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Fuerte de Navidad



Natividad, La Navidad, Fuerte Navidad o Villa Navidad fue un fuerte que Cristóbal Colón y sus hombres construyeron en la costa norte de la isla de La Española en la Navidad de 1492 con los restos de la embarcación encallada, la Santa María, y que fue destruido en 1493. Fue el primer asentamiento español establecido en el Nuevo Mundo.

Cristóbal Colón emprendió el viaje desde España con dos carabelas, pequeñas y rápidas, y una nao, más grande y pesada. Los nombres de las dos carabelas eran La Niña y La Pinta y la nao era la Santa María. Su intención era arribar a Asia, las Indias, navegando hacia el oeste.

Tras su llegada a la isla de San Salvador (Bahamas) el 12 de octubre de 1492, Cristóbal Colón había navegado por el Mar Caribe muchas millas descubriendo nuevas islas y preguntando en todas ellas por el oro a los indios, que lo llevaban ocasionalmente en pequeñas cantidades como adorno. De acuerdo con el diario de a bordo de Colón, durante el primer viaje la relación con los nativos que Colón iba encontrando era buena e incluso estos colaboraban con él activamente como guías en sus expediciones de forma voluntaria.

El 5 de diciembre de 1492, Colón descubrió la isla que luego nombró Hispaniola. Los nativos la llamaban Quisqueya ("madre de todas las tierras", en la parte occidental), Bohio ("casa para los taínos"), Babeque (palabra taína que significaba "tierras con oro") y Ayti en la parte montañosa y árida del oeste. La palabra bohío fue admitida por la Real Academia Española con el significado de 'cabaña de América hecha de madera, ramas o paja. La Isla de la Española hoy se encuentra dividida políticamente en dos países, Haití y República Dominicana.

Aunque en las capitulaciones que había firmado Cristóbal Colón con los Reyes Católicos para emprender el viaje no estaba la construcción de una población, el Almirante buscaba un lugar idóneo para crear un asentamiento o fortaleza. La Isla de la Española, además de ser de las más grandes del Caribe, tenía un probable yacimiento de oro en el interior. En este orden de cosas, Colón envía desde la bahía de Santo Tomás de dicha isla a un grupo de hombres, al mando de Rodrigo de Escobedo, para hablar con el gran cacique de la isla, Guacanagarí, líder de los taínos en el Cacicazgo de Marién. Los mensajeros regresaron con regalos del cacique (entre ellos pedazos de oro) y con noticias esperanzadoras acerca del oro, y además comentaron que los taínos les habían hablado de un tal Cibao, que les sonó una palabra parecida a Cipango, el nombre dado por los europeos a Japón en la Baja Edad Media. Colón, que pensaba que se encontraba en Asia, consideró que eran muy buenas noticias. Cibao era realmente una región de la isla controlada por el cacique indígena caníbal llamado Caonabo, del Cacicazgo de Maguana, enemigo de los taínos del Cacicazgo de Marién, gobernados por Guacanagaríx.

El 24 de diciembre de 1492, Cristóbal Colón tomó la decisión de conocer personalmente al cacique Guacanagarí cuando saliera el sol. Navegó desde el Cabo de Santo Tomás hasta Punta Santa y al oscurecer decidió descansar, dejando el control de la nao Santa María a un mozo grumete. A las 12 de la noche, las corrientes de la zona fueron conduciendo a la nao hacia un banco de arena. El grumete dio la voz de alarma y al darse cuenta la tripulación de que el naufragio era inevitable, abandonaron la nave rescatando lo que se pudiera salvar. Con toda la tripulación a salvo, Colón envió a Pedro Gutiérrez y a Diego de Arana a pedir auxilio a Guacanagari, que respondió enviando canoas. Pese a que no hubo muertos, la nao quedó inservible.

El encallamiento de la nao Santa María se produjo en las coordenadas 19°45′N 72°12′O / 19.75, -72.2[1]​ frente a Punta Santa, hoy llamada Bahía del Cabo Haitiano.

Durante sus exploraciones en la isla, Colón fue observando el nivel de importancia que tenían los aborígenes con los cuales sostenía comunicaciones, por lo que fácilmente pudo darse cuenta de que Guacanagaríx era el más importante de cuanto había visto, por lo que procedió de inmediato a concertar una alianza con éste. El cacique al momento de llegar los españoles sostenía serias contradicciones con otros caciques taínos, principalmente con Caonabo, que había conllevado acciones violentas, por lo que su alianza con Colón fue vista por él como un refuerzo en su lucha. La alianza como es fácil deducir a quien más convenía era al almirante, ya que Guacanagaríx lo puso al tanto de toda la situación de la isla de Quisqueya, y prestó grandes ayudas, principalmente luego de que la nave capitana la Santa María encallara por descuido de la tripulación.

El 26 de diciembre de 1492, el Almirante tomó los restos de la nao Santa María para comenzar a construir un fuerte que llamó Villa Navidad, porque el naufragio había ocurrido en Nochebuena. Durante los 9 días siguientes se llevó a cabo la limpieza del terreno y la deforestación de la zona. Tras lograr espacio, los españoles construyeron un foso que rodeaba un espacio interior, donde situaron cabañas de madera y una torre fortificada. En este orden se encontraban las obras cuando Colón emprendió el regreso a España el 4 de enero de 1493.

Así quedó fundada la primera construcción española en América. El fuerte estaba localizado frente al naufragio, entre la desembocadura del río Guárico y la Punta de Picolet, en la costa noroccidental del moderno Haití.

Cristóbal Colón decidió retornar a España con las dos naves restantes, las carabelas La Niña y La Pinta, dejando en el fuerte 39 hombres armados con provisiones suficientes para que lo esperaran y a las órdenes de Diego de Arana, alguacil de la expedición. También quedaron, como tenientes de Arana, Pedro Gutiérrez, repostero de estrado del rey Fernando II de Aragón, y el segoviano Rodrigo de Escobedo, escribano de la armada.

Las razones por las que dejó el fuerte La Navidad con los hombres eran de doble naturaleza: por un lado quería demostrar e informar a los Reyes Católicos del éxito de su empresa, que incluía la colonización. Por otro, tras el naufragio de la Santa María y la ausencia de La Pinta, que al mando de Martín Alonso Pinzón se hallaba costeando por su cuenta, no quedaban plazas suficientes en La Niña para cruzar el océano Atlántico cargada con toda la tripulación de la nave destruida.

Tras dos meses de travesía alcanzó con La Niña Lisboa (Portugal) y después Palos de la Frontera. Días antes, La Pinta, al mando de Martín Alonso, arribaba a Bayona (España) y posteriormente también se dirigiría a Palos. En abril de 1493 Colón llegó a Barcelona, donde fue recibido por los Reyes Católicos como un héroe. El informe que Colón escribió a los reyes explicando lo que había visto en las nuevas tierras visitadas, se reprodujo y fue leído con gran interés por los europeos. Los resultados obtenidos animaron a la corona a preparar el Segundo viaje de Colón.

Cristóbal Colón recibió de los Reyes Católicos instrucciones para que colonizara las nuevas tierras descubiertas. Colón reunió una flota con 1500 hombres en 17 embarcaciones y salió de España el 25 de septiembre de 1493.

El 22 de noviembre de 1493, Colón regresó a La Española, habiendo recorrido previamente casi todo el arco de las Antillas Menores. El 25, Colón envió desde Monte Cristi una barca a la Isla, que encontró dos cadáveres irreconocibles, con una soga de esparto al cuello y con los brazos en cruz atados a un madero. El 26 de noviembre hicieron lo mismo y hallaron dos cadáveres crucificados, en esta ocasión con barba, de modo que no había duda de que se trataba de los españoles. Una canoa indígena se dirigió a los barcos pero los españoles la ignoraron, de manera que esta regresó a la costa. Por la noche, la flota llegó al lugar donde habían construido el fuerte, pero no tomó tierra, en prevención de los bajos fondos. Se dio orden de disparar los cañones para anunciarse, pero no recibieron respuesta ni encontraron luces en la costa, por lo que decidieron esperar en las embarcaciones al nuevo día.

A las cinco de la mañana, una canoa con indios taínos se acercó al buque y llamaron a Colón. Tranquilizaban a los españoles recién llegados diciéndoles que los 39 hombres del fuerte estaban todos bien aunque algunos habían fallecido de diversas dolencias y de peleas entre ellos mismos y que el cacique Guacanagarí se encontraba lesionado de una pierna porque había tenido un enfrentamiento con los caciques caníbales Caonabo y Marieni. El 28 de noviembre de 1493, los primeros españoles llegaron al fuerte La Navidad, que lo encontraron incendiado y todos los españoles muertos, tras lo cual empezaron a coger los cuerpos y a darles sepultura. Indagaciones posteriores llevaron a pensar que los españoles del fuerte habían sido imprudentes e indisciplinados abandonando las instrucciones que les dejó Colón, como afirma Gonzalo Fernández de Oviedo, cronista oficial:

"a los cuales todos habían muerto lo indios, no pudiendo sufrir sus excesos porque les tomaban las mujeres e usaban dellas a su voluntad, e les hacían otras fuerzas y enojos, como gentes sin caudillo e desordenada."[2]

Una entrevista con Guacanagarí el 30 de noviembre, que responsabilizaba a Caonabo de la masacre, convenció al Almirante de que habían sido los propios indios taínos los que habían llevado a cabo la matanza para así forzar un ataque por parte de los españoles a sus enemigos caníbales. Sin embargo, debido a la necesidad de conservar a su aliado, finge creerse la historia de Guacanagarí ya que considera a los negligentes españoles del fuerte los primeros responsables de lo sucedido.

Otro fiel y acucioso cronista como fray Bartolomé de Las Casas que residió varios años en La Española en los años iniciales de la conquista y que pudo recabar testimonios fidedignos de testigos presenciales da una versión más completa de lo declarado por los indígenas en relación a lo ocurrido con el fuerte Navidad. Así, en su obra Historia general de Las Indias, consigna en el Libro I, capítulo LXXXVI, lo declarado por los nativos por intermedio de los intérpretes indios que Colón traía llevados consigo del primer viaje y que ya conocían en algo la lengua castellana: "Dijeron que, luego que el Almirante se partió dellos, comenzaron (los españoles) entre sí a reñir e tener pendencias, y acuchillarse, y tomar cada uno las mujeres que quería y el oro que podía haber, y apartarse unos de otros; y que Pero Gutiérrez y Escobedo mataron a un Jácome, y aquéllos, con otros nueve se habían ido con las mujeres que habían tomado y su hato, a la tierra de un señor que se llamaba Caonabo (...), el cual los mató a todos diez u once; dijeron más, que, después de muchos días, vino el dicho rey Caonabo con mucha gente a la fortaleza, donde no había más de Diego de Arana, el Capitán, y otros cinco que quisieron permanecer con él para guardar de la fortaleza, porque todos los demás se habían esparcido por la isla, y de noche puso fuego a la fortaleza y a las casas donde aquellos estaban, porque no estaban por ventura en la fortaleza, los cuales, huyendo hacia la mar, se ahogaron".

En ese incidente, según lo declarado por los nativos, el rey Guacanagarí salió a pelear con los indios de Caonabo por defender a los españoles, de lo cual resultó mal herido. Todo ello concordó con la relación recolectada por miembros de la tripulación que Colón envió a indagar por su parte respecto a lo ocurrido en el fuerte Navidad, concluyendo que habían matado a los ocupantes del fuerte Navidad "por sus culpas y malas obras".

Ante este hecho, Colón decidió fundar un nuevo asentamiento, en un lugar más apropiado, y retornó su camino más de 100 kilómetros. En un lugar solitario de la costa norte de la actual República Dominicana, al este de la actual ciudad de Luperón, fundó una villa con sus 1500 acompañantes a la que llamó La Isabela, en honor a la reina Isabel I de Castilla. Dicho emplazamiento también tuvo una vida efímera, pues a los dos años fue despoblada.




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