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Baraja española



La baraja española es un mazo o conjunto de cuarenta y ocho o cuarenta naipes o cartas de la baraja. La versión más usada es la de cuarenta naipes (sin ochos ni nueves) y hay versiones menos regladas de cincuenta y cinco naipes para poder jugar a otros juegos. Los naipes están divididos en cuatro "familias", "pintas" o "palos". Los palos son "oros", "copas", "espadas" y "bastos", a cada uno de los cuales le corresponde su iconografía característica. Cada palo tiene doce cartas: nueve cartas numeradas del uno al nueve, llamadas cartas numéricas y tres figuras numeradas correlativamente del diez al doce. En la actualidad, las figuras son la "sota" (con el número 10), el "caballero", llamado coloquialmente "caballo" a pesar de que es un caballero montado (con el número 11) y el "rey" (con el número 12). Todas las figuras se representan de cuerpo entero.

Existe también barajas en las que cada palo tiene trece cartas por palo. En estas las cartas numéricas van del uno al diez, y las figuras del once al trece.[cita requerida]

Para ciertos juegos los palos se dividen en cortos (oros y copas) y largos (bastos y espadas).

La baraja española de cuarenta naipes con cuatro palos y tres figuras está testimoniada al menos desde 1539 en los Diálogos de Luis Vives, aunque en este momento las figuras son "caballero", "reina" y "rey".

Algunas versiones de 48 cartas modernas pueden incluir dos comodines, introducidos desde la baraja francesa, lo que da una baraja de cincuenta naipes.

La baraja española de cincuenta y cinco naipes es una versión para poder jugar al póker, se añaden a la habitual de cuarenta y ocho naipes cuatro cartas con el número diez, pasando a ser cincuenta y dos cartas más tres comodines, que hacen el total de las cincuenta y cinco naipes, además los números de las figuras once, doce y trece se sustituyen por, sotas (J), caballos (Q) y los Reyes (K). También el número uno pasa a ser la letra (A).

La baraja española se utiliza actualmente en España, sur de Francia, en Latinoamérica, Filipinas (donde se denomina "cuajo")[3]​ y en el norte de África. Anteriormente fue usada en Portugal, Italia y en toda Europa Occidental, en paralelo con las barajas locales.

Como la mayoría de las barajas europeas, la baraja española se divide en cuatro familias o palos (llamados oros, copas, espadas y bastos, siempre en este orden), dibujados con un lenguaje iconográfico característico. Igualmente comparte con el resto de las barajas el dividirse en cartas numéricas y figuras (sota, caballo y rey).

Ordinariamente la baraja española consta de cuarenta y ocho cartas (nueve numéricas y tres figuras de cada palo), como la mayoría de las barajas, que son de cuarenta y ocho o cincuenta naipes. Es muy normal que a la baraja española se le supriman los ochos y los nueves, apareciendo en versión de cuarenta naipes.

La simbología de los palos en la baraja española es semejante a la de otras barajas, pero se distingue de las demás por su iconografía característica, y el hecho de que las figuras aparecen de cuerpo entero. También es peculiar la figura del caballero (generalmente llamado "caballo") que sustituye a la figura de la reina que aparece en la mayoría de las restantes barajas. Es característico igualmente de la baraja española la numeración de las figuras, que empieza siempre en el 10, aunque las cartas numéricas lleguen solo hasta el 7, que es lo más frecuente.

El primer naipe de la baraja, numerado con el 1, se denomina “as”. Esta denominación es extensión del nombre de la cara del dado que tiene un solo círculo, y que recibe su nombre del latín "as" = "unidad".

El valor de las cartas depende del juego, aunque en general las figuras valen más que las cartas numéricas. Cuando Luis Vives describió la baraja en 1539, el valor de las cartas numéricas dependía también del palo: en oros y copas las cartas bajas valían más que las altas, y en bastos y espadas al revés.

Lupiano.- Ahí tenéis dos barajas de naipes enteras, una de España, otra de Francia.
Valdaura.- Esta de España parece que no está cabal.
Lupiano.- ¿Cómo así?
Valdaura.- Porque faltan los dieces.
Lupiano.- Aquellas no suelen tener como las de Francia: porque hay cuatro géneros o familias de naipes españoles, así como de los franceses. Los españoles tienen oros, copas, bastos, espadas. Los franceses tienen corazones, cuadrángulos, trifolios, vomerculos, o palas, o picas. En cada familia hay rey, reyna, caballero, uno, dos, tres, cuatro, cinco, seis, siete, ocho, nueve. Los franceses tienen también dieces: y en los españoles los oros más pocos y copas más pocas valen más: los bastos y espadas al contrario. Pero en los franceses los más números siempre valen más.
Castillo.- ¿A que juego jugaremos?
Valdaura.- Al triunfo de España, y el que da los naipes se retendrá la muestra, si es as, o figura humana.

También es propio de la baraja española el uso de la orla o pintas,[7]​ un código de espacios en la línea que enmarca la iconografía de cada carta y que indica su palo: sin espacios indica oros; un espacio indica copas; dos indica espadas; tres indica bastos.[8]​ La aparición de las pintas puede ser consecuencia de la adopción de la iconografía de cuerpo entero para las figuras, que no permite identificar el palo de las mismas por el extremo inferior. En la baraja francesa, además de que bajo el número suele haber una miniatura del palo correspondiente, la figura aparece de medio cuerpo y duplicada simétricamente en el eje vertical, de forma que se reconoce el palo desde cualquier extremo.

La división de la baraja en cuatro palos, con una iconografía semejante a la actual para distinguirlos, aparece ya en una baraja otomana datada en el siglo XV descubierta en el Palacio (hoy museo) Topkapi.[9][10]​ La baraja está incompleta y parece que se usaron naipes de otro mazo para completar los naipes perdidos ya en la antigüedad. Originalmente el mazo contendría diez cartas numéricas en cada palo y tres figuras. Los palos de esta baraja otomana representan: taco del juego de polo, monedas, espadas y copas. En esta misma baraja aparecen tres "figuras", descritas como "malik" (rey), nā'ib malik (virrey o gobernador), thānī nā'ib (segundo Gobernador o virrey). Las figuras no poseen ninguna iconografía (no hay representación humana) y solo se las reconoce por la inscripción. Originalmente se pensó que había una cuarta figura (àhad al-'arkān malik, el "ayudante" pero más recientemente se considera que es otra designación del "rey". Es posible que la baraja incluyera el equivalente a la carta del "joker".[11]

Se tiende a pensar que las barajas europeas proceden de la baraja otomana, y que esta sería una evolución de la baraja en Persia, la cual a su vez dependería en último lugar de la baraja china o la india. El origen de la baraja en China es debatible por cuanto no hay testimoniado ninguna cosa parecida a un mazo de naipes en China anterior a los naipes de occidente, aunque sí se sabe que se usó el papel moneda como elementos de juegos de azar. En 1665, el español Fernández de Navarrete "vio en Cantón naipes perfectamente comparables a los europeos". Los naipes usados en Japón en el siglo XVIII eran de origen portugués, y la terminología del juego (por ejemplo "karita" < "carta" i.e. naipe) es igualmente de origen romance, por lo que lo más probable es que estas barajas sean de origen europeo.[12]

Dando por aceptada la teoría de un origen otomano de la baraja española y del resto de las barajas europeas, las principales innovaciones iconográficas en Europa habrían sido:

Las principales innovaciones iconográficas de la baraja española habrían sido:

Los anteriores cambios, sumados a la reducción de las cartas numéricas de 10 a 9 y el uso de la orla o pinta serían las principales innovaciones de la baraja española.

Desde los géneros literarios de principios del siglo XVII, la supuesta simbólica que se atribuía a las figuras representadas como reyes eran: oros Pluto (Pluto en Grecia); copas Baco (Dioniso en Grecia); espadas Marte, (Ares en Grecia) y bastos Saturno.[13]

En 1781, Antoine Court de Gébelin teorizó para los cuatro palos otras alegorías que, según dijo, simbolizaban antiguos estatus egipcios: así asoció con Espadas al soberano, nobles y militares, Copas a clérigos o sacerdocio, agricultura con Bastos, y Oros el comercio o allí donde el dinero es símbolo: Ces quatre Couleurs sont relatives aux quatre Etats entre lesquels étoient divisés le Egyptiens: L'Epée désignoit le Souverain & la Noblesse toute Militaire. La Coupe [kup] (recipiente, copa), le Clergé ou le Sacerdoce. Le Bâton, ou Massue d'Hercule, l'Agriculture. Le Denier, le Commerce dont l'argent est le signe.[14]

En 1868, un impresor burgalés de origen francés, afincado en Vitoria, Heraclio Fournier, presentó su baraja litografiada, cuyo diseño fue premiado en la Exposición Universal de París. Pero el diseño definitivo de la baraja española que ha llegado hasta hoy bajo diferentes "visiones" artísticas o rústicas es el que realizó Augusto Ríus para el propio Fournier.[15]

Hay muchos tipos de diseño para la baraja española. Estos varían entre regiones de España y América Latina. Las figuras cambian de unas épocas a otras: los caballos pueden estar montados por caballeros o por amazonas, éstas, en ciertos casos ligeras de ropa. Las sotas pueden ser relativamente ambiguas respecto a su sexo; de hecho, siempre se tratan como género femenino, aunque suelen vestir como varones, pero no llevan barba.

En los modelos mexicanos, originalmente diseñados por Don Clemente, la sota es una figura femenina, en las barajas españolas antiguas, como en el modelo catalán, la sota se representa por un varón. Las denominadas "goyescas" poseen gran atractivo artístico al representar las figuras con pinturas realizadas por el artista Clemente Roxas en el año 1815.

El patrón castellano, que es el más utilizado, tiene un formato de cuarenta de 95 x 73 mm. Son muy variados entre sí pero conservan los oros como monedas de oro con grabados de figuras, a diferencia de los modelos italianos y los catalanes, los cuales las reemplazan por grabados de soles y flores.

El de Cádiz es el patrón más sencillo, siendo el diseño más antiguo de los modelos españoles. El formato es de cuarenta y ocho cartas de 95 x 62 milímetros. Posee colores distintivos que simplifican su interpretación.

El patrón catalán es el más exótico por naturaleza. Reemplaza el grabado de la figura por el de un sol en los oros. Este patrón, tiene un formato de cuarenta y ocho cartas más comodines de 95 x 61 mm.

De cuarenta cartas y 82 x 51 mm, estas cartas tienen un diseño rústico románico: la figura en los oros es romana. Además, las copas se representan por los recipientes en donde se conservaba el aceite de oliva en la antigua Roma.

Contiene cuarenta cartas en un formato de 65 x 44 mm. Son muy simples con un fondo blanco y con falta de la pinta al borde de la baraja. Las figuras tienen cuerpo completo.

Este es muy elegante, de cuarenta cartas y de 88 x 58 mm. En los oros, una corona de olivos aparece alrededor de la figura del centro. En esta baraja las figuras se representan de frente con armaduras complejas y enseñando el palo de frente y hacia arriba.

Este modelo es de cuarenta cartas en un formato de 100 x 54 mm. Esta baraja está dividida a la mitad con una bandeja que incluye escrito en italiano el palo y el número o figura. Además, las figuras se repiten de pies a estómago como en la baraja Inglesa. En ésta como en otras los oros se representan cómo monedas con flores grabadas.

El juego del Aluette utiliza 48 naipes del modelo español. La fábrica de Thiers ha exportado este tipo de baraja para el mercado español hasta el siglo XVII.

Se suele hacer una correspondencia de palos con los de la baraja francesa. Los tréboles son las hojas del basto, los diamantes son riqueza como el oro, las picas son la punta de las lanzas y el corazón de Jesús se corresponde con el cáliz.

En 1273 Alfonso X legisló los juegos susceptibles de apuesta y envite mediante un ordenamiento específico de 44 leyes, Ordenamiento de las Tafurerias, sin mencionar los naipes.

Parece que esta ley será el origen o la consolidación de la costumbre popular “jugar por el valor del convite”.

Bajo el nombre “naipe” o “nayp” (ambos significan naipes).

Parece que no había prohibición expresa al hábito religioso, pero si taxativamente prohibido jugar por intención de pecunia y nunca recomendado como pasatiempo de religiosos. Las órdenes militares de caballería legislan el juego de los naipes a sus caballeros y en sus conventos. La de Santiago en 1567, la de Calatrava en 1568, Montesa también los legisla en 1573, Alcántara en 1576.

En 1552 el futuro Felipe II elabora una lista de cosas vedadas para la importación que incluye los naipes: Otrosí mandamos que por mar ni por tierra no entren en estos Reinos de fuera dellos (...) naipes de todas suertes (...). En 1565 levanta la prohibición —argumentando contrabando y cohecho— designando doce puertos determinados para la importación de cosas vedadas: Laredo y Santander y Castro-Urdiales y San Vicente de la Barquera (antigua Hermandad de las Cuatro Villas) e en Andalucía por los puertos de Cádiz e Sanlúcar de Barrameda y por los Puertos de tierra de Orduña y Valmaseda, Vitoria y Salvatierra, Yecla y villa de Cieza, y que no puedan entrar ni entren por otros ningunos Puertos ni pasos de mar e tierra.[17]​ En 1572 provee el estancado de los naipes en España y en América.[18]

En 1621, primeras cortes de Felipe IV, estas le proponen su desestanco: Que se extinguiesen los estancos de naipes, pólvora, pimienta, y del azogue y solimán y otros de nuevo introducidos (...).[19]Álvaro Navia Osorio y Vigil nuevamente propone a Felipe V su desestanco por medio de un memorial que intitula, Rapsodia económico política monárquica”, que le remite en 1721.[20]

Francisco López de Gómara dice lo mismo: A falta de papel y tinta, escribían en hojas de Guiabara y copey con punzones o alfileres. También hacían naipes de hojas del mesmo copey, que sufrían mucho el barajar.

En 1529 Carlos I regula en América el juego de dados y naipes mandando se observen y guarden las leyes de Castilla: “Que no se pueda jugar a los dados, ni tenerlos, y a los naipes y otros juegos no se jueguen más de diez pesos de oro en un día” (...). Junto a María de Austria ratificarán la misma ordenanza en 1551.[18]​ Junto a Isabel de Portugal, prohibición taxativa a los factores de mercader en 1538.[18]

Por la popularidad del juego de naipes o baraja varios autores dedicaron palabras y letras, prosas y rimas. Uno de los documentos más antiguos que refleja enteramente la clásica composición de la baraja española es un cancionero que el autor (1416-1475) intitula: Juego de naipes que compuso Fernando de la Torre, el de Burgos, dirigido a la muy noble sennora Condesa de Castanneda.

Cervantes, Lope de Vega, Tirso de Molina, Calderón,[23]María de Zayas,[24]Mariana de Caravajal,[25]​ o Agustín Moreto,[26]​ entre otros, usaron en sus obras la baraja de naipes como recurso con diversas figuras literarias. Quevedo también usó de metáforas y así comparó el palo de “oros” con “quesos” y con “panes” (hogazas).

Gariteros, gansos, abrazadores, andarríos, floreos, fullerías, fulleros, guiñones, maullones, modorros, pandilladores, saladores, voltarios.[29]

Desde los coloquios inherentes al juego de la baraja se han incorporado al lenguaje algunas frases expresivas o adagios populares, tales como, “ser un as” (ser principal, un número uno, campeón), “cantar las cuarenta” (decir la verdad en forma cruda, exponer crudamente una realidad, avisar, advertir), le conocí por la “pinta” (el aspecto de alguien) o “qué buena o mala pinta” (de algo o de alguien) y varios más. Refranes muy antiguos como, “cuando uno no quiere, dos no barajan”, “a cuentas viejas, barajas nuevas”.[30]

La baraja más antigua localizada en España es un singular conjunto hallado en Sevilla. Se encuentra en el museo Fournier que la ha catalogado como “Italia 2” y que por el estilo gráfico e indumentaria medieval de las figuras fechan en torno a los años 1400. Dividida en cuatro “familias” en secuencias correlativas de 12 (48), faltan 8 naipes conservando 40 (del análisis lógico se colige que no llevaría más de 48 cartas, pues no hay ningún 10). Cada palo va del 1 (as) al 9 y termina con tres cartas de figuras. Faltan el 4 y 5 del palo supuesto como Oros, el 2 y el 5 de lo que se suponen Copas, el 9 y “sota” de Espadas y el as y el 6 de lo que se supone sean Bastos. El museo dispone de analistas de Bellas Artes.[31]

Los historiadores dividen las barajas en “taróticas” y en “numerales”. Estas últimas en España se componen de 48 cartas de juego.[32]​ Esta baraja también se usa accesoriamente para las «suertes adivinatorias» del tarot, salvo que a las 48 cartas (lo que llaman " arcanos menores") se les añade el 10 de cada palo (sin prescindir de la sota) y los llamados "arcanos mayores", que son los que, generalmente, se usan para la adivinación. Al interpretar la Baraja española, se realiza de acuerdo a algunas técnicas estándar se toma el significado de las cartas como el desarrollo de una historia, cada carta enmarca una pequeña pieza de la composición de dicha historia.[33]

Con estos naipes se jugaba a:

Primera, truco, cientos, y quinolas; al quinze, al treinta, al cinquillo, a las siete y media, a la flor, capadillo, tenderete, bazas, triunfo, bueltos, reynado, barciga, parar, pintillas, carteta, al rentoi, al hombre, pintxu, al cuco, matacán, caída, paulillo, tute, cateto, brisca, monte, cané, mus, burro, escoba, conquián, descarte, envite canario (uno de los juegos de naipes más populares de Canarias) y muchos más.

Por otra parte, con la baraja española se pueden jugar diversos tipos de Solitario como el conocido de La Escalera, Solitario de los Reyes, de los Sietes, de los Ases, de la Colineta, de las Calles y Torre de Hanoi, entre otros.

Antiguamente había varias fábricas en el territorio peninsular, las cuales necesitaban de autorización real para garantizar que su fabricación fuera correcta y evitar de ese modo que se pudiera jugar con trampas.

En el siglo XVIII, una de estas fábricas estaba situada en Macharaviaya (Málaga) y era propiedad de la familia Gálvez, que consiguieron de la corona la exclusiva de fabricación para las Indias Occidentales.

Los naipes más conocidos en España en la actualidad son los fabricados por Heraclio Fournier, la primera de todas en Burgos, después en Vitoria y hoy día en Villarreal de Álava (Álava). Cartamundi España, S.L., filial del Grupo Cartamundi, es otra de las más importantes. En Cataluña destaca Naipes Comas, fundada en 1797 y adquirida por Cartamundi en 2010 para prescindir de su competencia más que para hacer uso de sus instalaciones.

En México, Productos Leo, S.A. produce la mayor cantidad de barajas españolas.

Justo Rodero e hijos SAIC es la principal productora argentina de barajas, con más de 70 años de historia, tanto en tipo español como francés y exporta sus productos a los mercados de países limítrofes.



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