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Ernest Renan



Joseph Ernest Renan (TréguierCôtes-d'Armor—, 27 de febrero de 1823-París, 2 de octubre de 1892), conocido simplemente como Ernest Renan, fue un escritor, filólogo, filósofo, arqueólogo e historiador francés.

Destacó principalmente por sus controvertidas obras sobre Jesús de Nazaret y el cristianismo primitivo, así como por sus polémicas teorías acerca de los pueblos semitas y el islam, los tipos de razas y el concepto «espiritual» de nación. Según Pierre-André Taguieff, Renan es «el verdadero fundador del antisemitismo erudito o antisémitisme savant en Francia, un antisemitismo no político, estrictamente especulativo, que no hace ningún llamamiento a una persecución».[1]

Su padre Philibert, ferviente republicano, fue un antiguo patrón de pesca de altura[9]​ venido a menos que murió arrastrado por un golpe de mar[10]​ cuando él tenía cinco años,[11]​ por lo que fue criado entre su madre —hija de un hombre de negocios de ideas monárquicas, originaria de la vecina comuna de Lannion— y su hermana Henriette-Marie, doce años mayor que él.[12]​ Inicia la carrera eclesiástica en el seminario de Tréguier (1832-1833), donde se le tiene por un alumno «dócil, paciente, diligente, meticuloso y exacto».

Tras el fallecimiento de su padre, se traslada a vivir con su madre y su hermana a la casa de su abuela materna, ubicada en el n.º 12 de la antigua rue de l'Allée de Lannion, actual Avenue Ernest Renan, donde residen hasta 1831.[9]

En cursos posteriores, pasa por los de Saint-Nicolas-du-Chardonnet (septiembre de 1838-1841; gracias a una beca conseguida por su hermana Henriette) —un centro situado en la actual Maison de la Mutualité, donde la joven nobleza católica convive con los estudiantes más aventajados—, Issy-les-Moulineaux (octubre de 1841-1843) y Saint-Sulpice (1843-6 de octubre de 1845),[13]​ considerado por Renan como «una escuela de virtud».[14]

Pero una profunda crisis religiosa (cuya influencia se hará visible en varias generaciones de intelectuales franceses hasta el comienzo de la Gran Guerra) le hace abandonarla.[15]

Se siente atraído entonces por los sistemas filosóficos de Thomas Reid, Nicolas Malebranche, Friedrich Hegel, Immanuel Kant

Pese a seguir despertándole «cierta ternura» (Renan no fue nunca una persona profundamente convencida de sus principios teológicos: su fe procede más bien de ciertas emociones infantiles y, sobre todo, de un idealismo religioso típicamente celta, del que el filósofo nunca tratará de liberarse),[16]Jesús ha dejado de ser el Dios-hombre de su niñez y los Evangelios se han convertido para él en «biografías legendarias».[17]

Tras una breve estancia en el Colegio Stanislas de París, recibe alojamiento y comida gratis a cambio de dos horas de clase diarias en el liceo Enrique IV,[9]​ lo que le deja tiempo suficiente para preparar el examen de acceso a la Universidad, estudiar hebreo, árabe, siriaco y sánscrito, trabajar en la Biblioteca Nacional (Departamento de Manuscritos) o entablar cierta amistad con el químico e historiador Marcelin Berthelot.

Escribe en la revista filosófica y literaria La Liberté de Penser (1847-1851), en la que colaboran, entre otros, Charles Baudelaire, Jules Michelet, Eugène Sue, Jules Simon, Adolphe Thiers y Gustave Vapereau.[18]

Hacia 1849, comienza la redacción de L'Avenir de la Science (Pensées de 1848) [Ρaris: Calmann-Lévy, Éditeurs; 1890], en la que el autor —siguiendo las indicaciones de Augustin Thierry— rechaza ya cualquier atisbo de posible relación con lo sobrenatural (que reduce a un simple fenómeno psicológico vinculado al poder de sugestión de los taumaturgos del Antiguo Oriente),[19]​ basado en un férreo determinismo antropológico y una consideración casi religiosa de la Ciencia positiva, trazando así las líneas teóricas de todo su futuro trabajo intelectual.[20]

A mediados de la siguiente década, empieza a colaborar en las revistas Revue des Deux Mondes (1851) y Journal des Débats (1853), cuyos artículos aparecerán recopilados más tarde en Études d'Histoire Religieuse [Ρaris: Michel Lévy Frères, Libraires-Éditeurs; 1857] y Essais de Morale et de Critique [Ρaris: Michel Lévy Frères, Libraires-Éditeurs; 1859].[16]

El 11 de septiembre de 1856, contrae matrimonio con Cornélie-Henriette Scheffer, hija del pintor Henry Scheffer, con la que tiene tres hijos: Ary (pintor simbolista y escritor, cofundador en 1899 de la denominada Ligue des Bleus de Bretagne, de carácter anticlerical. Al año siguiente, murió sin descendencia), Ernestine (París, 10 de mayo de 1860-marzo de 1861) y Noémie, quien a su vez se casará en 1882 con el escritor y erudito francés de padres griegos Jean Psichari (Odesa, 1854-1929).

De esta relación, nacen sus hijos Ernest (1883-1914), conocido militar y escritor converso al catolicismo, Henriette [Revault d'Allonnes] (1884-1972), Michel (1887-1917. Contrajo matrimonio con Suzanne Thibault, hija de Anatole France) y Madeleine [Siohan] Psichari (1894-1982).

En 1849-1850[21]​ y 1860-1861 (patrocinada por Napoleón III), interviene en otras tantas campañas arqueológicas por Italia (Roma, Florencia, Venecia y Padua;[16]​ mientras prepara su tesis doctoral sobre Averroes y el averroísmo, que publica por primera vez en 1852), Egipto y Oriente Próximo (Tiro, Sidón, Arwad…)[22]

Durante esta última, el 24 de septiembre de 1861, fallece de paludismo su hermana Henriette-Marie en la ciudad libanesa de Amchit, cerca de Gebal, la antigua Biblos, donde fue sepultada.[23]​ Ernest, también muy enfermo, es trasladado semiinconsciente a Beirut y conducido de regreso a Francia.[23]

De este momento, proceden al menos nueve piezas de notable interés arqueológico, donadas por Renan al Museo del Louvre, en el que se exponen de forma permanente.

El 2 de diciembre, toma posesión de la cátedra de Lengua hebrea, caldea y siriaca del Collège de France, a la que venía aspirando desde 1857. La lección inaugural versó sobre el papel de los pueblos semitas en la historia de la civilización[24]​ y, efectivamente, se convirtió en «una batalla» (a Flaubert).

El texto apareció en el Journal des Débats acompañado de un artículo de Prévost-Paradol el 25 de febrero de 1862, provocando la furia del partido clerical y la inmediata suspensión del curso. Al día siguiente, Renan recibe una carta del ministro de Instrucción Gustave Rouland en la que le notifica la citada suspensión por no respetar el compromiso formal de excluir de su enseñanza «toda opinión personal contraria a los principios fundamentales de la religión cristiana».[19]

En enero, es elegido miembro de la Academia Prusiana de las Ciencias, también conocida como Academia de Berlín. Fueron nombrados en la misma sesión, entre otros, James Young Simpson, de Edimburgo; Theodor Schwann, de la Universidad de Lieja; Jacob Grimm, de Berlín; y Max Müller, de Cambridge.[25]

Tras la definitiva aparición de la Vie de Jésus la mañana del 24 de junio, se ve obligado a abandonar el Collège de France, siendo sustituido al año siguiente por el erudito francés de origen prusiano Salomon Munk.

En Sens, Marsella, Montauban, Lyon…, obispos y arzobispos condenan un libro que los fieles no deberán «leer [ni] conservar [ni] vender [ni] prestar».[19]

Frecuenta en Saint-Gratien el salón de la princesa Matilde Bonaparte, un círculo político y literario por el que desfilaron a lo largo de tres generaciones Sainte-Beuve, Taine, Flaubert, Gautier, Pasteur, los hermanos Goncourt[26]

El 2 de marzo de 1864, dado que el ritmo de ventas de la primera edición va disminuyendo, Michel Lévy lanza una tirada popular de la que se suprimen varios pasajes originales.[19]

Viaja por la antigua Fenicia (Mission de Phénicie; 1864), Egipto (Les Antiquités et les Fouilles d'Égypte; abril de 1865),[27]Damasco, Antioquía, Asia Menor y Grecia (Micenas, Corinto, Atenas…),[28][29]​ donde compone su celebrada Prière sur l'Acropole.

Como político independiente, opta al cargo de diputado por el departamento de Seine-et-Marne, que no llega a conseguir.[29]

Viaja por el mar del Norte con el príncipe Jerónimo Napoleón Bonaparte II. Estando en Noruega,[21]​ recibe la noticia de la declaración de guerra entre Francia y Prusia.[29]

El mismo año, expresa sus puntos de vista liberales en el texto La Monarchie Constitutionnelle en France [Ρaris: Michel Lévy Frères, Libraires-Éditeurs; 1870]; mantiene correspondencia con el teólogo alemán David Friedrich Strauss.

Comienza Dialogues et Fragments Philosophiques [Paris: Calmann-Lévy, Éditeurs; 1876], inspirados en la derrota de Sedán de 1870 y la denominada Comuna de París.[29]

Es investido oficial de la Legión de Honor. El mariscal Mac Mahon se negaba a firmar el correspondiente decreto del ministro de Instrucción Agénor Bardoux, por lo que el nombramiento se demoró un año.[30]

El 13 de junio, es elegido miembro de la Academia Francesa, en la que ocupa la silla 29, vacante tras el fallecimiento en febrero de ese año de Claude Bernard. Pronuncia su discurso de ingreso el 3 de abril de 1879,[31]​ siendo recibido por Alfred Mézières.

Su defensa del «[…] viejo espíritu francés contra injustos reproches que vienen tan a menudo de nuestra casa como de la vuestra» produjo tal revuelo tanto en Francia como en Alemania que el flamante académico tuvo que explicar el verdadero alcance de sus palabras mediante un artículo en el Journal des Débats titulado Lettre à un Ami d'Allemagne.[30]

Realiza su segundo viaje a Oriente Próximo.[30]

Vuelve a Italia en varias ocasiones.[30]

Invitado por el Patronato de la Fundación Hibbert y la Royal Institution, imparte una serie de conferencias en Londres sobre el origen del cristianismo.[30]

Es designado «administrador» del Collège de France.[24]

Es nombrado comendador de la Legión de Honor.[32]

Renan y su familia pasan los meses de verano en la vivienda de Rosmapamon («La colina de los hijos de Amón»), en Perros-GuirecCôtes-d'Armor—.[33]​ Su nieto Ernest la describe como «[…] una casa muy sencilla, muy agradable, con un jardín encantador con vistas al mar, sobre una colina sombreada de raquíticos pinos, bordeados por una hilera de árboles verdes, […] de un misterio penetrante».[34]

Es ascendido al grado de gran oficial de la Legión de Honor.[32]

El 4 de noviembre, otorga testamento. Entre otras disposiciones sobre su obra, el autor expresa su voluntad de que sea su esposa, Cornélie-Henriette, la encargada tras su fallecimiento de la edición de un «pequeño volumen de recuerdos de mi hermana Henriette. […] la persona que más ha influido en mi vida».[35]

Sus últimos criterios se caracterizan por un cierto «diletantismo místico»[36]​ («No se puede tachar a Renan de escepticismo ni en esta etapa [c. 1848] ni más tarde»)[37]​ que, en todo caso, no parece afectar excesivamente al conjunto de sus ideas.[38][39]

Lo mismo piensa al respecto Anatole France:

Tras fallecer el 2 de octubre, se instala la capilla ardiente en el vestíbulo del Collège de France. El futuro presidente de la Asamblea Nacional Édouard Herriot lo recuerda así:

Portrait of Henriette Renan.jpg
Henriette-Marie Renan
(22 jul. 1811-24 sep. 1861)

Joseph Ernest Renan
(28 feb. 1823-2 oct. 1892)

Marie Jeanne Le Saint
(9 oct. 1768-21 ene. 1806)

Desde una perspectiva estrictamente racionalista, aborda la denominada «búsqueda del Jesús histórico» en su Vie de Jésus (París, 24 de julio de 1863),[43]​ escrita —o comenzada al menos— durante su estancia en Ghazir (Líbano) hacia 1860-1861, y en la que el autor ofrece una interpretación del Nuevo Testamento libre de toda referencia sobrenatural y una visión de Jesús como «un hombre incomparable, tan grande que no me gustaría contradecir a aquellos que, impresionados por el carácter excepcional de su obra, lo llaman Dios».[44][45]​ Esta publicación, en la que niega la divinidad de Jesucristo y, por ende, su resurrección,[46]​ le obliga a dejar el Collège de France, donde se producen violentas manifestaciones que amenazan con suspender su actividad (el Gobierno imperial le ofrece a cambio la dirección de la Biblioteca Nacional, que rechaza), a la vez que le vale el apelativo de «blasfemo europeo» por parte del papa Pío IX,[47]​ quien felicita al archivero de Reims por haber prohibido el libro.[19]​ Renan tilda a Jesús de Nazaret de «anarquista»:[48]

No obstante, parece que no llega a ser excomulgado, aunque su obra fue incluida en el Index librorum prohibitorum.[50]​ En España se publicaron varias obras refutadoras de la Vida de Jesús, entre ellas, un folleto provocador titulado La Vida de Jesús, impugnación de M. Renan (1863), de Miguel Sánchez,[51][52]​ y La Virgen María y el Redentor de la humanidad (1866), del presbítero Emilio Moreno Cebada, en cuyo prólogo el canónigo de Barcelona Tomás Sivilla manifestaba que La vida de Jesús escrita por «el impío racionalista escéptico y panteísta Mr. Renan» había «arrancado un grito unánime de dolor e indignación a la sociedad cristiana».[53]

Ítem más. En su discurso del 11 de marzo de 1882 intitulado ¿Qué es una nación? (Qu'est-ce qu'une Nation?),[54]​ el autor ofrece una idea bien distinta del término de la que se venía aceptando, comúnmente, hasta entonces. Según Renan, más que los componentes raciales o hasta la existencia de un idioma propio, lo que verdaderamente distingue a unas naciones de otras es el hecho de haber vivido una historia común, tiempos felices y trágicos, así como la determinación de querer vivir nuevos acontecimientos de esa misma manera. La religión, la raza, el idioma, la cultura, la comunidad de intereses o el territorio donde se asienta («lo que se llama las fronteras naturales») quedan así en un segundo plano:[55]

[…]

También su particular visión de los pueblos semitas y el islam ha sido duramente contestada. Para Renan, la cultura semítica está limitada por el dogmatismo, por lo que carece de una concepción cosmopolita de la historia;[56]​ mientras que tacha a los semitas de «una raza incompleta»,[57][58][59][60]​ lo que ha llevado a ciertos autores a considerarlo uno de los padres del antisemitismo de mediados del siglo XIX y principios del XX, así como la punta de lanza de un colonialismo fundado sobre sus apreciaciones acerca de las «razas semitas» y su idea de nación. Hay que recordar al respecto que el autor basa el sentido de raza más en factores culturales (lingüísticos —«razas lingüísticas»— o religiosos) que étnicos, por lo que sus referencias a los semitas incluyen en la misma categoría a árabes y judíos, las denominadas «religiones del desierto».[61]

Para acabar afirmando:

O en otro momento:

El islam, por su parte, «[…] es la unión indiscernible de lo espiritual y lo temporal, es el reinado de un dogma, es la cadena más pesada que la humanidad haya cargado jamás».[64]

Según el autor, la «raza inferior» está constituida por la población negra de África, los aborígenes de Australia y los indígenas de América; en el siguiente escalón, sitúa la denominada «raza intermedia», es decir, la «amarilla»: chinos, japoneses, tártaros y mongoles. Por último, en el nivel superior de esta clasificación, Renán coloca la «raza blanca», compuesta a su vez por las razas aria y semítica, que «tienen en común el rasgo soberano de la belleza». Lingüísticamente, por el contrario, considera que las lenguas semíticas se han visto estancadas en su desarrollo, mientras que las indoeuropeas han seguido evolucionando continuamente.[65]

En cualquier caso, no debe considerarse a Renan como el creador de un corpus filosófico propio (quizá ni él mismo pretendió ser nunca un «filósofo coherente»), sino como el propagador de una serie de ideas basadas en el positivismo francés y el idealismo alemán, calificables indistintamente de panteistas, deistas o idealistas; y cuya aseveración fundamental sería la absoluta imposibilidad de una cierta relación con lo sobrenatural y, consecuentemente, de la participación de Dios («La existencia de Dios —queda— es posible, probable incluso…»)[66]​ en la historia de los hombres.[38]

Renan influyó de manera explícita en autores como «Clarín», Palacio Valdés, Blasco Ibáñez o la Pardo Bazán, entre otros.[36]​ No obstante, cabe resaltar que el número de sus obras que han sido traducidas al español en algún momento sigue resultando, con pocas excepciones, escaso.

Se recogen en esta relación algunas de las piezas más destacadas descubiertas por Renan durante sus numerosos viajes especialmente a Oriente Próximo, varias de las cuales se han conservado hasta ahora en el Museo del Louvre, y cuya autenticidad fue puesta en duda en su momento (octubre de 1861) por los denominados ultramontanos.[19]

Entre otras distinciones y reconocimientos, Renan fue miembro de la Academia Francesa, Academia de Inscripciones y Lenguas Antiguas (desde 1856), Academia de Ciencias de San Petersburgo (actual Academia de Ciencias de Rusia), la Société Asiatique (de la que fue presidente desde 1884 hasta su fallecimiento en 1892), gran oficial de la Legión de Honor y «administrador» del Collège de France. En 1847, con 24 años, obtuvo el premio Volney por su Essai historique et théorique sur les langues sémitiques en général et sur la langue hébraïque en particulier, publicado parcialmente en 1855 como Histoire Générale des Langues Sémitiques.[74]


El 4 de octubre de 1968, se crea la Société des Études Renaniennes (Sociedad de Estudios Renanianos), ubicada en el n.º 16 de la rue Chaptal de París.

En 1973, con ocasión del 150.º aniversario de su nacimiento, el Servicio de Correos de Francia emite un sello conmemorativo con la efigie del escritor.

Se le han dedicado también una serie de calles y avenidas de Bélgica y Francia:

Flag of Belgium.svg Bélgica

Flag of France.svg Francia

Se custodian también los siguientes:



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