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Batalla del Monte Gargano



La Batalla del Monte Gargano fue un enfrentamiento militar que se produjo en 72 a. C. en el monte homónimo entre una legión romana del cónsul Lucio Gelio Publícola y el esclavo rebelde Crixo, que no tenía el liderazgo militar de Espartaco y fue vencido por el cónsul y su ejército, quién, a pesar de haberse rebelado junto a Espartaco, ahora estaba haciendo la guerra por sí solo.[4]

En esos tiempos, se estima que de los seis millones de habitantes de la península, un tercio eran esclavos.[5]

La gran llegada de esclavos había comenzado en la primera mitad del siglo II a. C.. La mayoría habían nacido libres[6]​y conservaban la memoria de su libertad perdida.[7]​ Habían sido capturados en las guerras del Mediterráneo Oriental, siendo llamados genéricamente sirios.[6]​ Estos conflictos habían comenzado tras la llegada de Roma a la zona, lo que había debilitado al Imperio seléucida, permitiendo guerras civiles y que Cilicia se volviera un refugio de piratas que atacaban las costas mediterráneas en grandes campañas de captura de esclavos.[8]​ Sin embargo, la principal región exportadora estaba en el delta del Danubio y la costa norte del mar Negro, donde los escitas traían a vender a los prisioneros de sus incursiones. Estas rutas solían atravesar Tracia, lo que sugiere un cotidiano contacto de los tracios con la esclavitud. Posteriormente, empezaron a importarse gran cantidad de celtas y germanos desde los puertos de Aquilea, Arelate y Massilia.[9]

Los primeros contingentes trabajaron en ranchos y granjas de la isla de Sicilia.[8]​ Con el tiempo, los patricios empezaron formar grandes latifundios trabajados por cientos o miles de esclavos en esa isla o el sur de península itálica.[10]​ Algunos de estos esclavos extranjeros empezaron a ser usados para los espectáculos de gladiadores. En Capua, a inicios del siglo I a. C., casi todos los competidores eran galos o tracios, y algo similar sucedía en toda la península.[11]

En el año 73 a. C. se produjo una revuelta de gladiadores en Capua de la casa de Léntulo Batiato; decenas[n 1]​ de ellos al mando de Espartaco, Enomao y Criso se escaparon, refugiándose en el Monte Vesubio,[12]​ donde derrotaron al pretor Cayo Claudio Glabro que había sido enviado con un cuerpo de milicianos a detenerlo,[13]​ formado por aproximadamente 4 a 6 cohortes, es decir, 3.000 soldados.[14]​ Un destino similar sufrieron las tropas de Publio Varinio.[15]​ Debe mencionarse que hay confusión en las mismas fuentes sobre esos eventos.[n 2]​ Durante esa época, los rebeldes pasaron de 400[16]​ a 10.000 combatientes.[17]

Tras avanzar saqueando la campiña italiana hacia el sur, pasaron el invierno en las zonas montañosas entre Nola, Nocera Inferiore, Turios y Metaponto.[2][18][19]​ Durante dicho período probablemente falleció Enomao, en batalla según Orosio.[2]​ Por aquel entonces, 110.000 legionarios (equivalentes a 20 o 22 legiones) estaban luchando lejos contra Quinto Sertorio y Mitrídates VI del Ponto, aparte de 8 legiones en Galia y Macedonia. No quedaban muchos guarneciendo Italia.[20]

Finalmente, a la llegada de la primavera del 72 a. C. la masa humana de tracios, germanos, celtas y orientales[21]​ empezó su lento avance al norte, supuestamente tratando de cruzar los Alpes para escapar a la Galia. Por razones de movilidad y suministros, marchaban y acampaban en columnas más pequeñas pero relativamente cercanas entre sí.[22]​ Sin embargo, las disputas entre Crixo y Espartaco llevaron a la división de la fuerza, el primero se separó con galos y germanos con la intención de continuar la guerra dirigiéndose al Monte Gargano. Un erudito describe la situación como «Él [Crixo] era igual a Espartaco en valor pero no en sentido común» y carente de disciplina,[23]​ y las fuentes romanas describen el acto de separarse de la fuerza principal como de «insolentes y audaces».[24]

Al parecer, Crixo era partidario de atacar a los romanos, en cambio, Espartaco deseaba retirarse al norte.[25]​ Es posible que la ruptura entre ambos se diera mientras se enfrentaban a Varinio y que Enomao acompañara al galo, pero al morir Crixo resultaran como el único jefe de la facción.[26]

Después de sus victorias sobre Glabro y Varinio, la masa rebelde aumentó a 70.000 hombres, mujeres y niños,[27]​ tanto esclavos fugitivos como pastores y arrieros del sur italiano,[28]​ y como la región tenía muchos latifundios, había una alta densidad de esclavos.[29]​ Espartaco aprovechó de armar a algunos con armaduras y a otros los dejó como exploradores,[28]​ debido a esto su ejército era una mescolanza de combatientes armados con las armas tradicionales de sus pueblos como de equipamiento romano capturado.[30]​ También dispuso que los gladiadores entrenaran a los recién llegados.[16]​ Sin embargo, fue entonces que Crixo se separó con 30.000 galos y germanos,[3]​ seguramente incluyendo a guerreros, mujeres y niños con sus carromatos.[4]​ Historiadores modernos rebajan la cifra total de rebeldes a 40.000,[31]​ posiblemente basándose en Osorio, quien dice que Crixo tenía 10.000 guerreros a sus espaldas y Espartaco tres veces ese número.[2]

Los romanos aprovecharon la situación y atacaron por separado a cada jefe rebelde.[24]​ El pretor Quinto Arrio[32]​ o el propio cónsul Lucio Gelio Publícola[33]​ quedó con la misión de atacar a Crixo. Esta contradicción de las fuentes es importante, pues los ejércitos provinciales podían ser pretoriales o consulares según la jerarquía del imperator o gobernador. En el primer caso suelen contar con una legión romana y auxiliares y en el segundo dos legiones. El historiador español Ricardo de la Cierva dice que un ejército pretoriano solía ser de 8.000 a 10.000 hombres, mientras que uno consular equivalía al doble de soldados.[34]​ En cambio, otros historiadores creen que una fuerza consular sumaba sólo 10.000 hombres, coincidente con la fuerza estimada para un par de legiones.[4][35]​ Según Apiano, los cónsules contaban con dos legiones,[27]​ pero probablemente se refería a las fuerzas de cada uno de los ejércitos consulares.[4]

De la batalla sólo se sabe que los esclavos pelearon con gran valor.[36]​ Basándose en testimonios de otros enfrentamientos de la época, el historiador estadounidense Barry Strauss se imagina el combate. Ambos contingentes se aproximaron gritando para animarse y asustar al enemigo, luego arqueros y honderos auxiliares intentaron debilitar las líneas rebeldes con una lluvia de proyectiles. A menos de 50 metros, los legionarios comenzaron a arrojar sus pilum acompañados de un terrorífico toque de tubas y cornus. A continuación, con sus estandartes en alto, cargarían al unísono. En ocasiones tal demostración de equipamiento y disciplina era suficiente para hacer huir al adversario, pero no ante Crixo y sus hombres.[37]

Sin duda hubo un choque terrible, un encuentro donde se combatió mano a mano por 15 a 20 minutos antes de que los hombres se cansaran. Le seguiría una ruptura de las líneas de las dos partes y una breve retirada para reagruparse. Este ciclo, muy usual en las batallas antiguas, se repetiría constantemente por dos o tres horas hasta que un ejército colapse y huya.[37]​ Es probable que el combate tomara varías "rondas" hasta que los romanos lograran rodear los flancos o abrirse paso por las líneas enemigas. Los esclavos lucharon ferozmente, lo suficiente para cobrar muchas bajas a los romanos pero no para impedir su derrota.[38]​ Celtas y germanos solían agruparse en torno a sus jefes durante una batalla, resultándoles impensable hacer otra cosa que luchar hasta el final. Ante humillación de huir, prefirieron ser masacrados.[23]

El historiador militar británico Nic Fields cree que un fragmento se Salustio se refiere a la batalla.[4]​ Ahí se menciona que los legionarios ocuparon una posición elevada en dos líneas de combate y que defendieron la posición con muchas bajas.[39]​ Él utiliza ese documento para interpretar que las legiones estaban muy superadas en número, pues la formación de duplex acies (cada legión formaba dos líneas de cinco cohortes cada una) era defensiva, a diferencia de la tradicional triplex acies[4]​ (cada legión en tres líneas, la primera de cuatro cohortes y las otras dos de tres).[40]

Admitiendo que sólo esta especulando, pero las legiones debieron formarse en la cima de una colina y los rebeldes debieron cargar sobre ellos sólo para ser rechazados una y otra vez. Finalmente, los atacantes dudaron y huyeron, siendo perseguidos por los legionarios. Crixo al perder el control de la situación prefirió morir luchando.[41][42]​ El único problema con dicha teoría es que el mismo fragmento menciona que el comandante romano fue el otro cónsul, Léntulo, y da a entender que los romanos fueron obligados a retirarse de la posición.[39]

En el documental Decisive Battles, el historiador militar británico Philip A. G. Sabin relata otra versión del enfrentamiento, en que los esclavos de Crixo fueron atacados por los romanos pero lograron rechazarlos. Sintiéndose victoriosos, empezaron a celebrar y emborracharse, momento en que los romanos volvieron y los asesinaron sin mayores esfuerzos.[n 3]

Una fuente dice que todos los esclavos fueron muertos en la batalla[24]​ y otra que dos tercios fueron eliminados.[3]​ En concreto, se habla de 20.000 esclavos fallecidos.[32]​ Es posible que Casto y Cánico sucedieran a Crixo como jefes de los germanos y galos rebeldes.[26]

El colega consular de Gelio, Léntulo, fue vencido en los Apeninos.[43]​ La horda rebelde era enorme y marchaba hacia el norte;[n 4]​ la derrota debilitó a su movimiento momentáneamente pero sobre todo, expuso las divisiones entre los que sólo deseaban huir por los Alpes y no ser parte del mundo romano y los que deseaban dedicarse a saquear y vengarse.[26]

Al citarse obras antiguas, los libros aparecen con números romanos y capítulos y/o párrafos con números indios.




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