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Cueva de los Patriarcas



¿Dónde nació Cueva de los Patriarcas?

Cueva de los Patriarcas nació en Palestina.


La Tumba de los Patriarcas está considerada como el centro espiritual de la antigua ciudad de Hebrón, al sudoeste de Cisjordania (Palestina). Según las tradiciones cristianas, judías e islámicas, en la Tumba de los Patriarcas están enterradas tres parejas bíblicas importantes: Abraham y Sara; Isaac y Rebeca; Jacob y Lea. La Tumba de los Patriarcas se encuentra en una cueva sobre la que se construyó una mezquita en tiempos de Saladino, que a su vez fue construida sobre una gran estructura rectangular de la época herodiana.[1]​ En 2017, la Ciudad Vieja de Hebrón pasó a ser el tercer lugar de Palestina en entrar en la lista de Patrimonio de la Humanidad de la Unesco.[2]

Con más de 2.000 años de antigüedad, este monumental complejo herodiano está considerado el edificio de oración original que más tiempo ha sido usado ininterrumpidamente, y es el edificio más antiguo del mundo que todavía conserva su función original.[3]​ El nombre hebreo del lugar refleja la antigua tradición de las tumbas dobles de Abraham y Sara, Isaac y Rebeca, y Jacob y Lea, que son considerados los patriarcas y matriarcas del judaísmo. La única matriarca judía que no está en este edificio es Raquel, que según la tradición bíblica está enterrada cerca de Belén.[4]​ El nombre árabe del complejo refleja la preponderancia de Abraham, venerado por los musulmanes como un profeta coránico y como patriarca a través de Ismael. Ajenas a las tradiciones coránicas y bíblicas, perviven una serie de leyendas y tradiciones asociadas a la cueva. Según Hechos 7:16 de la Biblia, la Tumba de los Patriarcas se encuentra en Siquem (la actual Nablus).[5]

El lugar se denomina Me-arat Hamajpelah (מערת המכפלה en hebreo), que significa «La cueva de las tumbas dobles», y Al-Haram Al-Ibrahimi (الحرم الإبراهيمي en árabe) o «mezquita de Ibrahim/Abraham».

En el Antiguo Testamento, en el libro del Génesis 23, se menciona la compra del terreno por parte de Abraham, que quiso enterrar allí a su mujer:

El judaísmo ha venerado este emplazamiento como el lugar de enterramiento de sus patriarcas desde al menos un milenio antes de Cristo. Entre los años 31 y 4 a.C., el rey judío Herodes el Grande construyó un gran recinto rectangular sobre la cueva para que sus súbditos honraran el lugar. Esta es la única estructura del periodo del judaísmo helenístico que ha llegado completa hasta nosotros. El edificio que mandó construir Herodes tenía muros de piedra de 2 metros de grosor, una altura aproximada de 90 centímetros y una longitud que a veces llegaba hasta los 7,3 metros, pero carecía de techo. Los arqueólogos no tienen claro donde se encontraba la entrada original al recinto en caso de que la hubiese.

Hasta la llegada del Imperio Bizantino, el interior del recinto permaneció al aire libre. Ya bajo el dominio bizantino se construyó una basílica sencilla en la esquina sudeste del recinto, que fue techado casi por completo (el centro permaneció abierto).

Durante este periodo, la Tumba de los Patriarcas se convirtió en un importante centro de peregrinaje cristiano. Las primeras crónicas son del siglo IV. El peregrino de Piacenza (aprox. 570) constató en su relato que cristianos y judíos compartían el lugar.

En el año 614, el Imperio Sasánida conquistó Palestina y destruyó el edificio, dejándolo en ruinas. Sin embargo, cuando los árabes musulmanes conquistaron la región en el año 637, reconstruyeron el edificio como una mezquita techada. Además, permitieron a los judíos construir dos pequeñas sinagogas en el lugar.

Durante el siglo X se excavó una entrada en la zona nororiental del muro, un poco por encima del nivel del suelo, y se construyeron escalinatas desde el norte y el este hasta la entrada (una escalinata para entrar y otra para salir). En la mitad del lado sudoeste se construyó también un edificio conocido como qal’al (en árabe, قلعة , que se traduciría como “castillo”). Aunque su propósito exacto se desconoce, una fuente histórica apunta a que señalaba el lugar de enterramiento de José, hijo de Jacob (véase Tumba de José), después de que un califa musulmán hubiera mandado excavarlo influido por una tradición local. Algunos historiadores creen que la entrada original a la estructura herodiana se encontraba en el lugar en el que se construyó el qal’al, y afirman que la entrada nororiental fue creada para poder construir el qal’al sobre la entrada original.

En el año 1100, después de la conquista cruzada de la región, la mezquita se convirtió en una iglesia y a los musulmanes se les prohibió entrar en ella. Así mismo, los cruzados prohibieron a los judíos acceder a las dos sinagogas del recinto. Durante esta época se construyó un nuevo techado con gablete, ventanas de claristorio y bóveda.

Según dejó escrito Alí de Herat en 1173, seis décadas antes, en 1113, durante el reinado de Balduino II de Jerusalén, una parte del techo de la cueva de Abraham había cedido y “un número de francos habían entrado allí”. Y descubrieron “(los cuerpos) de Abraham, Isaac y Jacob”, “sus sudarios hechos pedazos, apoyados contra una pared (…). Entonces el rey, tras otorgarles nuevos sudarios, ordenó que el lugar fuese de nuevo sellado”. Una historia similar aparece en la crónica de Ibn al Athir, aunque ofrece la fecha de 1119: “En este año se abrió la tumba de Abraham y las de sus dos hijos, Isaac y Jacob (…) Mucha gente vio al Patriarca. Sus miembros no se habían perturbado de ninguna manera, y junto a ellos había lámparas de oro y de plata”. El historiador y noble damasceno Ibn al-Qalanisi también alude en su crónica a este incidente, que despertó la curiosidad de las tres comunidades monoteístas del Levante meridional: musulmanes, judíos y cristianos.

A finales del periodo cruzado, en el año 1166, el filósofo judío Maimónides vistió Hebrón y escribió “El domingo 9 de Marheshvan (17 de octubre), partí de Jerusalén hacia Hebrón para besar las tumbas de mis ancestros en la Cueva. Ese día contemplé la cueva y recé, alabado sea Dios, (dando gracias) por todo”.

Unos años después, en 1170, Benjamín de Tudela visitó también Hebrón, a la que nombró en su crónica con su nombre franco, St. Abram de Bron, y dejó escrito:

En 1188, Saladino conquistó Palestina y volvió a convertir la Tumba de los Patriarcas en una mezquita, aunque permitió a los cristianos seguir orando allí. Saladino también mandó añadir el minbar y un minarete en cada esquina de la mezquita (dos de los cuales todavía perviven). Samuel ben Samson visitó la cueva en 1210 y dejó constancia de que el visitante debía descender 24 escalones en un pasadizo tan estrecho que tocaba la roca con ambas manos.

Entre 1318 y 1320, Sanjar al-Jawli, el gobernador mameluco de Gaza (provincia que incluía a Hebrón), ordenó la construcción de la mezquita Amir Jawli en el interior del recinto Haram para aumentar la zona de oraciones y acomodar a más creyentes. A finales del siglo XIV, bajo dominio mameluco, se abrieron dos nuevas entradas en el extremo oriental del lado sudoeste, mientras que se elevó la kalah para dejarla al nivel del resto del recinto. En el nivel más alto de la kalah se erigió un cenotafio en memoria de José para que los visitantes del recinto no tuviesen que abandonarlo y rodearlo por el exterior para mostrarle sus respetos. También se construyó la escalera noroeste y seis cenotafios (para Isaac, Rebeca, Jacob, Lea, Abraham y Sara) distribuidos por todo el recinto. Los mamelucos prohibieron la entrada de judíos a la Tumba de los Patriarcas, permitiéndoles tan solo acercarse hasta el quinto escalón de la escalera suroriental, aunque con el tiempo se les permitió llegar hasta el séptimo.

Durante el periodo otomano se restauró la Tumba de los Patriarcas del estado precario en que se encontraba, otorgándole un nuevo aspecto de suntuosa dignidad. Ali Bey, uno de los pocos extranjeros que consiguió acceder a ella, escribió en 1807:

Un viajero contemporáneo, M. Ermete Pierotti, describió en 1862 el enorme celo con el que los musulmanes guardan el santuario y la práctica de enviar peticiones a los patriarcas:

Tumba de Isaac (aprox.1911)

El Imperio Británico pasó a administrar la región de Palestina en la forma de un mandato tras la victoria aliada en la Primera Guerra Mundial. El Mandato británico de Palestina se extendió desde 1922 hasta 1948, momento en el cual, tras la resolución 181 II de la Asamblea General de las Naciones Unidas, se decidió la partición del mandato en dos Estados, uno judío y otro árabe. Sin embargo, el estallido de la guerra árabe-israelí de 1948 imposibilitó que se materializara el Estado árabe previsto en esta resolución de la ONU, y tres países pasaron a controlar el territorio del antiguo Mandato británico de Palestina: Israel, Jordania y Egipto.

Al término de la guerra, Hebrón, junto con el resto de Cisjordania, quedó ocupada por Jordania. Las autoridades jordanas prohibieron la entrada de judíos en esta región palestina, por lo que la Tumba de los Patriarcas dejó de recibir visitantes judíos. En los años sesenta, Jordania restauró y remodeló los alrededores de la mezquita, proceso durante el cual destruyó numerosos edificios históricos colindantes, entre ellos la fortaleza cruzada construida en 1168.

Tras su aplastante victoria en la Guerra de los Seis Días de 1967, Israel ocupó militarmente Cisjordania (incluida Hebrón), Jerusalén Este, la Franja de Gaza, los Altos del Golán y la península del Sinaí. Salvo en el caso de esta última, que fue devuelta a Egipto tras los Acuerdos de Paz de Camp David de 1978, el resto permanecen ocupadas a día de hoy. La ocupación israelí de Cisjordania supuso que Hebrón pasase a estar bajo control judío por primera vez en 2.000 años, así como que desaparecieran las distintas restricciones de entrada a la Tumba de los Patriarcas a las que los judíos se habían visto sometidos durante los últimos 700 años.

Según la autobiografía del rabino jefe del ejército israelí, Shlomo Goren, el 8 de junio de 1967, durante la Guerra de los Seis Días, se encaminó hacia Hebrón desde Gush Etzion. En Hebrón se dio cuenta de que los árabes se habían rendido y se apresuró a llegar a la Tumba de los Patriarcas. Disparó a las puertas de la mezquita con su subfusil Uzi, pero estas no se abrieron, así que enganchó con unas cadenas la puerta y su jeep y procedió a arrancarlas. Entonces se adentró en la mezquita y comenzó a rezar, convirtiéndose en el primer judío que se adentraba en el recinto en los últimos 700 años. Mientras rezaba llegó un mensajero del Muftí de Hebrón para entregarle la rendición, a lo que el rabino respondió: “Este lugar es un espacio de oración y paz. Ríndase en cualquier otro sitio”.

La primera judía en adentrarse en las cuevas después de 700 años fue Michal Arbel, la hija de 13 años de Yehuda Arbel, jefe de operaciones del Shin Bet en Cisjordania, porque ella era lo suficientemente delgada como para descender por el estrecho agujero de 28 centímetros de ancho que daba acceso a las tumbas, donde comenzó a echar fotografías el 7 de agosto de 1968.

La Tumba de los Patriarcas ha sido desde entonces una incesante fuente de conflictos intercomunales. En 1968 comenzaron los servicios religiosos judíos para el Año Nuevo Judío y para el Yom Kipur, lo que llevó a que alguien lanzase una granada de mano por las escaleras que dan acceso a la tumba el 9 de octubre de ese mismo año. Resultaron heridos 47 israelíes, 8 de ellos de gravedad. El 4 de noviembre, una gran explosión cerca de la puerta del recinto hirió a 6 personas, tanto judíos como árabes. El 3 de octubre de 1976, víspera de Yom Kipur, una multitud palestina destruyó numerosos pergaminos de la torá y libros de oraciones en la Tumba de los Patriarcas. El 2 de mayo de 1980, poco después de que el gobierno israelí legalizase el asentamiento de Beit Hadassah en el centro de Hebrón, una emboscada contra fieles judíos que volvían de la tumba dejó 6 muertos y 17 heridos. Al año siguiente, un grupo de colonos judíos de Hebrón (dirigidos por Noam Arnon) entró por la fuerza en las cuevas y fotografió las cámaras funerarias.

El punto álgido de estas tensiones tuvo lugar tras la firma de los Acuerdos de Oslo en septiembre de 1993, que otorgaba una autonomía limitada a la OLP en la Franja de Gaza y la ciudad cisjordana de Jericó. La ciudad de Hebrón y el resto de grandes núcleos de población palestinos quedaron fuera de este acuerdo inicial. En febrero de 1994, un colono judío llamado Baruch Goldstein abrió fuego contra los fieles musulmanes que oraban en el interior de la Mezquita de Ibrahim, desencadenando una matanza en la que murieron 29 palestinos y muchas decenas más resultaron heridos. Otros 35 palestinos fueron abatidos por tropas israelíes durante los disturbios ocasionados por esta masacre.

Las crecientes tensiones en torno al lugar llevaron a la firma de los Acuerdos de Wye River, que forman parte del proceso de paz árabe-israelí y que incluían un acuerdo temporal para restringir el acceso a la Tumba de los Patriarcas tanto a judíos como a musulmanes. Según este acuerdo, el waqf (organización musulmana de caridad) controla el 81% del edificio, incluida toda la sección sudoriental, que se asienta sobre la única entrada conocida a las cuevas y posiblemente sobre la totalidad de las propias cuevas. Como consecuencia de ello, los judíos no pueden acceder a los cenotafios de Isaac ni de Rebeca, que quedan completamente bajo la sección sudoriental, salvo por los diez días al año en los que se celebran festividades de especial importancia para los judíos. Uno de estos días es el sabbat Chayei Sarah, en el que se lee la sección de la torá que narra la historia de la muerte de Sara y la compra por parte de Abraham de las tierras bajo las cuales se encuentran las cuevas.

En virtud de los acuerdos, el waqf es el único encargado de mantener y gestionar el lugar, por lo que las autoridades israelíes no permiten a las autoridades religiosas judías hacer lo propio. Se permite el acceso de turistas. Desde la Segunda Intifada ha aumentado el control militar del ejército israelí sobre la Tumba de los Patriarcas; soldados israelíes rodean el lugar y controlan los accesos al santuario. Además, las fuerzas israelíes gestionan todos los puestos de control por los que han de pasar los habitantes de Hebrón, además de prohibir que cualquiera que no sea judío acceda a las principales carreteras que llevan al recinto.

El 21 de febrero de 2010, Israel anunció que incluiría la Tumba de los Patriarcas en un plan de protección y rehabilitación del patrimonio nacional, lo que desencadenó protestas de las Naciones Unidas, los Estados Unidos y los gobiernos árabes. Una votación de la Unesco de octubre de ese mismo año reafirmó que el “al-Haram al-Ibrahimi/Tumba de los Patriarcas en al-Khalil/Hebrón” es “una parte integral de los territorios ocupados palestinos”.

Las autoridades israelíes han restringido la llamada de los almuédanos a la oración en la Mezquita de Ibrahim. Estas restricciones se aplicaron 61 veces en octubre de 2014 y otras 52 veces en diciembre de ese mismo año. La medida se adoptó tras las quejas de algunos residentes judíos que alegaban que las llamadas del almuédano violaban los límites legales en cuanto a decibelios. En diciembre de 2009, las autoridades israelíes prohibieron la música judía que se reproducía en la cueva por quejas similares de los vecinos palestinos.

Según la tradición judía reflejada en la Biblia Judía, que también aceptan los musulmanes, enterrados dentro de la Tumba de los Patriarcas están los patriarcas Abraham, Isaac y Jacob y las matriarcas Sara, Rebeca y Lea.[6][7]

El judaísmo considera este lugar como el segundo lugar más sagrado de su religión después del Templo de Jerusalén,[8]​ por ser el primer trozo de tierra del país de Canaán (tierra prometida) comprado por Abraham. Según la tradición judía (libro del Génesis), allí se encuentran enterradas tres parejas:

La otra mujer de Jacob, Raquel, está enterrada "en el camino a Efrat, que es Belén" (Génesis 35:19–20).

Hay una tradición judía según la cual, además de las tres parejas bíblicas mencionadas anteriormente, Adán y Eva fueron enterrados también aquí (Zohar, Ruth 96), que se basa en las palabras de Gen. 23:2, que hablan de "Kiryat Arba... Hevron". Arba significa cuatro, de lo que se deduciría que son cuatro las parejas enterradas.

Otra tradición judía narra que cuando Jacob fue llevado a la cueva para ser enterrado, Esaú detuvo el enterramiento aduciendo que él tenía derecho a ser enterrado en la cueva; tras un tiempo de negociación, Neftalí fue enviado a Egipto para conseguir el documento según el cual Esaú había vendido su parte de la cueva a Jacob. Mientras tanto, Hushim, el hijo de Dan que tenía problemas de audición, no entendía lo que estaba sucediendo y por qué no se enterraba a su abuelo, por lo que pidió una explicación; cuando se la dieron se enfadó, diciendo "¿Acaso va a estar mi abuelo ahí tumbado, abandonado hasta que Naftalí vuelva de la tierra de Egipto?" Entonces cogió una estaca y mató a Esaú, y la cabeza de Esaú rodó dentro de la cueva.[9]​ Por lo tanto, la cabeza de Esaú también está enterrada dentro de la cueva. Algunas fuentes judías también registran el derecho de Esaú a ser enterrado en la cueva -según un comentario en el Libro del Éxodo, Jacob vendió todas sus posesiones para adquirir una tumba en la Cueva de los Patriarcas. Puso una gran pila de oro y plata frente a Esaú y le preguntó "Hermano mío, ¿prefieres tu parte de la cueva o todo este oro y plata?"-.[10]​ La venta de Esaú a Jacob del derecho a ser enterrado en la Cueva de los Patriarcas también está registrada en Sefer HaYashar.[11]

Un texto del judaísmo temprano, el Génesis Rabba, afirma que este es uno de los tres lugares de los que los enemigos del judaísmo jamás podrán decir "vosotros nos lo habéis robado", ya que fue comprado "por todo lo que valía" por Abraham.[12]

Según el Midrash, los patriarcas fueron enterrados en la cueva porque esta es una entrada al Jardín del Edén. Según esta corriente, los patriarcas no están muertos sino "durmiendo". Generación tras generación despiertan para pedir misericordia por sus hijos. Según el Zohar,[13]​ este lugar es la puerta por la que las almas entran en el Gan Eden, el paraíso.

Hay plegarias judías que suplican por un matrimonio en los muros del cenotafio de Sara.

Los musulmanes conocen este lugar como la «mezquita de Ibrahim», y es uno de los cuatro lugares más sagrados del Islam.[14][15]​ Efectivamente, el Islam considera a Abraham como un profeta que, según el Corán, construyó la Kaaba de la Meca con su hijo Ismael, y también construyó un santuario en Hebrón cuya ubicación se desconoce. Los musulmanes creen que, en su viaje nocturno de la Meca a Jerusalén, Mahoma visitó Hebrón para detenerse en la Tumba de los Patriarcas y mostrarles su respeto. Por este motivo, este lugar se convirtió rápidamente en un popular centro de peregrinaje islámico. Se cuenta que el propio profeta animó a realizar la visita, afirmando “aquel que no pueda visitarme a mí, que visite la Tumba de Abraham” y “a aquel que visita la Tumba de Abraham, Alá le perdona sus pecados”. Después de la conquista árabe de la ciudad de Hebrón por Omar, este lugar sagrado fue convertido en mezquita: los muros herodianos se convirtieron en la Mezquita de Ibrahim (Abraham) y todo el conjunto quedó bajo el control de un waqf. El waqf controla a día de hoy parte del complejo, mientras que otra parte está en manos judías y el ejército israelí tiene control sobre los accesos.

Según algunas fuentes islámicas, en la Tumba de los Patriarcas se encuentra también la tumba de José, hijo de Jacob. Aunque, según la Biblia, José esta enterrado en Siquem (la actual ciudad palestina de Nablus), la tradición de la hagadá judía conserva la idea de que él quería ser enterrado en Hebrón, y puede que la versión islámica sea un reflejo de esto.[16]​ El libro apócrifo judío Testamento de los Doce Patriarcas también afirma que en la Tumba de los Patriarcas están enterrados los doce hijos de Jacob.[17]

Una tradición musulmana narra cómo las mujeres sin hijos hacían sus ruegos a Sara, de la que se cuenta que dio a luz a una avanzada edad, lanzándolos a través de un agujero que conectaba el suelo de la mezquita con las cuevas bajo esta.

El libro de los Hechos (7:15-16) del Nuevo Testamento habla de una tradición según la cual Jacob y sus hijos fueron enterrados en Siquem. Según el analista del Nuevo Testamento Albert Barnes, esta creencia se apoya en la opinión de Jerónimo, teólogo e historiador del siglo IV.[18]​ El libro de Josué (24:32) relata el enterramiento de José en términos similares. Durante las cruzadas, los cristianos transformaron la Mezquita Ibrahimi en iglesia.

El judaísmo y el islam están de acuerdo en que el sitio alberga la tumba de los 3 patriarcas y las 3 matriarcas. Las tumbas se volvieron inaccesibles a causa de un cenotafio que las recubre. Los judíos y los musulmanes están autorizados a visitar el edificio de las tumbas al completo solo durante 10 días del año, por separado.[19]​ Los musulmanes controlan el 81% del sitio[cita requerida]. Las autoridades israelíes no han autorizado a las autoridades religiosas judías a mantener el lugar[cita requerida]. La tumba es el segundo lugar santo del judaísmo y el tercero del islam, y desempeña también un lugar teológico importante en el cristianismo.

Cuando la ciudad de Hebrón estaba bajo el control del imperio otomano, los judíos no tenían el derecho de entrar en la tumba, aunque podían orar en el exterior.

Durante la Guerra de los Seis Días en 1967, Israel tomó el control de la región y los rumores dicen que se vio al ministro del interior israelí Moshé Dayán abrir con las llaves la tumba y que visitó el paso secreto que conduce a las tumbas en el piso inferior.

En 1994, Baruch Goldstein, un militante judío fundamentalista, mató a 29 musulmanes que rezaban en la tumba.

En 2010, el gobierno de Israel declaró «Patrimonio Nacional» la tumba de los Patriarcas, así como la tumba de Raquel en Belén, lo que provocó una condena de la Autoridad Palestina[20]​ y protestas de los habitantes palestinos de Hebrón, ya que la ciudad está situada en territorio palestino.[21]

Coordenadas: 31°31′29″N 35°06′39″E / 31.524744, 35.110726



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