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Clima de Cantabria



Cantabria, al igual que la mayor parte de la Cuenca Norte peninsular, es extremadamente complejo y por lo tanto el típico tópico de clima lluvioso y templado resulta erróneo en numerosas regiones de Cantabria (lo cual se hace extensible a los pronósticos meteorológicos).

A grandes rasgos, Cantabria tiene un clima similar al de Europa Occidental, del tipo Cfb según la clasificación climática de Köppen, que corresponde al llamado clima oceánico o atlántico, templado y húmedo, característico de las regiones más occidentales de las grandes masas continentales como Europa Occidental, suroeste de Chile y suroeste de Australia. El citado tipo Cfb está definido por ser templado mesotermal, sin estación seca y con verano suave (la temperatura media del mes más cálido no llega a los 22 °C y además se superan los 10 °C durante cuatro o más meses al año).

Esta versión simplificada es muy acertada para Santander -y para toda la franja litoral- donde, por ejemplo, la temperatura media del mes más frío está en torno a los 9 °C, la temperatura media del mes más cálido se estima en 20 °C y la precipitación total anual ronda los 1200 l/m2. En cambio es poco o nada acertada en el resto, especialmente para las zonas más alejadas de la costa como Liébana y Campoo-Los Valles, por citar las regiones climáticamente más singulares de Cantabria.[1]

El invierno en Cantabria suele alternar entre dos tipos de comportamiento:

Junto a la costa las temperaturas medias invernales rondan los 10°C mientras en Potes estas se sitúan en torno a los 8°C y en Reinosa la temperatura media invernal es de 4°C. En las comarcas litorales difícilmente se baja de los 0°C pero en los valles del interior las temperaturas mínimas descienden hasta -6°C y en las comarcas meridionales el termómetro puede bajar hasta los -10°C con relativa frecuencia.

La primavera en Cantabria es un periodo de cambio con grandes contrastes (sol, lluvia, frío y calor en el mismo día). El dominio de los terrales de invierno va cediendo el paso a los vientos de procedencia marítima, por ello en esta época del año el clima se suaviza tanto en temperatura como en viento y precipitación, dando lugar a una mayor duración del tiempo estable con vientos del nordeste, no sin alternar con episodios de tiempo casi invernal que suelen aparecer con la misma brusquedad con que desaparecen, especialmente en abril. En una misma jornada se puede pasar calor, con tiempo soleado y viento del sur –ya muy cálido en esta época del año- y a las pocas horas estar con fuerte viento, lluvia o granizo y temperaturas casi invernales.

Debido a la cercanía del mar Cantábrico, que todavía conserva buena parte del frío del invierno, se producen numerosas nieblas matinales costeras y en las desembocaduras de los ríos, que a veces penetran en la franja litoral formando espesos bancos. A medida que avanza la primavera son más frecuentes las tormentas, sobre todo en el interior. Asimismo, al final de primavera son típicas las lloviznas en el litoral oriental.

El máximo pluviométrico de primavera ocurre a finales de marzo principios de abril y es debido a un repunte en el paso de sistemas de bajas presiones que en esta ocasión circulan por latitudes más altas, por lo que los vientos del sur son más raros en esta época. Este máximo pluviométrico afecta principalmente a la vertiente norte de la mitad oriental de Cantabria, con precipitaciones en forma de lluvia y también de nieve (al igual que en invierno, cuando nieva en primavera en las zonas medias y altas, suele granizar en la franja costera).

El verano en Cantabria es la época más apacible y agradable del año (unos pocos días de llovizna y otros pocos días de bochorno). En general, el verano cántabro es época de brisas y de tormentas vespertinas que en algunos días de fuerte calor pasan desde el interior al litoral, aliviando y refrescando el ambiente. El clima es muy suave, tanto en temperatura como en viento y precipitación, caracterizándose por una mayor duración del tiempo estable con vientos del nordeste, no sin alternar con episodios de tiempo fresco y húmedo generalmente de corta duración, especialmente en junio.

El periodo intermedio entre final de primavera y comienzo del verano está más dominado por vientos del Oeste, que a menudo producen lloviznas por estancamiento de la nubosidad llamadas en la región morrinas. El término está tan extendido que incluso se utiliza el verbo y muy frecuentemente se oye decir que está morrinando, en vez de que está lloviznando.

Es la época menos lluviosa del año, julio y agosto son meses dominados por los vientos del nordeste que suelen traer tiempo seco y apacible. Aunque también es el periodo de las tormentas de calor que se forman a primeras horas de la tarde en la meseta Norte y son desplazadas hacia el litoral a final de la tarde, cuando la brisa deja de poner freno al calor del interior.

Durante esta época del año la zona de Cantabria más lluviosa es la mitad oriental de La Marina. En la franja litoral es raro pasar de 30 °C, mientras que en los valles de la zona centro y sur, se pueden alcanzar los 36 °C.

En el litoral, al verano le cuesta mucho entrar y lo hace muy tímido y dubitativo, no es hasta mediados de julio cuando se aprecia el verano en todo su esplendor, que se suele mostrar repentino, vivo, escaso e intermitente por estas fechas. Hay tres semanas buenas que se pueden colocar aproximadamente en la última de julio, la segunda o tercera de agosto (aunque este mes es muy incierto) y la primera de septiembre.

El otoño en Cantabria es época de lluvias y de vientos del sur, alternándose desordenadamente semanas lluviosas con otras secas. El máximo pluviométrico durante esta época del año se centra en noviembre y es debido al continuo paso de sistemas de bajas presiones procedentes de latitudes más bajas y que circulan preferentemente de suroeste a noreste. Esta es una situación muy característica y bien conocida que comienza con vientos del sur y termina con vientos del noroeste. Este máximo pluviométrico afecta por igual a las vertientes norte y sur de toda la Cordillera Cantábrica, con precipitaciones en forma de lluvia y nieve (cuando nieva en las zonas medias y altas, suele granizar en la franja costera).

Durante esta estación el clima se mantiene suave al principio, tanto en temperatura como en viento y precipitación, no sin alternar con episodios de tiempo frío, húmedo y ventoso, generalmente de una semana de duración y especialmente al final del otoño. En esta época la zona más lluviosa de Cantabria es la mitad oriental.

El otoño es época de frentes y de borrascas que poco antes de llegar provocan una sensación de bonanza térmica, pasando bruscamente a un tiempo desapacible frío, húmedo y ventoso. En octubre se producen las primeras heladas en los valles del interior y aparece la nieve en las cumbres de las montañas más altas.[1]

La precipitación es el aspecto más relevante del clima del Norte de España, por ello es interesante hacer una descripción lo más detallada posible de su distribución espacial, es decir donde llueve más y donde menos, combinada con su distribución temporal, es decir cuando llueve más y cuando menos.

Como es sabido, la distribución espacial de la precipitación resulta de la interacción entre la circulación atmosférica y la superficie, lo cual justifica que por su posición geográfica y su orografía, la pluviometría de Cantabria sea muy compleja, con grandes contrastes entre unos valles y otros. A pesar de esto, generalmente se considera - incluso en informes científicos - una versión simple según la cual el régimen pluviométrico de Cantabria se resume en abundancia de precipitaciones a lo largo del año con dos máximos, uno principal a finales de otoño, y otro secundario en primavera. Esto es el resultado de la utilización de valores mensuales de precipitación pues la agregación mensual actúa como filtro para las oscilaciones de escalas de tiempo más pequeñas.[1][1]

Sin embargo, cuando se utilizan series de datos diarios, aparecen oscilaciones secundarias que a menudo están perfectamente identificados en la sabiduría popular como Veranillo de San Miguel, Veranillo del membrillo, Indian Summer, Altweibersommer, etc. Para mostrar esto, se ha realizado una agregación semanal de la precipitación a partir del dato diario, para tres zonas diferentes de Cantabria, obteniendo el régimen temporal que se muestra en la figura.

Como se puede apreciar en el gráfico, sin contradecir al modelo simple de la escala mensual, en el periodo 1981-2010 se produjeron oscilaciones muy significativas de escala intraestacional. Aparecen 5 máximos:

Asimismo hay otros 5 mínimos:

El hecho de que estas oscilaciones aparezcan por igual en las tres zonas indica que son perturbaciones asociadas a grandes sistemas de presión que promediados durante el periodo 1981-2010 mostraron, como se ve en la figura, una significativa preferencia temporal; además, se ha constatado que estas oscilaciones afectaron a todo el dominio peninsular.[1]

Algunos datos pluviométricos de interés:

Utilizando valores mensuales, el régimen termométrico anual es regular, con los valores medios más altos en agosto y los más bajos en enero, con un ligero desfase -estimado en unos 10 días- entre el litoral y el interior, debido a la inercia térmica del mar, Cano R.(1993). Sin embargo, al igual que ocurre con la precipitación, la utilización de valores mensuales de temperaturas actúa como filtro para las oscilaciones de escalas de tiempo más pequeñas, por ello también se ha realizado una agregación semanal de la temperatura a partir del dato diario, para tres zonas diferentes de Cantabria. En la Figura se muestra el ciclo anual de temperaturas medias. Por una parte se muestran las estaciones de la vertiente norte (en azul) y por otra Liébana y Campoo en verde y rojo respectivamente.

Como se puede apreciar en la figura, el régimen termométrico presenta por un lado temperaturas suaves todo el año en las regiones litorales, con una escasa oscilación anual, mientras que por otro lado en las zonas altas de las vertientes de los ríos Ebro y Duero las temperaturas son más rigurosas, especialmente en invierno, presentando una oscilación anual propia del clima continental. Si nos fijamos en las fluctuaciones intraestacionales las conclusiones son prácticamente las mismas que con el régimen pluviométrico, es decir atribuibles a perturbaciones asociadas a grandes sistemas de presión; presentando además, una notable sincronización respecto a las pluviométricas.

Si se observa la distribución espacial de temperaturas, los valles cántabros más fríos son Polaciones, Hermandad de Campoo de Suso, Campoo de Yuso, Campoo de Enmedio, Valdeolea, Valdeprado del Río y Valderredible con temperaturas medias claramente inferiores a 10 °C y temperaturas mínimas absolutas anuales en torno a -15 °C.

Las zonas más templadas, aparte de toda la franja litoral, son los valles de los ríos Besaya, Pas y Asón, así como el valle del río Carranza, entre Cantabria y Vizcaya, con medias ligeramente superiores a los 14 °C y máximas absolutas anuales en torno a los 35 °C.

Como norma general, válida para toda la región, se observa un descenso térmico con la altura de unos 0,5 °C cada 100 metros. Este gradiente térmico es un valor medio que no se mantiene en el día a día. Así por ejemplo, en las mañanas anticiclónicas de los valles interiores, debido a que durante la noche el aire frío de las alturas se ha hundido al fondo de los valles por su mayor densidad, estos pueden ser tanto o más fríos que las cumbres.

La destacable influencia de la geografía física de Cantabria, con su fuerte relieve, sobre su clima es la causa principal de fenómenos atmosféricos peculiares como son las llamadas suradas, propiciadas por el efecto Foehn. Este efecto consiste en que el viento del sur, impulsado normalmente por una borrasca, incide templado y húmedo sobre la fachada sur de la Cordillera Cantábrica, después en su ascenso por las empinadas laderas, se enfría y condensa produciendo lluvia y nieve sobre dicha fachada sur, quedando casi seco al rebasar las altas cumbres desde las que se precipita cual cascada, calentándose y acelerando en su caída por lo que llega con fuerza, seco y racheado, a las tierras bajas de La Marina de Cantabria. Es frecuente la propagación de incendios favorecidos por este viento, como el que arrasó la ciudad de Santander en el invierno de 1941. Asimismo, tiene fama en la región de influir en el comportamiento de las gentes, al deparar cefaleas y estados depresivos. Condiciones que contrastan con las de la vertiente sur de la cordillera donde el viento es más fresco y húmedo y puede y suele estar lloviendo o nevando. El ábrego es más frecuente en otoño e invierno y suele ser el preludio de un brusco cambio de tiempo ya que las borrascas que lo generan suelen desplazarse hacia el este empujando un frente frío que, cuando y donde llega, gira el viento rápidamente a noroeste - primo hermano del ábrego, llamado en Cantabria ‘’gallego’’-, trayendo nubes bajas, lluvia y una brusca caída de temperatura.

Otro viento muy conocido en La Marina de Cantabria es el nordeste, siempre asociado a tiempo anticiclónico, que despeja los cielos y hace bajar las temperaturas tanto en verano como en invierno. En verano está regulado por la circulación de brisa marina con un marcado ciclo diurno reforzándose a mediodía y por la tarde a medida que el sol va calentado y desapareciendo durante la noche y madrugada. Es muy típico de la segunda mitad de julio y se suele instalar de forma intermitente hasta finales de septiembre después de las morrinas de principio de verano. En invierno, el efecto de la brisa es despreciable y apenas modifica su comportamiento, por lo que el ciclo diurno es menos notorio. La única excepción a la relativa bonanza de este tipo de viento son las entradas de masas frías continentales del nordeste, conocidas como siberianas, que son las que pueden dejar nieve a nivel del mar.

Entre mayo y septiembre, bajo condiciones muy particulares, los vientos del noroeste aparecen de forma repentina y violenta después de un tiempo sin brisa, calmo y bochornoso. Este fenómeno, conocido como galerna en todo el litoral oriental del Cantábrico, es posiblemente el más peligroso de cuantos acontecen por estas latitudes y cuenta con el historial más negro de las catástrofes meteorológicas en La Marina de Cantabria.[3]



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