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Barbastro (Huesca)



Barbastro es una ciudad española de la provincia de Huesca, siendo su tercera ciudad más poblada y la séptima de Aragón. Es además la capital de la comarca del Somontano de Barbastro. La ciudad (originalmente es posible que se llamara Bergidum o Bergiduna) se encuentra en la unión de los ríos Cinca y Vero.

Entre las primeras estribaciones de los Pirineos y las llanuras de los Monegros se extiende la comarca del Somontano ("terreno situado en la falda de una montaña"), cuya capital es Barbastro. A estas vías se une una buena red de carreteras comarcales y locales, como el eje que siguen el cauce del río Vero para penetrar en el parque cultural del Río Vero al que da nombre y al parque natural de la Sierra y Cañones de Guara.

Barbastro posee una altitud de 341 metros sobre el nivel del mar. Está enclavada en una zona prepirenaica y su clima es mediterráneo continental con una temperatura media de 13,8 °C y une mediante las numerosas acequias que derivan del río Vero, que atraviesa la población y se encuentra canalizado en la zona urbana a lo largo de más de un kilómetro.

Como principales cultivos destacan el olivo, el almendro, los cereales y la vid, que produce un vino bajo la Denominación de Origen Somontano.

Es una de las ciudades con más empresas industriales de la comarca.

En la época romana formaba parte de la Hispania Citerior, más tarde llamada Hispania Tarraconensis.

La ciudad fue tomada por los árabes bajo el liderazgo de Muza (711), quienes le dieron el nombre Barbaschter, que deriva del nombre de Barbastrum, de acuerdo a la opinión comúnmente aceptada. Los sarracenos la mantuvieron en su poder hasta el año 1063 en que fue tomada por Sancho Ramírez. Ramiro I de Aragón ya había intentado repetidas veces apoderarse de Barbastro y Graus, lugares estratégicos que formaban una cuña entre sus territorios. Barbastro era la capital del distrito nororiental de la Taifa de Zaragoza y esta localidad acogía un importante mercado.

En 1063 Ramiro I sitió Graus, pero Al-Muqtadir en persona, al frente de un ejército que incluía un contingente de tropas castellanas al mando de Sancho II de Castilla (hermano de Alfonso VI de Castilla) que contaba entre sus huestes con un joven castellano llamado Rodrigo Díaz de Vivar, consiguió rechazar a los aragoneses, los cuales perdieron en esta batalla a su rey Ramiro I. Poco duraría el éxito, pues el sucesor en el trono de Aragón, Sancho Ramírez, con la ayuda de tropas de condados francos ultrapirenaicos, tomó Barbastro en 1064 en lo que se considera la primera llamada conocida a la cruzada, la cruzada de Barbastro. A ese hecho histórico se refiere el cantar de gesta francés del ciclo carolingio Le siège de Barbastre (El Sitio de Barbastro) del que se conserva un ejemplar manuscrito de principios del siglo XIII en la Biblioteca Nacional de París.

En 1065 Al-Muqtadir reaccionó solicitando la ayuda de todo Al-Ándalus, y llamando a la yihad volvió a recuperar Barbastro. Este triunfo le permitió tomar a Al-Muqtadir el sobrenombre honorífico de "Billah" ("el poderoso gracias a Alá"), y Barbastro siguió en manos de la Taifa de Zaragoza hasta que fue recuperada definitivamente en 1101 por el rey Pedro I de Aragón que, con el permiso del Papa, la convirtió en sede episcopal, trasladando la sede desde Roda de Isábena. El primer obispo, Poncio, fue a Roma para obtener el permiso del papa para hacer el traslado.

Muchos concilios provinciales y diocesanos se han realizado en la ciudad desde entonces: las Cortes Generales se han reunido allí ocasionalmente y durante una de las sesiones en 1134 el nuevo rey Ramiro II de Aragón, el Monje, renunció a la silla episcopal. En el año 1137 se produjo en la ciudad uno de los acontecimientos históricos más relevantes: en el barrio del Entremuro, se firmaron los esponsales entre el conde Ramón Berenguer IV de Barcelona y Petronila, hija de Ramiro II. Este hecho dio lugar al nacimiento de la Corona de Aragón. De su importancia en la época nos hablan las frecuentes visitas de Alfonso II, puesto que desde su reconquista se ganó el rango de ciudad infanzona con voto en Cortes, acogió las celebradas por Pedro II, en 1196. Dos siglos más tarde, y a la muerte de Juan I, Barbastro sufrió el sitio del conde de Foix en 1395.

Nuevamente, en 1626, las Cortes Generales de Aragón, bajo el reinado de Felipe IV se convocaron en la ciudad. Con este monarca, Barbastro fue retaguardia en la guerra de Cataluña, reiterando un protagonismo en la vida militar que se repetiría en la guerra de la Independencia, en el primer choque entre liberales y carlistas. Del siglo XIX, con realizaciones importantes y caracterizado por un impulso urbano y comercial progresista, se pasa a un regresivo comienzo del siglo XX.

El escritor británico George Orwell, que estuvo restableciéndose en Barbastro de una herida de guerra, hace referencia en varias páginas de su libro "Homenaje a Cataluña", a la vida y al paisaje urbano de esta ciudad durante la guerra civil española; en esta zona se produjo la mayor persecución religiosa del país, [5]​ donde murieron el 87% de los sacerdotes y monjes de toda la diócesis.

Solo a finales de los años 60, con las obras del embalse de El Grado y el Canal, un nuevo ritmo reactiva la economía. Con este impulso, el afán de industrialización de la década siguiente, con la creación de un Polígono Industrial, retoma el testigo de la agricultura y el comercio. También la construcción en los años 70 del cercano santuario de Torreciudad, ha contribuido a la notoriedad de esta ciudad.

La actividad comercial en Barbastro ha sido siempre unos de los pilares económicos de la ciudad:

Durante la Guerra de los Pirineos, concretamente entre diciembre de 1794 y enero de 1795, en que el comercio no era floreciente, a la vez que las intensas relaciones comerciales con Francia estaban cortadas. A pesar de todo, los comerciantes de Barbastro mantenían su actividad comercial con la venta de géneros, no solo españoles sino ultramarinos, que llegaban de Inglaterra o de las colonias a los puertos catalanes o levantinos.

Las calles más comerciales de Barbastro eran Mayor, Monzón, Mercado y Rioancho, destacando las dos últimas que con sus porches y enlosados facilitaban al público sus compras. Basándonos en los derechos reales que debían pagar los comerciantes por los géneros ultramarinos estos se pueden clasificar en tres grandes grupos:

A 1 de enero de 2010 la población del municipio ascendía a 17080 habitantes, 8361 hombres y 8719 mujeres.[6]

     Población de derecho (1900-1991) o población residente (2001) según los censos de población del INE.      Población según el padrón municipal de 2010 del INE.


La localidad cuenta con su propio centro de la Universidad Nacional de Educación a Distancia (UNED) desde 1983.

La ciudad cuenta con una estación de autobuses que está ubicada en la plaza de Aragón. La estación cuenta con servicios de Alosa, perteneciente al grupo Avanzabus, e Hife, en temporada alta. El Ayuntamiento de Barbastro gestiona las red de autobuses urbanos de la ciudad. Hasta el 15 de diciembre de 1969 contó con enlace ferroviario a la red de RENFE, a través del ramal de 20 km a Selgua, que fue inaugurado el 28 de junio de 1880.[15]

A la ciudad de Barbastro, a lo largo de su historia, se le han concedido varias ferias; por el estudio de un documento del año 1732 depositado en el Archivo Municipal de Barbastro sabemos que la ciudad celebraba la feria de San Marcos Evangelista, que había sido concedida por privilegio del rey Alonso de Aragón y que duraba siete días antes de la festividad del santo y siete después.

Otra era la feria de San Bartolomé que comenzaba quince días antes de la celebración del santo y continuaba quince días después; esta feria fue concedida por un Privilegio Real de Pedro IV de Aragón, dado en Zaragoza el 24 de junio de 1361, ratificado por el Justicia Mayor del Reino de Aragón el 30 de agosto de 1555 y posteriormente, el 23 de enero de 1672.

El 3 de noviembre de 1371, en la Villa de Caspe, el rey Pedro IV otorgó un privilegio a la ciudad de Barbastro para celebrar una feria que durase quince días y que comenzaba el día de Nuestra Señora de agosto.

También concedió el rey Carlos II, en las Cortes Generales de Zaragoza de 1678, un Privilegio para celebrar feria-mercado el día 1 y 15 de cada mes, sin que se extendiese a otros. La feria de Santo Tomás Apóstol se venía celebrando desde tiempo inmemorial.

Pero la que más nos interesa es la de Nuestra Señora de la Candelaria, concedida por un Privilegio de la “Serenísima Señora Doña Germana de Foix”, esposa del rey Fernando el Católico, en las Cortes celebradas en la Villa de Monzón el 22 de septiembre de 1512. La feria comenzaba doce días antes de la festividad de Ntra. Sra. y continuaba por espacio de otros doce días, vendiéndose en ella hierro labrado y quincalla, ampliándose posteriormente a otros géneros.

La feria de la Candelera se ubicaba en el cuartón de “dentromuro”, en la plaza del Entremuro o de la Candelera y calles adyacentes. Cobró tal auge que en un momento determinado las autoridades municipales decidieron cambiar su localización, buscando un sitio más amplio, por lo que en el año 1813 se publicó un bando para que la feria se celebrase “debajo del Coso y Rioancho y los cerdos se pusiesen en la Plaza Rastro”, mandándose iluminar las ventanas de las casas para el paso de la retreta que se celebraba el último día.

Pero no solo fue especial la Feria de la Candelera del año 1813 por su nueva ubicación sino porque además coincidió con el acto oficial de la jura de la Constitución política de la monarquía española que había sido proclamada en Cádiz el 19 de marzo de 1812, pero al estar Barbastro ocupado por los franceses, el juramento no pudo efectuarse hasta 1813. La vigencia de esta constitución fue breve, ya que a finales de mayo del año siguiente y por orden expresa del rey Fernando VII se quemó el único cuadernillo que de ella había en la ciudad, en un acto público celebrado en la Plaza del Mercado, tal como describe el Libro Gestis de la Ciudad:

La feria de la Candelera ha sido la única que ha conservado su carácter mercantil, ya que la feria de septiembre, que eran fundamentalmente de ganado, se ha convertido en las fiestas patronales, perdiendo totalmente su carácter comercial.

La noticia más antigua recogida sobre gigantes en Barbastro data del año 1757 en que se celebró la festividad de San Ramón con tres días de fiesta y el día del santo hubo un acto religioso en la Catedral al que acudió en pleno el Ayuntamiento con clarines, timbales; los oficios con sus banderas y los gigantes.

La siguiente noticia es del 11 de noviembre de 1759, en que se celebró la proclamación de Carlos III. Sería precisamente este rey quien por una Real Cédula de 1780 prohibió que participasen en las procesiones gigantes, gigantillos, tarascas o danzantes «por mor de la decencia».

Los cabezudos son nombrados por primera vez en la coronación de Carlos IV, con tal motivo se decretaron como festivos los días 13, 14 y 15 de septiembre de 1789. Para estos tres días de fiesta se contrataron a los músicos de Tamarite y a los de la Catedral, incluso se acuñó moneda de plata con las armas de la ciudad en el anverso y las del reino en el reverso, que se arrojaron en los tres desfiles que se celebraron en los que participaron tres carros triunfales.

A comienzos del siglo XIX y en plena ocupación francesa de Barbastro, con motivo de la toma de Tortosa en 1811, el Corregidor Pedro Guerrier celebró el acontecimiento con tres días de fiesta (8, 9 y 10 de enero). Por la ciudad desfiló una comitiva con un carro triunfal, pirámides y la comparsa de gigantes y cabezudos.

Por supuesto, de estas comparsas iniciales no han quedado datos de su aspecto ni de su composición y la primera imagen de la que tenemos constancia es de la comparsa fotografiada por Manuel Gallifa, en una fecha indeterminada entre finales del siglo XIX y principios del XX, en donde se ve a la comparsa en las proximidades de la Estación del Ferrocarril y que está compuesta por una serie de cabezudos vestidos con frac, un par de cabezudos grandes (una Forana y un boticario), varios gigantillos y dos gigantes que representan al rey ya una dama tocada con mantilla y con abanico en la mano.

Era costumbre que la ciudad alquilase dos cabezudos que representaban a dos baturros que venían en tren a pasar las fiestas a la ciudad, por lo que la comparsa de Barbastro acudía a la estación de ferrocarril a recibirlos y todos juntos regresaban al centro. De esta comparsa solo se han conservado los gigantes que podemos contemplar hoy en día como el rey y la reina.

En el año 1954, se realiza la compra de dos nuevos gigantes, los Reyes Católicos. La presentación de estos nuevos gigantes se efectuó en las fiestas de septiembre de ese mismo año, fiestas que tuvieron una especial relevancia ya que visitó la ciudad el tren del Centenario, reconstrucción, del que hizo el primer trayecto a Mataró y que fue recibido el día 5 de septiembre, entre otros, por la comparsa de gigantes y cabezudos, acompañada de la banda del Frente de Juventudes. Esta comparsa quedó inmortalizada junto a la puerta de la Catedral en una foto en la que se ve en primer término una colección de 21 cabezudos entre los que se puede apreciar la representación característica de los continentes con el Chino, el Indio o los negros, varios personajes de cuentos, «el Gordo y el Flaco», payasos o personajes de cómic como Popeye, y el famoso, limpiabotas «el Chato», cabezudo que acabó sus días bajo una gotera en el almacén de San Julián en donde estaban almacenados.

Aparte de los cabezudos tradicionales salen "Los Ferranqueros" propiedad de la peña Ferranca. Hay cuatro damas ferranqueras, aparte de las damas de honor de los diferentes barrios de Barbastro.

Barbastro acoge desde hace casi medio siglo el Premio Internacional de Novela Corta Ciudad de Barbastro y el Premio Internacional de Poesía Hermanos Argensola. Premios que son considerados dos de los certámenes de novela corta y poesía más prestigiosos y consolidados de España. A lo largo de los años han contado entre sus ganadores a autores como Javier Tomeo, Eduardo Mendicutti, Fernando Marías Amondo, Luis Leante, Pablo Villafruela, Juan Carlos Méndez Guédez, Antonio Rabinad, Cristina Cerrada, Blanca Riestra y Juan Malpartida, en novela corta, y Luis de Blas, Carlos Alcorta, Luna de MIguel y Jordi Virallonga, entre los de poesía.

Se enmarca dentro de la cocina aragonesa, caben destacar como autóctonos la empanada goguera. Aunque uno de los platos más representativos es la chireta (tripa de cordero rellena de arroz, jamón, tocino y vísceras). Dentro de la repostería cabe destacar los crespillos elaborados con las borrajas del lugar. Son populares también los pasteles Biárritz y el pastillo (denominado también: empanadico) Barbastro es la capital del vino de la denominación de origen Somontano.

En Barbastro y la comarca del Somontano se puede escuchar:

Cabe mencionar la colaboración de Miguel Ángel Sanz; su papel tanto de locutor como de mecenas ocasional fue fundamental en la consolidación de la emisora.

Desde finales de los 80, Barbastro cuenta con un canal de televisión local, el canal 25. Muchos fueron los colaboradores, pero la persona que más peso tuvo en la creación y mantenimiento durante largo tiempo fue José Mari Santolaria, cariñosamente conocido por su apodo de radio aficionado, ´Mortadelo´. Durante la década del 2000 pasó a ser un medio municipal.



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