El Diálogo de la lengua es una obra del humanista español Juan de Valdés. Aunque la escribió en Nápoles hacia el 1535, no fue publicada hasta 1736 por Gregorio Mayans y no se determinó su autoría hasta el siglo XX.
La gran innovación de este libro es poner la lengua española al nivel de otras lenguas de prestigio, sobre todo del latín. En el libro se hace un defensa del estudio de los textos en las lenguas originales, en línea con el clasicismo renacentista del momento. Sin embargo, se hace dándole a un tiempo entidad a las lenguas romances, en particular a la que Juan de Valdés utiliza: el español. Critica por ello a Antonio Nebrija, quien en su Gramatica castellana se jactó de hacerla a la manera latina. Para Juan de Valdés no existen lenguas superiores e inferiores, es la utilización literaria lo que dignifica una lengua. Esta idea se sigue manteniendo universalmente en el mundo de la lingüística. Sin embargo, propugna la creación de ese corpus, ya que en ese momento aún lo ve pobre.
La obra de Valdés está estructurada como un diálogo porque los humanistas defendían este género como vehículo pedagógico. En este diálogo, el propio Valdés responde a las preguntas que tres interlocutores italianos le hacen sobre las peculiaridades de la lengua española. Es una obra clave para entender el ideal literario y lingüístico erasmista: verosimilitud en la narración, sencillez y precisión en el estilo e imitación de la lengua hablada. Las numerosas observaciones contenidas a lo largo de obra son un valioso documento sobre el español medio de los siglos de oro, en particular del siglo XVI, que muestra los criterios y la sensibilidad de los hablantes cultos.
El Diálogo de la Lengua se escribió en la forma de una discusión entre varias personas, con diálogos. Por eso, la obra no tiene una organización académica, con sistematización. Esta obra se desarrolla como una serie de preguntas sobre cuestiones lingüísticas que le formulan a Valdés sus amigos italianos. Sin embargo, el Diálogo es, en la práctica, un estudio verdadero de la lengua. No está totalmente esclarecida la identificación completa de las personas que participan en el diálogo. Muchos intelectuales creen que seguramente son el obispo de San Marco Argentano-Scalea Coriolano Martirano, Pacheco, Marcio (sobrino de Valdés) y el propio Valdés.
El Diálogo contiene reflexiones sobre los aspectos más importantes de una lengua. Esos aspectos incluyen la fonética, la gramática, el léxico y el estilo. La obra está separada en ocho partes:
A lo largo de la obra Valdés recurre frecuentemente a los refranes españoles.
Para Valdés, no había ninguna diferencia entre la lengua escrita y la lengua hablada. Para él, todos deben escribir como hablan. Dice Valdés:
También explica Valdés la importancia de la lengua popular y, por eso, los refranes o los dichos populares tenían validez para él. Valdés también habla sobre la diferencia entre el aprendizaje de una lengua materna y una lengua muerta. Dice que el latín funciona en el arte y la literatura, pero la lengua castellana funciona en la vida diaria. Valdés considera el castellano como lengua latina, en el sentido de basada en el latín y evolucionada. Pero el latín no fue la única lengua con influencia en el castellano, también, según Valdés, había influencia de idiomas pre-romances, de godos, moros y griegos.
La Fonética: La fonética es la subcategoría de la lingüística que incluye el estudio de los sonidos y cómo se producen. Por ejemplo, en El Diálogo, Valdés y otros discuten la pronunciación de unos fonemas clasificados como fricativos, africados, sordos y sonoros (/s/, /z/, /ts/, /dz/), y por qué hay diferencias en el uso de ellos. Por eso resulta la pregunta, "¿de dónde viene que algunos españoles en muchos vocablos, que por el ordinario escrivis con z, ellos ni la pronuncian ni la escriven?" Y Valdés responde, "Esse es vicio particular de las preguntas de los tales, que no les sirven para aquella asperilla pronunciación de la z, y ponen en su lugar la s, y por hazer dicen haser, y por razón, rasón, etc."
La Gramática: No contiene reglas de gramática específicamente, sino que presenta una serie de observaciones. Presenta la gramática como no completada.
El Léxico: El léxico de una lengua es la colección de palabras que tienen una representación física en el mundo real. Se los considera como "palabras de contenido" comparado con "palabras de función gramatical". Esa parte es la más extensa del Diálogo. Para Valdés, los elementos léxicos de la lengua española vienen de varios orígenes: El latín, el árabe, y el griego. Y cada uno da algo diferente. Pero la lengua con más influencia es el latín.
El Estilo: el orden gramatical, la tendencia latinizante, la presencia de la preposición “a” y el valor de la negación en español.
Un ejemplo del tipo de diálogos de la obra y uno en que critica el Vocabulario de Antonio de Nebrija (Librija en el texto) es este:
VALDÉS.- Sí, por cierto, muy grande es el autoridad de esos dos para hacer fundamento en ella, y muy bien debéis haber mirado el Vocabulario de Librija, pues decís eso.
PACHECO.- ¿Cómo? ¿No os contenta?
VALDÉS.- ¿Por qué queréis que me contente? ¿Vos no veis que, aunque Librija era muy docto en la lengua latina, que esto nadie se lo puede quitar, al fin no se puede negar que era andaluz, y no castellano, y que escribió aquel su Vocabulario con tan poco cuidado que parece haberlo escrito por burla? Si ya no queréis decir que hombres envidiosos, por afrentar al autor, han gastado el libro.
PACHECO.- En eso yo poco me entiendo. Pero ¿en qué lo veis?
VALDÉS.- En que, dejando aparte la ortografía, en la cual muchas veces peca en la declaración que hace de los vocablos castellanos, en los latinos se engaña tantas veces que sois forzado a creer una de dos cosas: o que no entendía la verdadera significación del latín (y esta es la que yo menos creo) o que no alcanzaba la del castellano, y esta podría ser, porque él era de Andalucía, donde la lengua no está muy pura.
PACHECO.- Apenas puedo creer eso que me decís, porque a hombres muy señalados en letras he oído decir todo lo contrario.
VALDÉS.- Si no lo queréis creer, id a mirarlo y hallaréis que por aldeano dice vicinus, por brio en costumbres, morositas; por cecear y ceceoso, balbutire y balbus; por loçano, lascivus; por malherir, deligere; por moço para mandados, amanuensis; por mote o motete, epigramma; por padrino de boda, paranymphus; por ración de palacio, sportula; por sabidor de lo suyo solamente, idiota; por villano, castellanus; y por rejalgar, aconitum. No os quiero decir más, porque sé que entendéis poco de la lengua latina y porque me parece bastan estos vocablos para que, si los entendéis, creáis que los hombres de letras que decís, no debían tener tantas como vos pensáis, o no lo debían haber mirado con tanta atención como yo, y para que veáis que no me puedo defender con el autoridad de Librija.
PACHECO.- Confieso que tenéis razón.
El escritor italiano Sperone Speroni publicó en 1542 su obra Diálogo de las lenguas (Dialogo delle lingue) con estructura similar y referido a la lengua italiana.
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