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Carlos Ometochtzin



Don Carlos Chichimecatecuhtli Ometochtzin fue un tlatoani (señor) de la nobleza acolhuacán, cacique de Texcoco, que fue ejecutado en la hoguera por continuar practicando la religión prehispánica.

Era nieto de Nezahualcoyotl (el gobernante de Texcoco).

Ometochtzin fomentaba el alzamiento general de los pueblos originarios [1]​ en contra de los invasores europeos. Se descubrió que guardaba imágenes de Quetzalcóatl, Xipe Tótec y otros dioses, por lo que fue trasladado a la capital y juzgado por fray Juan de Zumárraga, primer obispo de Nueva España (México).

De 1536 a 1543 Zumárraga ejerció el cargo de inquisidor apostólico y llevó 183 causas contra los sospechosos de no ser creyentes (de acuerdo al derecho de las Indias, el inquisidor tenía derecho a quedarse con los bienes de los ajusticiados, aunque Zumárraga nunca se quedó con los bienes porque aún no existía la inquisición). Este obispo se haría famoso unos años más tarde, cuando un texto indígena —el Nican Mopohua (1556)— hará constar su participación en el milagro de Guadalupe.

Ometochtzín fue acusado inicialmente de idolatría, pero luego fue exonerado de este cargo para ser acusado de herejía, con el testimonio de los jefes indígenas cristianizados.

Fue condenado y librado al brazo secular por realizar sacrificios humanos, terminando sus días en la hoguera en noviembre de 1539. El acontecimiento fue presenciado por el virrey, el obispo y otros dignatarios, además de una multitud de indios y españoles. Las herejías de que se le acusaba fueron leídas en náhuatl y Zumárraga que previamente lo había excomulgado y relajado al brazo secular por homicidio dictó al gobierno secular que fuera tratado de la forma más humana antes de su ejecución.

Este fue el caso más notable de Zumárraga, por el que se ganó la censura de la Corte. El proceso tuvo consecuencias, porque se produjo en el marco de la disputa sobre la igualdad de los indios con los españoles, que los hacía responsables, como defendían algunos eclesiásticos en contra de otras instancias, para desgracia de Ometochtzín. El inquisidor apostólico Tello de Sandoval anuló una de las consecuencias de la ejecución, la referente a los bienes del ajusticiado (que pasaban a formar parte del patrimonio del inquisidor que lo mandaba ejecutar).

La condena y posterior ejecución en la hoguera de don Carlos llevó a plantear con claridad los alcances de la jurisdicción inquisitorial. Cuando se constituyó el Santo Oficio en las colonias, en 1571, los indígenas fueron dejados fuera de su jurisdicción, al considerarlos neófitos antes que herejes.




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