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Esperiega




La manzana esperiega (también conocida como espedriega) es un cultivar propio del Rincón de Ademuz, provincia de Valencia (Comunidad Valenciana, España).

Aunque originaria del Rincón de Ademuz, manzanos de esta variedad pueden encontrarse también municipios próximos de Cuenca y Teruel.[1]

Se desconoce la etimología de la palabra «esperiega» aplicada a este cultivar, aunque por sinonimia se la hace derivar de Hespérides, ninfas protectoras de los árboles frutales en la mitología griega.[2]​. El Diccionario de la Real Academia dice que «esperiega» es una deformación de «asperiega».

Hipotéticamente, la manzana debió producirse por hibridaciones naturales basadas en los manzanos existentes, de donde los agricultores la seleccionaron intuitivamente por sus peculiares características de color, sabor y conservación.[2]

La primera referencia a las manzanas en el Rincón de Ademuz está en las «Observaciones» (1797) del naturalista valenciano Cavanilles (1745-1804), quien al decir de la producción agropecuaria de la villa de Vallanca refiere que hay «mucha manzana» aunque sin especificar variedades.[3]​ No obstante, mediado el siglo XIX (1845-50), el estadista Pascual Madoz (1806-1870), al decir de la producción agrícola de los pueblos del comarca, no menciona en ningún caso la existencia de manzanas,[4]​ debiendo entender sin embargo que aunque existieran, su cultivo no era significativo.

La producción de manzanas en el Rincón de Ademuz ya era notable en los años veinte y treinta del siglo XX aunque la mayor cosecha tuvo lugar en la posguerra inmediata, en los años de 1945 a 1955. En una crónica de Vicente Badía Marín (1919-1995), el periodista y escritor valenciano hace referencia a distintas variedades de manzana cultivadas en la comarca:

La mayor producción de manzana en la zona tuvo lugar en 1945: solo en la huerta de Torrebaja, se produjeron 1.200.000 kilogramos, alcanzando la esperiega un precio superior a las 6 pesetas el kilo, un importe considerable entonces superior a ninguna otra manzana.[5]

El escritor Paco Candel (1925-2007), a su paso por Torrebaja (en septiembre de 1964), percibe su inconfundible aroma y escribe:

El manzano esperiego es el último que florece, siendo también larga su floración, cualidad nada despreciable, pues la zona, aunque posee un microclima especial dada su situación geográfica en un valle rodeado de montañas, no deja de ser de clima continental, con veranos calurosos, inviernos fríos y frecuentes heladas tardías. Es también la última manzana que se cosecha. El frío que va dominando el ambiente en los últimos días de octubre y primeros de noviembre confiere a esta fruta el colorido verde, amarillo y rojo que la caracteriza. Tras la cosecha, sin embargo, resulta recomendable dejar la fruta en reposo durante varias semanas (20 o 30 días), tiempo en que se producen cambios exteriores e interiores: el verde de su piel se transforma en amarillo, al tiempo que el rojo intensifica su color; asimismo, su pulpa, sin perder textura, se hace más tierna, incrementando su sabor.[2]

La esperiega es una manzana vistosa y de buen tamaño, de piel fina y tacto suave, su carne es densa, prieta, jugosa y dulce, lo que hace de ella una fruta de gran personalidad. Una de sus características más apreciadas antaño era que se conservaba durante mucho tiempo sin necesidad de cámaras, algo muy importante entonces de cara a mejorar sus cualidades y su comercialización. De hecho la manzana esperiega va madurando durante el invierno, conservándose hasta abril y mayo, sin perder sus cualidades organolépticas.[2]​ En la I Fiesta de la Manzana Esperiega celebrada en Ademuz (2013), se la define recogiendo sus particularidades:

Se reconocen dos tipos de manzana esperiega, una «amarilla» y otra «encarnada», según el predominio de uno u otro color en la fruta madura. Asimismo, existe una particular «manzana helada», su aspecto congelado se debe a la cristalización de los azúcares que posee.[2]

Según la «Descripción de variedades tradicionales del banco germoplasma nacional de manzano» (2007):[8]

Tradicionalmente, la manzana esperiega se come cruda, hervida o asada como postre en las comidas, aunque su uso gastronómico es variado, utilizándose también en guisos y en repostería, para hacer tartas, mermeladas, pasteles y zumos. Durante la Fiesta de la Manzana Esperiega se hacen concursos de tapas, tartas y pasteles basados en esta variedad de manzana.[7]​ Sobre la manzana esperiega se ha escrito:[2]

Presentación de manzanas esperiegas en el Mercado agroalimentario de la IV Fiesta de la manzana esperiega (Torrebaja, Valencia), 2016.

Detalle de manzanas esperiegas en el Mercado agroalimentario de la IV Fiesta de la manzana esperiega (Torrebaja, Valencia), 2016.

Detalle de manzanas esperiegas en el Mercado agroalimentario de la IV Fiesta de la manzana esperiega (Torrebaja, Valencia), 2016.

Manzanas esperiegas en el Mercado agroalimentario de la IV Fiesta de la manzana esperiega (Torrebaja, Valencia), 2016.

Grafiti en El Cerrado de Casasbajas (Valencia), relativo a la VI Fiesta de la Manzana (2018).




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