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Chipileño



Lenguas romances
 Romance occidental
  Galo-italiano
   Véneto

El chipileño o véneto chipileño es una variante lingüística del véneto, una lengua romance originaria de la región del Véneto, en el norte de Italia, hablada principalmente en la localidad de Chipilo (de donde obtiene el nombre la variante), en el estado de Puebla, y por algunas personas de los estados de Veracruz y Querétaro, en el oriente de México.[1]

Los emigrantes italianos empezaron a llegar a la región a finales del siglo XIX durante el Porfiriato. En aquella época, aún no estaba establecido un idioma italiano oficial en Italia, y el uso de idiomas regionales era predominante. los italianos que emigraban a México eran principalmente del norte de Italia, y una gran mayoría hablaba la lengua véneta.[2]​ No obstante, aunque el chipileño sea muy próximo a otros dialectos del véneto, es un caso único en México, que se le compara con el véneto talian del sur de Brasil.

No se sabe a ciencia cierta el número de hablantes de chipileño, hay cifras estimativas que sitúan el número de véneto-parlantes entre unos 3 000 y 10 000 en la comunidad poblana de Chipilo, la mayoría de los cuales son bilingües con el castellano. Las cifras en otros estados del país son desconocidas.[3]​ De todos modos, el chipileño es entendido y hablado parcialmente por unos diez mil habitantes del área de Chipilo. El idioma no se encuentra entre las lenguas reconocidas como nacionales de México, por lo que carece de derechos lingüísticos al igual que el plautdietsch y el romaní.[4]

En el año 1868 llegaron inmigrantes italianos a México, principalmente de la comuna de Segusino, a unos 60 km al noroeste de Venecia, momento en el que el contacto con hablantes de la lengua en su tierra natal y en otros lugares se redujo a casi cero. La comunidad mantiene desde entonces su cultura y lengua únicas como enclave lingüístico, en contacto con el mexicano y el español. Aunque la ciudad de Puebla ha crecido hasta casi absorberla, la ciudad de Chipilo permaneció aislada durante gran parte del siglo XX. Así, los chipileños, a diferencia de otros inmigrantes europeos que llegaron a México, no absorbieron la cultura mexicana, conservando la mayor parte de sus tradiciones y su idioma. La variante del idioma véneto hablada por los chipileños se derivó del norteño Traixàn-Fheltrìn-Bełumàt de Segusino, Treviso.[5]

Esta llegada de inmigrantes marcó un capítulo especial en la historia de una lengua alóctona que solo se le compara con lo que ocurrió en el sur de Brasil. La lengua y la cultura se enraizaron en suelo mexicano por el aislamiento que tuvieron con los habitantes locales, de los cuales muchos de ellos hablaban náhuatl y español. Con el transcurso del tiempo, el idioma fue sufriendo influencias del español mexicano y del náhuatl, debido a su contacto con otras comunidades cercanas al sur de la Ciudad de Puebla, aunque en realidad ha sido mínima la alteración del idioma en comparación con la fuerte influencia del italiano sobre el véneto de Italia.

La lingüista estadounidense Carolyn MacKay escribió Cipilo y cipilegno al proponer una escritura para el dialecto véneto que se habla en esta localidad teniendo una fuerte influencia de la lengua italiana al intentar italizar un topónimo del náhuatl. El escritor Eduardo Montagner, que fue el primero en publicar una novela en véneto chipileño, propuso que el gobierno mexicano incluyera este idioma en el catálogo de lenguas minoritarias, pero aún no lo ha conseguido.[6]

En chipileño existen 21 consonantes, una consonante más (/x/) que en el véneto de Segusino. Esto se debe a que este fonema sólo se encuentra en préstamos del español, como la palabra naranje 'naranjas'. Las vocales en AFI son las siguientes:[4]

Además, ya no existe la oposición entre /b/ y /v/ entre las generaciones de hablantes más jóvenes por influencia del español.

El véneto chipileño sigue el orden común y particular de las lenguas romances, el sujeto-verbo-objeto. Este se usa en cláusulas declarativas comunes, aunque el sujeto después del verbo es común también. De todos modos, el idioma muestra el orden SVO como el menos marcado y más común.[4]

Los artículos se dividen en definidos e indefinidos. Los artículos definidos de esta variante son: al 'el', i 'los', la 'la', le 'las', mientras que los indefinidos son: an 'un', ni 'unos', na 'una', ne 'unas'. Los pronombres personales independientes en chipileño tienen acento propio. Estos son: 'yo', 'tú (informal)', 'tú (formal)', 'él', éla 'ella', nuatri 'nosotros', nuatre 'nosotras', vuatri 'ustedes (masculino)', vuatre 'ustedes (femenino)', luri 'ellos' y ele 'ellas'.[4]

Ha habido varios intentos de establecer un sistema de escritura para el chipileño pero ninguno ha tenido éxito. Un sistema fue creado por Carolyn MacKay, una lingüista estadounidense que llevó a cabo la investigación de postgrado en la Universidad de las Américas, en Cholula.[7]​ Su sistema propuesto, basado enteramente en el alfabeto italiano, se publicó en un libro titulado Il dialetto Veneto di Segusino e Chipilo. Este sistema ha sido utilizado en algunas publicaciones hechas por chipileños, pero no ha recibido una gran aceptación, debido a las diferencias notables entre el véneto y los fonemas italianos. La mayoría de los hablantes usan el sistema español que aprenden en la escuela, a pesar de que no tienen letras para los sonidos específicos, como la s sonora (escrito [x] en el véneto de Italia), o la [θ] (escrito [º] en véneto de Italia), y [d] (escrito [DH] en véneto de Italia). Sin embargo, Eduardo Montagner ha sugerido la estandarización de un sistema de escritura basado en el alfabeto español.[8][9][10]

A continuación, se reproduce una lista de cognados de varias lenguas romances relacionadas con el dialecto chipileño a diferentes grupos que permiten reconocer los parentescos más cercanos y la evolución fonológica:

La novela Al prim (El primero), escrita por Eduardo Montagner Anguiano, es el primer libro en prosa escrito en véneto chipileño. Con esta obra se han dado grandes pasos en la grafización de una lengua minoritaria que estaba en proceso de desaparecer, fue un trabajo conjunto entre las instituciones mexicanas e italianas. Montagner también escribe poesía en chipileño.[11]​ En 2010, Montagner publicó Ancora fon ora, una recopilación de sus cuentos y poemas en chipileño.[12]



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