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Centauro



En la mitología griega, el centauro (en griego Κένταυρος Kentauros matador de toros, cien fuertes, plural Κένταυροι Kentauroi; en latín Centaurus/Centauri) es una criatura con la cabeza, los brazos y el torso de un humano y el cuerpo y las patas de un caballo. Las hembras son llamadas centáurides.

Vivían en las montañas de Tesalia y se les consideraba hijos de Centauro —un hijo de Ixión y Néfele—, y algunas yeguas magnesias.[1]​ Otras tradiciones decían que Centauro, en cambio, era hijo de Apolo y Estilbe, o que los centauros habían nacido directamente de Ixión y Néfele.[2]

Los centauros son muy conocidos por la lucha que mantuvieron con los lápitas, provocada por su intento de raptar a Hipodamía el día de su boda con Pirítoo, rey de los lápitas y también hijo de Ixión. La riña entre estos primos es una metáfora del conflicto entre los bajos instintos y el comportamiento civilizado en la humanidad y por el famoso centauro (Quirón). Teseo, un héroe y fundador de ciudades que estaba presente, inclinó la balanza del lado del orden correcto de las cosas, y ayudó a Pirítoo. Los centauros huyeron.[3]​ Escenas de la batalla entre los lápitas y los centauros fueron esculpidas en bajorrelieves en el friso del Partenón, que estaba dedicado a la sabia Atenea.

Como la titanomaquia, la derrota de los titanes por los dioses olímpicos, las contiendas con los centauros representan la lucha entre la civilización y el barbarismo y es conocida como centauromaquia.

El personaje general de los centauros es el de seres salvajes, sin leyes ni hospitalidad, esclavos de las pasiones animales. Dos excepciones a esta regla son Folo y Quirón, que expresaban su «buena» naturaleza, siendo centauros sabios y amables.

Entre los centauros, el tercero con una identidad individual es Neso. El episodio mitológico del centauro Neso raptando a Deyanira, la prometida de Heracles, también proporcionó a Giambologna (1529-1608), un escultor flamenco que trabajó en Italia, espléndidas oportunidades de concebir composiciones con dos formas en violenta interacción. Giambologna realizó varias versiones de Neso raptando a Deyanira, representados por los ejemplos conservados en diversos museos. Sus seguidores, como Adriaen de Vries y Pietro Tacca, continuaron esculpiendo incontables repeticiones del tema. Cuando Albert-Ernest Carrier-Belleuse abordó la misma composición de formas en el siglo XIX, la tituló Rapto de Hipodamía.

En antiguas vasijas pintadas áticas los centauros eran representados como seres humanos de frente, con el cuerpo y las patas traseras de un caballo sujetos a la espalda. Posteriormente, fueron hombres sólo hasta la cintura. La batalla con los lápitas y la aventura de Heracles con Folo (Apolodoro, ii. 5; Diodoro Sículo, iv. li) son temas favoritos del arte griego.

En Grecia, la constelación de Centaurus fue observada por Eudoxo de Cnido en el siglo IV a. C. y por Arato en el siglo III a. C.[4]

El escritor Robert Graves especuló con que los centauros de la mitología griega fueran una reminiscencia de una tribu prehelénica que considerase al caballo un tótem.[5]

Por otra parte, Paléfato consideraba que la forma híbrida de los centauros era fruto de un error de percepción por parte de gentes que nunca habían conocido la monta de caballos. Al observar por primera vez a jinetes, habrían tenido la impresión de que eran mitad hombres mitad caballos. Paléfato menciona además una posible etimología del nombre, que vendría a significar «matador de toros».[6]

Algunos dicen que los griegos tomaron la constelación Centaurus, y también su nombre «toro penetrante», de Mesopotamia, donde se simboliza al dios Baal, que representa la lluvia y la fertilidad, luchando y perforando con sus cuernos el demonio Mot, que representa la sequía de verano.

Los centauros han aparecido muchas veces y en muchos lugares en obras de ficción modernas.

Aunque se dice que la palabra griega kentauros está compuesta por un único morfema —quizá no griego en su origen—, el sufijo -tauro ha sido inventado por escritores y diseñadores de juegos a finales del siglo XX para otros híbridos animal-humanos fantásticos.

Aunque las mujeres centauros, llamadas centáurides (κενταύριδες), no son nombradas en la literatura arcaica ni en el arte arcaico, aparecen ocasionalmente a partir del periodo helenístico. Un mosaico macedonio de principios del siglo III a. C. que se halla actualmente en el museo arqueológico de la ciudad de Pela es uno de los primeros ejemplos de la presencia de centáurides en el arte.[7]

El autor romano Ovidio en sus Metamorfosis menciona a una centáuride llamada Hilónome, que se suicidó cuando su amante Cílaro murió durante la guerra contra los lápitas.[8]

En la descripción de una pintura que vio en Neápolis, el retórico griego Filóstrato el Viejo presenta a las centáurides como hermanas y esposas de los centauros masculinos que vivían en el monte Pelión con sus hijos.

Dentro del campo de la medicina se conoce con el nombre de Genu recurvatum a la condición física que poseen algunas personas de doblar sus rodillas más allá de los 180° [10]​ habiéndose conocido algunos casos a lo largo de la historia, como los de Robert Huddleston, apodado el "hombre pony" [11]​ o el de Ella Harper también llamada "la niña camello".

La palabra griega kentauros se considera generalmente de origen oscuro.[12]​ La etimología de ken + tauros, 'toro penetrante', fue una sugerencia del euhemerista en el texto racionalizador de Paléfato sobre mitología griega, Sobre cuentos increíbles (Περὶ ἀπίστων), que incluía a los arqueros montados de un pueblo llamado Néfele eliminando una manada de toros que eran el azote del reino de Ixión. (Scobie, 1978, p. 142) Otra posible etimología relacionada puede ser "matador de toros".[13]

El sello cilíndrico de Kalibangan, datado en torno al 2600-1900 a. C.,[14]​ hallado en el yacimiento de la civilización del Valle del Indo muestra una batalla entre hombres en presencia de criaturas parecidas a centauros.[15][14]​ Otras fuentes afirman que las criaturas representadas son en realidad mitad humanas y mitad tigres, que posteriormente evolucionaron hasta convertirse en la hindú Diosa de la Guerra.[16][17]​ Estos sellos son también una prueba de las relaciones India-Mesopotamia en el tercer milenio a. C.

En una leyenda popular asociada al Templo Pazhaya Sreekanteswaram en Thiruvananthapuram, la maldición de un santo Brahmán transformó a un apuesto príncipe Yadava en una criatura con cuerpo de caballo y la cabeza, brazos y torso del príncipe en lugar de la cabeza y el cuello del caballo.

El Reino Kinnara, otra criatura mítica mitad hombre, mitad caballo de la poesía épica india, apareció en varios textos antiguos, artes y esculturas de toda la India. Se muestra como un caballo con el torso de un hombre donde estaría la cabeza del caballo, y es similar a un centauro griego.[18][19]

En el arte popular ruso y en los grabados lubok de los siglos XVII y XIX apareció una criatura mitad humana y mitad equina con aspecto de centauro llamada Polkan. Polkan se basa originalmente en Pulicane, un medio perro del poema I Reali di Francia de Andrea da Barberino, que en su día fue popular en el mundo eslavo en traducciones prosaicas.

Otras criaturas híbridas aparecen también en la mitología griega, siempre con alguna conexión liminal que enlaza la cultura helénicas con otras arcaicas o extranjeras:

Otras criaturas similares:



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