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Batalla de Valencia



Se ha denominado batalla de Valencia al conflicto identitario que enfrentó a la sociedad valenciana durante la Transición española, caracterizada por una notable conflictividad y violencia por parte de elementos blaveros y ultraderechistas, y que provocó una fractura política y social en la Comunidad Valenciana que aún perdura.[1][2][3][4]

Una explicación ha sido que surgió como una reacción contra los postulados de Joan Fuster. Para otros se trató simplemente de un conflicto creado y atizado por los dirigentes locales de la UCD para desalojar del poder en las instituciones valencianas al PSPV-PSOE. Recientemente, algunos autores han postulado que tuvo su origen en la disgregación de la derecha valenciana durante los últimos estadios del franquismo, parte de la cual fue excluida de la plataforma que había de aglutinar a los conservadores locales. Los excluidos fueron aquellos que, viendo el fin del régimen, habían optado por el reformismo para canalizar sus carreras políticas, y que se vieron apartados por los dirigentes locales de la UCD. Ignorados por la UCD local y faltos de apoyo por parte de la dirección estatal, se radicalizaron apelando al minoritario sentimiento anticatalán, dado que la UCD aún compartía postulados muy similares a los de los partidos de izquierda. A la vez, aun cuando el nacionalismo valenciano era débil políticamente, durante los primeros años de la década de 1970 consiguió que los partidos de izquierda adoptaran posiciones autonomistas, reconociendo la identidad del valenciano respecto al catalán, y usando símbolos como la señera cuatribarrada.

El conflicto estalló tras las elecciones generales españolas de 1977, las primeras democráticas tras la muerte de Franco, en las que la UCD, aún una coalición, obtuvo el 33 % de los votos y 11 escaños, el PSOE el 36,3 % y 13 escaños, el PCE un 9,1 % y 3 escaños, y un escaño cada uno el Partido Socialista Popular (en coalición con el PSPV), Alianza Popular y el independiente, pero posteriormente integrado en la UCD, José Miguel Ortí Bordás.

José María Adán García, un grupo de procuradores valencianos a Cortes y Consejeros Nacionales del Movimiento presentaron un escrito el 12 de agosto de 1976 en el que solicitaban la autonomía económica, administrativa y cultural de la región valenciana y que recogía las moderadas aspiraciones de Lo Rat Penat, el Ateneo Mercantil de Valencia, la Federación de Sociedades Musicales, la Cámara Oficial de Comercio de València, el Instituto Valenciano de Economía, el Centro de Estudios Políticos y Sociales del Movimiento, las diputaciones provinciales de Valencia, Alicante y Castellón (que elaboraron una declaración conjunta reclamando la creación de una "Mancomunidad Regional de Servicios") y asociaciones políticas como la Asociación Nacional para el Estudio de Problemas Actuales (ANEPA), el Frente Nacional Español, Unión Nacional y Unión del Pueblo Español (UDPE), una mezcla de tradicionalistas, conservadores y reformistas.

La petición de los procuradores, entre los cuales se encontraban el alcalde de Valencia, Miguel Ramón Izquierdo, Pedro Zaragoza, o José Antonio Perelló Morales, se había presentado cuatro meses antes[5]​ de la constitución de la Taula de Forces Polítiques i Sindicals del País Valencià (Mesa de Fuerzas Políticas y Sindicales del País Valenciano), que reunía a los partidos de izquierda y nacionalistas enfrentados al régimen, y que propusieron poner en marcha un proceso autonómico similar al que se seguía en Cataluña y el País Vasco.

El 12 de julio de 1976 se celebró en Valencia la primera manifestación en la que no intervino la policía convocada por la Taula de Forçes Polítiques i Sindicals del País Valencià, con el lema «Per la llibertat, per l'amnistía, per l'Estatut d'Autonomía, pel Sindicat Obrer».

En 1977 se constituyó la UCD valenciana, a partir del Partido Popular Regional Valenciano de Emilio Attard, formado por políticos vinculados al Movimiento Nacional, y arrinconando los reformistas como Esteban Rodrigo de Fénech, Pedro Zaragoza o José María Adán García. Algunos de estos sectores, excluidos de UCD, como el alcalde de Valencia, Miguel Ramón Izquierdo, o el presidente de la Diputación, Ignacio Carrau, fundarían la Unión Regional Valenciana (URV) en 1978, intentando blanquear su pasado franquista presentándose como salvadores del pueblo valenciano enfrente de una supuesta invasión catalana.

En las elecciones de 1977, sin embargo, la UCD fue derrotada en Valencia. Poco después se constituyó la Asamblea de Parlamentarios del País Valenciano, agrupando a los diputados y senadores elegidos en las tres provincias. Contaba con 41 miembros, de los cuales 26 eran de izquierdas (21 del PSOE, 3 del PCE y 2 del PSP). Attard encargó a Fernando Abril Martorell, hombre de confianza de Adolfo Suárez, y a Manuel Broseta, una nueva estrategia para ganar las elecciones municipales y generales de 1979 y condicionar el proceso de elaboración del Estatuto de Autonomía. Attard eliminó del partido a los miembros liberales como Francisco de Paula Burguera, José Antonio Noguera de Roig y Joaquín Muñoz Peirats y asumió los postulados anticatalanistas. Para expandirse popularmente se valieron del diario Las Provincias, dirigido por María Consuelo Reyna, del movimiento fallero y del Valencia C.F., así como de filósofos e intelectuales como Juan Ferrando Badía y Gustavo Villapalos y el apoyo logístico del gobernador civil José María Fernández del Río.[cita requerida]

El 9 de octubre de 1977 tiene lugar la primera celebración del Día Nacional del País Valenciano con una multitudinaria manifestación en Valencia. El 23 de febrero de 1978 aparece el periódico Som, órgano del Grupo de Acción Valencianista, grupo violento vinculado al blaverismo.

El 17 de marzo de 1978, el gobierno aprueba el régimen preautonómico valenciano, instituyendo el Consejo del País Valenciano.[6]

El 10 de abril de 1978 se constituye el Consell del País Valencià. Los consejeros eligen, por unanimidad, a José Luis Albiñana (PSPV-PSOE) como presidente. El 3 de junio, se aprueba el reglamento de régimen interior del Consejo del País Valenciano.[7]​ El 8 de octubre los partidos políticos valencianos firman el Compromiso Autonómico, reclamando la autonomía.

En abril de 1979, tal como preveía el decreto de creación del Consejo del País Valenciano, se modifica el número de consejeros. Los doce representantes elegidos entre los parlamentarios (diputados y senadores, entre los que la izquierda tenía mayoría) se reducen a nueve, en tanto que los representantes de las diputaciones provinciales pasan de tres a nueve, tres por cada provincia. Debido a los resultados de las últimas elecciones municipales, que dieron la mayoría en las diputaciones provinciales a la UCD,[8]​ esta alcanza también la mayoría en el Consejo (diez de los dieciocho miembros). El Consejo decide adoptar como bandera la señera cuatribarrada. A la sesión del Consejo no asistió la UCD, que rechazó la decisión y la calificó de ilegal al no haber alcanzado el quorum necesario, fijado por el reglamento de régimen interior en ocho consejeros (solo asistieron siete).[9]

El 6 de octubre de 1979 tiene lugar en Valencia una multitudinaria manifestación en Valencia contra la bandera cuatribarrada aprobada por el Consell.[10]

El 23 de noviembre de 1979, ante el bloqueo que sufre el Consejo del País Valenciano (fruto de la mayoría de la UCD en el pleno del Consejo tras las últimas elecciones) los consejeros socialistas se retiran, dimitiendo José Luis Albiñana y asumiendo Enrique Monsonís (UCD) como presidente provisional.[11][12]

El 14 de septiembre de 1981 se produce la remodelación del Consejo del País Valenciano. Vuelven los consejeros del PSPV-PSOE y Monsonís es formalmente elegido presidente.

En la llamada posteriormente "batalla de Valencia" jugó un papel esencial la violencia ejercida por los diversos grupos anticalanistas valencianos (Blaverismo) y la ultraderecha ligada al franquismo, como Fuerza Nueva, contra los políticos, los intelectuales, las entidades y las instituciones que defendían un proyecto democrático y nacionalista para el País Valenciano —nombre con el que identificaban ese proyecto—. Los principales actos de violencia perpetrados por esos grupos fueron los siguientes:[13][14]

Pese a las coacciones y violencia mediática, en las elecciones generales españolas de 1979 la UCD obtuvo solo dos diputados (uno si se considera a Ortí Bordás, integrado en UCD) y tres senadores más, empatando con el PSPV-PSOE a 19 parlamentarios. Sin embargo, los tres diputados del PCPV hacían que la izquierda siguiera siendo mayoritaria en la Asamblea de Parlamentarios. Sin embargo, parte de los miembros del Consejo del País Valenciano debían ser elegidos por las diputaciones provinciales, constituidas tras las elecciones municipales del mismo año. Considerando estos nuevos miembros, la UCD tenía mayoría en el Consejo y planteó una moción de censura contra Albiñana en diciembre de 1979, ante lo cual tuvo que dimitir.

La agitación y la violencia en la calle determinaron en buena medida las negociaciones que mantenían las fuerzas políticas valencianas para redactar el Estatuto de Autonomía, finalmente aprobado en 1982 merced un pacto entre Alfonso Guerra, Fernando Abril Martorell y Emilio Attard por la vía dispuesta en el artículo 143 de la Constitución, en lugar de la del artículo 151. Se cambió la señera cuatribarrada de la Corona de Aragón (oficial entre 1978 y 1980, con el escudo del Consejo en medio) por la señera de la ciudad de Valencia (con franja azul), se adoptó el nombre de Comunidad Valenciana en vez de País Valenciano y le dio categoría de lengua al valenciano (sin denominarlo catalán).

El derrumbe definitivo de la UCD como partido en 1981, la victoria del PSOE en las generales de 1982, la aprobación del estatuto de autonomía y las primeras elecciones a las Cortes Valencianas de 1983, en las que Unión Valenciana (sucesora de URV) obtuvo representación parlamentaria, provocaron que el blaverismo entrara en la vía institucional y abandonara los actos de violencia directa. Por otra parte, el partido vencedor en las elecciones autonómicas, el PSPV-PSOE, mantuvo toda la simbología pactada, aunque defendió las Normas de Castellón como oficiales para introducir la lengua en las escuelas.



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