En la mitología griega Dolos era la personificación del fraude, el engaño, los ardides y las malas artes.
Era hijo de Éter y de la Tierra o, según Cicerón, de Érebo y la Noche. Su equivalente femenina era Apate, su hermana, siendo opuesto a Alétheia (la verdad).
Fue uno de los espíritus que se escaparon de la caja de Pandora, pasando después a morar entre los hombres acompañado casi siempre de los pseudologos (las mentiras).
Dolos fue uno de los aprendices del astuto Prometeo, el titán artífice. Cuando este pretendía crear a Aleteia (la verdad) para que rigiese el comportamiento de los hombres, una llamada de Zeus le obligó a ausentarse. Dejó a Dolos custodiando la inacabada obra y este, inflamado de ambición, aprovechó la salida de su maestro para hacer con sus propias manos una figura exacta en apariencia a la que estaba haciendo Prometeo. Sólo le faltaba terminar los pies cuando se quedó sin arcilla, y cuando regresó con ella, se encontró con que el titán ya había vuelto y, divertido por la similitud de las estatuas, había metido las dos en el horno para que terminaran de hacerse, a pesar de que la hecha por Dolos no tenía pies. Una vez terminada la obra les insufló vida, y es por ello que la verdad caminaba grácilmente mientras su gemela, la falsedad, sigue sus huellas tambaleándose y casi sin sostenerse. Por ello se dice que aunque una empresa hecha con mentiras parezca empezar con buen pie, a la larga siempre prevalecerá la verdad.
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