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Barrabás (película)



Barrabás es una película italiana realizada en 1961 que desarrolla la supuesta vida de Barrabás después de la muerte de Jesucristo. La película fue dirigida por Richard Fleischer[1]​ y contó con la actuación de Anthony Quinn, Silvana Mangano, Katy Jurado, Arthur Kennedy, Harry Andrews, Ernest Borgnine, Vittorio Gassman y Jack Palance[2]​.

La película está basada en la novela homónima, obra de Pär Lagerkvist, Premio Nobel de Literatura en 1951.[3]

Poco antes de la crucifixión de Jesús de Nazaret, el procurador romano de Judea[4]Poncio Pilato ofrece a la multitud perdonar y liberar a uno de los dos condenados: a Jesús o a Barrabás, un peligroso criminal. La multitud elige a Barrabás, que es dejado en libertad y regresa con sus amigos, quienes lo reciben con alegría al enterarse que después de la prisión y de la condena de muerte, la vida le ha sido perdonada. Barrabás nota que su mujer, Raquel, no está con ellos y pregunta dónde se encuentra; sus amigos le dicen que Raquel, durante su ausencia, los ha abandonado para seguir las enseñanzas de Jesús. Sin embargo, Raquel, al enterarse de la liberación de Barrabás, regresa con el grupo, pero su actitud con Barrabás ha cambiado.

Más tarde, Jesús es crucificado y el cielo se oscurece; impresionado por eso, Barrabás acude al lugar y ve la muerte de Jesús. Luego acompaña a la comitiva que lleva el cuerpo a su sepulcro y ve cómo la tumba es cerrada. Tres días más tarde regresa a la tumba, la encuentra abierta y el cuerpo de Jesús ha desaparecido. Raquel le explica que Jesús ha ascendido al Cielo, pero Barrabás asegura que se trata de una ilusión o que sus seguidores se han llevado el cuerpo. Para confirmar sus sospechas, Barrabás se dirige hasta donde están los apóstoles y, convencido que se trata de un engaño para hacerlo ver como un ser sobrenatural, los encara y les exige que revelen qué han hecho con el cuerpo. Pedro le responde que no saben donde está, pero creen que ha ascendido al Cielo. Los presentes se refieren también a Barrabás como alguien a quien Dios ha concedido la vida a cambio de la de su hijo, cosa que lo confunde; aún receloso de los apóstoles, Barrabás decide no profundizar en el asunto y se marcha. Poco después, Raquel es lapidada por los mismos que han pedido la crucifixión de Jesús y Barrabás, aunque intenta no demostrarlo, ha quedado muy afectado.

Ante la muerte de Raquel Barrabás vuelve a su antigua vida delictiva como salteador de caminos, pero rápidamente es identificado por una de las víctimas de una caravana que asaltó, ocasión en la que mató a algunos de los viajeros. Nuevamente es detenido por las autoridades romanas, y es llevado de nuevo a juicio ante Poncio Pilato. Esta vez parece inevitable que sea condenado a muerte por sus actos y por su reincidencia criminal. Sin embargo, contra todo pronóstico, su sentencia es conmutada y el procurador romano lo condena a prisión perpetua en una mina de azufre en Sicilia. Barrabás recuerda las palabras de los apóstoles razonando que Dios le ha otorgado el don de no morir y mientras es llevado por los guardias se burla de todos jactándose que nada ni nadie lo puede matar, por lo que no le atemoriza la pena impuesta. Una vez en la mina, se le coloca al cuello un medallón que lo identifica como propiedad del emperador y señala durante qué gobierno llegó al lugar.

Tras sobrevivir veinte infernales años en la mina, Barrabás es encadenado junto con otro condenado, Sahek (Vittorio Gassman), cuyo delito ha sido liberar a otros esclavos. Sahek es cristiano y lleva una cruz grabada en el reverso de su medallón de identidad, el cual señala que Nerón es el actual emperador. En un comienzo, ambos hombres se detestan; Sahek dice que Barrabás es una de las personas más odiadas por los cristianos ya que es visto como uno de los responsables de la muerte de Jesús, pero con el tiempo, los dos condenados se van haciendo amigos y el cristiano constantemente intenta dar a conocer las enseñanzas de Jesús a su compañero, aunque este no muestra interés. Sahek, con el paso del tiempo, se va debilitando y no puede trabajar, por lo que corre riesgo de muerte por ejecución. Sin embargo, se produce una gran explosión en la mina. Mientras todos los demás mueren, Barrabás logra escapar de los derrumbes, viéndose obligado a llevar a cuestas a Sahek, a quien aún está encadenado, y así salen vivos ambos prisioneros.

Tras recuperarse de las heridas, son enviados a trabajar en el campo. Sahek insiste en convertir a Barrabás y este, de mala gana, acaba aceptando que grabe una cruz en su medallón. Su condición de salvados de la muerte por milagro llama la atención de la esposa del prefecto local, por lo que la pareja visita los campos para que ella toque la ropa de los prisioneros siguiendo la superstición que así le traspasarán algo de su buena fortuna a ella y su esposo. En ese instante, aparece un mensajero para anunciar al prefecto que ha sido nombrado senador y desde ahora vivirá en Roma. La mujer lo convence de llevar consigo a los dos hombres como amuletos de buena suerte. Sahek interpreta el cambio de fortuna como un regalo de Dios a Barrabás por abrazar la religión.

Una vez en Roma, Barrabás y Sahek son enviados a una escuela de gladiadores para ser entrenados y pelear en la arena. Aquellos que sobrevivan y destaquen ganarán la libertad. En el anfiteatro, la máxima estrella es Torval (Jack Palance), el gladiador más famoso y peligroso de Roma, que ha ganado la libertad muchas veces, pero ha renunciado a ella ya que ama ser un gladiador. Barrabás, a pesar de ser ya un anciano, entra en la escuela precedido de su fama de sobreviviente sobrenatural y demuestra ser un aprendiz hábil y resistente, lo que hace que Torval se fije en él y constantemente lo provoque y humille. Al mismo tiempo Sahek traba amistad con uno de los sirvientes del anfiteatro, un cristiano que lo pone al tanto del paradero de Pedro y los creyentes, sus escondites en las catacumbas y la cruel persecución por parte de Nerón.

Durante uno de los encuentros en la arena Sahek derrota a su oponente, pero, a pesar de que el público se lo exige, se niega a matarlo. Una vez dentro, los demás gladiadores están molestos con él, ya que temen que su actitud ofenda al dios Marte. Sahek les habla de Jesús, Dios, su doctrina a favor de la vida, la piedad y el amor, además de la profecía de Jesús que dice que quemarán este mundo y sobre sus cenizas construirán el reino de Dios y para probar que todo es genuino pide a Barrabás que cuente cómo conoció a Jesús y atestiguó su muerte y resurrección. Pero el anciano finge ignorancia ante el temor de ser juzgado, ya que los guardias y su amo han oído el discurso del joven sin que este lo sepa. Las autoridades descubren que ambos tienen grabados símbolos cristianos en sus medallones, pero ya que son individuos de renombre se les da la oportunidad de salvarse renegando del cristianismo, cosa que Barrabás no duda en hacer confesando que aunque intentó tener fe no logró sentirla genuinamente en su corazón; Sahek, sin embargo, prefiere morir, por lo que es condenado y ejecutado en público por Torval, quien lo empala con una lanza.

Al día siguiente, en el anfiteatro, se lleva a cabo un espectáculo donde un grupo de aspirantes a gladiadores a pie debe intentar matar a Torval arrojándole una jabalina antes que él, montando una cuadriga, los envuelva en una red y arrastre por el suelo hasta matarlos. Uno a uno Torval acaba con sus oponentes hasta que solo queda Barrabás, quien lo provoca una y otra vez fingiendo atacarlo y escondiéndose fuera de su alcance hasta que el público comienza a abuchear a Torval por no ser capaz de matarlo a pesar de su ventaja. Presionado y molesto, el gladiador ataca a Barrabás, pero este no emplea la jabalina para atacarlo, sino para devolver la red y atraparlo, por lo que Torval acaba siendo arrastrado por sus propios caballos. El público exige la muerte del vencido y Barrabás lo acaba ganándose así su libertad de parte de un muy impresionado emperador Nerón.

Ya libre, Barrabás busca los restos de Sahek y lo lleva a las catacumbas, donde encuentra a los cristianos y pide que le den un funeral apropiado. Tras entregar el cuerpo y separarse de los cristianos, Barrabás pasa bastante tiempo perdido en las catacumbas, buscando la salida, pensando en Dios y en su propia vida.

Tras lograr salir, descubre que se ha producido el gran incendio de Roma. Barrabás, al oír que es obra de los cristianos, piensa que, tal como dijo Sahek, están quemando el viejo mundo para construir el reino de Dios. Decidido a no fallarle nuevamente a Dios, se dedica a extender los incendios hasta que es detenido por los legionarios, ante quienes se identifica como un cristiano llevando a cabo la voluntad de Dios mientras los enfrenta. Ya en prisión, es encerrado con Pedro y los demás cristianos, que aseguran ser inocentes; pero los soldados les dicen que, como Barrabás ha confesado, los pueden ejecutar a todos.

Pedro le explica a Barrabás que la destrucción del mundo es solo una metáfora, ya que el reino de Dios es un estado espiritual y los incendios son una conspiración de Nerón para desacreditarlos. Barrabás lamenta que el intento de mostrar su fe haya condenado a todos, pero aun así el apóstol lo cobija en sus últimas horas como a uno más de ellos y lo reconoce como un cristiano.

Finalmente todos son crucificados y Barrabás pasa sus últimas horas hablando a Dios, reconociéndolo como una presencia que lo ha acompañado a lo largo de toda la vida; y ahora que está a punto de morir, le ofrece su alma y su arrepentimiento.

La película fue concebida como una gran epopeya y filmada en Cinecittà, donde se reconstruyó una arena romana bajo la supervisión del productor Dino De Laurentiis[5]​. Basado en la novela de Pär Lagerkvist, fue la segunda versión cinematográfica del libro, previamente filmada en 1953 en Suecia[6]​.

La actriz estadounidense Sharon Tate, asesinada en 1969 por la familia Manson y viviendo en Italia con su familia en ese momento, hizo en esta película su primera aparición en el cine a los 17 años, como la Patricia del campo de los gladiadores[7]​. Antes de que se constituyera el reparto principal, Yul Brynner fue considerado seriamente para el papel protagónico, pero finalmente no le fue asignado[8]​.

La partitura musical de Mario Nascimbene[9]​, dirigida por Franco Ferrara, director y profesor de dirección en varias academias internacionales famosas, destacó por su componente experimental inusual y marcado; el compositor se refirió a su trabajo, que incluía la introducción de la electrónica, sonidos logrados por la manipulación de velocidades de la cinta, como "nuevos sonidos".

La representación de la crucifixión se filmó el 15 de febrero de 1961 aprovechando un eclipse total de sol; Laurentiis insistió en grabar las escenas de la crucifixión durante un eclipse de sol real, sin efectos especiales, con este objetivo la producción se trasladó al pueblo de Roccastrada en Italia. Esto significó un enorme reto para Aldo Tonti, el director de fotografía, no solo porque significaría que solo tenían una oportunidad que duraría 2 minutos con 45 segundos para realizar la escena, sino también porque no tenía experiencia en grabar este tipo de eventos. Finalmente usó una cámara con un lente telescópico para filmar el eclipse en sí, otra cámara para un acercamiento a la cruz de Jesus y una tercera cámara para una panorámica de las tres cruces con el eclipse como fondo.[10][11][12]

La película se estrenó en Italia el 23 de diciembre de 1961, mientras que en Estados Unidos se estrenó en 1962, ese mismo año se estrenó en Reino Unido, Francia, Alemania Occidental, España, Suecia y en 1963 en Finlandia, Australia y Dinamarca. En 1985 en Filipinas y en 1989 en Hungría.[13]​ [2]

La película recibió críticas positivas; actualmente tiene una calificación de aprobación del 89% en Rotten Tomatoes, basada en nueve reseñas con una calificación promedio de 6.8/10.[14]



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