La crisis de los misiles de Cuba es como se denomina el conflicto entre los Estados Unidos, la Unión Soviética y Cuba en octubre de 1962, generado a raíz del descubrimiento por parte de Estados Unidos de bases de misiles nucleares de alcance medio de origen soviéticos en territorio cubano.
En Rusia se le denomina Crisis del Caribe (en ruso, Карибский кризис, Karibskiy krizis), mientras que en Cuba se le llama Crisis de octubre.
Fue una de las mayores crisis entre ambas potencias durante la Guerra Fría donde más cerca se estuvo de una guerra nuclear, junto al Bloqueo de Berlín, los ejercicios Able Archer 83 y el derribo del Vuelo 007 de Korean Air,
Solo dos veces en la historia se ha alcanzado una condición de defensa (DEFCON) de nivel 2 en Estados Unidos.
La crisis abarca el período comprendido entre el descubrimiento de los misiles balísticos de alcance medio R-12 y R-14 de la Unión Soviética (15 de octubre de 1962) hasta el anuncio de su desmantelamiento y traslado de vuelta a la Unión Soviética (28 de octubre de 1962). Sin embargo, a otros niveles se extendió hasta noviembre de 1960 e incluso enero de 1963 en sucesivas minicrisis.
Los orígenes del conflicto residen en la siguiente cadena de hechos:
La "Operación Anádir" fue el código utilizado por la Unión Soviética para una operación secreta destinada a desplegar misiles balísticos de alcance medio, aviones caza, bombarderos y una división de infantería mecanizada en Cuba y crear una fuerza capaz de prevenir o defender de una invasión a la isla por parte de las Fuerzas Armadas de los Estados Unidos, después se reveló que también se instalaron misiles tácticos nucleares de corto alcance, que podrían atacar barcos de guerra frente a las costas de Cuba, justo en el momento de un desembarco anfibio sobre la isla. Tras el fracaso de la invasión de exiliados cubanos patrocinada por los EE. UU. en la Bahía de Cochinos (abril de 1961), el gobierno soviético dispuso en mayo de 1962 establecer una fuerza militar en suelo cubano bajo el mando operativo del general Issa Plíyev, veterano oficial condecorado de la Segunda Guerra Mundial.
En el marco de Anádir, entre el 17 de junio y el 22 de octubre de 1962 el gobierno de la Unión Soviética remitió a Cuba 24 plataformas de lanzamiento, 42 cohetes R-12 (incluyendo seis destinados a realizar tareas de entrenamiento), unas 45 ojivas nucleares, 42 bombarderos Ilyushin Il-28, un regimiento de aviones de caza que incluía a 40 aeronaves MiG-21, dos divisiones de defensa antiaérea soviéticas, cuatro regimientos de infantería mecanizada, y otras unidades militares, alcanzando a unos 47.000 soldados en total, establecidos en Cuba. Nikita Jrushchov, líder del gobierno soviético, ordenó que el despliegue bélico se realizara de modo discreto, en contra de los deseos del gobernante cubano Fidel Castro, quien había solicitado un despliegue público con fines de propaganda.
Como complemento, la Unión Soviética dispuso la "Operación Kama" por la cual cuatro submarinos soviéticos cargados con torpedos nucleares partirían hacia Cuba para instalar una base naval. Esta operación fracasó en sus objetivos cuando las naves soviéticas fueron detectadas por buques estadounidenses.
La instalación del Misil balístico de alcance medio R-6 (misil) por parte de personal militar soviético en Cuba fue descubierta por las fotografías de un tipo especial de avión espía estadounidense, el U-2, en vuelo sobre Cuba a mediados de 1962. Analistas de la CIA señalaron al presidente John F. Kennedy que las estructuras fotografiadas en Cuba parecían corresponder a instalaciones de misiles tácticos, todavía no operativas pero que lo estarían en poco tiempo, lo cual significó para el gobierno de EE. UU. una gran preocupación por cuanto apenas 200 kilómetros separaban al territorio estadounidense (específicamente la península de Florida) de las costas cubanas (distancia que se consideraba fácilmente superable por los misiles soviéticos) y dejarían sin respuesta a la defensa de EE. UU. y los sistemas de alerta temprana de batalla.
El 22 de octubre de 1962, Kennedy se dirigió al público estadounidense con un mensaje televisado de 17 minutos. Allí, habló por primera vez públicamente de establecer una cuarentena y un "cerco naval" alrededor de la isla de Cuba. Para cumplir esta medida se desplegaron barcos y aviones de guerra estadounidenses en el Mar Caribe a partir del 23 de octubre, destinados a ejercer un auténtico bloqueo aéreo-naval.
Enterado de lo ocurrido, Nikita Jrushchov dirigió un mensaje a Kennedy el 24 de octubre señalando: «La URSS ve el bloqueo como una agresión y no instruirá a los barcos que se desvíen»; pero en las primeras horas de la mañana, los buques soviéticos disminuyeron la velocidad en sus desplazamientos hacia Cuba, con el fin de evitar algún conflicto mayor, mientras se abrían las posibilidades de una negociación entre las partes.
Al constatarse la instalación de bases de misiles balísticos soviéticos de medio rango en la isla de Cuba, la Organización de los Estados Americanos (OEA) bajo presión estadounidense, impuso sanciones al gobierno cubano y determinó el bloqueo naval de aquella en una operación que se denominó Cuarentena y que tuvo como objetivo principal impedir la llegada por vía marítima de los elementos necesarios para proseguir el desarrollo de las bases mencionadas.
Las armadas realizaron una operación combinada en la cual participaron los destructores argentinos, Espora y Rosales, llegando el 10 de noviembre a la base naval de Chaguaramas, en la isla de Trinidad, pasando a formar parte de la flota combinada estadounidense-latinoamericana («Task Force 137», TF-137) al mando del contraalmirante D. John A. Tyree.
En dicha flota se integrarían los destructores venezolanos ARV Nueva Esparta y ARV Zulia, las fragatas dominicanas Santana y Luperón, el destructor USS Mullinix.
La posición estadounidense se enfrentaba a la soviética y la perspectiva de una guerra abierta entre ambos estados parecía cercana, sea con un mutuo ataque de misiles intercontinentales ICBM o atacando la Unión Soviética a los países aliados de EE. UU. en Europa Occidental, mientras los consejeros militares de John F. Kennedy consideraban seriamente el escenario de una guerra nuclear a gran escala para detener a la Unión Soviética. Los buques estadounidenses continuaban buscando navíos soviéticos en ruta hacia Cuba, ordenando por radio y comunicaciones navales su desvío en caso de hallarlos, pero ninguno de ambos bandos se atrevía a usar la fuerza para lograr sus fines, por temor a las repercusiones en otras partes del mundo, una respuesta militar en Europa o un ataque en Alemania.
Sin embargo, el 26 de octubre el gobierno soviético enviaba a Washington D. C. un mensaje personal de Jruschov a Kennedy para llegar a un acuerdo: los buques soviéticos se retirarían si el gobierno estadounidense lanzaba una declaración pública renunciando a derrocar al régimen de Fidel Castro y ofreciendo no patrocinar ningún ataque bélico con ese fin. El propio día 26 de octubre Fidel Castro, desde La Habana, escribe mensaje y solicita a Jruschov que en caso de una invasión de EE. UU.; la URSS lance un golpe nuclear contra los EE. UU. aún al costo de desaparecer Cuba e iniciarse una guerra nuclear.
El sábado 27 de octubre de 1962, la defensa antiaérea soviética estacionada en suelo cubano activó por primera vez sus sistema de radares y bajo la presión del gobierno cubano un grupo de la antiéreo de la Agrupación de Tropas Soviéticas en Cuba bajo el mando del mayor Iván Mironovich Guerchenov decide derribar el avión espía estadounidense tipo U-2, por un misil tierra-aire cuando espiaba el oriente de la isla de Cuba, aumentando aún más la tensión, pero en la mañana del mismo día 27 de octubre, Jrushchov propuso a Kennedy el desmantelamiento de las bases soviéticas de misiles nucleares preocupado por la posibilidad de una acción unilateral cubana y así lo expresa en la carta de respuesta el 28 de octubre en Cuba, a cambio de la garantía formal y pública de que Estados Unidos no realizaría ni apoyaría una invasión al territorio cubano.
Además, la propuesta soviética establecía que los Estados Unidos también deberían a cambio ejecutar el desmantelamiento de las bases de misiles nucleares estadounidenses situadas en territorio de Turquía, país fronterizo con la Unión Soviética. También se pedía el retiro del Misil balístico de alcance medio PGM-19 Jupiter que los estadounidenses mantenían en el sur de Italia.
Los diplomáticos soviéticos y estadounidenses realizaron urgentes y continuas negociaciones secretas en Washington y en Moscú, transmitiendo las propuestas de uno y otro bando para solucionar la crisis durante todo el día 27. No obstante, en las negociaciones secretas estuvo excluido Fidel Castro, en tanto el gobierno soviético se negó a realizar consultas sobre el tema con el régimen de La Habana. De hecho, ya el 26 de octubre el gobierno cubano había pedido a Jrushchov no ceder ante Kennedy pues una invasión estadounidense contra Cuba se consideraba como "inminente". Las tropas soviéticas estacionadas en Cuba recibieron órdenes de mantenerse en sus puestos hasta recibir nuevas órdenes de Moscú, manteniendo bajo su exclusiva custodia todo el arsenal nuclear.
Tras las negociaciones secretas, Kennedy y su gabinete aceptaron la oferta soviética en la madrugada del domingo 28 de octubre a espaldas de Fidel Castro quien reprochó pública y en correspondercia a Jruschov los días 28, 30 y 31 de octubre. Este acuerdo se conoció más tarde, ya que Kennedy lo aceptó con la condición de no invadir Cuba ni apoyar grupo alguno con esa intención. El desmantelamiento del Misil balístico de alcance medio PGM-19 Jupiter de Turquía no fue hecho público hasta que se llevó a cabo seis meses después.
En los primeros días de noviembre, el espionaje aéreo estadounidense mostró que buques soviéticos cargaban el armamento nuclear desplegado hasta entonces en Cuba, acreditando el cumplimiento del acuerdo del 28 de octubre. El 20 de noviembre el gobierno de EE. UU. puso fin a sus patrullajes navales alrededor de Cuba, y dos días después el primer ministro soviético Anastás Mikoyán visitó La Habana informando al régimen de Castro que la presencia militar soviética continuaría en Cuba pero solo dotada de armas convencionales, retirando la Unión Soviética todo su armamento nuclear y el Misil balístico de alcance medio de la isla a pesar de las renovadas solicitudes del gobierno cubano en sentido contrario.
De esta forma pudo terminar la crisis, sin dar muestras de debilidad ni de derrota por ninguna de ambas potencias, ya que el teatro de la Guerra Fría quedó así igualado, y se volvió a evitar el conflicto directo; algo que tanto en Washington como en Moscú no se quiso ni imaginar, por mucho que la publicidad bélica de la época dijera lo contrario; trasladando los enfrentamientos a terceros países como fueron los casos de Corea y Vietnam. Sin embargo, Estados Unidos mantuvo la presión sobre el régimen cubano por considerarlo un motivo de inestabilidad en la zona.
En ese momento se creó el llamado teléfono rojo, una línea de comunicaciones directa entre la Casa Blanca y el Kremlin, con el fin de agilizar las conversaciones entre ambas potencias durante períodos de crisis, evitando las demoras diplomáticas, y tratando de subsanar posibles malentendidos sobre la cuestión nuclear.
El 29 de octubre el mandatario soviético Nikita Jrushchov envió a Fidel Castro un informe comunicando los términos del acuerdo que soviéticos y estadounidenses ya habían concluido sobre Cuba. La Conferencia de Helsinki de 1973-1975 fue muy importante para la posterior distensión entre la Unión Soviética y los EE. UU.
Otra de las consecuencias de esta guerra fue el derribo de solamente un avión norteamericano y el fallecimiento de su piloto.
También produjo el aumento de los conflictos políticos e ideológicos que ya había entre Estados Unidos y la Unión Soviética.
En un artículo escrito en esos días y no publicado hasta después de su muerte, Ernesto Che Guevara opinó alabando la actitud del régimen cubano y cuestionando a los gobernantes soviéticos durante la crisis:
Curiosamente los principales protagonistas no duraron mucho tiempo después de esta crisis. El presidente de EE. UU. Kennedy fue asesinado el 22 de noviembre de 1963 y el líder de la Unión Soviética, Nikita Jrushchov, fue apartado de su cargo por el politburó (comité comunista) el 14 de octubre de 1964.
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