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Eloy de la Iglesia



1966 - Fantasía... 3 obtuvo la 3ª Mención Especial del Jurado Infantil a la película, IV Certamen Internacional de Cine y TV Infantil de Gijón
1970 - El techo de cristal obtuvo el Premio a la mejor actriz (Carmen Sevilla) del Círculo de Escritores Cinematográficos
1972 - La semana del asesino obtuvo el Premio a mejor actor (Vicente Parra) del Círculo de Escritores Cinematográficos
1979 - El diputado obtuvo la Placa de Oro a la mejor película en defensa de los derechos humanos en el Festival de Cine de Chicago
1981 - El sacerdote obtuvo el Premio a mejor director de habla hispana de la Asociación de Críticos de Nueva York
1983 - Colegas obtuvo el Gran Premio de los Jóvenes en el Festival Internacional de la Infancia y la Juventud de Tomar (Portugal)
1984 - El pico obtuvo el Premio de interpretación (Luis Iriondo) del Festival de Cine Ibérico de Burdeos

Eloy Germán de la Iglesia Diéguez (Zarauz, Guipúzcoa, 1 de enero de 1944 - Madrid, 23 de marzo de 2006),[1]​ conocido artísticamente como Eloy de la Iglesia, fue un director de cine y guionista español. Su trayectoria como director comenzó a mediados de los años 1960 prolongándose hasta 2003. Integrante del Partido Comunista de España durante la dictadura de Franco, mantuvo amplias disputas con la censura cinematográfica debido a esta circunstancia y a su conocida homosexualidad. Sus obras cinematográficas, de estilo naturalista, directo y tendente a mostrar realidades sociales y temas incómodos, son una constante en su filmografía.[2]​ Debido a esta circunstancia se le ha solido emparentar con la obra de realizadores como Pier Paolo Pasolini, Rainer Werner Fassbinder o Pedro Almodóvar.

Sus películas más conocidas, como El pico (1983), Navajeros (1980) o La estanquera de Vallecas (1987),[3]​ se estrenaron en los años 80 y retratan la marginalidad y el mundo de las drogas que se vivía en las ciudades españolas en los años 1970 y 80.[4]​ Sin embargo también obtuvo grandes éxitos en la década de los años 1970 con filmes como El techo de cristal (1971), La semana del asesino (1972), La criatura (1977) o El diputado (1978).

Durante su trayectoria rodó 22 películas que abordaron temáticas como la homosexualidad (La semana del asesino, Los placeres ocultos o El diputado), mostraron relaciones familiares insanas (Algo amargo en la boca o La otra alcoba), coqueteos con la ficción científica (Una gota de sangre para morir amando) e incluso realizó melodramas de encargo (Cuadrilátero o Nadie oyó gritar). También realizó adaptaciones literarias (Otra vuelta de tuerca, Calígula o Los novios búlgaros).[5]

Nacido en Zarauz, Guipúzcoa, Eloy de la Iglesia se crio en Madrid, donde estudió Filosofía y Letras hasta el tercer curso, momento en el que decidió dedicarse al cine, teatro y televisión. A los 20 años ya había escrito, dirigido o producido casi cincuenta títulos para televisión, como La doncella del mar, Los tres pelos del diablo y El mago de Oz, textos que formaron su primer largometraje Fantasía... 3 (1966).[6]​ Aunque intentó ingresar en la Escuela Oficial de Cinematografía no lo aceptaron al no contar con la edad mínima requerida. Estudió cine en París en el IDHEC.[7]​ Trabajó como guionista de televisión y, tras algunos trabajos rodados en 8 milímetros, debutó en el citado Fantasía... 3 que no llegó a estrenarse en salas cinematográficas.[8]

A final de la década de los años 60 rodó su debut en pantallas cinematográficas con Algo amargo en la boca (1969).[9]​ Protagonizada por Irene Daina, Juan Diego y Maruchi Fresno, tropezó con la censura franquista dada su militancia por aquel entonces en el Partido Comunista de España. Estos problemas le acompañaron posteriormente hasta el final de la dictadura de Franco, y tiempo después,[10]​ por el carácter profundamente provocador y revulsivo de su cine, de sesgo existencial y repleto de denuncia social y política.[11]

Eloy de la Iglesia comienza la década de los años 1970 con un melodrama de encargo: Cuadrilátero (1970).[12]​ Protagonizada por el boxeador José Legrá es una película ambientada en el mundo del boxeo, de trasfondo sórdido, en el que dos amigos deben enfrentarse entre sí debido a una disputa que su promotor mantiene con uno de ellos.

De la Iglesia alcanzó su primer éxito comercial con su tercera película: El techo de cristal (1971).[13]​ Interpretada por Carmen Sevilla,[14]Patty Shepard y Emma Cohen se trata de un thriller detectivesco que cuenta la historia de Marta (Sevilla), una mujer casada solitaria dado que su marido viaja mucho, que con el paso de los días empieza a sospechar que Julia (Shepard), su vecina de arriba, ha matado a su marido. Tuvo una buena respuesta en taquilla con más de 1.000.000 de espectadores.

Intentando evitar la acción de la censura cinematográfica, cosa que no logró, se acercó paulatinamente al thriller y el cine de terror con sus siguientes trabajos, despreciando los amaneramientos y academicismos estilísticos y estructurales.[15]

La semana del asesino (1972),[16]​ interpretada por Vicente Parra, Emma Cohen y Eusebio Poncela, narra la historia de un hombre que accidentalmente mata a un taxista delante de su novia. Para evitar ser descubierto, aunque su vecino es conocedor de lo que sucede y planea una operación para seducirlo, cae en una espiral de nuevos crímenes transformándose en un asesino en serie. El guion fue rechazado dos veces por la censura y el film sufrió 64 cortes en el metraje.

En Nadie oyó gritar (1973)[17]Carmen Sevilla interpreta a una prostituta mostrada de forma velada. De manera fortuita se hace cómplice de su vecino (Vicente Parra) quien, sometido al carácter de su mujer (María Asquerino), acaba asesinándola y trata de hacer desaparecer el cadáver con la ayuda de su vecina ante la amenaza de matarla.

Una gota de sangre para morir amando (1973),[18]ficción científica cuya trama transcurre en un estado neofascista durante un futuro indeterminado, es un exploitation deudor de La naranja mecánica de Stanley Kubrick.[19]​ Ana (Sue Lyon), enfermera en un gran hospital, observa en su trabajo el aumento del número de asesinatos perpetrados sobre hombres jóvenes. Las autoridades intentarán localizar al asesino aunque los espectadores serán conscientes desde el principio que es la enfermera quien seduce y asesina a sus inocentes víctimas tras mantener relaciones sexuales con ellos.[20]

Cierra este ciclo temático Juego de amor prohibido (1975),[21]​ que tuvo profundos problemas con la censura cinematográfica. Un profesor (Javier Escrivá) retiene y humilla, en su lóbrego y aislado caserón señorial, a una pareja de alumnos (John Moulder-Brown e Inma de Santis) hermanos y que mantienen una relación afectiva de carácter incestuoso. La historia da un giro cuando los jóvenes se rebelan y toman el control de la situación.

La muerte de Franco supone que las siguientes películas de De la Iglesia comiencen a abordar claramente la temática sexual, ya insinuada en películas como La semana del asesino.[22]

La primera muestra es La otra alcoba (1976)[23]​ donde se plantea un triángulo amoroso entre Juan (Patxi Andión), un joven que trabaja en una estación de servicio, Diana (Amparo Muñoz), una bella mujer casada con un bien posicionado pero estéril marido, Marcos (Simón Andreu). Aunque Marcos hace creer a Diana que es la responsable de que no puedan tener hijos, ella descubre la verdad para, finalmente, mantener aventuras con otros hombres con los que mantener relaciones y cumplir su sueño de ser madre.

En La criatura (1977)[24]​ Cristina (Ana Belén) es una mujer que practica relaciones zoofílicas frente a la frustrante, insana y fracasada relación que mantiene con su marido, Marcos (Juan Diego), un presentador de televisión bien posicionado y de mentalidad conservadora.

El mismo año De la Iglesia estrenó, después de una agria polémica con la censura que prohibió la exhibición de la película durante meses,[25]Los placeres ocultos (1977).[26]​ Es la historia de Eduardo (Simón Andreu), un ejecutivo de banca homosexual bien posicionado económicamente, acostumbrado a relaciones fugaces hasta que se enamora de Miguel (Tony Fuentes), un guapo joven de origen humilde.[27]

El sacerdote (1978),[28]​ ambientada en el tardofranquismo e interpretada por Simón Andreu, Esperanza Roy y Emilio Gutiérrez Caba,[29]​ presenta a un joven sacerdote (Andreu), reprimido y sin acceso a la vida sexual, obsesionado por una feligresa (Roy) hasta acabar castrado.

En El diputado (1978),[30]​ interpretada por José Sacristán, María Luisa San José y José Luis Alonso, un político bisexual (Sacristán) próximo secretario general del Partido Comunista se ve inmerso en un complot organizado por un partido de ultraderecha que utiliza como gancho el atractivo chapero (Alonso) con quien mantiene una relación con la aquiescencia de su mujer (San José).

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Cambiando de registro Miedo a salir de noche (1980), interpretada por José Sacristán y Antonio Ferrandis, avanza el género a que se dedicará durante la década y que le reportará las películas más comerciales de su filmografía: el cine quinqui. Esta cinta, irónica y divertida en una época marcada por la inseguridad ciudadana, difundió lo que acabó convirtiéndose en una leyenda urbana sobre una violenta banda de violadores.[31]

De la Iglesia extenderá su foco de atención al mundo de la marginalidad, la delincuencia juvenil y las drogas.[32]​ El melodrama Navajeros (1980),[33]​ coproducción hispano-mexicana, cuenta en su elenco con actores habituales de su filmografía como José Luis Manzano o Enrique San Francisco y estrellas extranjeras como Verónica Castro. Cuenta los últimos años de vida de José Joaquín Sánchez Frutos, alias "El Jaro",[34]​ un delincuente adolescente quien, durante la segunda mitad de los setenta, supuso grandes quebraderos de cabeza para la policía madrileña que lo detenía para internarlo en reformatorios de los que no paraba de fugarse.

La mujer del ministro (1981),[35]​ coproducción hispano-mexicana[36]​ con guion de Eloy de la Iglesia, Gonzalo Goicoechea, Raúl Alcántara y Ángel Sastre, obtuvo una polémica calificación "S" que el director atribuyó a que la temática planteada molestó en altas esferas políticas.[37]​ La marquesa de Montenegro (María Martín), mujer en decadencia física y económica, conserva amigos influyentes como el ministro Fernández Herrador (Simón Andreu). Cuando Teresa (Amparo Muñoz), la mujer del ministro, necesita un nuevo jardinero la marquesa le presenta a Rafael (Manuel Torres), un joven que se dedica a seducir mujeres ricas y maduras, con quien mantuvo un escarceo en una playa de moda. Teresa, atraída por el vigoroso joven en contraposición a su impotente marido, disfruta de encuentros íntimos en casa de la marquesa. La situación se complica cuando el ministro sufre un atentado terrorista del que sale ileso, en el que se involucra a Rafael, para evitar ser acusado de soborno por una multinacional.

Su siguiente película, Colegas (1982),[38]​ interpretada por José Luis Manzano, Rosario Flores y Antonio Flores es considerada por parte de la crítica como su mejor película[39]​ y obtuvo una buena respuesta comercial. Presentada en el Festival de Valladolid[40]​ narra la vida de un grupo de adolescentes, con el trasfondo del paro, la droga y la delincuencia, que habitan en la barriada de una gran ciudad.

El pico (1983),[41]​ y su secuela El pico 2 (1984),[42]​ interpretadas ambas por José Luis Manzano, se convirtieron en éxitos de taquilla pero despertaron la incomprensión de críticos de todos los espectros ideológicos[43]​ al tacharla de "comercial" y "oportunista" por la temática tratada:[44]​ narra los problemas que se les presentan a un comandante de la Guardia Civil y a un diputado de la Izquierda abertzale cuando descubren que sus hijos adolescentes, amigos íntimos, están enganchados a la droga dura.

Apartado puntualmente de esta temática, su siguiente proyecto fue la adaptación de la novela Otra vuelta de tuerca (1985)[45]​ escrita por Henry James. La película, interpretada por Pedro Mari Sánchez, Queta Claver, Asier Hernández y Cristina Goyanes en sus roles principales, narra la historia de Roberto (Sánchez), un joven que abandona el seminario jesuita de Loyola. Por medio del párroco de su pueblo encuentra trabajo como preceptor de dos niños huérfanos sobrinos del conde de Echebarria.[46]​ Aunque la crítica alabó la realización y factura formal de la película[47]​ el enrarecido clima poético presente en la obra original se presenta de forma esquemática.[48]​ A pesar de sus virtudes, la película fue un fracaso comercial.[49]

Más tarde volvió al tema de la delincuencia callejera, con gran éxito,[50]​ en la comedia La estanquera de Vallecas (1987).[51]​ Basada en la obra teatral homónima de José Luis Alonso de Santos,[52]​ la película está repleta de diálogos ágiles y costumbristas y un destacado reparto que incluye a Emma Penella, José Luis Gómez, José Luis Manzano, Maribel Verdú y Fernando Guillén.[53]​ La trama muestra a una pareja de delincuentes de poca monta, un albañil en paro (Gómez) y su joven amigo (Manzano), que deciden atracar un estanco en Vallecas sin valorar su inexperiencia ni el valor mostrado por la estanquera (Penella), viuda de guardia civil, y su sobrina (Verdú), una joven que ve la ocasión en la impuesta compañía de sus secuestradores para despertar a la sensualidad y a la relación con los hombres.

A pesar de las buenas críticas y la respuesta en taquilla de estas películas, al final de la década de los años 80 Eloy de la Iglesia cayó en una sequía creativa a causa de su problemática adicción a la heroína que empezó a consumir en 1983. Paulatinamente sus productores y apoyos desaparecieron granjeándose la fama de director problemático. Poco a poco entró en una depresión, acentuada por el fallecimiento de su actor fetiche José Luis Manzano, con quien mantuvo una estrecha relación.[54]​ También se vieron implicados en problemas con las drogas algunos actores participantes en sus películas,[55]​ como José Luis Manzano,[56]Enrique San Francisco, José Luis Fernández "Pirri" o Antonio Flores.[57]

Ya en la siguiente década, tras someterse a un proceso de desintoxicación, el cineasta recibió un homenaje del Festival de Donostia en 1996.[58]

La presencia y apoyo de influyentes miembros de la profesión, de históricos actores y actrices que participaron en sus filmes y el interés por redescubrir su obra, reavivó su deseo de volver a dirigir tras 16 años apartado de las cámaras.

Retomando su trabajo para televisión De la Iglesia dirigió una adaptación de la obra teatral Calígula (2001) escrita por Albert Camus en 1944. Estrenada dentro del espacio Estudio 1 de Televisión Española,[59]​ sus papeles principales fueron interpretados por Roger Pera, Assumpta Serna, Fernando Guillén Cuervo y Sancho Gracia. A diferencia de lo habitual en las producciones de Estudio 1 tuvo la particularidad de mostrar no sólo el plató sino contar con localizaciones exteriores.

Dos años después estrenó una comedia dramática, a la postre su última película, Los novios búlgaros (2003).[60]​ Con un presupuesto superior a dos millones de euros, financiados por Pedro Olea, Eduardo Campoy, Fernando Guillén Cuervo y Jesús García Ciordia, se trata de la adaptación de la novela homónima de Eduardo Mendicutti.[61]​ Narra una historia de amor homosexual cuya carga social tiene en este caso por ambiente el mundo de la emigración procedente del este de Europa.[62]​ Daniel (Fernando Guillén Cuervo), un homosexual bien posicionado de 40 años, conoce y se enamora de Kiryl (Ditran Biba), un joven y atractivo búlgaro sin papeles y sin escrúpulos, por quien se mete en líos que van en aumento. Él se dice a sí mismo que lo hace para ayudarle a salir adelante para no reconocer que está vendido a su pasión. Su adversaria es Kalina (Anita Sinkovic) la novia búlgara de Kiryl.

Después de la buena acogida de sus últimos proyectos, De la Iglesia debutó en 2002 como actor en la película Mi último silencio debut cinematográfico del realizador catalán J. A. Durán, en compañía de artistas como Juan Echanove, David Summers o José María Nunes.[63]​ También se planteó colaborar con Eduardo Mendicutti para la elaboración de un guion que no llegó a cristalizar.[61]

El 23 de marzo de 2006[64]​ Eloy de la Iglesia falleció a los 62 años de edad[65]​ tras una operación para la resección de un tumor maligno. Fue incinerado al día siguiente en el Crematorio del Cementerio de La Almudena. [66]

La obra de Eloy De la Iglesia es muy personal, disidente, transgresora y provocadora. Inspira, en parte, la primera etapa de Pedro Almodóvar cuyo mundo se mueve en órbita próxima a la suya tal como se reflejó en sus primeras películas como Pepi, Luci, Bom y otras chicas del montón (1980), Laberinto de pasiones (1982) o ¿Qué he hecho yo para merecer esto? (1984).

Su cine también posee puntos de contacto con el del cineasta italiano Pier Paolo Pasolini al inspeccionar el mundo del lumpemproletariado como el director italiano en filmes como Las mil y una noches (1974), Decamerón (1971) o Saló y los 120 días de Sodoma (1975).

También tiene similitudes con obras del director alemán Rainer Werner Fassbinder como El amor es más frío que la muerte o Katzelmacher (1969) aportando un elemento castizo y una violencia esencial en contenido y forma.[67]​ Por ello sus películas conmocionaron especialmente en la época de la Transición española con historias taquilleras, de estilo tremendista, que destemplaron a críticos alguno de los cuales calificó sus películas de "groserías fílmicas".[68]​ También tuvo amplios problemas con la censura cinematográfica lo que le obligó a apartar algunas temáticas como la homosexualidad hasta su desaparición.[10]

Desde su debut con Fantasía... 3 (1966) De la Iglesia se mostró como un cineasta amante del discurso directo y de la estética naturalista. En la etapa más emblemática y popular de su filmografía, durante los años 80, hizo protagonistas a chicos de la calle que no eran en origen actores profesionales. Reclutados en casting poco o nada académicos intérpretes como José Luis Fernández Eguia "El Pirri" o José Luis Manzano[69]​ procedían de las afueras o se hallaban en la frontera misma de la delincuencia. Sin embargo cabe destacar que durante su trayectoria, tanto antes como después, trabajó con reputados actores como Carmen Sevilla, José Sacristán, Amparo Muñoz, Simón Andreu, Ana Belén, Fernando Guillén Cuervo, Emma Penella, Sancho Gracia, Sue Lyon, Vicente Parra, Verónica Castro o Eusebio Poncela.

En sus filmes hay un ejemplo de compromiso con la realidad inmediata, gran honestidad y riesgo, frente al conformista panorama de la mayoría del cine de su tiempo. Fuera de sus discutibles méritos estéticos las películas de De la Iglesia conservan un gran valor documental, reflejo del tiempo que vivió, especialmente de la marginalidad española de finales de los años setenta y principios de los ochenta.[70]



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