Emiliano Zapata Salazar (Anenecuilco, Morelos; 8 de agosto de 1879-Chinameca, Morelos; 10 de abril de 1919), apodado el Caudillo del Sur, fue un campesino y militar mexicano que participó en la Revolución mexicana como comandante del Ejército Libertador del Sur y uno de los principales líderes revolucionarios desde la presidencia de Francisco I. Madero en 1911 hasta su asesinato por órdenes de Venustiano Carranza en 1919. Es considerado un símbolo de la resistencia agraria en México.
Fue ideólogo e impulsor de las luchas sociales y las demandas agraristas, así como de justicia social, libertad, igualdad, democracia social, propiedad comunal de las tierras y el respeto a las comunidades indígenas, campesinas y obreras de México, víctimas de la oligarquía y el latifundismo de los hacendados del Porfiriato. Aunque Zapata fue excluido, junto con Pancho Villa, del Congreso Constituyente de 1917, a ellos se debe el constitucionalismo social que de ahí surgió, especialmente el artículo 27.
Emiliano Zapata Salazar nació el 8 de agosto de 1879 en Anenecuilco, Morelos, México. Sus padres fueron Gabriel Zapata y Cleofas Salazar. Tuvo seis hermanas: Celsa, Ramona, María de Jesús, María de la Luz, Jovita y Matilde. Y tres hermanos: Pedro, Eufemio (quien también alcanzó el grado de General en la Revolución) y Loreto. Su abuelo materno, José Salazar, militó en el ejército de José María Morelos y Pavón durante el sitio de Cuautla; sus tíos paternos Cristino y José Zapata lucharon en la guerra de Reforma y en la Intervención Francesa a las órdenes de los generales Carlos Pacheco y Porfirio Díaz. Su infancia se desarrolló en el contexto del latifundismo porfirista en Morelos. Realizó sus primeros estudios con el profesor Emilio Vara, quien había sido un viejo soldado juarista. A sus nueve años, al presenciar el despojo de tierras a campesinos ocasionadas por hacendados de la zona, y después de escuchar a su padre que le respondía que nada podía hacerse, le dijo:
Tenía 16 años cuando murió su madre, 11 meses después perdió a su padre.labrador y arriero. El 15 de junio de 1897 fue aprehendido por las fuerzas rurales de Cuernavaca, durante la fiesta del pueblo de Anenecuilco. Su hermano Eufemio logró que lo dejaran en libertad, pistola en mano. Por esta razón, los hermanos Zapata abandonaron el estado. Emiliano permaneció un año trabajando en la hacienda de Jaltepec en Puebla.
Pronto trabajó comoEn 1906 asistió a una junta de campesinos en Cuautla para discutir la forma de defender sus tierras y las del pueblo frente a los hacendados colindantes. Su rebeldía lo condenó a la leva (conscripción), y en 1908, Zapata fue incorporado al 9° Regimiento de Caballería, bajo el mando del coronel Alfonso Pradillo. En Cuernavaca, Zapata fue asignado como caballerango de Pablo Escandón, Jefe del Estado Mayor de Porfirio Díaz; tras lo cual fue trasladado a cumplir las mismas funciones bajo el mando de Ignacio de la Torre, yerno del General Porfirio Díaz, quien le tomaría especial afecto por su destreza y conocimiento con los caballos.
El 24 de enero de 1909, fue fundado en Villa de Ayala el Club Melchor Ocampo que apoyó la candidatura de oposición de Patricio Leyva para el gobierno del estado de Morelos, entre cuyos integrantes figuró Zapata siendo esta su primera aparición política ajena al mundo campesino apoyando a dicho candidato en contra de los latifundistas como Pablo Escandón y Barrón, dueño de la hacienda San Diego Atlihuayán.
El 12 de septiembre de 1909, Emiliano Zapata fue elegido calpuleque (palabra náhuatl, que significa jefe, líder o presidente) de la Junta de Defensa de las tierras de Anenecuilco-Villa de Ayala-Moyotepec donde empezaría a analizar documentos que se originaron en el virreinato que acreditaban los derechos de propiedad de los pueblos sobre sus tierras, los cuales habían sido negados por las Leyes de Reforma, sobre todo la Ley Lerdo que obligó a las corporaciones civiles a vender o ser expropiadas las tierras improductivas, lo cual fue motivo en su tiempo del apoyo de varios líderes indígenas como Tomás Mejía a los gobiernos conservadores mexicanos y al Segundo Imperio Mexicano. Estas leyes además fueron aprovechadas por varias personas para acrecentar sus tierras de manera ilegal al solicitar la propiedad de zonas comunales que los pueblos no trabajaban. Por esto, se convertiría en dirigente agrario de Morelos, su estado natal.
En febrero de 1910 fue incorporado por la fuerza al Noveno Regimiento de caballería con sede en Cuernavaca, con el grado de soldado raso.José A. Vivanco, y que dejó en posesión de los campesinos del lugar. Por este hecho tuvo que escapar varias veces del gobierno, pues fue declarado bandolero. Algunos meses después participó en la reunión que se celebró en Villa de Ayala, con objeto de discutir lo que después se convertiría en el Plan de Ayala. Reunió a los vecinos de tres pueblos: Anenecuilco, Villa de Ayala y Moyotepec. Con ellos inicia un nuevo reparto de tierras derribando las cercas.
En mayo de ese mismo año, recuperó por la fuerza las tierras de la Hacienda del Hospital que eran protegidas por el jefe de policía,Al proclamar Francisco I. Madero el Plan de San Luis, que marcaba el inicio de la Revolución de 1910, Zapata leyó un ejemplar; llamándole la atención especialmente el artículo tercero, que ofrecía la restitución de las tierras a sus "antiguos poseedores". Emiliano Zapata sostiene pláticas con Pablo Torres Burgos, un influyente maestro rural, y con Gabriel Tepepa, Catarino Perdomo y Margarito Martínez. Se llega al acuerdo de que Torres Burgos, quien era el más letrado del grupo, se entrevistara con el Jefe de la Revolución, Francisco I. Madero, en San Antonio, Texas.
Tras esta entrevista decidieron tomar las armas Pablo Torres Burgos, Emiliano Zapata, Rafael Merino y cerca de 60 campesinos, entre los que se encontraban Catarino Perdomo, Próculo Capistrán, Manuel Rojas, Juan Sánchez, Cristóbal Gutiérrez, Julio Díaz, Zacarías y Refugio Torres, Jesús Becerra, Bibiano Cortés, Serafín Plascencia, Maurilio Mejía y Celestino Benítez:10 de marzo de 1911, reunidos durante la feria de cuaresma en la ciudad de Cuautla, proclamaron el Plan de San Luis. Zapata se dirigió hacia el sur, pues ya era perseguido por Aureliano Blanquet y su batallón de soldados. En este período del movimiento zapatista sobresalen las batallas de Chinameca, Jojutla, Jonacatepec, Tlayecac y Tlaquiltenango, así como la muerte del zapatista y antiguo líder del movimiento suriano, Pablo Torres Burgos, que incluso precedió al mismo Emiliano. A la muerte del mismo, Emiliano Zapata es elegido por la junta revolucionaria del sur, el 29 de marzo de 1911, nuevo jefe revolucionario maderista del sur. Las reivindicaciones zapatistas (que serían contenidas en el Plan de Ayala de noviembre de 1911) suponían una reforma agraria radical —"La tierra es de quien la trabaja", frase de Teodoro Flores, padre de los hermanos Flores Magón, que se convertiría en lema de su lucha[cita requerida]— inaceptable para los sucesores de Porfirio Díaz. Lo mismo se puede decir de Francisco León de la Barra quien, haciendo uso de su facultad de presidente, encabezó diversos enfrentamientos políticos y armados con el jefe suriano, e incluso del mismo Francisco I. Madero.
elEmiliano Zapata establece su cuartel general en Cuautlixco, pueblo cercano a Cuautla. Desde ahí dirigió el ataque al Ejército porfirista, defendido por el 5° Regimiento, al mando del coronel Eutiquio Munguía; además de un Cuerpo Rural, a las órdenes del comandante Gil Villegas. El 29 de marzo, Zapata asumió el mando de las fuerzas revolucionarias que en ese momento constaban de cerca de mil hombres.Huehuetlán, Puebla y logra tomar la ciudad el 13 de mayo de 1911.
El 2 de abril tomaAl triunfo del maderismo, Zapata no concibe el licenciamiento de sus tropas sin que a cada uno se le otorgue la seguridad de tierras para sembrar a cambio de sus fusiles. Para él, la guerra no terminaba con el derrocamiento del porfirismo, sino con la cristalización del objetivo del pueblo campesino: la devolución de las tierras robadas por los hacendados millonarios.
Esto dio lugar a que Francisco León de la Barra, presidente interino, lo considerara rebelde, por lo que mandó fuerzas a someterlo: mil hombres bajo el mando de los generales Victoriano Huerta y Aureliano Blanquet. Para agosto de 1911, Francisco I. Madero acordó entrevistarse con Emiliano Zapata en Yautepec para buscar una solución pacífica en el conflicto suriano y con el fin de convencerlo de que licenciara sus tropas. Mientras tanto, Zapata era fuertemente criticado por la prensa conservadora del país. En la reunión no se logró ningún acuerdo, pues Madero no concebía la reforma agraria como lo hacía Zapata. Madero creía que primero había que hacer una reforma política profunda, mientras que para Zapata era prioritaria la devolución de las tierras robadas por las haciendas. A decir de Zapata, Madero había traicionado la revolución. El gobierno federal reiteró su decisión de imponer el orden por la violencia, y Zapata se desplegó con sus tropas a los límites entre Guerrero y Puebla, escondiéndose del gobierno y generando emboscadas a pequeños contingentes federales. En este periodo, Zapata se casó con Josefa Espejo y el padrino de la boda fue el propio Francisco I. Madero.
Con Madero como presidente de la República, las diferencias no disminuyeron. Zapata se entrevista con Madero en el Palacio Nacional, donde sostienen una fuerte discusión. Madero ofrece a Zapata una hacienda en el estado de Morelos "como pago a sus servicios a la Revolución", cosa que enfurece a Zapata que le contesta:
Dicho esto mientras con gesto amenazador, golpeó con fuerza su carabina .30-30 sobre el escritorio de Madero.
En otras pláticas que mantuvo con Francisco I. Madero y Emiliano Zapata, este le demostró con base en un ejemplo muy simple, como se sentían los campesinos en relación al despojo de sus tierras:
Zapata le dijo que eso era exactamente lo que había pasado en Morelos, donde unos cuantos hacendados habían despojado a los campesinos de sus tierras
El 25 de noviembre de 1911 Zapata lanzó el Plan de Ayala, redactado por Otilio E. Montaño, documento que se convertiría en su estandarte y en el fiel ejemplo de la ideología de los campesinos morelenses. En él se exigía la redención de los indígenas y la repartición de los latifundios creados durante el porfiriato. Se desconocía a Francisco I. Madero como presidente y se reconocía a Pascual Orozco como jefe legítimo de la Revolución mexicana. Este documento sería transformado después del levantamiento de Victoriano Huerta por los diferentes ideología (muchos de ellos influenciados por Ricardo Flores Magon), y posteriormente defendido por Zapata en la Convención de Aguascalientes. Los intelectuales que se dedicaron a modificar el Plan de Ayala, en el que desconocían a Madero y Huerta, como presidentes; y Orozco, como líder de la revolución; se encargaron de dejar claro el carácter social del movimiento, y además rectificaron el concepto de ‘clase’ dentro de la sociedad mexicana. Arturo Felipe Ávila Espinosa (Historiador del Instituto de Historia de la UNAM) dice:
“Ponían en la mesa asuntos políticos fundamentales que no habían sido abordados o que habían sido soslayados por las otras corrientes, como la legitimidad de la Revolución, la representación de la soberanía popular en una época revolucionaria, la responsabilidad de las corrientes revolucionarias, la necesidad de su unificación para la formación de un nuevo gobierno y la convocatoria a que se efectuara una Convención de todos sus jefes para constituir el gobierno nacional. Estos señalamientos enriquecían el debate político entre las corrientes e indicaban una posible ruta de convergencia entre ellas.Pero, además, otra característica que distinguió al zapatismo fue el énfasis con el que defendió el contenido social de la Revolución, su tozudez al atribuir a ésta un sentido de transformación y de reforma a las instituciones en beneficio de los sectores populares mayoritarios y excluidos”
Además, el documento postulaba que, en vista de que no se había cumplido con lo que se le había prometido al campesinado, la lucha armada era el único medio para obtener justicia. Sin embargo el Plan de Ayala no es sólo un documento que escrito para dar a conocer las ideas del movimiento zapatista, sino que es el primer indicio en un documento oficial del pensamiento socialista en México, pues este se había presentado antes con textos publicados, mas no oficiales, de Ricardo Flores Magon.
Dentro del Plan de Ayala hay puntos que representan de manera más cercana tales pensamientos son los puntos 6°, 7° y 8°:“que los terrenos, montes y aguas que hayan usurpado los hacendados, científicos o caciques a la sombra de la tiranía y de la justicia venal entrarán en posesión de estos bienes inmuebles desde luego, los pueblos o ciudadanos que tengan sus títulos correspondientes de esas propiedades, de las cuales han sido despojados”
Para entender este punto se debe recordar que en paralelo a la Revolución Mexicana, sucedía la Revolución Rusa, que tenía ideales del socialismo aplicados a la clase campesina que era también mayoritaria en la Rusia de la época.
“7°. En virtud de que la inmensa mayoría de los pueblos y ciudadanos mexicanos no son más dueños que del terreno que pisan sufriendo los horrores de la miseria sin poder mejorar en nada su condición social ni poder dedicarse a la industria o a la agricultura por estar monopolizados en unas cuantas manos las tierras, montes y aguas, por esta causa se expropiarán, previa indemnización de la tercera parte de esos monopolios a los poderosos propietarios de ellas, a fin de que los pueblos y ciudadanos de México obtengan ejidos, colonias, fundos legales para pueblos, o campos de sembradura o de labor, y se mejore en todo y para todo la falta de prosperidad y bienestar de los mexicanos”
En esto se plantea en un documento oficial la frase ‘La tierra es de quien la trabaja’, usada después en la Revolución Cubana, por Ernesto Che Guevara.
“8° Los hacendados, científicos o caciques que se opongan [...] se nacionalizarán sus bienes y las dos terceras partes que a ellos les correspondan”
Esta frase extraída del artículo 8°, es vital para comenzar a visualizar el pensamiento socialista tanto de los autores del documento como de Emiliano Zapata.
Durante 1912, Emiliano Zapata combatió al Ejército Federal que, al mando de los generales Arnoldo Casso López, Juvencio Robles y Felipe Ángeles, buscaba la pacificación en los estados del sur. Los zapatistas buscaron defenderse y lo hicieron "brutalmente", según la versión del Ejército Federal: en las narraciones de los ataques zapatistas son comunes las referencias a asaltos, incendios y violaciones entre otros. Lo cierto es que dichas narraciones eran alteradas para justificar los desastres cometidos por los miembros del Ejército Federal[cita requerida]. En ese año sobresalen los ataques a Tepalcingo, Yautepec, Cuautla y Cuernavaca, aunque debe afirmarse que en ese entonces el movimiento zapatista era muy débil, tanto en el ámbito político como en la rama militar, sobre todo cuando la campaña del gobierno maderista contra los sublevados surianos quedó a cargo del general Felipe Ángeles. Por sus métodos civilizados y tolerantes, le restaban bases al zapatismo, pues Ángeles simpatizaba con ellos.
Tras el asesinato de Francisco I. Madero el 22 de febrero de 1913, y el ascenso en el poder de Victoriano Huerta, la lucha armada se exacerbó y Zapata fue uno de los jefes revolucionarios más importantes, al tiempo que introdujo importantes reformas en Morelos. Posteriormente, estas posturas lo opusieron al nuevo presidente el Gral. Venustiano Carranza. Una vez en el poder, Victoriano Huerta envió una comisión encabezada por el padre de Pascual Orozco, Pascual Orozco (Padre) a pactar la paz con Emiliano Zapata. Esto le facilitaría tener un frente menos de guerra en el país. Zapata, que contaba ahora con el dominio de Morelos y parte del Estado de México, del estado de Guerrero, de Puebla y de Tlaxcala, se negó a pactar con aquellos a quienes él llamó “asesinos de Madero”. Fusiló al emisario de Huerta, envió una carta al general Félix Díaz, repudiando al gobierno de Huerta y para el mes de mayo de ese mismo año, reformó su Plan de Ayala, declarando que Victoriano Huerta era indigno de la presidencia del país. A Pascual Orozco se le retiró el cargo de Jefe de la Revolución y Zapata quedó entonces como único jefe del Ejército Libertador del Sur.
En los primeros meses de 1914, Zapata tomó Jonacatepec y Chilpancingo. Ese mismo año su ejército constaba ya de 27,000 hombres, por lo que para abril ya había controlado por completo el estado de Morelos y algunos lugares de Guerrero. Poco después tomó Cuernavaca y para junio ocupó Cuajimalpa, Xochimilco y Milpa Alta, con lo que amagaba a la Ciudad de México. La población de la capital del país, huía al saber la cercanía del ejército de Zapata. Las fuerzas constitucionalistas les cerraron el paso, al ocupar la Ciudad de México antes que las propias zapatistas, las cuales se encontraban más cerca. En septiembre, Venustiano Carranza envió a Juan Sarabia, a Antonio I. Villarreal y a Luis Cabrera Lobato a conferenciar con Emiliano Zapata, pero nuevamente el caudillo suriano exigió la renuncia de Venustiano Carranza al Poder Ejecutivo, y el reconocimiento del Plan de Ayala. Los emisarios, como toda respuesta, abandonaron su campamento y el estado, pues Carranza rechazó rotundamente sus peticiones, calificándolas de "inadecuadas" para el momento en que vivía el país.
El mismo mes, Emiliano Zapata, desde su cuartel general de Cuernavaca, promulgó la entrega de tierras a los pueblos. Invitado por varios delegados de la Convención de Aguascalientes, en la que los tres grupos más importantes que participaron en la Revolución mexicana intentaron dirimir sus diferencias, Zapata no fue en persona al citado evento, pero envió a una comisión, integrada por Antonio Díaz Soto y Gama, quién protagonizó el Incidente de La Bandera; y a Leobardo Galván González, un licenciado del pueblo de Tepoztlán, nacido en el barrio de Santo Domingo, en la actual calle de Aniceto Villamar en un predio llamado "Coyulan" y único morelense enviado por Emiliano Zapata a Aguascalientes, que desempeñó un papel importante de negociación para la asistencia de la delegación zapatista, negociaciones tanto con Lucio Blanco como con el mismo general Francisco Villa, Paulino Martínez, Manuel J. Santibáñez y Manuel Uriarte, quienes quedaron en calidad de observadores hasta que la Convención optó por desconocer a Venustiano Carranza. Así pues, Emiliano Zapata se unió con Francisco Villa y ambos reconocieron a Eulalio Gutiérrez como presidente provisional de México, no así el encabezado por Venustiano Carranza, lo que provocó la continuación de la guerra civil. A finales de noviembre, la poderosa División del Norte y el Ejército Libertador del Sur entraron en la Ciudad de México.
Alcanzó así fama nacional el movimiento zapatista como la otra cara de la moneda entre los campesinos surianos y los del norte. En su estancia en la capital, las tropas tuvieron una actitud más que pacífica: obtuvieron recursos mediante limosnas y evitaron los robos y asaltos de algunos bandidos que ensuciaban su nombre haciéndose llamar zapatistas. El 4 de diciembre de ese año Villa y Zapata tuvieron la célebre entrevista de Xochimilco, lográndose una alianza militar entre ambos ejércitos. Villa aceptó en cambio el Plan de Ayala, a excepción de sus acusaciones a Francisco I. Madero, quién había sido su redentor y se obligó a dar armas a Zapata.
Concretados estos acuerdos, Emiliano Zapata partió rumbo a Amecameca y tomó Puebla el 17 de diciembre de 1914, aunque en los primeros días de enero la plaza le fue arrebatada por las fuerzas del general Álvaro Obregón. Este habría de dedicar sus mayores esfuerzos para combatir al poderoso ejército villista, dando lugar a que durante 1915 Morelos fuera gobernado por los campesinos levantados en armas, asesorados por los intelectuales de la lucha suriana. En 1916, una vez que Venustiano Carranza se había instalado en la Ciudad de México y que Francisco Villa hubiera sufrido serias derrotas por parte del ejército de Álvaro Obregón, Carranza dispuso la ofensiva contra el zapatismo, al mando de Pablo González Garza. Con apoyo incluso de la aviación del ejército, Cuernavaca fue ocupada por los constitucionalistas en mayo y, aunque regresó efímeramente a manos de los zapatistas, quedó definitivamente en su poder el 8 de diciembre de ese mismo año. Ante la carencia de armas y ya sin el apoyo villista, en muy poco tiempo casi todas las poblaciones del estado quedaron en poder de los constitucionalistas. En 1917, Zapata, lanzando una contraofensiva, reconquistó Jonacatepec, Yautepec, Cuautla, Miahuatlán, Tetecala y Cuernavaca.
En marzo expidió la ley administrativa para el estado, reabrió escuelas, creó instituciones para reiniciar la producción de alimentos del campo y continuó la guerrilla en zonas periféricas y de frontera. Sin embargo, en octubre del mismo año entró a Morelos el general Pablo González Garza, apoderándose del territorio. Para 1918, Emiliano Zapata era, un guerrillero con poco futuro, pues ante las constantes batallas y lo escaso de las municiones, la muerte de los cabecillas y la ley agraria de Carranza, que apaciguó la causa suriana, su movimiento, indudable manifestación del descontento campesino, no llegó a consolidarse como una verdadera organización político-militar. Siendo una rebelión de masas campesinas, se limitó a realizar su guerra de guerrillas a partir de ese mismo año, continuando así hasta su muerte en 1919.
La guerra por parte del gobierno tomó perfiles despiadados en el norte. El gonzalista Jesús Guajardo le hizo creer a Zapata que estaba descontento con Carranza y que estaría dispuesto a unirse a él. Zapata le pidió pruebas y Guajardo se las dio al fusilar a aproximadamente cincuenta soldados federales, con consentimiento de Carranza y Pablo González, y ofrecerle a Zapata armamento y municiones para continuar la lucha. Así, acordaron reunirse en la Hacienda de Chinameca, Morelos, el 10 de abril de 1919. Zapata acampó con sus fuerzas a las afueras de la hacienda, y se acercó a la misma acompañado únicamente por una escolta de diez hombres. Al cruzar el dintel, un ordenanza apostado a la entrada, tocó con su clarín la llamada a honores. Esa fue la señal para que los tiradores, escondidos en las azoteas, abrieran fuego contra Zapata, que alcanzó a sacar su pistola, pero un balazo se la tumbó; después el caudillo cayó muerto. No pocos condenaron el procedimiento. Además, esto dio lugar a que, una vez muerto por más de veinte impactos de escopeta en el cuerpo, Zapata se convirtiera en el propagador de la revolución y símbolo de los campesinos desposeídos. El movimiento continuó, aunque ya con menos intensidad, y los zapatistas acordaron nombrar a Gildardo Magaña Cerda jefe del Ejército Libertador del Sur. Él sería el último, pues casi un año después, los antiguos compañeros de Zapata se integrarían al gobierno aguaprietista, aunque algunos de ellos serían asesinados por el mismo gobierno.
Hace algún tiempo,[¿cuándo?] se publicó un texto que cuestiona la versión oficial de la muerte de Zapata en la Hacienda de Chinameca. Hasta la fecha no ha habido una respuesta pública, con argumentos, ni siquiera de historiadores profesionales, que refute este cuestionamientos a la versión oficial.
Desde 1919 sus restos descansaron en el Panteón municipal de Cuatla. El 10 de abril de 1932 fueron exhumados los restos de Emiliano Zapata a la Plaza Revolución del Sur a una estatua en su honor —que es diferente a la que está actualmente—.
Ha habido intentos posteriormente de transportarlos al Monumento a la Revolución (México), sin embargo, familiares e intelectuales se apusieron ya que descansarían junto a los de Venustiano Carranza, que mandó a orquestar su asesinato. Entre los más destacables se encuentran los ocurridos en 1976 y en 2019 —centenario luctuoso—.
El motivo por el que se incorporó a Zapata al ejército fue el hecho de que había raptado a una joven. La acusación la puso el padre de Inés Alfaro Aguilar, joven con quien tiempo después Zapata tendría dos hijos: Nicolás y Elena Zapata Alfaro. En la fotografía en la que Zapata aparece junto al Gral. Pancho Villa sentado en la silla presidencial, el niño más pequeño que se asoma es Nicolás. También según el historiador Jesús Sotelo Inclan, Zapata se casó con una joven de clase acomodada llamada Luisa Merino y al caer la dictadura porfirista, el 20 de agosto de 1911 contrajo matrimonio con la señorita Josefa Espejo Sánchez conocida como “La Generala” originaria de Anenecuilco, hija de don Fidencio Espejo y Guadalupe Sánchez Merino con quien procreó dos hijos más. El primero tuvo por nombre Felipe; este nació en el cerro El Jilguero y murió a la edad de cinco años, en uno de los tantos refugios que como familia tuvieron, luego de ser mordido por una víbora de cascabel. La segunda hija fue Josefa; ella nació en Tlaltizapán y un año antes que su hermano Felipe murió a consecuencia de una picadura de alacrán. Así Josefa quedó sin hijos en poco tiempo. Sin embargo, Zapata tuvo más hijos como es el caso de Ana María Zapata, hija de Petra P. Torres.[cita requerida]
Entre la gente común del estado de Morelos, que se negaba a dar crédito a la muerte de Zapata, circulaba la creencia de que no era su caudillo el que había sido asesinado por Guajardo. Se decía que le hacía falta un lunar, que si Zapata era más alto o más moreno. Se decía que no era posible que, si Zapata había escapado a tantas emboscadas y siempre había tenido tan buen olfato para los engaños, hubiera caído de esta manera. Se decía que Zapata había mandado en su lugar a uno de sus compadres, con quien compartía un gran parecido. Sin embargo, la identificación del cadáver de Zapata por parte de antiguos compañeros de armas y gente cercana fue contundente: el cadáver correspondía al caudillo del sur.
Las leyendas llevaron a Zapata hasta el Lejano Oriente, donde un compadre árabe le habría ofrecido protección; según esa leyenda, Zapata se había embarcado en Acapulco para huir a Arabia. Otros más aseguraban que en las noches de luna, se le podía ver cabalgando cerca de Anenecuilco, el sitio de su nacimiento. También allí ubicaban, décadas después, a un anciano encerrado en una casa, que aseguraban era Zapata. Un corrido escrito en esos días dio una idea de esta situación.
Su cuerpo al fin sepultaron
llenos de júbilo y gozo
y muchos, muchos lloraron
por sus culpas y reposo.
Pero su alma persevera
en su ideal libertador
y su horrible calavera
anda en penas, ¡oh terror!
Por las orillas de Cuautla
flota una horrible bandera,
que empuña la calavera
del aguerrido Zapata.
Tal constancia a todos pasma;
de la noche en las negruras,
se ve vagar su fantasma
por los montes y llanuras.
Se oyen sonar sus espuelas,
sus horribles maldiciones
y, rechinando las muelas,
cree llevar grandes legiones.
Extiende la yerta mano
y su vista se dilata...
¡Recorre el campo suriano
el espectro de Zapata!
Zapata es el autor de la famosa frase «Es mejor morir de pie que vivir toda una vida arrodillado». Dolores Ibárruri, «La Pasionaria», ciertamente la popularizó.
La llamada Ruta de Zapata es un proyecto turístico para conocer la historia del llamado caudillo revolucionario.
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