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Batalla de Baecula



La batalla de Baecula fue un enfrentamiento armado librado en el 208 a. C., en el contexto de la segunda guerra púnica, entre el ejército de la República cartaginesa, liderado por Asdrúbal Barca, y las legiones de la República romana, a las órdenes de Publio Cornelio Escipión.

Fue la primera gran batalla de Escipión después que tomara el mando del ejército en la península ibérica. Terminó en una victoria para Roma, aunque no impidió a Asdrúbal escapar con rumbo a la península itálica, donde encontraría su final un año después, en Metauro.

En 237 a. C. Amílcar Barca desembarcó en Gades (Cádiz) bajo iniciativa propia y contra la voluntad del Sufete (Senado cartaginés),[6]​ fundando sin consultar la colonia de Akra Leuké (Alicante).[7]​ Enriqueció a su tierra natal enviando grandes cantidades de caballos, armas, mercenarios y dinero.[8]​ Tras su muerte en combate en 228 a. C.,[9]​ su yerno, Asdrúbal el Bello, fundó Qart Hadasht (Cartagena)[10]​ y otra colonia de nombre desconocido,[11]​ ganándose el apoyo de los locales mediante la diplomacia más que la fuerza,[12]​ llegando a casarse con una princesa ibera,[13]​ «una sabia medida política para independizarse de Cartago y vincularse a la Península».[14]​ Fue asesinado en 221 a. C.,[13]​ asumiendo el mando del ejército púnico en la península ibérica el hijo mayor de Amílcar, Aníbal Barca, quien también se casó con una princesa nativa y tras tomar Sagunto, la reconstruyó como una colonia africana.[15]

Según historiadores modernos: «Los Bárcidas fundaron en la Península una verdadera monarquía y gobernaron como auténticos monarcas helenísticos»,[16]​ llegando a fundar personalmente colonias de gente de su país de origen en los territorios conquistados, tal como los Argéadas, Lágidas y Seléucidas. Al parecer, Amílcar habría organizado este reino, que ocupaba la Turdetania y el Levante.[14]​ Debe mencionarse que producto de las guerras sicilianas, desde inicios del siglo IV a. C., los púnicos estaban muy helenizados, especialmente su panteón religioso.[17]

Sin embargo, tanto Amílcar como Aníbal nunca quisieron romper con Cartago, posiblemente por sentimentalismo,[16]​ al contrario de Asdrúbal, que fue acusado de querer formalizar un reino independiente en la península[18]​ pero nunca dejando de estar pendientes del Sufete.[19]​ Pero tanto este último como Aníbal fueron «verdaderos caudillos hispanos» y considerados como reyes por los nativos al casarse con hijas de[16]reguli, «régulos», reyezuelos que gobernaban grupos de poblados, la forma de monarquía más frecuente de la península.[20]​ Esto explica porque ambos fueron elegidos comandantes del ejército púnico en Hispania por los soldados, principalmente nativos, y luego ratificados por el Sufete.[14]

Pero esta no es una opinión unánime entre los historiadores, ya que algunos creen que en realidad, los Bárcidas seguían una política orquestada por el Sufete de expandirse por la cuenca del Betis (Guadalquivir) y la costa desde el cabo de la Nao.[21]​ Asimismo, afirman que: «aunque el hecho de que llamara también Cartago [Qart Hadasht] a su fundación parece sugerir que, más que un reino independiente, pretendía que fuera una ciudad hermana de la metrópoli».[22]

En 218 a. C., mientras Aníbal estaba en la península itálica, los hermanos Publio y Cneo Cornelio Escipión Calvo fueron enviados a Hispania para impedir a las fuerzas cartaginesas ahí enviar refuerzos al Barca. Estos generales romanos estuvieron en operaciones hasta su muerte en batalla en el 211 a. C..

Cuando desembarcó en la península el joven procónsul[23]Publio Cornelio Escipión ningún ejército cartaginés estaba cerca de Qart Hadasht,[24]​ lo que aprovechó para tomarla en 209 a. C. y renombrarla Cartago Nova.[25]​ Ahí permaneció un tiempo[26]​ hasta que resolvió avanzar hacia Tarraco (Tarragona).[27]

Escipión pasó el invierno en Tarraco aprovechando de ganarse el apoyo de los jefes locales liberando a sus familiares que tenía como rehenes.[28]​ Para ello tuvo la ayuda de Edeco (Edetón), régulo de los edetanos, cuya familia había sido capturada por las legiones en Cartago Nova[29]​ y deseaba obtener beneficios de una alianza con Roma.[30]​ El edetano se presentó en Tarraco con sus parientes y aliados[31]​ pidiendo una reunión con el general.[32]​ Este último, entendiendo la oportunidad, le concedió lo que pedía y aseguró su alianza.[33]​ Luego lo envió de vuelta a su país, donde convenció a los suyos de favorecer a los romanos.[34]​ Pronto, los africanos perdieron el apoyo de la mayoría de los iberos.[35]

Dos grandes régulos molestos con Cartago, Andobales y Mandobio, porque Asdrúbal les había exigido rehenes[36]​ (tratándolos como esclavos)[37]​ y fuertes contribuciones económicas[36]​ ya que tras vencer y matar al padre y el tío de Escipión, creyeron que la península era suya y trataron muy mal a los nativos.[38]​ Una noche abandonaron el campamento púnico rumbo a un fuerte.[39]

Estas revueltas y la llegada de los romanos preocupó de sobremanera a Asdrúbal.[40]​ Quien se decidió a presentar batalla,[41]​ en caso de vencer no sabía qué haría aún pero si era vencido cruzaría a la Galia, reclutaría locales y se uniría a su hermano mayor.[42]​ Sabedor de esto, Escipión escuchó los consejos del legado Cayo Lelio y las órdenes del Senado antes de marchar contra el africano, sumando en el camino numerosos iberos.[43]​ Fue entonces que se reunió con Andobales, con quien llevaba mucho tiempo comunicándose.[44]​ El general le prometió a este y otros jefes que no les exigiría rehenes[45]​ con lo que fue aclamado como un rey[46]​ y juraron obedecerlo.[47]​ Tras esto, los jefes fueron a sus tierras por sus huestes y las sumaron a las legiones.[48]

Tradicionalmente el escenario de la batalla se ha ubicado en las cercanías de Bailén, no tanto por cierta similitud fonética (que algunos autores han alegado) como por la posición estratégica de este enclave,[49][50][51]​ y también por un texto de Polibio donde se menciona Cástulo como cercana a Baecula.[n 1]

Pero recientes hallazgos de investigadores de la Universidad de Jaén terminan por concluir que el escenario de la batalla se sitúa en las cercanías de la población actual de Santo Tomé, a unos 60 km al este de Cástulo, identificando el oppidum de Turruñuelos con la población de Baecula que citan las fuentes clásicas;[52]​ próximo a este oppidum se encuentra el Cerro de las Albahacas, estratégicamente rodeado en un flanco por un río. Allí, según estos investigadores, habría estado el campamento de Asdrúbal Barca, mientras que a cuatro kilómetros se habría situado el de Escipión. Casi mil quinientos objetos encontrados relacionados con impedimenta militar de ambos ejércitos avalan estas conclusiones.[53]​ Las campañas de prospección arqueológica realizadas en 2006 y 2007 por el Centro Andaluz de Arqueología Ibérica han aportado hallazgos que confirmarían esta posibilidad, como restos de armas y monedas púnicas que datan de la época de la batalla. Por otro lado, Alicia M. Canto (UAM), cuestiona desde 2004 dicha localización por diferentes motivos (que incluyen las fuentes antiguas), y sigue prefiriendo ubicar Baecula en el triángulo de Bailén-Linares-La Carolina.[54][n 2]

Entre el 24 y el 26 de noviembre de 2011 se celebró en la Universidad de Jaén un congreso internacional de título “La Segunda Guerra Púnica en la península ibérica”, donde, además de estudiar el tema propuesto, se presentó el "Proyecto Baecula"; sus ponencias serán publicadas en el futuro.[55]

El debate entre ambas posiciones continúa siendo periódicamente objeto de interés de la prensa nacional.[56]

Durante el gobierno de Asdrúbal el Bello el ejército creció a 60 000 infantes, 8000 jinetes y 200 elefantes de guerra,[13]​ principalmente turdetanos e iberos.[14]​ Mientras que al momento del asedio de Sagunto había crecido a 150 000 efectivos,[57]​ de los que 90 000 infantes, 12 000 jinetes[58]​ y 37 elefantes[59]​ partieron con Aníbal rumbo a Italia, aunque sólo 50 000 guerreros de a pie y 9000 montados lo acompañaron hasta los Pirineos.[60]​ De las tropas que permanecieron en Hispania, al momento de desembarcar Escipión, estaban divididas en tres ejércitos separados:[61]​ según Polibio Magón Barca estaba cerca las Columnas de Hércules, Asdrúbal Barca, estaba en la Carpetania y Asdrúbal Giscón cerca de la desembocadura del Tagus (Tajo), en la Lusitania;[24]​ en cambio, Tito Livio dice que Magón estaba en Cástulo (Linares), Asdrúbal Barca en las cercanías de Sagunto, en la cuenca del Iber (Ebro) y Giscón entre Gades y el Océano Atlántico.[62]​ Respecto a la fuerza de Asdrúbal Barca, probablemente contara con 25 000 a 30 000 combatientes.[2]

Escipión desembarcó en la península con apenas dos legiones romanas[3]​ (10 000 infantes, 1000 jinetes[63]​ y 30 quinquerremes),[64]​ a las que se sumaron los restos del ejército de su padre y su tío, las tropas traídas por Cayo Claudio Nerón desde Puteoli (Pozzuoli)[63]​ y contingentes de guerreros aliados.[65]​ Nerón fue reemplazado por el propretor Marco Junio Silano.[66]​ Es posible que contara con unos 35 000 a 40 000 romanos y nativos.[2]

Al llegar Escipión esperó pues, aunque deseoso de atacar, temía la solidez de la posición enemiga,[67]​ pero tras dos días decidió que debía luchar antes de que llegaran los otros dos ejércitos púnicos.[68]​ Los puestos de avanzadillas de la caballería púnica estaban por delante del campamento y sufrieron el primer embate de los vélites al arribar los romanos a la zona.[69]​ Los jinetes africanos volvieron a su campamento y los vélites se aproximaron mucho al recinto.[70]​ Este éxito dio ánimos a los romanos, que empezaron a construir su castra (campamento).[71]

El lugar del enfrentamiento fue elegido por Asdrúbal,[72]​ quien tenía un río en retaguardia[73]​ y su campamento construido sobre la cresta de una colina[74]​ que formaba una amplia meseta,[75]​ al frente estaban las llanuras donde desplegar sus fuerzas,[74]​ las laderas de ambos lados eran muy escarpadas pero un tramo bajo la cresta había una planicie ligeramente inclinada, luego volvía a haber una ladera escarpada.[76]

Escipión preparó sus vélites y una tropa de infantería al pie de la colina y les ordenó cargar hacia la cresta,[77]​ cabalgando entre soldados señalando al enemigo diciendo que este había abandonado toda esperanza de victoria en la planicie y buscaba refugio en las alturas,[78]​ pero que ellos ya habían conquistado Cartago Nova sin que los muros, la colina ni el mar pudieran detenerlos.[79]​ Finalmente, anunció que de nada servirían esos acantilados para los africanos salvo para obligarlos a saltarlos cuando las legiones tomaran la posición. Dos cohortes fueron a defender la entrada del valle por donde pasaba el río y a bloquear el camino que llevaba desde la Baecula hasta la colina.[80]

Estas tropas ligeras avanzaron, inicialmente sin mayor dificultad que la escarpada pendiente, hasta que chocaron con la infantería púnica[81]​ y sirvientes civiles que defendían la planicie inferior y que les arrojaba todo tipo de proyectiles, a lo que respondieron lanzándoles piedras.[82]​ A pesar de la lluvia de misiles siguieron subiendo por su determinación y entrenamiento.[83]​ Finalmente alcanzaron la segunda planicie y ahí pudieron demostrar sus superiores habilidades para el combate cuerpo a cuerpo. Las tropas cartaginesas en la zona, acostumbradas a luchar a distancia, fueron forzadas a retroceder con grandes pérdidas hacia la meseta superior donde estaba el campamento.[84]

Asdrúbal permaneció a la espera hasta cuando entendió que los romanos estaban teniendo éxito en su ataque, así decidió enviar refuerzos a defender la posición.[85]​ El general romano respondió enviando al resto de sus tropas ligeras en apoyo de su vanguardia para un ataque frontal mientras, con la mitad de la caballería y legionarios flanqueaba a los púnicos por la izquierda[86]​ y Lelio hacia lo mismo por la derecha con la otra mitad.[87]

Entre tanto, Asdrúbal intentaba organizar y sacar al resto de sus fuerzas del campamento, había esperado demasiado y no alcanzaron a desplegarse.[88]​ Los púnicos intentaron girar sus alas para enfrentar el flanqueo pero, ante los gritos que provenían de todas partes, sólo se desordenaron.[89]​ Las alas romanas ya habían subido las laderas y aprovechando el desorden, cayeron sobre los flancos africanos con el enemigo aún en desorden, haciéndolo huir.[90]​ Los cartagineses intentaron retroceder para evitar que los flancos romanos pudieron rodearlos y atacarlos por la retaguardia, pero al intentarlo su frente simplemente se rompió y el centro romano cargo con todo para conquistar la primera meseta,[91]​ algo que jamás hubiera ocurrido si la línea cartaginesa hubiera aguantado con los elefantes en la línea de combate.[92]

Finalmente, los flancos romanos lograron cortar la retirada del enemigo al rodearlo.[93]​ Se desplegaron destacamentos en todas partes para bloquear todos las posibles rutas de huida. Asdrúbal y sus oficiales cerraron las puertas del campamento, dejando a fuera a muchos hombres. Dentro del lugar, los elefantes, asustados, aumentaban el caos.[4]​ El Barca nunca tuvo la intención de luchar hasta el final,[94]​ tomó su dinero, los elefantes y los fugitivos que pudo reunir y se retiró.[95]​ Escipión se dedicó a saquear su campamento.[96]

Asdrúbal siguió su retirada subiendo por la cuenca del Tagus hasta llegar a los Pirineos, pasando a la Galia, donde empezó a reclutar locales.[95]​ Los romanos no lo siguieron porque aún debían enfrentar a los otros dos ejércitos.[96]

Los romanos hicieron prisioneros a 2000 jinetes y 10 000 infantes.[5]​ Fueron presentándose uno por uno ante Escipión y le juraron personalmente lealtad (devotio ibérica), llamándole rex, «rey»,[97]​ empezando Edeco y Andobales con tal reverencia sin que el general lo notara.[98]​ Probablemente régulos como Edeco e Índibil eran conscientes que juraban lealtad a un general con un mandato cívico-militar que representaba a una república, pero para los guerreros comunes era la clásica devotio ibérica ante sus régulos o caudillos.[20]

Poco después se enteró de tal trato[99]​ e hizo reunir a todos los iberos y les anunció que él no era un rey y no deseaba que nadie lo llamara así sino que «general»,[100]imperator.[101]​ Según Polibio, demostraba que, aunque joven, pensaba con la cabeza fría y se negaba a intentar coronarse a pesar de su juventud y éxitos.[102]​ Actitud que mantuvo aún de mayor, cuando había vencido a Cartago en Hispania y África y derrocado a muchos reyes asiáticos, jamás intento ceñirse la púrpura.[103]​ La reacción de Escipión que relata Polibio puede interpretarse como un deseo de enaltecer a dicha figura (los descendientes del general eran mecenas del historiador), el desprestigio que tenía la monarquía entre los romanos[20]​ y lo peligroso que resultaba para un ciudadano ser acusado de ambicionar el título de rey.[101]

Luego les permitió a los locales volver a sus tierras salvo algunos que seleccionó como escoltas,[104]​ hizo construir su campamento donde había estado el enemigo, envió tropas a vigilar los Pirineos[105]​ y fue a pasar el invierno en Tarraco.[106]



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