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Azada



La azada es una herramienta utilizada normalmente en la agricultura. Está formada por una lámina con el borde frontal cortante relativamente afilado por un lado y un mango para sujetarla. Se utiliza básicamente para cavar y mover tierras previamente roturadas o blandas y mover montones de arena o cemento. La pala se suele fabricar de hierro, aunque también puede haberlas de madera.

Cuando el sacho se refiere a una dalca significa entonces un tipo de ancla.[1]

Dependiendo de la zona geográfica también se denomina mocho (Colombia), azadón (Bolivia, Chile, Ecuador, México, Honduras y Colombia), escardilla (Venezuela), gualato (Sur de Chile), guataca (Cuba y Canarias), escardillo, sacho (Galicia, Andalucía Occidental), chapulina, zacho o zacha (León, Zamora, Salamanca y Extremadura), zoleta, escavillo (Andalucía), fesoria (Asturias), jada, jadica, jadico, jadeta (Aragón), picacha (Burgos), anchada, zapa (Argentina), etc.

Dependiendo de su tamaño y forma también se denomina azadón (hoja cortante de mayor tamaño que la azada y con mango largo), azadilla (hoja de menor tamaño que la azada y con tamaño largo o intermedio) y zuela o azuela (hoja de menor tamaño que la azada con mango corto, a veces con incorporación en el lado opuesto del filo de la hoja de una cabeza en forma de martillo —muy usada en tareas de carpintería—). También puede tener forma de azada estrecha en un extremo una variante del pico: el zapapico o espiocha.[2]

Sus dimensiones varían según la aplicación y las regiones, siendo el tamaño corriente de 20 a 25 centímetros la plancha y de 60 a 80 el mango. Las azadas para la bina son largas y las de escardar tienen bordes cortantes para seccionar las hierbas perjudiciales.

Las primeras azadas eran de piedra con mango de madera. Como las actuales, incidirían de forma oblicua en la tierra, mediante el impulso humano, para abrir hoyos o surcos.[3]

Algunos especialistas han propuesto a la azada arrastrada por una cuerda con tracción humana como origen del arado. Los primeros arados aparecen en Mesopotamia meridional hacia el 4500 a. C. y en Egipto e India entre el 4000 y 3000 a. C. primero arrastrados por el hombre y luego por tracción animal. Las primeras rejas —parte en contacto con la tierra para abrirla y levantarla— fueron de la misma pieza de madera del arado, luego de pieza distinta de madera tratada y endurecida al fuego, para finalmente ser de metal, más duradera y eficiente.[3]

El inglés Jethro Tull inventó en el siglo XVII una azada de cavar tirada por un caballo, siendo la mejor la del sistema Garrett, con la que se puede escardar en un día, con el solo empleo de un caballo, cuatro o cinco hectáreas de cereales, remolacha, etc.



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