x
1

Arte antiguo



Arte antiguo u Arte de la Antigüedad es el arte de la Edad Antigua. La historia del arte antiguo es la división de la historia del arte que se centra en su estudio e interpretación formal, técnica, estructural, e ideológica (iconográfica, iconológica) y en su explicación histórica; aunque la arqueología es la ciencia histórica cuyo objeto es la cultura material de la que las obras de arte son la manifestación más valiosa, y es la encargada de su descubrimiento y análisis contextual.

Su delimitación cronológica va desde el comienzo de la Historia (aproximadamente el IV milenio a. C. en Próximo Oriente y Egipto) hasta la caída del Imperio romano de Occidente (siglo V). La extensión geográfica del desarrollo de las primeras civilizaciones –definidas por la aparición de la escritura y el poder político y religioso– impone dónde pueden localizarse (civilizaciones mediterráneas, de la India, de Extremo Oriente, de América Precolombina y del resto de Europa y de África) y cuándo puede hablarse en cada una de un periodo histórico (Historia) o de un periodo prehistórico (Prehistoria), que determinaría que su producción artística fuese objeto de la historia del arte prehistórico; aunque realmente la metodología para su estudio es en gran parte común, hay una diferencia fundamental, y es la posibilidad de utilizar las fuentes escritas para los periodos históricos. Este recurso es insustituible, puesto que no sólo permite la identificación en su caso de los autores o patrocinadores de la obra artística y reconstruir el contexto en el que se produjo, sino que posibilita la interpretación del Arte en su relación con la producción intelectual en otros ámbitos del pensamiento, sobre todo la religión y la filosofía. De esta manera se puede efectuar una lectura del arte que lo entienda a través la visión del mundo (Weltanschauung) o ideología dominante en épocas y lugares tan lejanos a nosotros como las civilizaciones de la Edad Antigua, y del que el Arte es la plasmación material y visual.

Al contrario que la civilización occidental, las civilizaciones africanas, extremo-orientales y americanas no experimentaron la marcada discontinuidad que el arte occidental presenta entre el arte antiguo y el arte medieval; con lo que este último concepto no suele aplicarse a estas civilizaciones.

También existe un concepto comercial y coleccionista del Arte antiguo, entendido como antigüedades; es decir, como el término usado para englobar todo tipo de objetos artísticos que no se consideran Arte moderno, pertenezcan a la Edad media o a periodos posteriores (arte medieval, arte de la Edad Moderna e incluso buena parte del arte contemporáneo si este no se entiende sólo como el más actual sino como todo el arte de la Edad Contemporánea -desde mediados del siglo XVIII-).Así fue como pasó el arte antiguo al arte que tenemos ahora.

El concepto de arte en la Antigüedad no había alcanzado en ninguna civilización la consideración social de bellas artes que consiguió en la cultura occidental a partir del Renacimiento. Pintura, escultura y arquitectura (las artes visuales) eran equivalentes a las diferentes artesanías, habilidades o técnicas manuales (ars en latín, tekné en griego) que no gozaban de prestigio social en ninguna de las distintas formaciones económico-sociales de las primeras civilizaciones (modo de producción primitivo, modo de producción asiático o despotismo hidráulico y modo de producción esclavista). Durante el periodo clásico de Grecia, sí que hubo artistas destacados que se relacionaron con políticos e intelectuales, o lo eran ellos mismos (como Fidias); pero tal cosa sucedió más como excepción que como regla, e incluso actuó más como mitificación que como una valoración del artista concreto (el caso de Apeles).

Templo egipcio de File.

Columnas y puerta flanqueada por guardianes alados en el Palacio de Persépolis.

Templo griego de Atenea (antes conocido como de Ceres) en Paestum.

Cúpula del Panteón de Roma.

La función del arte y la valoración de los objetos que hoy consideramos una obra de arte, no tenían la misma consideración en las civilizaciones de la Edad Antigua: los pequeños objetos cotidianos que hoy se exhiben en los museos (desde pesos o husos de telares hasta joyas) serían apreciados por su función o por el valor intrínseco de su material tanto o más que por cuestiones formales;[3]​ por el contrario, las grandes estatuas egipcias o las estelas sumerias tenían funciones religiosas –vida eterna– y de presencia política –ejercicio del poder y memoria histórica–, identificadas con el dios o el rey –que podía ser objeto incluso de una damnatio memoriae, borrando su nombre y sustituyendo sus rasgos por los del rey rival.

Estela de Hammurabi, con el texto del famoso Código en escritura cuneiforme.

Ramsés II en la entrada al templo de Abu Simbel.

Damnatio memoriae, en que se ha borrado la cara de Publio Septimio Geta en un retrato de la familia imperial romana de los Severos.

Tumbas de los emperadores persas aqueménidas, en Naqsh-e Rostam.

La casa, la tumba, el templo o el palacio, son contenidos arquitectónicos expresados en formas muy diversas por las distintas civilizaciones, sometidas a los condicionantes físicos y la disponibilidad local de materiales; pero no obstante, las soluciones formales encontradas fueron muy a menudo sorprendentemente similares (pirámides egipcias, chinas, mesoamericanas), y los elementos arquitectónicos elegidos de entre un surtido no ilimitado (cubiertas, muros, vanos, columnas, pilares, dinteles, arcos, bóvedas). Siempre, y en todo caso, con rasgos de validez prácticamente universal: la obligación de que el edificio permita satisfacer necesidades materiales e imaginadas de personas e instituciones (agentes sociales y políticos que son sujetos históricos), además de ser vehículo de una creación. Sólo desde ese punto de vista puede entenderse que la movilización necesaria para levantar las Pirámides de Guiza era en sí misma justificativa de su existencia como proyecto ideológico de una sociedad entera.

Disco de Nebra.

Stonehenge.

Mono de las líneas de Nazca.

Mecanismo de Anticitera.

Idénticas funciones tenía el arte en las culturas prehistóricas simultáneas a las primeras civilizaciones del Próximo Oriente Antiguo, con las que de hecho mantenían relación, en toda la Cuenca del Mediterráneo e incluso la Europa central: objetos como el disco celeste de Nebra, recuperado por románticos procedimientos y estudiado por la arqueología, eran en la época (II milenio a. C.) útiles tecnológicos, valiosos por su función real y por su función simbólica, no por cuestiones relativas a la estética, a pesar de que son indudablemente bellos. Lo mismo podría decirse de los monumentos megalíticos como Stonehenge, un verdadero observatorio astronómico que al tiempo servía de calendario solar-lunar, o el mecanismo de Anticitera, un enigmático objeto de bronce con engranajes fechado en el siglo I a. C.. Otros son de muy discutida función, como las preincaicas líneas de Nazca. En la civilización romana, la función utilitaria y la durabilidad de acueductos y puentes sin duda prevalecía sobre cualquier consideración estética, aunque también sirvieran de vehículo para expresarlas.

Copia romana en mármol del Discóbolo de Mirón. Necesita un apoyo para que no se desequilibre o se le quiebren las piernas por el peso.

Copia algo más similar al original, al menos en su material: de bronce, con lo que es más ligera y no necesita el apoyo. Su color oxidado es verde oscuro, pero bruñido es de un tono similar al de la piel mediterránea bronceada en verano.

En otras ocasiones, la imagen que nos hacemos de lo sublime del arte antiguo tiene poco que ver con lo que veían sus contemporáneos: la blancura del mármol de templos y esculturas griegas que tanto admiramos estaba siempre cubierto de pintura en vivos colores, puesto que sin ella los hubieran considerado inexpresivos e inacabados. También hay que considerar que la mayor parte de esas esculturas griegas las conocemos por copias industrializadas hechas en época romana con criterios arqueológicos, culturales o turísticos entonces sí algo más cercanos a los nuestros.[4]

Busto de Nefertiti. Obra maestra del arte egipcio.

Akenatón, Nefertiti y sus hijos.

Trono Ludovisi, Afrodita saliendo del mar.

Afrodita, Leto y Artemisa en los relieves del Partenón (técnica de paños mojados) Fidias, mediados del siglo V a. C.

La idea de lo bello no ha sido nunca constante;[5]​ ni siquiera en un periodo de estabilidad tan prolongada en la repetición de formas estereotipadas como fue el arte egipcio, que presentó una discontinuidad radical como fue el periodo de Amarna (vinculado a las reformas religiosas de Akenatón (Amenofis IV). Tampoco presenta características locales inconfundibles: la manera egipcia de representar las figuras es similar a la de la Grecia arcaica; al igual que las formas fantásticas que se han venido en llamar estilo orientalizante. Tomando como ejemplo el caso paradigmático del arte griego, la evolución de los periodos arcaico, clásico y helenístico ha sido comparada a otros momentos de evolución pendular en la Historia del Arte, que Eugenio D'Ors interpretaba como alternancia entre clasicismo y barroco:

Hetepheres II y Meresankh III.

Koré arcaica, Grecia, segunda mitad del siglo VI a. C..

Venus de Arles, copia romana de la Afrodita de Tespias de Praxíteles, Grecia, segunda mitad del siglo IV a. C..

Afrodita Kallipygos (calispigia o de las nalgas hermosas), periodo helenístico, divulgada a partir de una copia romana hallada en el renacimiento propiedad de los Borghese.

La historia del arte como esfuerzo continuado de transmisión y tradición directa de maestro a discípulo, de una generación a su siguiente, relaciona el arte de nuestro tiempo con el del valle del Nilo de hace cinco mil años, pues nosotros aprendimos de los griegos y estos aprendieron de los egipcios.[7]

La evolución e innovaciones en el arte de las civilizaciones antiguas es consecuencia del trabajo de búsqueda de innumerables artistas que al elaborar nuevas soluciones formales fueron conformando avances y cambios en el arte de su tiempo.

En la aspiración de los egipcios a la eternidad, debía ser de suma importancia la construcción de sus tumbas para asegurarse la perennidad.[8]​ Hacia el 2.700 a. C. se habían realizado importantes progresos arquitectónicos en las tumbas reales pero aún se seguía edificando en adobe. En tiempos de Dyeser (segundo faraón de la Tercera Dinastía), ordenó construir en Saqqara la primera pirámide escalonada, grandiosa realización debida a la inventiva del arquitecto Imhotep, también primer ministro y sumo sacerdote. Según cuenta Manetón, Imhotep fue el inventor de la construcción con sillares de piedra. La pirámide escalonada no fue concebida de una vez. Primero fue una gran mastaba. Después de dos ampliaciones con pozos y galerías subterráneas, tenía forma de tronco piramidal achatado de unos ocho metros de altura. Imhotep tuvo entonces la idea de elevarla hacia el cielo, donde habitaba Ra, el dios Sol, a modo de una gran escalera que permitiera al faraón después de su muerte ascender hacia la morada de los inmortales. Había inventado el tipo de pirámide monumental. Inicialmente tuvo cuatro grandes escalones con una altura de 42 metros. Después una nueva ampliación elevó los escalones a 6 y la altura total a 60 metros.[9]​ En tiempos de Seneferu, fundador de la cuarta dinastía, se modificó la poderosa arquitectura escalonada ascendente, estableciendo la nueva orientación de la arquitectura monumental funeraria egipcia: la Pirámide de Meidum.[10]

Imhotep construyó en 2645 a. C. para su faraón Dyeser, una tumba de diseño revolucionario, la pirámide escalonada, la primera erigida en Egipto.

Pirámide de Meidum, una verdadera pirámide a pesar de que se la conoce como falsa pirámide debido al derrumbamiento de sus caras triangulares.

Estatuilla empleada como exvoto en la civilización sumeria en el III milenio a.C.

Copia del Diadumeno de Policleto realizado en el 440 a. C., según su canon de belleza.

Las estatuillas sumerias encontradas en la zona de Diyala son exvotos que tanto la gente corriente como la acomodada depositaban al pie del altar en sus templos. Son de yeso, alabastro, o mármol rosa y con sus manos juntas y la mirada perdida en la contemplación representaban la plegaria permanente de aquellos que las depositaban a los pies de la divinidad. Algunas estatuillas son obras de buenos artistas empleados por reyes y altos funcionarios, otras eran realizadas en serie al alcance de todos los bolsillos. Seguramente los talleres donde los artesanos trabajaban la piedra estarían en las proximidades del templo y allí los fieles irían a comprarlas. Los descubrimientos arqueológicos de Henri Frankfort muestran que la evolución que se produjo en tres o cuatro siglos pasó desde unas formas geométricas hasta reflejar la realidad en todos sus detalles. Los orantes con el rostro bondadoso y sonriente del periodo más reciente serían la indicación de que el terror y las angustias ante los dioses habían desaparecido.[11]

El estudio de las esculturas de desnudos en la Grecia antigua desde la época arcaica ha permitido reconstruir la historia de la reproducción del cuerpo masculino e interpretarla en términos de progreso continuo. Tal evolución tuvo un hito en el establecimiento del canon sobre las medidas del cuerpo humano establecido por el escultor Policleto en el siglo V a. C. y que sirvió como ejemplo a los escultores griegos posteriores. El sistema de proporciones que estableció es parte de las búsquedas emprendidas desde la época arcaica y está basado en relaciones aritméticas simples.[12]​ La belleza del cuerpo se encontraba en la proporcionalidad de todas sus partes entre sí: la cabeza debía ser la séptima parte de la altura total, el pie dos veces la longitud de la palma de la mano, etc.[13]​ Como refinamiento estético introducía el contrapposto: una pierna ligeramente flexionada; con lo que la cadera del lado opuesto aparecía más elevada, el hombro de ese mismo lado quedaba a menor altura que el contrario, y la figura describía en su vertical una ligera curva y contracurva (una "S"), dando una sensación de movimiento.

Aunque el arte medieval, sobre todo en Italia, no significó una ruptura radical con el arte clásico (que de hecho ya se había desvirtuado en su clasicismo con el Helenismo, y mucho más con el arte tardorromano), el Renacimiento se definió a sí mismo como una resurrección de la Edad Antigua, entendida como un modelo a imitar. La división de las edades históricas -Antigua, Media y Moderna-, que ha sido acusada frecuentemente de eurocéntrica, tiene esencialmente valor para Occidente tal como se definirá ese concepto a partir del siglo XVI, puesto que se origina en ese momento, y para las culturas antiguas en que los intelectuales de Europa Occidental de la Edad Moderna pretendían encontrar su origen.[14]

La presencia en Italia, sobre todo en la ciudad de Roma, de restos visibles, y el hallazgo continuo de restos enterrados, eran tenidos en cuenta, y permitieron la paulatina definición del oficio del anticuario (coleccionista, erudito y al tiempo expoliador y destructor), mientras se crean las bases de la ciencia arqueológica. Se recuperaban con veneración textos clásicos, como Los diez libros de arquitectura de Vitrubio, y se escudriñaban los escasos pasajes sobre arte de Plinio el Viejo. El hallazgo de la Domus Aurea de Nerón, el grupo de Laocoonte o el Apolo de Belvedere, fueron percibidos por los pintores y escultores del Cinquecento como una confirmación del camino emprendido o un estímulo para emprender otros nuevos (caso del Torso del Belvedere para Miguel Ángel). Más adelante, en el siglo XVIII, el descubrimiento de Pompeya y Herculano en el reino de Nápoles (excavaciones sistemáticas de Karl Jakob Weber, Roque Joaquín de Alcubierre, Francisco la Vega y su hermano Pietro la Vega) impactó extraordinariamente en la intelectualidad europea, especialmente en Johann Joachim Winckelmann (muy crítico con Alcubierre), y se divulgaron a través de los dibujos de John Flaxman y la cerámica de Wedgwood, creando una verdadera fiebre neoclásica que tuvo incluso su versión turística (el Grand Tour).

Tumba micénica denominada imaginativamente Tesoro de Atreo por Heinrich Schliemann en 1879.

Babilonia en la Schedelsche Weltchronik o Crónica de Núremberg (1493), imaginada como una ciudad europea amurallada del siglo XV, con sus casas de tejados nórdicos, aunque con varias cúpulas similares a la de Brunelleschi en Florencia y una columna al estilo de la Columna Trajana.

Excavaciones en el templo de Isis en Pompeya (gouache de Pietro Fabris, mediados del siglo XVIII).

Howard Carter y su equipo abriendo las capillas de los sarcófagos de la tumba de Tutankamón (KV62 (número 62 del Valle de los Reyes) en 1922.

Simultáneamente se fue produciendo una ampliación de la atención a otras civilizaciones de la Edad Antigua, destacadamente la griega, cuyo solar nacional y monumentos estaban en sometidos al Imperio Turco. El interés de los viajeros europeos occidentales no fue ajeno al surgimiento de la conciencia nacional griega, como prueba la peripecia romántica de Lord Byron.[15]​ Otras civilizaciones, como la egipcia, había sido objeto de mistificación desde muy antiguo (vinculación con la alquimia y el hermetismo y otras disciplinas mistéricas, como los símbolos y escenografía de la masonería, que reprodujo Mozart en La Flauta Mágica).

El siglo XIX contempló el desarrollo de los saqueos a gran escala mientras se desarrollaba la egiptología científica (expedición napoleónica a Egipto y posteriores investigaciones de Champollion, incluyendo la utilización de la Piedra de Rosetta, para el desciframiento de los jeroglíficos). De forma similar se procedió en Palestina con la denominada arqueología bíblica (1865 Fondo para la Exploración de Palestina -Charles Warren-, 1870 American Palestine Exploration Society, 1889 Escuela Bíblica y Arqueológica Francesa de Jerusalén), en Troya y Micenas con Heinrich Schliemann (desde 1870), y en Mesopotamia con la excavación de Babilonia por la Deutsche Orientgesellchaft (1898, Robert Koldewey).[16]

El siglo XX desarrollará una arqueología más sistemática y racional, que no obstante jamás se ha desprendido de su aureola romántica (Arthur Evans en Cnosos -el mítico laberinto del minotauro en Creta- y Howard Carter en la tumba de Tuntankamón). La arqueología precolombina (que se extiende sin solución de continuidad cronológica desde la Prehistoria hasta lo que en Europa sería Edad Media -mayas, aztecas e incas-) se ha desarrollado como resultado del interés de los estadounidenses por encontrar un pasado autóctono americano que proponer como memoria continental alternativa a la del Viejo Mundo (John Lloyd Stephens, Hiram Bingham). La arqueología en China y Asia central es una disciplina aún más reciente, y en pleno desarrollo. Lo mismo ocurre con civilizaciones europeas que han tenido la buena o mala fortuna de presentar poco apoyo de las fuentes escritas y hallarse en zonas de Europa Oriental menos accesibles a los arqueólogos occidentales por cuestiones políticas (tracios -Tumba tracia de Kazanlak, Bulgaria- o escitas -descubrimiento en 1947 del enterramiento de Pazyryk por Sergei Rudenko en los Montes Altái-).

Napoleón ante la Esfinge, de Jean-Léon Gérôme.

Reconstrucción del Palacio de Cnosos por Arthur Evans.

Peine de oro escita, orfebrería de los pobladores de Escitia.

Ejército de terracota (Xian, 210 a. C.). situado en el interior del Mausoleo de Qin Shi Huang, uno de los lugares arqueológicos más espectaculares de China y del mundo, descubierto casualmente en 1974.

Las colecciones antiguas del Museo del Louvre de París, el Museo Británico de Londres, la Gliptoteca de Múnich y la Isla de los Museos de Berlín, son consideradas hoy en día como la demostración de un expolio (comenzado en época romana, con el traslado de algunos obeliscos egipcios) cuya devolución reclaman los países emisores, basándose en argumentos morales, jurídicos y en la preferencia por mantener las piezas en su contexto original (destruido en buena parte durante la extracción); frente al argumento de los receptores de que si no hubiera sido por su interés de entonces, la mayor parte de las piezas probablemente se habrían destruido, dado el desinterés de los anteriores administradores o propietarios, que los museos donde están son un entorno idóneo para su estudio y contemplación, y que el tiempo transcurrido les ha hecho también adquirir derechos históricos (que tampoco pueden reclamar en exclusiva y sin oposición los emisores, dado que también eran imperios expoliadores de otros pueblos de donde obtuvieron esos o semejantes tesoros).

Obelisco de Montecitorio, trasladado a Roma el año 10 a. C. por orden de Augusto desde Heliópolis donde había sido erigido por Psamético II (XXVI dinastía, hacia 589 a. C.)

Gliptoteca de Múnich, en una foto de 1900.

Escalera del Museo del Louvre de París, con la Victoria de Samotracia.

Los Mármoles de Elgin, extraídos del Partenón de Atenas entre 1801 y 1805, en el British Museum de Londres.

Otras artes también son objeto de estudio para la Edad Antigua, pero por su naturaleza (por ejemplo, por no ser artes visuales) o por otras razones), lo son por otras disciplinas y no por la Historia del Arte, a pesar de que en la Antigüedad eran ellas, y no pintura, escultura o arquitectura, el objeto de la protección de las divinas e inspiradoras musas:

Otras artes, que hasta hace poco eran artesanías, artes menores, artes aplicadas, oficios artísticos o artes y oficios; y que a partir de mediados del siglo XX dignificamos con nombre de diseño (a veces pervertido en un cliché pretencioso), tampoco fueron objeto de protección de las musas:

La periodización de la historia del arte antiguo se basa en las distintas civilizaciones donde surge, utilizándose de forma equivalente a las divisiones estilísticas propias de los periodos posteriores de la Historia del arte occidental.

Los primeros apartados de este esquema utilizan denominaciones marcadamente geográficas, tanto para las civilizaciones antiguas que conformaron la civilización occidental (Próximo Oriente Antiguo, Egeo, resto de Europa), como para las demás civilizaciones antiguas (resto de Asia y América precolombina); mientras que el último hace referencia a los últimos periodos cronológicos que presenciaron el periodo formativo del arte occidental en la Edad Antigua: con el nombre de arte clásico se hace referencia al de Grecia y Roma en el periodo denominado Antigüedad clásica, que se impone en todo el espacio mediterráneo y próximo-oriental por el helenismo y la conquista romana; mientras que con el de Arte del cristianismo antiguo se hace referencia al arte del periodo denominado Antigüedad tardía (siglos IV al VIII), que se sitúa posteriormente a la Antigüedad clásica, a caballo entre los últimos siglos de la Edad Antigua y los primeros de la Edad Media.

El nacimiento de la civilización se produce en el Creciente fértil (término de James Henry Breasted para referirse a la zona que presenció las transformaciones radicales en la historia de la humanidad que Vere Gordon Childe denominó revolución neolítica y revolución urbana), que dibuja en los mapas una forma de luna creciente, entre Mesopotamia, sureste de Anatolia, Levante mediterráneo y Valle del Nilo.[17]​ El mundo mediterráneo y el próximo oriente presenciaron el surgimiento competitivo de distintas civilizaciones, unas sedentarias, con base en la agricultura de irrigación en valles de grandes ríos inundables o en otras zonas apropiadas, otras nómadas, con base en el pastoreo. Los pueblos que las originaron procedían de muy distintos orígenes etno-lingüísticos de debatida clasificación (la terminología tradicional, muy discutida, usa términos como semitas, indoeuropeos, camitas, etc.). El desarrollo de las primeras religiones organizadas (con clero jerarquizado, templos, mitología, etc.) y las primeras estructuras políticas (reyes, palacios, burocracia, ejércitos, fronteras, guerras de conquista, ciudades-estado, reinos, imperios), proporcionó los primeros patrocinadores de programas artísticos de envergadura (sobre todo arquitectónicos y escultóricos, aunque también demandaban pintura, cerámica, orfebrería y todo tipo de arte suntuario -armas, mobiliario, vestiduras, etc.).

La consideración de preclásico para estos estilos es una visión en perspectiva, dado que la experimentación de tantas y tan variadas formas artísticas terminaron influyendo en lo que mucho más tarde se definió como arte clásico.


- Arquitectura nubia. Pirámides de Meroe y Napata.

Una característica común al arte no occidental, sobre todo del de las civilizaciones asiáticas (India, China y Japón), al menos visto desde la perspectiva de los historiadores del arte occidentales, es la de mantenerse fiel a su estética y a sus formas aun dentro de una evolución estilística entre la sencillez y el recargamiento. Según esa óptica, carecería de la desconcertante variedad que presenta el arte occidental, a pesar de ser extraordinariamente fecundo. Otro rasgo es el de su significación esencialmente religiosa (incluso en los temas que en occidente serían profanos y obscenos), frente al precoz surgimiento del arte civil en Occidente.[20]​ Tampoco presentarían ninguna discontinuidad como la que el arte occidental experimentó entre el arte antiguo y el arte medieval; con lo que este último concepto no suele aplicarse a estas civilizaciones.

Las civilizaciones precolombinas tienen un especial valor para la Historia del Arte, dado que se desarrollaron en América sin conexión alguna con las civilizaciones del Viejo Mundo, y aun así encontraron soluciones formales paralelas, como la pirámide o la cantería ciclópea, y vehículos similares para la expresión artística, no sólo en las tres grandes artes visuales (pintura, escultura y arquitectura), sino en las artes menores como la cerámica y la orfebrería. Esta en especial alcanzó unas cotas extraordinarias. Otras artes, en cambio, fueron exclusivas americanas, como el arte plumario, así como algunas técnicas, como la obtención del pigmento azul maya, que aún hoy siguen siendo un misterio (ambas cuestiones exceden temporalmente de la Edad Antigua).

El arte africano antiguo (concepto que también se aplica sin solución de continuidad al de siglos posteriores a la Edad Antigua, y es muchas veces identificado con el arte étnico de época colonial y postcolonial) fue especialmente valorado por las vanguardias artísticas del siglo XX (cubismo, expresionismo).[21]

- Periodo Maurya (rey Asoka, que mandó erigir 84.000 stupas budistas y grabar sus edictos en estelas -lat o stambha- por todo su imperio; el capitel de Asoka es hoy en día un símbolo nacional de India.).
- Periodo o estilo Gandhara (arte greco-budista).
- Estilos locales (Mathurā y Amarāvati).
- Periodo Gupta. Adquiere preponderancia el hinduismo (construcción de numerosos santuarios), aunque se toleraron las demás religiones. Relieves de sutileza equilibrada y risueña (Buda de Sarnath).

La época clásica de la civilización occidental se ha hecho corresponder con la civilización grecorromana: concepto con el que se indica la profunda identidad y continuidad entre las de la Antigua Grecia y la Antigua Roma, sin perjuicio que dentro de cada una de ellas haya marcadas diferencias en la evolución formal, conceptual e ideológica. De hecho, el periodo clásico estricto podría limitarse al denominado siglo de Pericles (mediados del siglo V a. C. en Atenas), considerando post-clásico a todo arte posterior, puesto que supone mayores o menores desviaciones de ese modelo.

Mucho más trascendental es la diferenciación entre Antigüedad clásica y Antigüedad tardía, aunque no debe considerarse tampoco una ruptura de civilización (no hubo realmente discontinuidad), sino una profunda transformación en la economía, sociedad, política e ideología, marcadamente en la religión con la imposición del cristianismo como religión oficial del Imperio romano en el siglo IV (entre el Edicto de Milán -313- y el Edicto de Tesalónica -380-); que también se expresó con cambios radicales en el Arte.




Escribe un comentario o lo que quieras sobre Arte antiguo (directo, no tienes que registrarte)


Comentarios
(de más nuevos a más antiguos)


walter:
gracias me sirve micho
2022-11-26 21:02:21
RESPONDER A ESTE COMENTARIO
walter:
gracias me sirve micho
2022-11-26 21:02:17
RESPONDER A ESTE COMENTARIO