los fragmentos del espacio de la ciudad en forma de collage. Para ella el salón es el café-bar y el teatro, el comedor es el restaurante, el armario es la boutique, y el jardín es el club deportivo.[11]

Propuesta que pretende demostrar que el hábitat puede ser entendido de una manera más esencial y razonable, guardando una relación más directa con el entorno. Volumen casi inmaterial que se hincha a partir del calor de nuestro propio cuerpo o del sol, tan versátil que protege del frío y del calor, tan ligero que flota.[11]

Producida por la Fundación Make it Right. Se ideó como una herramienta informativa-conmemorativa para crear una concienciación y activar la participación individual, que permitiera paliar las necesidades de los afectados por el huracán Katrina en Nueva Orleans. Miles de personas quedaron desprotegidas y desamparadas, y el objetivo era conseguir fondos para la reconstrucción de las viviendas arrasadas. Ante el fuerte potencial visual y metafórico que tendría el instalar en la zona devastada un poblado de "casas" de color rosa, Pink fue la ciudad virtual de la esperanza, un híbrido entre arte, arquitectura, cine, medios de comunicación y estrategias para recaudar fondos.[11]

Para los damnificados del terremoto de Kobe. Estas viviendas de emergencia han sido construidas en dos ocasiones más, en Turquía en el año 2000 e India en el 2001. Autoconstruidas con una máxima economía de medios, usan cajas de refrescos llenas de arena como cimentación, y paredes construidas con tubos de cartón con capacidad aislante y resistentes a la lluvia una vez protegidos con una imprimación de parafina. La cubierta de lona, sujeta a una cercha igualmente de cartón, se puede retirar y separarse en verano para permitir la ventilación. El coste material de una unidad de 52m2es inferior a 2.000 dólares, y el montaje está pensado para ser realizado por los propios damnificados y voluntarios. Las viviendas de emergencia tardaban en construirlas entre 6 y 10 horas.



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